8 / SL y la "batalla decisiva" en las barriadas de Lima
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46% entre 1986 y 1990, cayó 31 % más entre junio de 1990 y octubre de 1991, justo antes y después de que se implementara el ajuste económico de Fujimori (FONCODES 1994). Los cortes en el gasto público disminuyeron aún más la capacidad del Estado para responder a las crecientes demandas populares y a la crisis del orden interno. Para Sendero Luminoso, las barriadas limeñas, donde existe una gran y creciente concentración de pobladores pobres era un terreno fértil donde construir una base de apoyo para su revolución. Es más, en términos geopolíticos, las barriadas limeñas eran cruciales para sus planes globales: controlar las barriadas significaba controlar las rutas de acceso al norte y sur de Lima a lo largo de la carretera panamericana, y hacia el este a lo largo de la carretera central, el principal camino al granero limeño y centro de provisiones e ingresos exportadores cruciales, minería principalmente. Las barriadas eran los puntos de estrangulamiento los "cinturones de hierro”16 a partir de los cuales se podía cercar las fuerzas enemigas, concentradas en el centro histórico de Lima y los circundantes distritos comerciales y residenciales (McCormick 1990, 1992). Para alcanzar el "equilibrio estratégico" la etapa decisiva antes de la ofensiva estratégica final, que llevaría a la ofensiva urbana y la toma del poder estata117, Sendero tendría que obtener primero el control político, si no territorial, de los asentamientos importantes. Más de la mitad de la población de la capital vivía en las barriadas limeñas y su precaria condición económica hacía que fueran en lo que a Sendero concernía un público cautivo a su llamado para un cambio revolucionario. No parece ser ninguna coincidencia que Sendero comenzara a orientar sus actividades en Lima en este preciso momento. Después de 1988, la situación política, social y económica del Perú comenzó a deteriorarse dramáticamente. El éxito inicial del experimento heterodoxo de García entre 1986 y 1987, impulsado por una recuperación de la economía basada en el incremento de la demanda, colapsó en 1988 bajo el peso de los constreñimientos de la balanza de pagos y los crecientes déficits fiscales. Entre 1988 y 1990, la espiral hiperinflacionaria 1,722% en 1988 y 2,775% en 1989 produjo una fuerte caída en los salarios reales y una contracción de la economía del 25% (Pastor y Wise 1992). El proceso de descomposición del Estado que siguió al fracaso económico, la caída subsiguiente en los servicios públicos y el agotamiento de los programas sociales
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en agosto de 1991, un año después de que las medidas de ajuste iniciales fueran aplicadas. Véase FONCODES (1994). La cita es de la entrevista a Guzmán (1988). En esta etapa crucial del desarrollo de su guerra popular prolongada, Sendero sostenía haber obtenido la capacidad militar necesaria para combatir con las fuerzas de seguridad, a pesar del mayor número y de la potencia de fuego superior de estas últimas.