Columna de opinión
¿EL GENIO DE NUESTRO TIEMPO? por ROSA SURIA / fotografía ©Disney+
N
o se ha llevado el Oscar por ‘Dos oruguitas’ (enamoradas, pasan sus noches y madrugadas...), pero todos hemos cantado de manera febril ‘No se habla de Bruno’ (no, no, no) durante los últimos meses. Hemos convertido en algo común que cada canción suya que llega a nosotros se convierta en una obsesión, en un hilo musical que no podemos sacar de nuestras mentes. Pero es, desde luego, una de las situaciones más extraordinarias que hayamos vivido y viviremos. Lo de Lin-Manuel Miranda es de todo menos común. Un neoyorkino de primera generación, con sus raíces puertorriqueñas muy presentes, que ha conseguido que cantemos a todo pulmón sobre el 10 dollar founding father without a father o sobre la Batalla de Yorktown. Que se ha metido en nuestras mentes y ha instalado allí un tocadiscos que va variando entre la familia Madrigal, las hermanas Schuyler, los boho days, Moana o el Carnaval del Barrio. Que ha hecho magia y ha sabido contagiarla a todo tipo de personas, de cualquier procedencia, religión, sexo y condición política. Parece una broma, pero he conocido a personas con ciertas tendencias explotadoras y con una inclinación política claramente hacia la derecha que también se obsesionaron
16 ABRIL 2022 · MW
con Hamilton. Y cantaron sus canciones con orgullo. Me pregunto si simplemente no entendieron en ningún momento el mensaje o si el talento de Lin-Manuel todo lo puede. A juzgar por el hecho de que hay días en los que me despierto y lo primero que pienso es “congrats again, Alexander, smile more. I see you on the other side of the war”, creo que la respuesta correcta es la segunda. Por ahora, Lin-Manuel Miranda no se ha colado en la lista de los EGOT y es normal que aquellos que nos hemos sumergido en su mundo (y no podemos ni queremos salir de él) estemos tristes. Pero si hay algo que me ha quedado claro es que entrará, tarde o temprano entrará. No será gracias a dos oruguitas enamoradas, pero un genio como él alberga tantas ideas, tantas historias que contar y tanto arte que compartir, que llegará en una forma inesperada, en el momento adecuado. Y nosotros seguiremos cantándole a Theodosia y a Philip sin entender muy bien por qué lo hacemos, pero celebrando ese mundo diverso en el que todos tenemos un hueco, creado por la magia de un genio que sabe escuchar y transmitir. La magia de un genio de nuestro tiempo, del que se hablará cuando nosotros ya no cantemos ni bailemos al ritmo de sus canciones.