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I. Con percebeiras de alto rango
“Mi padre siempre quiso tener un hijo para enseñarle el oficio de percebeiro”, comenta Susana nada más comenzar la
conversación. José González Durán y María Álvarez Barreiro, ambos percebeiros de Baredo desde niños, no llegaron a tener un hijo en su matrimonio, pero en cambio se sintieron tremendamente orgullosos cuando sus cuatro hijas se hicieron percebeiras. <<Mi padre -cuenta Isabel, la tercera de las cuatro- ya
iba al percebe con su madre, la abuela Angelina, a los cinco años. Se había quedado viuda con tres hijos, y tuvo que buscarse el sustento de la familia haciéndose percebeira. Como no tenía con quién dejar al niño pequeño -nuestro padre-, se lo llevaba con ella al mar. La abuela nos contaba que papá cogía el percebe con las manos, y que a los ocho años ya tuvo que darle una “raspa”. >> Los abuelos Angelina y Ventura se casaron en 1940, y aún no habían pasado seis años cuando el abuelo falleció de una enfermedad pulmonar. Era marinero de bajura en Baiona. Viuda y con tres hijos, una niña y dos varones, la abuela no dudo ni un momento en lanzarse al percebe para sustentar a la familia.
<<Pero es que a nuestra abuela materna, Casilda, le sucedía algo parecido. Se había quedado sola en Baredo mientras su marido, el abuelo Joaquín -que tampoco llegamos a conocer-, era reclutado por el ejército para la Guerra Civil. Se quedaba con seis hijos, cinco mujeres y un varón, y hubo de sobrevivir con su familia del percebe. Cuando su marido volvió al cabo de unos años, en lugar de aliviarle el esfuerzo para mantener la casa, supuso un problema a añadir. Regresaba completamente alcohólico como resultado de las bebidas que les daban a los soldados para mantener su ánimo en el frente. Falleció en 1965. Yo -explica Isabel- siempre acompañé a la abuela Casilda hasta su fallecimiento. María, nuestra madre, la menor de sus