Revista de poesía "Ulrika" 31

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CONTENIDO EDITORIAL Por Rafael Del Castillo Matamoros ......

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VERSOS COMUNICANTES ..... .. .. ..... .... ... .......

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Juan Gelman En la presencia Ausente de lo amado Por José Ángel Leyva ..... .... ......... .. ...... 4 Poemas de Juan Gelman ............................... 9 Gonzalo Rojas El cuchillo en el blanco Por Mary Carmen Sánchez Ambriz .......... 12 Poemas de Gonzalo Rojas .............................. 16 Eugenio Montejo Hacia una poesía de la gracia Por Claudia Posadas .. . . . ... . . .... ... . . . . .. . .. . 20 Poemas de Eugenio Montejo .. .............. ...... .... 25 Jotamario Arbeláez Nada es para siempre Por Rafael Del Castillo Matamoros ......... 28 Poemas de Jotamario Arbeláez .. ..................... 33 NUEVAS VOCES ... ..... ............. .. .. ....... ..... ... .. 37

Poemas del luto y la celebración Por Héctor Juán Jara millo ................... Mauricio Franco ..... .... ... .. ............................ Juan Carlos Acevedo .................................... Mauricio Vásquez .. ... ......... .. ... .....................

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VARIA .. ....... .. .... .. ... ..... .. ..... ............. .. ........ 47

Sensaciones del Trópico Edilberto Sierra y los cuatro elementos Por Fanny Buitrago ... ............... .......... 48 Percepción de la sensualidad Óleo sobre lienzo

Charles Simic El lío con la poesía Traducción de Osear Pinto Siabatto ....... 51

Olga Malaver: Mudanza a Sentidos Nuevos Por Fernando Linero ............................ 54 Solo palabras: Partición formal Por Guillermo Linero ... ........... ..... ........ 57 NOTICIAS SOBRE ESTA EDICIÓN .. ... .. ... .... .... 60


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REVISTA DE POESÍA

Licencia de Mingobiemo: No. 00918 ISBN: 0120-7679 Correo electrónico: revistaulrika@hotmail.com AA 67741 de Bogotá D.C, Colombia, Sudamérica DIRECTOR: Rafael Del Castillo Matamoros CONSEJO EDITORIAL: María Mercedes Carranza, Mario Rivera, Nicolás Suescún, Jotamario Arbeláez, Miguel Silva. EDITOR y DIRECTOR DE ARTE:

Osear Pinto Siabatto DISEÑO ORIGINAL: Femando Del Castillo Matamoros DISEÑO DE CARÁTULA: Gustavo Del Castillo Matamoros. (Obra: Edilberto Sierra, Para la poesía, óleo sobre lienzo) JEFE DE PRODUCCIÓN: Daría Sánchez Carballo MERCADEO: Guillermo Ovalle, Rafael Berrío

Escobar, Grupo de Comunicaciones "La isla al Mediodía" COLABORACIÓN ESPECIAL:

Andrés Felipe García Ospina COLABO RADORES COLOMBIA: Rogelio Echavarría, Fernando Charry

Lara, Daría Jararnillo Agudelo, Juan Gustavo Cabo Borda, Gustavo Ado lfo Garcés, Samuel Jaramillo, Guillermo Martínez, Fernando Linero, Jorge Mario Echeverry, Mauricio Contreras, Evelio José Rasero, Robinson Quintero, GuiJJermo Linero, Javier GonzáJez Luna, Pedro Badrán Padauí. ARGENTINA: Daniel Samoilovich, Daniel García Helder, Martín Prieto (Diario de Poesía), José Luis Mangieri (Editorial Tierra Firme) • BRASIL: Artibal Be~a • COSTA RICA: Oswa ldo Sauma, Rodolfo Dada, María Montero, Luis Cháves, Nerina Carrnona • CUBA: Pablo Armando Fernández, Efraín Rodríguez Santana, César López • CHILE: Gonzalo Rojas, Eduardo Llanos, Gonzalo Millán • ECUADOR: Pablo Salgado (Revista Eskeletrn), Edwin Madrid • ESPANA: Abelardo Linares, Jesús Munárriz, Armando Tejeda (Revista Babab), Consuelo Triviño • ESTADOS UNIDOS: Juan Carlos Galeano, Eduardo Chirinos • MÉXICO: José Angel Leyva (Revista Alforja), fyiargarito Cúellar, Jorge Bustamante García • PERU: Enrique Sánchez Hemani, Luis La Hoz • URUGUAY: Washington Benavides • VENEZUELA: Juan CalzadiJJa, Enrique Hemández D'Jesús, María Antonieta Flores. VALOR DEL EJEMPLAR: Colombia, $8.500.oo; América, US$5.oo. (gastos de eJivfo no incluidos).

Los trabajos firmados se publican bajo la responsabilidad de sus respectivos autores, sin implicar necesariamente a la revista o a cualquiera de sus colaboradores.

EDITORIAL El "buen gusto" prescinde de la violencia, de la disonancia, del terror ... Ernesto Sábato

El disentimiento es un ejercicio connatural a los seres humanos. Practicarlo en un contexto de tolerancia, que no de permisividad, es un indicio ineluctable de la calidad interior de quienes así lo hacen. En caso contrario sobreviene la brutalidad y la injusticia y, al margen de quien tenga la razón, ellas consumirán a las partes en conflicto. Indicio palpable de lo dicho es el ya demencial estado de cosas al que se ve abocado nuestro país. El hecho de que los enfrentamientos enceguecidos por la intransigencia surjan entre aquellos que han asumido como una "vocación" la llamada "carrera de las armas" si bien no se justifica de por sí, tiene su propia lógica aunque ésta sea aterradora cuando no terrorista al desplegarse sobre quienes nada tienen que ver con tan funesta "carrera". Pero cuando el sectarismo es asumido como bandera por aquellos que apuntan - en el buen sentido - a los corazones de los hombres a través del arte de la palabra, es tiempo de empezar a pensar que la degradación que de suyo corroe a una nación inmersa en guerras intestinas, ha empezado también a minar los cimientos éticos y estéticos de la sociedad en pleno. Así, acostumbrados como estamos aquí a la pugnacidad sin cuartel, no podemos negar que de una u otra forma nos hemos dejado contagiar por la plaga de la violencia. Y aún cuando en la historia de la literatura, que es como decir en la historia de los hombres, se sabe de apasionados forcejeos espirituales, ellos se han mantenido en el ámbito de las ideas -mn las excepciones que confirman la regla -. En Colombia, habida cuenta de la debacle que nos aqueja, la intolerancia en el terreno del pensamiento debería tipificarse previsivamente como delito. Pienso además, sin mesianismo alguno, que es hora de que los sectores no armados de nuestra sociedad - entre los que no incluyo a los políticos porque no creo que por estos lares haya uno sólo que no tenga las manos manchadas de sangre - empiecen a reconstruir la esencia del país mediante la realización de acciones que subrayen con toda claridad la necesidad de un cambio de actitudes en lo que toca al manejo de la disensión. Hace algunos días pude constatar en carne propia que por lo menos en éste plano - en el plano de los que trabajamos con o por la palabra poética - ello aún es posible. En todo caso a nadie - que yo sepa - hacemos daño si empezamos a creer en que un apretón de manos y la aceptación de las diferencias entre quienes nada sabemos ni queremos saber de armas, puedan tener alguna incidencia sobre aquellos que por fuerza o por "vocación" viven (y mueren y matan) con ellas ... Y aunque muy a nuestro pesar casi estemos seguros de que poco y nada es lo que las palabras lograrán por ahora en dicho entorno, sólo con pensar en los que en un futuro no lejano podrían llegar a seguir el sombrío dictamen de la violencia, nos arriesgaríamos de nuevo a dar crédito a las ya tan degradadas bondades de la interlocución y la filantropía ... Q<

Rafael Del Castillo Matamoros


X Festival Internacional de Roesía tle Bogotá 15 al 20 de julio de 2002 Informes: telef ax: 2818603 • correo-e: revistaulrika@hotmail.com EVENTO CONCERTADO CON EL MINISTERIO DE CULTURA APOYA: Casa de Poesía Silva/ CONVOCA: Ulrika - Revista de Poesía COORDINA: Corporación Azul Cantante con la colaboración del Periódico

El Aguijón, la Corporación Río San Francisco, el Centro de Estudios Antropológicos (CEA), Black María y el Colegio Gimnasio Moderno, entre otras entidades. 2

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Sensaciones del trópico 1

Óleo sobre lienzo

Versos Comunicantes Como primicia del libro que precisamente bajo el título de Versos Comunicantes, acaba de publicar la Revista Alforja de México, y en el cual se acopian una serie de entrevistas a algunos de los más connotados poetas iberoamericanos, publicamos apartes de las realizadas a cuatro de los autores allí incluidos: Gonzalo Rojas (Chile, 1917), Juan Gelman (Argentina, 1930), Eugenio Montejo (Venezuela, 1938) y Jotamario Arbeláez (Colombia, 1940). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (IJl;U:!·WI


JUAN GELMJ\N EN LA PRESENCIA AUSENTE DE LO AMADO José Ángel Leyva

"Tras el dolor, la angustia, el miedo,/ Como niño al umbral de la estancia oscura,/ Será el ceder de la conciencia;/ Mas luego recobrada, la luz nueva/ Veré, y tú en ella erguido." Luis Cernuda, "El éxtasis"

En busca de una entrevista Lo sé, a Juan Gelman (Buenos Aires, Argentina, 1930) no le gustan las entrevistas, prefiere evadirlas hasta el punto donde su cortesía y gentileza le permiten. Juan es sobre todo un hombre de palabras escritas que se escuchan como susurros y risas apagadas, como juegos de voces en la oscuridad del pasado o quizás como luces verbales en medio de las sombras del dolor y de la ausencia. Ha publicado entre otros: Violín y otras cuestiones (1956), El juego en que andamos (1959), Velorio del solo (1961), Gotán (1956-1962, reeditado en 1996), Cólera Buey (1965, reeditado en 1994), Los poemas de Sidney West (1969, reeditado en 1995), Fábulas (1971), Relaciones (1973), Hechos (1974-1978), Comentarios (1978-1979), Notas (1979), Citas (1979), Carta Abierta (1980), Si dulcemente (1980), Bajo la lluvia ajena (1980), Hacia el Sur (1982), Com lposiciones (1983-1984), Eso (1983-1984), Dibaxu (1983-1985, reeditado 1994); Anunciaciones (1988), Interrupciones I (1988), Interrupciones II (1988), Carta a mi madre (1989), Salarios del impío (1984-1992), La abierta oscuridad (1993 ),

Incompletamente (1997), Debí decir te amo -antología personal- (1997), Ni el flaco perdón de Dios -hijos de desaparecidos- (l 997), Prosa de prensa (1997), Nueva prosa de prensa (1999), En el hoy, y mañana y ayer. Poemas y ensayos antología personal- (2000), Pesar todo -antología- (2001 ), Valer la pena (2001). La voz de Gelman, la física, ha adquirido un tono de aspiración, como cuando llena los pulmones del humo de sus cigarrillos y hace esfuerzos para que no escape la nicotina y las palabras. Ríe y habla hacia el interior para que no diga su voz, sino el eco. A veces, como lo insinuara Julio Cortázar, se conduce como un buscador de imposibles, un alquimista, mirando a través de sus ojos verdes los tiempos del desastre y convirtiendo estos escenarios en épocas mejores. Una alegre tristeza sella los gestos de su cara, inunda sus ojos acuosos. Gelman dice que lloran a causa de una cirugía reciente de cataratas, pero yo digo que es porque observan con tímida emoción e increduli-

dad el universo. Yo también me pregunto, como un profesor de la escuela de letras de la Universidad de Zacatecas que lo presentó ante los estudiantes, ¿cómo hace para someter el poema a un tono de sosiego cuando el dolor es tan grande que se palpa? Cuando estoy por la mañana en su casa del DF, luego de casi renunciar a mi afán de entrevistarlo, de atrapar sus respuestas en una grabadora y tamizarlas y editarlas en la escritura, no puedo dejar de recordar estas reflexiones, como si estuviésemos en Zacatecas, fumando uno de los innumerables cigarrillos que consumen juntos él y Mara (su esposa) durante el día, como si el humo los atase al misterio de los sueños, posiblemente a aquellos que dejaron en el sur.

Los límites de la lengua José Ángel Leyva - Vamos a la literatura y a sus raíces. Vienes de


una familia judía, ucraniana, que traía el ruso como idioma natal y luego adquirió otro idioma, el español argentino. ¿Cómo jugaron en tu oído y en tu mente los idiomas? Juan Gelman - En mi casa se hablaba el yidish y el ruso. Yo soy el único argentino de esa familia. Mi padre y mi madre emigraron de la URSS. Mi padre, que era obrero, había participado en la revolución rusa de 1905 como socialrevolucionario. Fue a la Argentina una primera vez, antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, y volvió a Europa luego del triunfo de la revolución rusa de 1917, pero no pudo entrar a la joven URSS, había guerra civil y 22 naciones extranjeras la impulsaban. Se instaló en Berlín y preparó la salida de su primera mujer y sus dos hijos de Moscú: el bofe en que éstos y otros emigrados cruzaban un río se dio vuelta, fallecieron su mujer y un hijo, y mi hermano Boris se salvó milagrosamente. Finalmente pudo entrar en 1922 y conoció luego a mi madre con quien procreó una hija. Mi padre volvió a la Argentina con su familia, la rnia, en 1928. Dos años después nací yo en Buenos Aires. Mi hermano, que era mayor que yo 19 años, me recitaba en ruso poemas de Pushkin cuando yo tenía unos cuatro o cinco años de edad. El significado por supuesto no lo entendía, pero su música me emocionaba y conmovía. Han pasado 65 años y aún recuerdo algunos versos. Tal vez eso tuvo que ver con mi amor a la poesía. Sin duda, tuvo que ver. ¿Sabés, lo que pasa con Pushkin? Traducido parece que no existe, pero en ruso es otra cosa. Por cierto, mi padre hablaba muy bien el castellano y también se hablaba el castellano en casa. Nosotros vivíamos en un barrio más bien nada pudiente, Villa Crespo, y uno hacía la vida en la calle, jugando fútbol, haciendo travesuras con los chicos de la barra, peleándonos con otras barras. Fui a la escuela pública, al Colegio Nacional de Buenos Aires, y a los 15 años con la barra comenzamos a ir a los

Juan Ge/man

bailes, al café. Viví y crecí en un barrio con mucha tradición tanguera, mezclado, porque también había una buena parte de inmigrados judíos y árabes. Se dice que Borges tenía allí "un informante" al que le pagaba 10 pesos por cada historia de guapos que le traía. En casa no eran religiosos, no obstante que mamá era hija, nieta, biznieta y tataranieta de rabinos. Se celebraban los rituales y fiestas corrientes, por razones más culturales que religiosas. JAL - Se ha hablado mucho de que tu poesía está muy cercana a ratos de Oliverio Girondo o del Trilce de César Vallejo, pero pienso si no tendrá más que ver con esa Babel en la que fuiste criado y educado. Si ese gusto por las palabras, por el juego verbal no se dio de manera más natural en el ámbito de tu casa. JG - Yo creo que sí. Pero además tiene que ver con algo que seguramente has sentido, con los límites de la lengua, y eómo a veces uno choca con esos límites, con la imposibilidad de trascenderlos, que son también los límites humanos, por supuesto. La infancia impone un sello esencial y luego vienen las lecturas. JAL - ¿Tendrá también que ver

con la forma lógica como hablan los niños? JG - Bueno, sí, pero esto ocurría hace siglos en el idioma de la península. Mi relectura de los rnisticos españoles en el exilio me llevó a dialogar con la lengua del siglo XVI y eso se plasmó en Citas y Comentarios, dos libros escritos en 1978 y 1979. Luego escribí dibaxu, que reúne poemas en sefardí, entre 1983 y 1985. No soy de origen sefardí, pero como intento explicar en el exergo de ese librito, es como si en ese momento buscara las formas más exiliadas de la lengua, el sustrato, las raíces del idioma, ése de las jarchas del siglo IX y del Mio Cid. Me deslumbró el candor del sefardí, el sonar de sus diminutivos, su sintaxis que, efectivamente, obedece a una lógica más antigua, más primitiva entre comillas, con una edificación significativa cercana al balbuceo. JAL- ¿Qué tanto reconoces en tu obra de la presencia de la estética de las vanguardias? JG - Sí, claro, con los dos que mencionaste: César Vallejo y Oliverio Girondo. El primero por una razón de coincidencias sensibles, o de confluencias, y con Girondo por ese talento, por esa libertad creadora, sobre todo en La


masmédula, en que se asiste a una búsqueda extrema de la expresión. Pero cuando se habla de influencias, pienso que cada poeta transmite un lenguaje propio y creo en lo que dijo Lezama Lima, que "las influencias no son causas que producen efectos, sino efectos que iluminan causas". Hasta los creadores más vanguardistas parten de la tradición, aunque sea para negarla. Nadie viene de la nada, ningún escritor nace en probeta. JAL - Se habla también de tu deuda con Raúl González Tuñón, quien avaló y prologó tu primer libro publicado Violín y otras cuestiones y te dio a conocer en el ambiente argentino. ¿La reconoces? JG - Sí, claro. Fue un gran poeta. El tenía una íntima relación con la ciudad, que asoma sobre todo en un libro que se llama A la sombra de los barrios amados. Esto era ya una afinidad. Yo formaba parte de un grupo de jóvenes poetas, "El Pan Duro", y Raúl nos alentaba y de alguna manera nos patrocinaba. Era un hombre de una gran generosidad personal y literaria. Nada que ver con la pomposidad y engreimiento de ciertos poetas argentinos, que por otro lado no le llegaban ni a los talones. JAL - A diferencia de los vanguardistas tu poesía no busca la novedad como sustancia, apenas como forma en el uso de la palabras, de las posibilidades del lenguaje, que por otro lado ya explicaste parte de su origen y su sentido primigenio. El tiempo en tu obra no se proyecta 6

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hacia el futuro de manera explícita, sino implícita, pues siempre vuelve hacia una revisión del pasado y a veces del presente. No hay pues la actitud o la vocación del vate, del vaticinador o visionario, sino del recuento histórico. Yo creo que Ezra Pound tenía razón al exigir un arte que volviera nuevo lo viejo. Y desde luego, eso está movido por la experiencia personal, la experiencia de una lengua, etcétera. No comparto la idea de que el libro es un difunto porque la televisión existe, eso es rechazar o negar un legado muy rico depositado a lo largo de los siglos, de lengua y de cosmovisión, de mucha vivencia humana bajo cada una de las palabras que se usan. El habla y la poesía vienen del fondo de los tiempos, ningún desastre natural o de mano de hombre podrá acabar con ellas y sólo callarán cuando el mundo se termine.

Las letras, el tango, el fútbol, Argentina JAL - ¿Cómo fue tu relación con poetas que tuvieron una posición política francamente contraria a la tuya, digamos Borges u Olga Orozco? JG - A mí nunca me ocurrió que debía negar la obra de Borges por sus posiciones políticas, lo que no significa que hago caso omiso de su posiciones políticas por el esplendor de su obra literaria. Es muy difícil descubrir l as relaciones en tre la ideología de un autor, que es apenas una parte de su cosmovisión, y lo que transmite su obra, su carga de lenguaje. Borges, en la época más dura de la dictadura militar tuvo una valentía que pocos intelectuales mostraron en la Argentina, muchos habían sido asesinados, otros estaban en el

exilio y luego las condiciones de represión eran brutales. En 1977 las Madres de Plaza de Mayo sacaron un desplegado, como se dice en México, en un diario. Las tres fuerzas armadas se habían dividido las esferas de influencia, por ejemplo a la marina le tocaba la Cancillería, el diario La Prensa y ciertas estaciones de radio, al ejército le tocaba otra cuota -la mayor, claro- y a la fuerza aérea otra. Había una suerte de libanización. La Prensa estaba bajo el control del jefe de la marina, el entonces almirante Massera, quien tenía un proyecto político propio y por esa razón permitió que el desplegado se publicara. Al pie del texto, que pedía la aparición con vida de los hijos desaparecidos, había firmas como la de Menotti y la de Borges que las Madres habían reunido con gran sigilo a lo largo de más de un mes. Cuando apareció el desplegado, fue una gran sorpresa ver la firma de Borges. Ese día le llamó por teléfono un presunto periodista radial, más bien miembro de los servicios, que todavía anda dando vueltas por ahí, y a micrófono abierto, es decir, la emisión salía directamente al aire, le dijo: "Borges, hemos visto con incredulidad su firma en una declaración". Como habían pasado cuatro semanas desde que lo firmara, Borges preguntó: "¿Una declaración, de qué tipo?" El otro dijo: "Ah, ya sabía, estos subversivos actuaron por su cuenta. Estas locas de la Plaza de Mayo utilizaron su firma alevosa-mente". Borges, lo interrumpió, y le insistió: "A ver, dígame, ¿de qué se trata?" Y el otro: "Ya le digo, de esas locas que reclaman hijos". Entonces Borges volvió a interrumpirlo. "Espere, ya comprendo, sí, por supuesto, yo firmé". La transmisión se interrumpió de golpe. Borges había elogiado a los militares que dieron el golpe en 1976, dijo que eran "unos caballeros" y otras barbaridades más, estaba ciego, no leía periódicos y lo rodeaba un sector social que no estaba precisamente afectado por la situación. Sucedió entonces que una muy amiga de Borges le presentó a una amiga suya a quien


le habían secuestrado la hija y que le relató cómo la había secuestrado un comando armado, cómo le habían destrozado la casa, le h abían robado, y su peregrinar en vano por guarniciones militares. Yo vi el documental que hizo la BBC de Londres, poco antes de que él muriera, en que le preguntan acerca de ese tema. La actitud de Borges es de una tristeza absoluta. Explicó su situación y expresó consternado: "Como decía el doctor Samuel Johnson, ignorancia, señor, pura ignorancia." Con Olga Orozco mi esposa Mara y yo tuvimos una relación muy cercana. Por otra parte, nunca fue una reaccionaria. La primera vez que nos vimos me recibió con muchísima cordialidad, no obstante que yo estaba catalogado como militante político, revolucionario, etcétera. También fuimos amigos de Enrique Molina y nunca se interpuso entre nosotros algún prejuicio de esa índole. En broma le dije a Olga: "Bueno, usted sabe, dicen que mis poemas son subversivos", y ella me respondió de inmediato: "Sí, lo sé, pero yo lo leo de otra manera" . Nos quisimos mucho. JAL - A veces en tu poesía hay gotas de romanticismo y de erotismo. El primero es de una gran intensidad, aunque lo dosificas muy bien. En cuanto al erotismo hay momentos de gran intensidad y franqueza. Catulo es quizás el personaje que más revela esa vena de erotismo y de sarcasmo. JG - Lo que sucede es que en la secundaria estudié latín y con los compañeros nos regodeábamos leyendo los poemas de Catulo, por ejemplo ése en que llama a una cortesana y le dice que la espera con la sábana convertida en una especie de palio sostenido por su pene erecto a manera de mástil. Me encanta su erotismo, su maravillosa ironía, su rechazo del poder, a César le dice: "qué me importa si eres negro o amarillo". JAL - El mundo clásico salpica también tu obra y seguramente ahora que lo explicas se debe en parte a esa formación escolar, a tus leccio-

nes de latín. En fin ¿cómo entiendes esa presencia? JG - Todo el mundo incorpora cosas mediante la lectura, las experiencias de vida, la música, la relación con la gente, el tiempo que pasa. A veces asoman y a veces no. Como sabés bien, no se puede escribir poesía con deliberación, tal vez pueda ser en otros géneros, y quizás haya poetas deliberados o deliberantes, pero en mi caso, como en el de tantos otros, eso se manifiesta como una obsesión imposible de evitar. JAL - En este periplo de vida, recuerdo que en Zacatecas, a una muchacha que te dijo que a un hombre como tú era imposible imaginárselo hablando de futbol le respondiste que en tu infancia y juventud hubieses deseado ser un futbolista profesional. Ahora ¿cómo ves ese recuerdo o ese deseo cuando sales a la cancha de la poesía a gambetear con las palabras? Porque tu apariencia es la de un hombre, pero basta conocerte un poco para descubrir a un hombre gozoso, muy terrenal.

JG - Eso fue la infancia. He llegado a pensar que la patria más importante es la infancia, que uno vincula a su país. Como te decía, a los quince años, diecisiete, yo iba a la milonga, como llamamos nosotros a los bailes populares. Pero Gotán, un libro que publiqué en 1962 y cuyo título quiere decir "tango" al revés, es una visión enternecida e irónica del tango. Fui amigo de Leopoldo Marechal, tal vez lo conozcas, un

gran novelista a quien Cortázar admiraba mucho. Fue condenado al ostracismo interno, por razones políticas. Escribió una novela extraordinaria que se llama Adán Buenos Ayres que yo no puedo leer, y la he leído varias veces, sin reírme a carcajadas en determinados fragmentos. Algo notable en una novela. Me decía que le resultaba imposible dejar de ver el lado ridículo de las situaciones más trágicas, más dramáticas, más solemnes, más serias. JAL - ¿Y el futbolista? JG - Las evidencias sobre lo mal que jugué al fútbol eran tan claras y había tantos testigos que eso no tenía remedio. Además yo tenía un capricho, me gustaba hacer goles de taquito y me los perdía por conservar "el estilo". En el barrio me llamaban con soma el Pibe Taquito. JAL - Argentina es un país que tiene un pasado esplendoroso en el terreno intelectual y literario, narradores por cierto con un gran sentido del humor, que habla de inteligencia y destreza en las palabras, en la lengua. ¿Cómo ves, en este contexto político y social que vive tu país, el futuro de las letras argentinas? JG- Curiosamente se está desplegando, en esa situación de crisis, una gran oferta cultural de calidad. Se observa en el teatro, el cine, la poesía, la narrativa. No se puede ser pesimista al descubrir esa riqueza artística. Lo que extraño es la ausencia de un debate de ideas. Por otro lado, la crisis del país origina la aparición de fenómenos nuevos y muy interesantes. Se ha creado un Frente contra la pobreza en el que participan organismos barriales, grupos vecinales, gente de manera individual, desocupados, y este Frente acaba de hacer un plebiscito con propuestas que la gente apoya. Lo notable es que las votaron 2.700.000 personas. Ningún partido político en la Argentina, en los últimos años, obtuvo esa cantidad de votos. La aparición de estos nuevos signos sacude a los pensantes.


El exilio, el dolor y la esperanza JAL - Retomo el hilo conductor de mis preguntas y evoco ese momento cuando en Oaxaca me ibas narrando el encuentro con tu nieta, a la que buscaste durante años como un mastín aferrado a la huella de su sombra, y te pregunté si nunca pensaste en dejar en paz la memoria, olvidar. Entonces me respondiste que a la memoria no había que dejarla en paz, no había que dejarla descansar, había que sacudirla antes de que nos llevara al olvido y al confort. Pero ¿dónde pones el rencor, dónde el resentimiento de los agravios y los golpes sufridos? JG - Por lo pronto, hay dolor, el tremendo dolor de perder a mi hijo y a su esposa, de no haber criado a mi nieta. El sentimiento que domina es la indignación, que nunca se termina, por el crimen, primero, y por la impunidad después. Hace unos días, el gobierno civil argentino de Fernando de la Rúa dio a conocer un decreto que prácticamente prohíbe cualquier extradición de represores argentinos que asesinaron, como sabés, a ciudadanos españoles, italianos, alemanes y otros extranjeros. Los gobiernos elegidos en las urnas no han hecho otra cosa que refrendar esa impunidad. En momentos de crisis tan dura como la que hoy vive la Argentina, donde la situación económica genera una enorme cantidad de desocupados, se huele ya el regreso de la represión, tal vez bajo las formas de un gobierno sedicente-mente democrático. Se castiga nueva y duramente a los pobres. Pero no hay castigo para los secuestradores, torturadores y asesinos y la impunidad parece no acabar. Entonces, no se trata simplemente de rencor. El rencor es por naturaleza personal, pero el dolor y la indignación por lo sucedido y por lo que está sucediendo, más que los caminos de la venganza, buscan los de la justicia. En la Argentina ha ocurrido algo extraordinario, nadie se ha tomado la justicia por su propia mano, ha

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habido incidentes en la calle, en algún café, se ha echado a represores de restaurantes donde estaban comiendo, los hijos de los desaparecidos se manifiestan frente a las casas de los asesinos para denunciarlos, pero ninguna víctima ha matado o baleado a alguno. Es notable: la gente pide que se los juzgue y con todas las garantías para ellos, algo que ningún militar hizo, ni pensó h acer. JAL - Tu poesía está permeada de ese espíritu de justicia entreverado con el humor, la ironía y con frecuencia de un hálito místico. Lapasión y el amor se cuecen aparte. A estas alturas de la vida ¿piensas que ha cambiado tu actitud escritural? JG - Sin duda, todo cambia con el tiempo, cualquiera que sea la experiencia. El exilio modificó todo en mí. Me resulta difícil saber cómo, pero he cambiado. En cuanto al misticismo que mencionás, fue una relectura en el exilio de los místicos españoles y de los cabalistas, es decir, los místicos judíos, y también de Hildegarde de Bingen, Meister Eckehart, las beguinas Hadewicj. Los leí de otra manera porque estaba en el destierro, sintiendo en ellos, como en mí, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, mi país, los compañeros caídos, mi hijo, los desaparecidos, para mí. Creo que, además, hay otra similitud que aproxima mística y poesía: el éxtasis, el salirse de sí. Por último, en ambos casos la experiencia se concreta en la escritura. La religión en que realmente creo es la de la solidarida<l humana. Religión en el sentido de su 5ignificado original, religare, volver a unir. Y creo que la vida es sagrada. Siempre recuerdo ese poema de Luis Cernuda que habla de un sobreviviente de la Brigada Lincoln, ese grupo de estadounidenses que participaron en la guerra civil español a en favor de la República. Cernuda dice que basta con que uno solo muestre su nobleza para volver a creer en la nobleza humana.

JAL - Bueno, los místicos también se parecen de algún modo a los revolucionarios, sobre todo cuando están dispuestos a darlo todo por un ideal colectivo, a sacrificarse por los otros. Pero tú ¿cómo has logrado mantener firme la convicción y la confianza en la nobleza humana? JG - Sí, mantengo mis ideas y mis ideales políticos, pero con modificaciones. Ese espíritu no ha cambiado, aunque muestra no pocas lastimaduras por toda la sangre que ha corrido. En este mundo donde se tiende a la uniformización del pensamiento están ocurriendo cosas muy peligrosas. Por ejemplo, aunque sea un hecho menor ante el genocidio pacífico por hambre que cunde en el mundo, la concentración editorial que achica la pluralidad de los títulos que se publican, para no hablar de la calidad. Van absorbiendo editoriales pequeñas, y en vez de publicar dos mil ejemplares de cien obras distintas, prefieren hacer una sola tirada de cien mil de un título que les garantice la venta. Esto empobrece aún más el horizonte que nos impone una situación económica crítica. Creo que es imposible, realmente imposible, llegar a destruir, extinguir o incluso mutilar la capacidad de sueño y de esperanza de los seres humanos. Utópicos son los que creen que se acabó la utopía. Es al revés. Quizás la función de cada utopía radique en su fracaso, para que nazcan a utopías mejores. JAL - Y la nostalgia ¿Cómo la vives? ¿Cómo la revuelves con la ironía y el humor que te caracteriza? Porque la nostalgia empapa tu escritura ¿no es así? JG - La nostalgia no me parece un defecto, la melancolía sí. Pero a veces la nostalgia molesta, y es cierto, creo que tenés razón, procuro distanciarme de ella con la ironía y el humor. Qcl

México, DF, 19 de diciembre de 2001 .


POEMAS DE JUAN GELMAN

Certezas A ver cómo es. Estaba quieta la inquietud por una vez. La desazón en sazón y ¡cómo se parecía el mundo a Gerarda envuelta en sensaciones de encaje! Las palabras chocan contra la tarde y no la descomponen. La furia no me deja solo conmigo. Habrá que recortar la sombra militar. ¡Camaradas especialistas en esperar cansancios: apaguen el amor dudoso que baja humilde y despacito! ¡Hasta el revés del cosmos morirá!

esto que soy, este zapato roto, esta angustia, este estómago vacío, esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre cavándorne la carne, este dormir así, bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido te digo que no entiendo, Padre, bájate, tócame el alma, mírame el corazón, yo no robé, no asesiné, fui niño y en cambio me golpean y golpean, te digo que no entiendo, Padre, bájate, si estás, que busco resignación en mí y no tengo y voy a agarrarme la rabia y a afilarla para pegar y voy a gritar a sangre en cuello

Oración de un desocupado Padre, desde los cielos bájate, he olvidado las oraciones que me enseñó la abuela, pobrecita, ella reposa ahora, no tiene que lavar, limpiar, no tiene que preocuparse andando el día por la ropa, no tiene que velar la noche, pena y pena, rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente. Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces, que me muero de hambre en esta esquina, que no sé de qué sirve haber nacido, que me miro las manos rechazadas, que no hay trabajo, no hay, bájate un poco, contempla

El juego en que andamos Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estarnos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro. Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.


Mi Buenos Aires querido Sentado al borde de una silla desfondada, mareado, enfermo, casi vivo, escribo versos previamente llorados por la ciudad donde nací. Hay que atraparlos, también aquí nacieron hijos dulces míos que entre tanto castigo te endulzan bellamente. Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido.

en todo eso los compañeros / mudos/ deshuesándose en la noche de enero/ quietos por fin/ solísimos / sin besos

Epitafio Un pájaro vivía en mí. Una flor viajaba en mi sangre. Mi corazón era un violín. Quise o no quise. Pero a veces me quisieron. También a mí me alegraban: la primavera, las manos juntas, lo feliz. ¡Digo que el hombre debe serlo!

Opiniones Un hombre deseaba violentamente a una mujer, a unas cuantas personas no les parecía bien, un hombre deseaba locamente volar, a unas cuantas personas les parecía mal, un hombre deseaba ardientemente la Revolución y contra la opinión de la gendarmería trepó sobre muros secos de lo debido, abrió el pecho y sacándose los alrededores de su corazón, agitaba violentamente a una mujer, volaba locamente por el techo del mundo y los pueblos ardían, las banderas.

Si Dulcemente si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas del que se tiró al mar / ¿qué pasa con los hermanitos que entierraron? / ¿hojitas les crecen de los dedos?/ [¿arbolitos/ otoños que los deshojan como mudos?/ en silencio los hermanitos hablan de la vez que estuvieron a dostres dedos de la muerte / sonríen recordando/ aquel alivio sienten todavía como si no hubieran marido/ como si paco brillara y rodolfo mirase toda la olvidadera que solía arrastrar colgándole del hombro/ o haroldo hurgando su [amargura (siempre) sacase el as de espadas/ puso su boca contra el viento/ aspiró vida/ vidas/ con sus ojos miró la terrible/ pero ahora están hablando de cu ando operaron con suerte/ nadie mató/ nadie fue muerto/ el [enemigo fue burlado y un poco de la humillación general se rescató/ con corajes/ con sueños/ tendidos 10ULRIKA

(Aquí yace un pájaro. Una flor. Un violín.)

Velorio del solo En la fecha Solo de ti, lleno de ti, esta tarde a las 7, el ciudadano de tu ausencia se palpaba la cara, la voz, los papelitos, de veras comprobando que tus ruidos andaban por sus huesos y en general te habías ido. Golpeó puertas, teléfonos. La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo, señora, y él sentía tirones detrás del corazón. A lo mejor era el tabaco, de todos modos yo soy otro: un pedazo de ti, alguien a quien castigan puertas, ruidos, teléfonos, y, andá a saber por qué, toda la parentela de la m uerte.

Documentos Llena de signos y de árboles, ella cruza la noche como un fuego o un río, asciende en el silencio y la memoria, es infinita como un hecho, la existo, la conduzco, yo soy su certidumbre.


Una mujer y un hombre Una mujer y un hombre llevados por la vida, una mujer y un hombre cara a cara habitan en la noche, desbordan por sus manos, se oyen subir libres en la sombra, sus cabezas descansan en una bella infancia que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz, una mujer y un hombre atados por sus labios llenan la noche lenta con toda su memoria, una mujer y un hombre más bellos en el otro ocupan su lugar en la tierra.

Héroes Los soles salan y los mares maran los faramacéuticos especifican dictan bellas recetas para el pasmo se desayunan en su gran centímetro a mi me toca gelmanear hemos perdido el miedo al gran caballo nos acontecen hachas sucesivas y se amanece siempre en los testículos no poca cosa es que aquello suceda vista la malbaraja del amor estos días los mazos de catástrofes las deudas amados sean los que odian hijos que comen por mis hígados y su desgracia y gracia es no ser ciegos la gran madre caballa el gran padre caballo el mundo es un caballo a gelmanear a gelmanear les digo a conocer a los más bellos los que vencieron con su gran derrota

Juguetes hoy compré una escopeta para mi hijo hace ya tiempo que me la venía pidiendo y comprendiendo mi hijo que no hay plata que alcance pero pidiéndola proponiendo los sitios de la cocina d e la pieza donde recién traída la escopeta esperaba que él saliera del sueño donde estaba esperándola para verla tocarla convertirla despuués en otro sueño no para matar bichos o pájaros o arruinar las paredes las plantitas o bajar a la luna de su sitio lunar

no para esas pequeñas cosas molestas mi hijo quería su escopeta y esta noche la traigo y escribo para alertar al vecindario al mundo en general porque que haría la inocencia ahora que está armada sino causar graves desórdenes como espantar la muerte sino matar sombras matar a enemigos a cínicos amigos defender la justicia hacer la Revolución y además compré una camita para mi hija donde acostará a su muñeca cubriéndola con el trapo amarillo como esa noche que yo estaba por escribir un poema intentando apresar los rostros últimos del bello amor humano imperfecto perfecto como una madre oscura acercándome a ellos casi rodeando su aire cálido como un fuego cara a cara a su fuego oyéndolos temblar inasibles y mi hija me tomó de la mano para mostrarme la muñeca que ella había abrigado es su cuna tapándole los ojos pintados con un pedazo de papel para que pueda dormir y le besó la frente le dijo que descanse y yo volví a la mesa y en silencio guardé mis papeles vacíos

Preguntas Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites y me despiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo y eres furia de mi paciencia para mi dime qué diablos hago por qué te necesito quién eres muda sola recorriéndome razón de mi pasión por qué quiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme a tus huesitos y eres única patria contra las bestias el olvido


GONZALO ROJAS EL CUCHILLO EN EL BLANCO Mary Carmen Sánchez Ambriz

Gonzalo Rojas nació en Lebu (1917), provincia de Biobío, en la zona central del alargado territorio chileno. Su vida ha estado dedicada a la poesía. Es autor de La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977) Del relámpago (1977), Materia de testamento (1988), Las hermosas (1991), Antología de aire (1991) y Río turbio (1996), entre otros de sus libros. Ha sido distinguido con el Premio Reina Sofía (España), el Premio José Hernández y el Premio de Poesía y Ensayo Octavio Paz (México). Al igual que Paz, Rojas es un poeta de la vista, pero también del oído. Ha sabido canalizar sus obsesiones:

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el erotismo, la muerte, la melancolía y, sobre todo, el silencio. Gonzalo Rojas no mira a la poesía como su instrumento sino como la experiencia de vivir; y el zumbido de la lengua se convierte en su silabear: el misterio del ser encerrado en signos del desdoblamiento. En una de sus visitas a México, el también ligado en sus inicios al grupo surrealista Mandrágora, dijo: "Quien no parpadea vocálicamente no entiende lo que es poesía". El poeta chileno confiesa una de sus manías antes de sentarse a escribir: la prueba del cuchillo. Rojas lanza un filoso cuchillo a una mesa de madera, si se queda clavado significa que cuenta con la suficiente concentración para silabear interiormente, para dedicarse a la poe-

sía. Pero si esto no ocurre, entonces deja a un lado su cuaderno de apuntes y se pone a hacer otra cosa. Cuando uno termina de leer un libro de Gonzalo Rojas es posible saber que fueron muchas las tardes de invierno en que el cuchillo dio en el blanco. Mary Carmen Sánchez Ambriz - Octavio Paz escribe: "Enamorado del silencio al poeta no le queda más remedio que hablar" . ¿Cómo concibe usted el silencio latente en su poética? Gonzalo Rojas - Me gusta hablar de esto porque surge una hermosa confusión. Cómo un poeta que trabaja con palabras ad vierte que es necesario el silencio, idea imperativa en el ejercicio de su poética. Claro que hablar parece tan ajeno a esa otra vibración tan honda, tan secreta y, por lo visto, sigi-

losa. Los místicos juegan y entran en la visión del mundo desde el silencio. Nosotros - los poetas- desde la palabra, pero no me refiero a esa palabra que sirve para designar los objetos y trabajar con lo cotidiano. La palabra del poeta es una palabra que conlleva al silencio mismo. No quiero hacer ninguna comparación oscura o compleja, pero el que no entra en el callamiento no entiende nada de lo que es la palabra. Pc!que la palabra -eso se sabe por los lingüistas y por todos- funciona desde la dimensión fono-lógica y semántica . La palabra del poeta no solamente tiene un significado, meaning, que se refleja, sino que es también un sonido, un zumbido. Cuando uno lee a un escritor inmediatamente se da cuenta de que tiene ojo de poeta u oreja de poeta. Esto quiere decir que nuestra palabra se nos ofrece como un instrumento vivísimo. Recuerdo


Gonzalo Rojas

una frase preciosa de Holderlin que Heidegger más tarde la usó para acceder a su pensamiento: "Para esto le fue dado al hombre la palabra, el más peligroso de los bienes, para que dé testimonio de lo que él es". Nadita menos; ésa es la palabra de nosotros, de los poetas. Con la palabra del poeta no se juega, no se puede relevar una palabra por otra. De repente en un texto prosístico, por hermoso que sea, es posible cambiar una palabra, pero en poesía no se puede. La palabra se hace con sílabas, vibraciones, vocales, consonantes, fonemas vivos. MCSA - ¿Sólo en la poesía se establece ese si• lencio? GR - No, en la narrativa también se da. Cuando leo a mi Kafka tan amado, a mi Rulfo y no creo que se necesite ser un poeta para escribir como ellos. De repente en la obra de

grandes autores hay rupturas y silencios, ahí es posible ver cómo está funcionando el mecanismo aquel de ser y callar. Hablar como un torrente y de repente una pausa.

Metamorfosis de lo mismo MCSA- Usted interpreta a la palabra como un zumbido. En su poesía hay imágenes de abejas y zánganos. El poeta Robert Lowell escribió que "los libros son como abejas que llevan el polen de un inteligencia a otra". ¿A qué atribuye su predilección por las abejas? GR - Cada escritor tiene un pequeño bestiario. Tanto las abejas como los zánganos se aproximan al callamiento. Las abejas cuando están en su panal

no están moviéndose mucho, lo hacen cuando alguien las molesta, se erizan y entonces se vuelven ruidosas. El zángano es una figura que me encanta porque me remite a la idea del ocio; yo soy un animal ocioso, celebro el ocio. El odium romano (ocio) tan adverso al nec otium (negocio). Los poetas no somos gente de negocio. También en mi bestiario aparecen mariposas que no son como las que vemos comúnmente, sino lepidópteros que todavía son orugas. En este sistema imaginario lo que me importa es la metamorfosis, pero no en la metamorfosis del progreso sino de lo mismo: porque todo es igual a todo. MCSA - A propósito del ocio, al final de Anta-

logía de aire hay w1 poema que usted le dedica al lector desocupado. GR - Es uno de los vocativos que Cervantes emplea en sus prólogos. Y tiene razón, para mi el buen lector es el desocupado; que no venga con ese pensamiento majadero que d\<;:e a ver qué voy a encontrar aquí, a ver por dónde registro las lecturas del poeta . El encuentro con la palabra tiene que ser con asombro, con inocencia. Yo considero al lector, al oyente otro poeta, todos lo somos. Cuando me invitan a que lea mis poemas siempre me fijo una meta: levantar, enaltecer al lector o al oyente. Creo mucho más en el


Gonzalo Rojas en Nueva York

oyente que en lector y siempre espero que éste último participe de mi juego, de nuestro parpadeo silábico. Creo que en eso sí soy, si no un innovador, por lo menos alguien que se atreve a situar al oyente con respeto y cuidado, sin ninguna presunción. El oyente tiene derecho a recibir y a disentir. Es como una especie de parentesco, porque, a fin de cuentas, el poeta es su amigo. El zumbido implica para mí ese largo parentesco entre las cosas.

El parpadeo silábico MCSA - Heráclito reflexionaba: "El relámpago gobierna la totalidad del mundo". ¿Puede decirse que usted concibe al relámpago como una metáfora del instante? ¿O como una metamorfosis? GR - Siempre que sea una metamorfosis de lo mismo. El relámpago ilu-

mina todo de golpe y te descubre lo efímero del tiempo. Pensar en el relámpago me remite a una escena de mi nir"iez. Vivía en una casa de madera, éramos ocho hermanos, mi padre era minero y mimadre apenas si podía cuidarnos. Una vez estábamos los ocho jugando dentro de un corredor, afuera llovía, se escuchaba como caía el granizo sobre el techo de la casa y era posible presenciar una tormenta de lluvia y electricidad. Recuerdo que uno de mis hermanitos en ese momento dijo: Re-lám-pa-go. Después de oír ese tetrasílabo me quedé con mi cara de niño sorprendido, en ese momento descubrí el intrasentido del relámpago; con toda esa torrencial lluvia y lo pavoroso que podía parecerme la cohetería del cielo. Desde niño percibí el sentido fo-

nológico de la palabra relámpago y, desde aquel momento, me quedé pensando en esa palabra. Porque, como dice Sartre, a los poetas las palabras se nos ofrecen como cosas. Las palpas, las hueles, las concibes. Cuando me di cuenta de esa virtud del lenguaje, seguramente nació mi adhesión a las palabras esdrújulas que son como una caída, como una esencia del barroco. Ya estoy desvariando, como dicen en mi país, difariando. Nada de pensar tan coherentemente y con demasiadas estricteces hispárúcas. Desvariar implica a la imaginación, según santa Teresa de Ávila, a quien adoro, "la imaginación es la loca de la casa" . Me gusta lo que escribió Teresa de Ávila porque no es literata: ella se quedó oyendo el

murmullo de sus paisanos. MCSA - Para usted la poesía consiste en un parpadeo vocálico. Su relación con este parpadeo comienza a partir del momento en que el niño de ayer -de escasos seis años- se dio cuenta de la sonoridad que encierran las palabras. ¿ Qué otra circunstancia propició su estrecha relación con el lenguaje? GR - Padecía de una dificultad respiratoria -hija de una neurosis de niñoque desembocó en una tartamudez. Como no podía pronunciar los fonemas duros como /t/, /p/, /k/, entonces todo era difícil. Querer decir y no alcanzar es lo mismo que decía san Juan de la Cruz, "volé tan alto, tan alto que me di a la caza". Yo no volé y no le di


a la caza alcance. Eso quiere decir no llegar. Por eso, cuando una vez un niño escuchó uno de mis poemas me dijo, muy acertadamente: "No le parece que eso está inconcluso". Y eso lo relaciono con esa línea preciosa de Goethe que dice: "Que no puedas llegar nunca, eso es lo que te hace grande" . Llegar es la trampa del arribismo, uno de los mayores ascos de la literatura. Arribar quiere decir caer en el espejismo del éxito. En ese sentido, prefiero pensar en las sílabas que no podía pronunciar y creer que el mundo lo hemos hecho a pedacitos.

El arte de la fragmentación MCSA - Usted ha dicho que no existen obras completas, que las obras nacen y desnacen ... GR - Es el parpadeo, ahí radica al aproximación. Los físicos son los únicos parientes que tenemos los poetas. Ellos hablan de la indeterminación, sólo los necios positivistas o los -respetables- cartesianos pueden pensar que todo ha sido fundado en la proporción armónica . ¿A qué proporción armónica se refieren si todo está estallando siempre? Goethe, Einstein, Paz, sabían del principio

de indeterminación. Esto mantiene una relación con otra brillante frase de Heráclito: "Ambigüedad, aproximación". Los poetas decimos aproximación y por eso evitamos referirnos a la exactitud. El riesgo de la lucidez es que se caiga en una exactitud y en un esquema. Yo no comulgo con eso ... MCSA - ¿La lucidez es un riesgo? GR - Sé que muchas veces toco lo lúcido, pero entrando en la aproximación. En el poema "Fragmentos" está condensada toda mi poética. Fragmentos no en el sentido de que sean trozos de una parte más larga. La palabra fragmento en buen latín quiere decir quebrarse. Este

mundo en realidad es una quebrazón. No es tan cabal ni completo, no hay cabalidad ni totalidad. MCSA - Comenzamos habland~ de Octavio Paz, podemos cerrar esta conversación refiriéndonos al recuerdo que tiene del poeta. GR - Paz, el día que se anunció el surgimiento de la fundación que lleva su nombre, el poeta difarió. Sabía que pronto iba a morir y aprovechó para despedirse bajo esos árboles que siempre lo acompañaron en su poesía. Ahí salió mi poeta enorme, el mío, con amor a su México y a todo. Con arrebato, tocando el sinsentido porque eso es lo que hacemos nosotros los difariantes: así demostramos que no le tenemos miedo al miedo. &

l.;.

Gonzalo. Rojas sobre Lebu


POEMAS DE GONZALO ROJAS

El sol es la única semilla Vivo en la realidad. Duermo en la realidad. Muero en la realidad. Yo soy la realidad. Tú eres la realidad. Pero el sol es la única semilla. ¿Qué eres tú? ¿Qué soy yo sino un cuerpo prestado que hace sombra?

Dejas tu pobre sombra como un nombre cualquiera escrito en la muralla. Peleas. Duermes. Comes. Engendras. Envejeces. Pasas al otro día.

La sombra es lo que el cuerpo deja de su memoria.

Los demás también mueren como tú, gota a gota, hasta que el mar se llena. ¿Has pensado en el aire que ese mar desaloja?

Yo tuve padre y madre. Pero ya no recuerdo sus cuerpos ni sus almas.

Tú y yo somos dos tablas que alguien cortó en el bosque a un árbol milenario.

Mi rostro no es su rostro sino, acaso, la sombra, la mezcla de esos rostros.

Pero ¿quién plantó ese árbol para que de él saliéramos y en él nos encerráramos?

Tú haces el bien o el mal. Tú eres causa de un hecho, pero: ¿eres tú tu causa?

A ti no te conozco, pero tú estás en mí porque me vas buscando.

Te dan lo que te piden. Piden lo que te dan. Total: entras y sales.

Tú te buscas en mí. Yo escribo para ti. Es mi trabajo.


Vivo en la realidad. Duermo en la realidad. Muero en la realidad. Yo soy la realidad. Tú eres la realidad. Pero el sol es la única semilla.

Los días van tan rápidos Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmones una semana más, los días van tan rápidos al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas. Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera nadie allá, voy corriendo a la materna hondura donde termina el hueso, me voy a mi semilla, porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas y en el pobre gusano que soy, con mis semanas y los meses gozosos que espero todavía. Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse de haber entrado en este juego delirante, pero el espejo cruel te lo descifra un día y palideces y haces como que no lo crees, como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo Si eres mujer te pones la máscara más bella para engañarte, si eres varón pones más duro el esqueleto, pero por dentro es otra cosa, y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto: así es que lo mejor es ver claro el peligro. Estemos preparados. Quedémonos desnudos con lo que somos, pero quememos, no pudramos lo que somos. Ardamos. Respiremos sin miedo. Despertemos a la gran realidad de estar naciendo ahora, y en la última hora .

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Ningunos Ningunos niños matarán ningunos pájaros, ningunos errores errarán, ningunos cocodrilos cocodrilearán a no ser que el juego sea otro y Matta, Roberto Matta que lo inventó, busque en el aire a su hijito muerto por si lo halla a unos tres metros del suelo elevándose: yéndose de esta gravedad.

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Materia de testamento Ningunas nubes nublarán ningunas estrellas, ningunas lluvias lloverán cuchillos, paciencias ningunas de mujeres pacienciarán en vano, con tal que llegue esa carta piensa Hilda y el sello diga Santiago, con tal que esa carta sea de Santiago, y el que la firme sea Alejandro y diga: Aparecí. Firmado: Alejandro Rodríguez; siempre y cuando se aclare todo y ningunas muertes sean muertes, ningunas Cármenes sean sino Cármenes, alondras en vuelo hacia sus Alejandros, mi Dios, y los únicos ningunos de este juego cruel sean ellos, ¡ellos por lo que escribo esto con mi sintaxis de niño contra el maleficio: los mutilados, los desaparecidos!

¿Qué se ama cuando se ama? ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces? ¿O todo es un gran juego. Dios mío, y no hay mujer ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces de eternidad visible?

A mi padre, como corresponde, de Coquimbo a Lebu, todo el mar, a mi madre la rotación de la Tierra, al asma de Abraham Pizarro aunque no se me entienda un tren de humo, a don Héctor el apellido May que le robaron, a Débora su mujer el tercero día de las rosas, a mis 5 hermanas la resurrección de las estrellas, a Vallejo que no llega, la mesa puesta con un solo servicio, a mi hermano Jacinto, el mejor de los conciertos, al Torreón del Renegado donde no estoy nunca, Dios, a mi infancia, ese potro colorado, a la adolescencia, el abismo, a Juan Rojas, un pez pescado en el remolino con su paciencia de santo, a las mariposas los alerzales del sur, a Hilda, l'amour Jau, y ella está ahí durmiendo, a Rodrigo Tomás mi primogénito el número áureo del coraje y el alumbramiento, a Concepción un espejo roto, a Gonzalo hijo el salto alto de la Poesía por encima de mi cabeza, a Catalina y Valentina las bodas con hermosura y espero que me inviten, a Valparaíso esa lágrima, a mi Alonso de 12 años el nuevo automóvil siglo XXI listo para el vuelo, a Santiago de Chile con sus 5 millones la rnitología que le falta, al año 73 la mierda, al que calla y por lo visto otorga el Premio Nacional, al exilio un par de zapatos sucios y un traje baleado, a la nieve manchada con nuestra sangre otro Nüremberg, a los desaparecidos la grandeza de haber sido hombres en el suplicio y haber muerto cantando, al Lago Choshuenco la copa púrpura de sus aguas, a las 300 a la vez, el riesgo, a las adivinas, su esbeltez a la calle 42 de New York City el paraíso, a W ali Street un dólar cincuenta, a la torrencialidad de estos días, nada,


a los vecinos con ese perro que no me deja dormir, ninguna cosa, a los 200 mineros de El Orito a quienes enseñé a leer en el silabario de Heráclito, el encantamiento, a Apollinaire la llave del infinito que le dejó Huidobro, al surrealismo, él mismo, a Buñuel el papel de rey que se sabía de memoria, a la enumeración caótica el hastío, a la Muerte un crucifijo grande de latón.

Cálidas impalpables del verano que zumba carnicero. Ni rosas ni arcángeles: muchachas del país, adivinas del hombre, y algo más que el calor centelleante, algo más, algo más que estas ramas flexibles que saben lo que saben como sabe la tierra. Tan livianas, tan hondas, tan certeras las suaves. Cacería de ojos azules y otras llamaradas urgentes en el baile de las calles veloces. Hembras, hembras en el oleaje ronco donde echamos las redes de los cinco sentidos para sacar apenas el beso de la espuma.

/

Cítara mía Cítara mía, hermosa muchacha tantas veces gozada en mis festines carnales y frutales, cantemos hoy para los ángeles, toquemos para Dios este arrebato velocísimo, desnudémonos ya, metámonos adentro del beso más furioso, porque el cielo nos mira y se complace en nuestra libertad de animales desnudos. Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros para que de ellos mane la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes olorosas, único cielo que conozco, permíteme recorrerte y tocarte como un nuevo David todas las cuerdas, para que el mismo Dios vaya con mi semilla como un latido múltiple por tus venas preciosas y te estalle en los pechos de mármol y destruya tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza de la vida mortal.

Enigma de la deseosa Muchacha imperfecta busca hombre imperfecto de 32, exige lectura de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma, b) toda su piel liviana para los besos, c) mirada verde para desafiar el infortunio de las tormentas; no va a las casas ni tiene teléfono, acepta imantación por pensamiento. No es Venus; tiene la voracidad de Venus.

Las hermosas Eléctricas, desnudas en el mármol ardiente que pasa de la piel a los vestidos, turgentes, desafiantes, rápida la marea, pisan el mundo, pisan la estrella de la suerte con sus finos tacones y germinan, germinan como plantas silvestres en la calle, y echan su aroma duro verdemente.

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EUGENIO MONTEJO , HACIA UNA POESIA DE LA GRACIA Claudia Posadas

Eugenio Montejo (Caracas, Venezuela, 1938) es un poeta que en su palabra celebra al mundo y su paisaje. Muy ligado a la cultura mexicana, a Pellicer y Alfonso Reyes, su escritura es una epifanía de la estancia del hombre en la Tierra y del misterio que significa la vida: la "terredad", diría el autor. En su poesía fluye el mito fundacional de las geografías americanas junto con una fuerte presencia de este continente, es decir, sus voces, su trópico, su épica, su historia, pero buscando siempre un sentido universal. Además, el poeta encuentra señales, símbolos o materializaciones del misterio del mundo y del paso del tiempo en lo cotidiano y lo cercano a su realidad: la mesa, la casa, la piedra, el árbol, los pájaros, el café. Por otro lado, su verdadero apellido es Hernández Álvarez; el pseudónimo Montejo fue adoptado desde inicios de su escritura. El poeta explica el origen de su nombre remontándose a sus ancestros en Güigüe: "Yo pertenezco a dos familias. Mi nombre es Hernández Álvarez. Pero ninguno de esos es mi nombre. Mi nombre se pierde". 20ULRIKA

La poética de Eugenio Montejo da cuenta de un registro que busca recuperar cierta esfera de naturalidad no tomada en cuenta por la vanguardia. Poesía emotiva, al mismo tiempo constituye una reflexión profunda de la naturaleza de la vida. Poesía directa, contundente, de economía de recursos, quiere descifrar, en su evocación y celebración del misterio, "el alfabeto del mundo", frase última que da título al libro editado por El Fondo de Cultura Económica, que compila la poesía escrita por Eugenio Montejo de 1967 a 1986 y recogida en sus principales libros: Elegos (1967), Muerte y memoria (1972), Algunas palabras (1977), Terredad (1978), Trópico absoluto (1982) y Alfabeto del mundo (1986). Su más reciente volumen de poesía es Partitura de la cigarra (1999). Como ensayista, Eugenio Montejo obtuvo el Premio Nacional de Literatura de su país en 1999 con El cuaderno de Bias Col/ (1983), libro de escritura heteronímica que coparticipa de las calidades de narración y ensayo sobre el lenguaje o, mejor, sobre los lenguajes posibles. Otros libros en este rubro, herencia de los juegos heteronímicos de Pessoa, son Guitarra del horizon te (1991) y El ha-

cha de seda. Es autor también de las colecciones de ensayos, La ventana oblicua (l 974) y El taller de blanco (1983). Claudia Posadas - ¿Cuál es el sentido de la epifanía en su poesía? Eugenio Montejo - Se encuentra ligado al concepto de "terredad". Dicho sencillamente, la terredad es un intento de definir la condición misteriosa de los días del hombre sobre la Tierra. Esa experiencia de la terredad se basa en lo que se llama la emoción de lo existente. Dentro de esto, a menudo reiteramos emociones terribles come e! confrontarnos con el misterio de que nos precede un inmenso océano de nada y de que somos como una isla. Es percibir la fugacidad de la vida, tan breve, que es un soplo. Ya Sófocles no le llamaba "hombre" al h ombre, sino "efímeros". Él decía "Oh efímeros, qué se es, qué no se es". Bien. Dentro de estas experiencias de lo terrible de la condición humana, a veces no se puede olvidar que también es parte de lo otro. ¿Qué es lo otro? La celebración de la vida, el milagro irrepetible de estar aquí. Cada minuto uno se maravilla de


estar vivo y de estar delante de sucesos, de hechos, de contemplaciones. El intento de celebración es festejar la maravilla del mundo. Eso no borra las otras experiencias, la angustia de la nada y de la muerte. Es una lectura complementaria del hecho de la existencia y del hecho de la terredad.

Estar aquí en la tierra; no más lejos que un árbol, no más inexplicables; livianos en otoño, henchidos en verano, con lo que somos o no somos, con la sombra, la memoria, el deseo, hasta el fin (si hay un fin) voz a voz, casa por casa, sea quien lleve la tierra, sí la llevan, o quien la espere, si la aguardan ... CP - Justamente, se vierte una admiración de la vida, pero a la vez hay una constante indagación y cuestionamiento de la misma que tiene que ver con la angustia y el vacío. Con el tiempo, ¿cómo se ha decantado este tema, desde qué perspectiva se observa ahora? EM - En mis primeros poemas el tema de la angustia vital estaba presente de una manera más descarnada y me atormentaba mucho. No es que ahora no me atormente, sino que a lo largo de los años he comprendido que uno tiene que ser cordial consigo mismo y hay que saber dialogar con nosotros mismos para encarar la muerte. No es que uno escape de la angustia fundamental que está allí, rodeándonos a cada instante, sino que vamos siendo un poco más cordiales con la persona que somos. Esto por una parte y por la otra, tratamos de que esa visión angustiosa no sofrene la celebración del mundo. Si estamos sólo mirando una cosa, olvidamos lo otro: si lloramos

Eugenio Montejo

por el sol, no vemos las estrellas. CP - Dentro de este discurso celebratorio, hay una fe en la existencia, aunque no hay una noción mística como tal. ¿Hay más celebración del misterio que una presencia de lo divino? EM - Todo esto viene junto. La poesía conduce a una interrogación del misterio de lo que pueda ser nombrado con la palabra "divinidad". Por eso he dicho que la poesía es la última religión que nos queda en este tiempo laico, donde la única religión omnipresente es la del di-

nero. Lo único que se puede oponer ante ese radicalismo es la religión del arte, en este caso la religión de la poesía. Mi pregunta es la siguiente: ¿En una sociedad que tiene como único norte la búsqueda del dinero podemos hacer un arte duradero para los milenios que vienen? En cuanto a mi caso personal puedo decir que hay una interrogación que conduce a la poesía. Yo creo responder en algunos poemas, y he dicho, "creo que no creo", pero no soy ateo de nada, salvo de la muerte.

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CP - A pesar de que hay un sentido de comunión en estos poemas, destaca de manera evidente la noción de intimidad y soledad. ¿Cómo es esta dinámica? EM - Hay una interioridad, porque el poema fatalmente lo hace un hombre. Pero ni siquiera somos nosotros mismos quienes hacemos el poema, somos uno de nosotros el que lo hace, porque vamos cambiando a lo largo del tiempo. El que hizo un poema que yo firmo en 1967, por ejemplo, no es éste que soy ahora. Quisiera ser él porque es más joven, pero no. Entonces, a lo largo de la vida uno ve cómo ha sido tantos y tantos. Bueno. La poesía es un diálogo con el mundo encarado desde la intimidad. El hombre se aísla para poder decir algo, p orque cuando éste habla, rodeado del mundo, no acierta a decir nada. Por eso el arte, no solamente la poesía, es en el fondo, un aprendizaje para volverse solitarios. CP - Algo importante es la forma en que usted se interroga sobre el misterio del mundo. Hay cierta poesía reflexiva, cierto matiz filosófico, es decir, utiliza el poema como un utensilio de reflexión, pero decanta estos elementos en lo emotivo, lo espontáneo y la naturaliq.ad. ¿Cómo es este proceso? EM - He tratado de encontrar una alianza entre razón y misterio, entre el pensamiento y su misterio, y el misterio de lo que registra el pensamiento. Es tal vez por allí que se pueda analizar este tono de reflexión. Pero ahora bien, hay algo muy importante. Aquí todo es cuestión de equilibrio porque éste es fundamental en el poema y el mundo. Y para colmo soy librano, es decir, Libra, entonces esta noción me determina. Tiendo a hacer equivalencias en las cosas. Así, en poesía no puede haber un razonamiento que llegue a coartar la expresión de la naturalidad. Si hay un razonamiento, éste tiene que ser como un murmullo más del ser interior. No pue-

de ser algo declarado porque caeríamos en un poema razonante, lo cual le quitaría la gracia. CP - En este sentido esto. tiene que ver mucho con la manera de construir su poesía, que es muy clara, directa, transparente, mesurada y mítica. ¿Cuál es la vigencia y permanencia de estas formas frente al legado poético latinoamericano? EM - Cuando comienzo a escribir en la época en que está muy viva la primera mitad de siglo (y ese fenómeno lo ha estudiado muy bien Octavio Paz), predominaron las experimentaciones y las vanguardias. Sin embargo, en ese tiempo, hay como una especie de rectificación ante la excesiva experimentación del comienzo de siglo. Fue como si la psicología artística, no sólo en la poesía sino en otros campos, estuviese de vuelta del exceso de experimentos y aspirara a otra cosa. Lo cierto es que, desde temprano, vi con cierta distancia esos ejercicios por sí mismos, y no me inte-

resaba parecer nuevo a fuerza de ser experimentalista. Saludo toda novedad cuando viene de dentro, cuando viene con la fuerza de lo que es legítimo, pero no confío en quien va a buscar las cosas. Entonces, los miembros de mi generación vimos esos experimentalismos con más escepticismo. Tal vez si hubiese trabajado por los años diez, los años veinte, hubiese producido otra cosa porque estaba dentro de otro sistema de percepción del arte. Pero pasado el estupor moral de la Segunda Guerra Mundial no teníamos por qué ir a buscar experimentación, queríamos hacer un arte en cierta forma más humano, nos interesaba hablarle a un hombre con la misma naturalidad con que se le habla en un café. Lo más importante era nomentimos para que la palabra cobrase la mayor fuerza posible. CP - Y esto tiene que ver con la noción del diálogo y comunión con el mundo que se observa en su s poemas ... EM- Cierto, porque la poesía supone un diálogo fundamental. Lo


otros serían un solipsismo que no tendría sentido. Y ese diálogo se encara con el otro. ¿Quién es ese otro? o lo conocemos, no tiene rostro, no sabemos si está vivo, porque puede nacer más tarde, pero está allí, existe y para él se escribe. En este punto, quiero rescatar una anécdota para ilustrar esto que digo. Holderling, el gran poeta alemán, al final de sus días enloquece. No es recluido en un manicomio, y se lo entregan a un carpintero amigo suyo, el famoso Zimmer, quien lo mantiene en su carpintería. Cuando llegaba un parroquiano a buscar un servicio, Holderling se quitaba el sombrero y empezaba a saludarlo con gestos de reverencia extremados. Hay un crítico francés que dice que lo único que hace Holderling con esos gestos es exteriorizar el gesto verdadero del poeta. Para un poeta, el otro, cualquier persona, es alguien que merece veneración y respeto. Y en su locura lo que hacía era exteriorizar esto. Al mismo tiempo esa veneración estaba implícita en sus primeros poemas cuando estaba en perfec-

ta salud mental. Entonces, ese otro que llegaba a hacer una puerta, una mesa, ocupaba momentáneamente el espacio del otro. Por eso cuento la anécdota porque está en relación. CP - Hay dos estancias en su poesía. El paisaje del mundo y junto a éste, el paisaje de lo cotidiano: la casa, el hogar, el café, la memoria. ¿Cómo construye a partir de éstos? EM - En mi poesía está lo exterior en amplio y también el sentido de la cotidianidad de los objetos, es decir, está la comunión con lo más inmediato que nos rodea y con lo exterior. Hay un diálogo de intimidad con las cosas, que me permite ver una mesa, y estar con ella. Quiero contar otra anécdota para expresar mi idea. Hay un místico venezolano llamado Juan Félix Sánchez quien vivía en una montaña y que ya murió. Fue descubierto en sus últimos tiempos y cuando eso ocurrió, fue un suceso en Venezuela; ahora es una figura determinante. Bien. Felix Sánchez se dio a la tarea de construir en un alto páramo casi inaccesible y al que se llega después de un viaje en mula de ocho horas, una capilla enorme. La hizo piedra a piedra y talló a mano todos sus santos. Cuando Félix Sánchez habló de su capilla, de cómo la construyó, de cómo eligió piedra por piedra, dijo: "A veces vienen personas y no encuentran las piedras demasiado derechas; yo las podría colocar como a ellas les gusta, pero éste es el sentido que prefiero, porque es más profundo . Será que no saben ver. Hay, y a mí que me gusta lo feo". Es decir, hay que mirar la belleza en otra órbita de profundidad. No voy a decir la pretensión de que yo pueda mirar el mundo con toda la fuerza de Juan Félix Sánchez, pero digo que esto se encuentra en sintonía con lo que el poeta trabaja . En la cotidianidad y sus objetos hay belleza. Por ejemplo, una mesa largo tiempo tallada quién sabe por quién, manchada por miles de tazas de café, es irreemplazable, aunque sea por una mesa muy nueva y costosa, porque eso no tiene nada que ver ante

aquella otra mesita. Esa cotidianidad que celebro viene de allí, del diálogo secreto, íntimo, con las cosas. CP - Habla de los paisajes latinoamericanos con una búsqueda de continentalidad; de pronto podrían leerse ecos de Neruda, aunque ese sentido de continentalidad es muy sutil... EM - Hay una continentalidad presente no en un sentido nerudiano nuevomundista, es decir, de decretar un mundo nuevo y cantarlo, no, porque no ha habido decretos en esto para nada. Yo veo la continentalidad lingüísticamente. Nosotros hablamos una sola lengua desde aquí hasta Tierra del Fuego. Dentro de esa lengua nosotros no podemos parcelarnos por naciones a la hora de escribir. Hay mexicanos que se declaran deudores de Borges o de un cubano, hay para quien la poesía de Pellicer o Paz es fundamental. Éste es un gran continente donde existen diversas familias lingüísticas, más que políticas o geográficas. Esto también se refleja en la geografía. Si nací en una tierra tropical, esa tierra viene en primer momento, pero eso no me impide celebrar el paisaje argentino, mexicano, etc. Cuando estuve en Centroamérica me dio por preguntar el nombre de los árboles y reírme en secreto porque eran los mismos árboles nuestros sólo que con diferentes nombres. Las cosas van cambiando de nombre, como los pájaros. El famoso zopilote de México, a medida que vuela va recibiendo nombres distintos. Nosotros le llamamos zamuro, porque era una palabra de los indios del oriente. Los colombianos le dicen gallinazo, otros, aura tiñosa. Esto ocurre para todo. Y esa uniformidad geográfica tan esplendorosa, no es que yo quiera cantarla como un mundo novísimo, más bien, es un diálogo humano con las cosas nuestras, con lo que nos rodea.

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CP - Hay un poema muy significativo, "Manoa", que habla de una ciudad invisible inencontrada, y que se manifiesta en el mundo. ¿Sería su metáfora de la poesía? EM - Manoa es importante para los venezolanos, p orque es nuestra Ítaca. Es la capital del Dorado, de esa ciudad legendaria que dicen era de oro . Es una ciudad sagrada para nosotros, tanto más sagrada cuando nadie la ha visto. Así, la buscamos en el ar te, tal como Sir Walter Raleigh lo hizo geográficamente. Y bueno, en cuanto a la poesía, nuestra Manoa es la búsqueda de una lengua de gracia. ¿Por qué digo esto? Contaré otra anécdota más. En su tercer viaje a América, Colón llega a Venezuela. Poco antes de llegar se lava los ojos en estas aguas porque viene enfermo de la vista debido a las avitaminosis de la época, y siente una mejoría extraordinaria. Entonces, él llama aquella tierra, que es el oriente de Venezuela, "la tierra de gracia". Cuando algunos marineros se bajan de las carabelas, intentan preguntar a los indígenas que les salen al paso, cómo se llama aquel lugar. Los indígenas dijeron "Paria". Entonces Colón, el gran almirante de la mar océano, se impresiona de aquél paisaje y dice "No podemos estar sino en el paraíso terrenal" . La cosa no queda allí, sino que años más tarde, cuando Colón, en sus últimos días, hace su testamento. En uno de los borradores dice "De Paria no me acuerdo sin que llore". Esta frase no está, desgraciadamente, escrita como debiera en una columna puesto que es una celebración de la geografía n uestra hecha por el primer europeo que llega. Bueno. Colón nos ha dejado a nosotros los poetas un

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terrible problema al hablar de una tierra de gracia. ¿Cuál es la lengua de una tierra de gracia? La lengua de una tierra de gracia es una lengua de gracia. Entonces, por eso que digo que la poesía venezolana, de Bello para acá, tiene entre su s metas terribles que nos pasamos de hombre a hombre, la búsqueda de una lengua de gracia. Qué pequeño problema nos trajo Colón. Así, nuestra Manoa es la búsqu eda de esa lengua de gracia que algún día, en algún poeta dentro de algunos siglos, fulgurará esplendorosamente.

Manoa no es un lugar sino un sentimiento. A veces en un rostro, un paisaje, una calle su sol de pronto resplandece ... Manoa es la otra luz del horizonte, quien sueña puede divisarla, va en camino, pero quien ama ya llegó, ya vive en ella. CP - Esta búsqueda de Manoa quizá tenga que ver con la noción de encontrar, en la poesía, el vislumbre de una lengua de gracia que sea un alfabeto del mundo ... Sí. Y Mallarmé, como se sabe, es quien ha alimentado, en Occidente, la noción de 1,1n libro del universo. Sin embargo la noción de alfabeto del mundo es anterior a Mallarmé, es renacentista. Es ver al mundo codificado como una lectura, para que pueda leerse a través de la poesía, del arte y de los símbolos. Pero volva mos a lo americano. Mallarmé define al poeta, y es una definición central, como "aquel que purifica las palabras de la tribu" . Esto es una observación mallarmeana que todos los p oetas han recogido como una de sus grandes misiones. Pero esto no nos debe hacer olvidar que nosotros tenemos poesía d esde mucho

antes de que llegaran las carabelas a es te sitio. Ya sab emos que los nahuatl tenían una de las poesías más hermosas de la tierra, sólo comparable a la gran poesía china. ¿Y cómo definían los antiguos americanos al poeta? Como aquel que al h ablar hace que las cosas se pongan de pie . Entonces, por un lado, está Mallarmé en el siglo pasado, "purificar las palabras de la tribu", pero por el otro, está ese mandato que viene de los nahuatl que dice "poeta es aquel que al hablar hace que las cosas se pongan de pie" . Esto ya está ligado a la magia, al mito americano. Entonces nosotros que somos hombres, que trabajamos y hemos nacido acá y que nos beneficiamos de dos culturas, de la Europa y del enorme legado de la americanidad, tenemos que estar atentos a ambas cosas. Es verdad que el poeta es un purificador, pero también un mago. Y este último sentido, el de la magia y el mito, puede estar un poquito olvidado y es deber nuestro rescatarlo. CP - Para Montejo, ¿el rescate de la magia y el mito sería a partir de la belleza? Esto, porque tiene un poema que habla acerca de hacer poesía sin palabras, es decir, que la meta última del poeta ya no fieran palabras sino la belleza o el silencio mismo ... EM - Si, y esto está más conectado con un poema de un libro reciente que despide al siglo, Adiós al siglo XX (1997) que se llama "La poesía" que más o menos va así: "La poesía cruza la Tierra sola, no necesita nada, ni siquiera palabras. Tiene la llave de la puerta, llega de lejos, nunca avisa". Es verdad, p orque al hablar siempre nos entrega algo y no sabemos exactamente qué pueda ser, pero dice el poema "el corazón palpita demasiado veloz y despertamos". Entonces, es esto, la poesía nos da los elementos profundos p ara despertar. Puede estar en la palabra, puede no estar en ella. Lo importante es despertar ante la maravilla del mundo para verlo. &


POEMAS DE EUGENIO MONTEJO

Sobremesa A tientas, al fondo de la niebla que cae de los remotos días, volvemos a sentarnos y hablamos ya sin vernos. A tientas, al fondo de la niebla. Sobre la mesa vuelve el aire y el sueño atrae a los ausentes. Fuera donde invernaron musgos fríos en el mantel ahora se despiertan. Yerran vapores de café y en el aroma, reavivados, vemos flotar antiguos rostros que empañan los espejos. Rectas sillas vacías aguardan a quienes, desde lejos, retornarán más tarde. Comenzamos a hablar sin vernos y sin tiempo.

Sus pájaros están dispersos, muertos, y la manada del rugoso cuero yace plegada bajo las tachuelas. Ya no hay más que silencio nivelado bajo la sombra de un follaje extinto donde se curte todo su misterio. Fiel a sus tablas, sólo da reposo cuando de tarde la hemos recostado a la pared, ahogando una memoria de días que crecieron como un árbol y la vida tronchó por cosa muerta, claveteada con viejos pensamientos.

Salida A tientas, en la vaharada que crece y nos envuelve, charlamos horas sin saber quién vive todavía, quién está muerto.

Regreso Un instante la silla ha regresado a su lejano árbol con sus ojos verdes tatuajes ya secos.

Seré un cadáver fácil de llevar a través de los bosques y los mares; en una carroza, en un blanco navío, con lamento de corno o de fagot, al monótono croar de los sapos ... Seré un cadáver inocente, contemplativo, inmóvil de mis restos, aunque a pesar mío suene a réquiem aquel llanto de sombra sin nadie en los cascos del viejo caballo.

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Seré un cadáver como ahora lo soy, cavilado, absorto en lo sagrado, pero liviano y fácil de llevar: en una carroza, en un blanco navío, con lamento de corno o de fagot, al monótono croar de los sapos ...

Vecindad Mi cuerpo errante se fatiga de llevarme despacio por la tierra, de andar conmigo horas y horas caviloso al lado de su huésped . A veces dócil se detiene para suplirme un ademán, un gesto; después se suelta de mis manos, se distrae contemplando las piedras ... Así paseamos juntos la ciudad, absortos, hostiles en secreto; él con la forma de mis padres, su sangre, su materia, yo con lo queda de sueño; los dos tan cerca que los pasos se nos confunden en la niebla.

Algunas palabras Dormir, pero en los viejos camarotes, junto al flotante maderamen, por los aires salinos, mar adentro. En noches que el olvido olea despacio y a bordo nadie se pregunta si el barco viene o vuelve. Dado a las ondas que nos llevan sobre sus lomos de camellos, ya sin deseo de ver tierra. Y sentir la anestesia de los peces con su mudez vidriosa que cubre los espejos. Cobrarnos el sueño que nos deben tantas noches de lámparas, tantos rotos poemas. Dormir, dormir en viejos camarotes y mullidas literas y vaivenes, mientras la noche va cubriendo el mundo con sordos resoplidos de ballena.

La mesa ¿Qué puede una mesa sola contra la redondez de la tierra? Ya tiene bastante con que nada se caiga cu ando las sillas entran en voz baja y en su torno a la hora se congregan. Si el tiempo amella los cuchillos, lleva y trae comensales, varía los temas, las palabras, ¿qué puede el dolor de su madera? ¿Qu é puede contra el costo de las cosas, contra el ateísmo de la cena, de la Última Cena? Si el vino se derrama, si el pan falta y los hombres se tornan ausentes, ¿qué puede sino estar inmóvil, fija, entre el hambre y las horas, con qué va a intervenir aunque desee?

El esclavo Ser el esclavo que perdió su cu erpo para que lo h abiten las palabras. Llevar por huesos flautas inocentes que alguien toca de lejos o tal vez nadie. (Sólo es real el soplo y la ansiedad por descifrarlo). Ser el esclavo cuando todos duermen y lo hostiga el claror incisivo de su hermana, la lámpara . Siempre en terror de estar en vela frente a los astros sin que pueda mentir cuando despierten, aunque diluvie el mundo y la noche ensombrezca la página. Ser el esclavo, el paria, el alquimista de malditos metales y trasmutar su tedio en ágatas, en oro el barro humano, para que no lo arrojen a los perros al entregar el parte.


Creo en la vida Creo en la vida bajo forma terrestre, tangible, vagamente redonda, menos esférica en sus polos, por todas partes llena de horizontes. Creo en las nubes, en sus páginas nítidamente escritas, y en los árboles, sobre todo al otoño. (A veces creo que soy un árbol). Creo en la vida como terredad, como gracia o desgracia. -Mi mayor deseo fue nacer, a cada vez aumenta. Creo en la duda agónica de Dios, es decir, creo que no creo, aunque de noche, solo, interrogo a las piedras, pero no soy ateo de nada salvo de la muerte.

Pájaros Oigo los pájaros afuera, otros, no los de ayer que ya perdimos, los nuevos silbos inocentes. Y no sé si son pájaros, si alguien que ya no soy los sigue oyendo a media vida bajo el sol de la tierra. Quizás es el deseo de retener su voz salvaje en la mitad de la estación antes que de los árboles se alejen. Alguien que he sido o soy, no sé, oye o recuerda; si hay algo real dentro de mi son ellos, más que yo mismo, más que el sol afuera; si es musical la fuerza que hace girar el mundo, no ha habido nunca sino pájaros; el canto de los pájaros que nos trae y nos lleva.

Práctica del mundo Escribe claro, Dios no tiene anteojos. No traduzcas tu música profunda a números y claves, las palabras nacen por el tacto. El mar que ves corre delante de sus olas, ¿para qué has de alcanzarlos?

Escúchalo en el coro de las palmas. Lo que es visible en la flor, en la mujer, reposa en lo invisible, lo que gira en los astros quiere detenerse. Prefiere tu silencio y déjate rodar, la teoría de la piedra es la más práctica. Relata el sueño de tu vida con las lentas vocales de las nubes que van y vienen dibujando el mundo sin añadir ni una línea más de sombra a su misterio natural.

Poeta expósito Me dejaron solo a la puerta del mundo, poeta expósito cantándome a mi mismo, un día de otoño hace ya mucho tiempo. De un golpe seco que arrancaron a la nada, tronchado de raíz, con dos ojos abiertos y un grito, el hondo grito de quien soñó ser pájaro y no trajo las alas para el vuelo. Me fui rodeando del misterio terrestre donde aún no sé si vivo o sueño, si al fin la muerte vendrá en un torbellino que me arroje mañana ante otra puerta. No adivino mi origen, mi futuro, aunque por sangre soy fiel a las palabras y puedo jurar que cuanto escribo proviene como yo de algo muy lejos ... Poeta expósito, errando a la intemperie, mi único padre es el deseo y mi madre la angustia del huérfano en la tierra.

Mi lámpara De noche, al apagarla, en mi silencio puedo oírla rezar. Cansada ya de arder, de tanto estar en vela, frente a la oscuridad del mundo, ruega no sé en qué lengua solitaria por ti, por mí, por todos los que doblan atormentados el último periódico y en sueño apartan la sombra de sus letras, como quien ya no indaga, aunque le importe, cuánta vida nos guarda la vida todavía cuando mañana se despierte.


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JOTAMARIO ARBELAEZ NADA ES PARA SIEMPRE Rafael Del Castillo Matamoros

Jotamario Arbeláez. nació en Cali, Colombia, en 1940. Es uno de los poetas colombianos más representativos. Se le reconoce, igualmente, como uno de los fundadores del movimiento nadaista, el cual tiene su punto de partida tanto en las vanguardias europeas del siglo pasado como en la generación beat, el hipismo y la "co ntracultura". Autodidacta y antiacadémico, ha sido publicista, funcionario público, periodista y profesor universitario . En 1980 ganó el Premio Nacional de Poesía convocado por la editorial Oveja Negra y la revista de poesía Golpe de dados. Posteriormente ha obtenido otros como el Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura, el Premio del Instituto Distrital de Cultura, etc. En 1996 recibió la Or-

den del Congreso de Colombia y el V Encuentro Internacional de Escritores de Bogotá le ofreció su homenaje. Entre sus libros de poesía publicados se cuentan: El profeta en su casa (1966), Mi reino por este mundo (1980), En paiios menores (1994), La casa de memoria (1995) y El cuerpo de ella (2000). Sus memorias aparecieron en el 2002 bajo el título de Nada es para siempre. Rafael Del Castillo ¿Cuándo y en qué circunstancias tuvo usted su primera cita con la poesía? Jotamario Arbeláez Mi primera relación verdadera con la poesía se operó el día en que el profeta Gonzalo Arango, recién llegado a Cali a corromper a la juventud predicándole el Nadaísmo en 1959, procedió a romperme uno a uno los poemas que había confeccionado de los 15 a los 18 años, siguiendo los nutrientes de

la poesía convencional en boga, Silva, Barba, Valencia, Carranza, en lo nacional, y Bécquer, Geraldy, Leopardi, Nervo, Santos Chocano y Bernárdez en lo universal. Era por lo tanto la mía una poesía primeriza y almibarada, apenas levemente tocada por el avizoramiento siniestro de Lautreamont, Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. En realidad, a pesar de tener la sensibilidad del poeta, no había ingresado a ese nuevo mundo que nos descubrieron los monstruos. Me dejé romper la obra completa que para lo único que me había servido hasta ese momento era para romper culos, pues comencé a escribir poemas a raíz de unas calabazas que me diera Gloria Sánchez, una chica muy linda de un barrio marginal donde iba a visitarla todas las noches en bicicleta, y tuvimos la ilusión durante varios meses de ser novios hasta que un

compañero me preguntó si me le había declarado y le dije que claro que no, entonces cómo pueden ser novios si no han oficializado, por lo cual organicé mis palabras para manifestarle mi amor, que sería punto menos que eterno ya que era la mujer más bella y más pura que habían tocado mis ojos, si a partir de ese momento me daba el sí, y naturalmente me dijo no, pues según me comentó más tarde, la soia mención de la palabra eternidad le hacía doler la cabeza. Por poco me tiro esa noche con todo y bicicleta al paso del tren. No podía ser posible que una mujer rechazara a semejante hombre como entonces yo era, inteligente y pinta y buen billarista y buen bailarín. Camaján por añadidura. ¿Sabe usted, un poeta joven y según veo muy interesado por esa escuela del demonio como consideraba por entonces la beatería las pistas de baile, lo que era

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un camaján de la época? Era un bailarín arrebatado de la música mejicana y caribeña de los años 50s. Su ídolo era Daniel Santos, quien en Cali tuvo un sosías, el cantante Ti to Cortés, introductor de la yerba en el tablado de los artistas del ritmo. El camaján, también llamado 'pachuco', era el preferido como chulo por las putas de postín. Cada vez que se encontraba con alguien lo primero que expresaba era "Huy hermano", oración heredada de los tristes cómicos mexicanos Resortes y Clavillazo, que marcaban la tónica gracias a los Laboratorios Churubusco Azteca. Su jerga impuso la palabra "legal" como sinónimo de bueno, disfrutable, agradable. De allí armé en un arrebato ilumina do mi frase famosa: "¿ Qué necesidad hay de legalizar la marihuana, si la marihuana es 'legal'?", utilizada después por Ernesto Samper para su campaña hacia la presidencia de la república, que se le andaba trabando. RDC - Hablaba de sus calabazas poéticas y terminó bailando con la política. JA - He bailado con todo porque nunca me he prohibido nada, no faltaba más. Pero le sigo contando del infortunio emocional que me lanzó a cultivar las palabra bella y sagrada como bala o escupitajo. Esa noche, en medio de tamaña decepción, topé en la reducida biblioteca de mi papá, que a pesar de ser dado al iluminismo algo guardaba de romántico, con unos poemas de don Ramón de Campoamor que parodié y llevé al otro día dedicados a la hermana de mi novia frus-

Jotamario Arbeláez

trada, a Florencia, quien con sólo leerlos cayó en mis brazos. "Habiéndome robado el albedrío un amor tan infausto como el mío, y ya perdidos la quietud y el seso, volvía yo a Salomia en taxi expreso". No podía creer en el poder de encantamiento de esa sarta de verba. Al otro día, como Florencia no había llegado de su clase nocturna, me recibió la visita el hermanito en el jardín de la casa, quien también quería que le echara su poemita. La situación iba tomando los ribetes de Teorema, de Passolini. Entonces descubrí que el poe-

ma es el arma más desleal para conquistar otro ser. Escribir un poema a una persona es hacerle perder todas sus defensas, peor que el sida. Se te entrega indefectiblemente, así el poema sea malo. De modo pues que atenté contra el libre albedrío escribiendo a diestra y siniestra textos inescrupulosos, con un resultado 90% efectivo. Esos fueron los presuntos poemas que me rompió el profeta a la vista de la muda, a la vista de la absorta caravana de jóvenes aspirantes a hacer parte del movimiento más negativamente luminoso en la épo-

ca más oscura del planeta. Al otro día apareció en mi casa, mi padre orgulloso le franqueó la puerta, y entrándose en mi cuarto de bachiller reprobado expurgó mis fatídicas influencias, incluso las que creía insertas en la modernidad. Prácticamente fue a dar a la basura mi precaria biblioteca. Adiós don Vicente Aleixandre con su amorío destructivo, adiós Luis Vidales a quien tomaba por vanguardista con . sus musarañas, adiós Pablo Neruda con sus jodas elementales, adiós Rubén Darío con su querida de


París, y hasta luego las obras completas de Vargas Vila y la colección de Selecciones . Me puso en cambio a Apollinaire, a Artaud, a Maiacovski, a Tzara, a Marinetti, a Peret, a Ginsberg, al Fernando González de Viaje a pie, al Van Gogh de Cartas a Theo. Y el tomo de Marcel Raymond, De Baudelaire al surrealismo. Me dijo que la poesía era un arma cargada. Que era el único instrumento válido para cambiar el rostro del mundo. Pero sin ni siquiera utilizarla para la queja o la denuncia. Incluso mientras más abstracta fuera la formulación tendría más poder de disociación e ignicencia. Enseguida nos fuimos a tomar un aguardiente donde las putas, que quedaban precisamente a la vuelta de la casa. Papá dijo que nos caería más tarde. Todavía lo estamos esperando. RDC - ¿Usted nació o se hizo nadaísta? JA - El hombre nace bueno, pero la sociedad lo va haciendo nadaísta. El espectáculo de mi infancia fueron los cadáveres de liberales en las esquinas, acribillados por las balas de los carros fantasmas conducidos por "los pájaros", asesinos a órdenes del gobierno conservador. A mi padre y a mi tío Jorge Giralda, los buscaban para hacerles tragar sus corbatas rojas. La muerte de Gaitán, según Gonzalo Arango, fue un detonante para su rebeldía. El nadaísmo, a pesar de su

aparente consistencia gaseosa, nacía como una manifestación de repudio al desangre y a la injusticia. Ya don Manuel Marulanda Vélez andaba descampando en el monte, mientras le bombardeaban sus puercos y sus gallinas. Cuatro años después fundaría las FARC, segundo movimiento en importancia contra el orden establecido. Pero la violencia no se aplicaba solamente en lo político, también había una violencia académica, que nos imponía como modelos literarios a seguir esperpentos como la María de Jorge Isaacs. O la literatura costumbrista de don Tomás Carrasquilla. Y la influencia del clero en el comportamiento de las familias era catastrófica; a son de defender la moral y el statu qua sumían a la familia en el rebaño de la sumisión ante los atropellos de la clase dominante, sin ninguna posibilidad de liberación siquiera de la libido, pues era pecado mortal fornicar por fuera del matrimonio. Así se forjaban generaciones de tarados que marchaban como robots hacia la extremaunción. Me hice nadaísta porque encontré en el nadaísmo mi bandera, mi patria, mi religión. Acababa de perder el bachillerato en el Santa Librada y nada tenía para ofrecerme el futuro. Todos los panes del sacrificio que había demandado mi educación secundaria se habían perdido. Y no habría universidad para este réprobo

reprobado. Sin embargo, a pesar de que el nadaísmo generaba unánime rechazo cuando no la repugnancia sincera de los padres de familia, papá se sintió orgulloso de que yo ingresara a la horda de Gonzalo, que para él era el personaje más grande que había dado Colombia después de Vargas Vila y el Indio Uribe, también de Andes. RDC - Desde esa perspectiva, ¿qué vendría a ser el nadaísmo a estas alturas? JA - A pesar de que a estas alturas el nadaísmo es el pan de los ángeles, durante cuarenta años fue cianuro en la mesa del opulento. A más de la poesía, ese viaducto para saltar hacia el absoluto, cultivamos el panfleto al que le cambiamos el insulto directo por el sarcasmo, contra esos poderes opresores de la vida, contra esos personajes nefastos ocultos a veces bajo respetables pantallas. No fue posible seguir una sola vía. Al andar de mano de la juventud y acogidos a la vanguardia, saltamos del rock and roll al go-gó y yeyé, a la canción protesta, al rock y al rock pesado y al rock ácido, a la

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metálica y al break dance, los que llegamos a él antes de que nos alcanzara el reumatismo, como en pintura brincábamos del abstracto que exaltamos con Marta Traba al pop art, al op art, al arte monstruoso, al hiperrealismo y a las transvanguardias, terminado en Botero al que tanto detesta Cuevas pero quien fuera condiscípulo de bachillerato de nuestro profeta en la Universidad de Antioquia. Igualmente a la par que cantábamos a los guerrilleros heroicos que hacían la lucha contra el sistema desde el monte apoyados en la cruz de su metralleta, como Camilo Torres, nos sumergíamos en la posición de los monjes zen frente a una sociedad con la que no podíamos tener ningún tipo de comunicación pues renunciábamos a la lógica de occidente, a Aristóteles y

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a Descartes. A algunos en algún momento nos llegó la tentación mística. Todavía no he renegado de mi ateísmo pero cada vez siento más nítidamente a Cristo caminando hacia mí con pasos de animal grande. RDC - A juzgar por las imágenes, los momentos y el enfoque que da a los "personajes" que evoca a tra vés d e su s poemas, la actitud iconoclasta estuvo presente siempre en su encuentro con el mundo . ¿Qué incidencia tiene esta postura en su poética personal? JA - Como dije en un poema, de iconoclasta sólo tengo este puño que tumba templos. Fui uno de los que siguió más a pie

juntillas la sentencia del profeta de no dejar una fe intacta ni un ídolo en su sitio. Durante mucho tiempo mis anti-ídolos fueron Laszlo Toth, el húngaro que destruyó a martillazos una rodilla del Cristo de La Pietá en el Vaticano, y Ali Agca, el turco que disparó contra el Papa en la plaza de San Pedro. Nuestra prosa sostenía en una mano el martillo del uno y el revólver del otro. Pero nuestra fortaleza nunca fue la praxis, ni siquiera por pacifismo sino por física flojera. Nos contentábamos con ser los autores intelectuales de la revuelta del fin del mundo. Criminales perfectos. RDC - Es de conocimiento público que hacia 1980 usted obtiene el Pre-

mio Nacional de Poesía de La Oveja Negra y la Revista Golpe de Dados y empieza a trabajar como publicis ta. Cumplía también por esas fechas sus primeros cuarenta años, pero ¿quién era y qué hacía el Jotamario anterior? JA - Para 1980 se había acabado el hippismo, bajo cuyas toldas escampamos algunos nadaís ta s que veíamos en esta irrupción el cumplimiento de nuestros va ticinio s genera cionales: la impetuosa presencia en los escenarios mundiales de la juventud, su irrefrenable resistencia pacífica que fue determinante para acabar con la guerra del Vietnam, el reverdecimiento de la s doctrinas orientales especialmente el budismo y el brahmanismo, la entronización del consumo de marihuana como ritual, la práctica desembozada del amor libre en comunas al aire libre, la fusión indiscriminada de todas las clases sociales de todas las nacionalidades alrededor de un hongo o de una pastilla de LSD para emprender el gran viaje del conocimiento. Así como Ginsberg en Norteamérica, que había sido beatnik, nos tocó asumir una influencia natural en esta tribu que con su pacifismo inherente ve nía a imponer un tempo más revolucionario que la izquierda recalcitrante contra los altos muros del establecimiento. Su consigna de combate fue el no combate . Pero, ¿qué más embate que el no al consumismo? Para empezar casi quiebran los peluqueros. Y los fabricantes de elementos suntuarios

de aseo, los perfumistas y modistos. Porque fue mucha la juventud burguesa que adhirió a nuestras fachas y nuestras mechas. Cuando se acabaron los hippies porque se nos acabó la ropa, me quedé viendo un chispero. Diez años llevaba en Bogotá viviendo de la magia de mi amante Maga, y de mi nombradía alcanzada con el libro El profeta en su casa de 1965, pero había aparecido otro Jotamario que era presentador de televisión y m e había desdibujado, para los de mi casa había sido una promesa incumplida, el editor de la Oveja Negra, José Vicente Kataraín no me recibía para no tener que rechazarme el legajo de mis poemas. En todo caso los empaqué y envié al concurso convocado por él y por Mario Rivera, director de la Revista Golpe de Dados, y desde luego gané pues en el jurado además de Mario figuraban Darío Jaramillo Agudelo y J.C. Cobo Borda, los únicos otros poetas nacionales que hubieran podido ganarme. Ese premio me representó una amante burguesa espectacular, un llamado de la empresa publicitaria para que percibiera el mismo monto del premio todos los meses del resto de mi vida y una gira poética por Europa Central a partir de la participación en el Festival Poético de Macedonia "Las Noches de Struga". Desde entonces cambió mi vida. Como Marinetti, me construí un castillo con las piedras que me tiraron. RDC - ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Los nadaístas o los beatniks?


JA- Primero fue el huevo de los beatniks y después la gallina de los huevos de oro del nadaísmo. Pero conocimos la obra de Kerouac cuando ya andábamos en el camino, y la de Ginsberg cuando estábamos afónicos de aullar. En nuestro magazine Esquirla publicamos Ho wl como el manifiesto amotinado, alucinado, libertario y drogo de la nueva generación. Elmo Va lenci a compartió con Ginsberg en la Habana como jurados del premio Casa de las Américas en el 65, cuando a éste último lo expulsaron a Praga porque, según las malas lenguas, declaró que quería acostarse con el Che Guevara . En Praga fue coronado por la juventud como Rey de Mayo, y dio un recital con Elmo en un club nocturno donde su majestad terminó dormido en el trono del inodoro. RDC - ¿En qué países la poesía tiene el sello nadaísta? JA - El sello nadaísta para almohadilla de tinta todavía no lo hemos mandado a hacer. Además ya pasó a la historia con la revolución informá tica . En todo caso la poesía en Latinoamérica entera ya tuvo su sacudón. No te diría que por obra del nadaísmo, sino de todas las influencias comunes que nos marcaron. Entre ellas la indeleble huella del poeta sacerdote nica Ernesto Cardenal. En los años 60 estu vimos involucrados con la revista El corno emplumado, que n:ianejaban Sergio Mondragón y Margaret Randall, y era el puente intercomunicativo de la poesía latina con la norteamerica-

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na . Y con Pájaro Cascabel, de la inolvidable Telma Nava. Y con Eco Contemporáneo que dirigía en Buenos Aires Miguel Grinberg. Y con La Bufanda del Sol, de los Tzántzicos comandados por Ulises Es trella e Iván Egüez. Y con Rayado sobre el Techo de los integrantes de El Techo de la Ballena venezolano. RDC - Desde hace algunos años para acá se le ha visto apoyar de gesto y de palabra a algunos políticos que de una u otra manera son fieles a las feas costumbres que caracterizan dicho "oficio", ¿cómo conciliará, llegado el mo-

mento, a sus seguidores políticos con sus seguidores poéticos? JA - Si he andado con poetas de la peor calaña, de esos que creen que si existe otro buen poeta en el país hay que exterminarlo, y he andado con putas de la mejor especie que han sido eminencias detrás del trono, y he andado con narcos cuya amistad era el orgullo social de nuestra clase dirigente, y con guerrilleros sin alma que creían estar cumpliendo sus idealismos justicieros, y con delincuentes comunes que nos h an servido de guardaespaldas, ¿por qué no puedo andar con políticos como han hecho Gabo, Mutis, Rojas, Carranza, sin que nadie les diga nada? No tengo por qué retirarle la palabra a ningún leproso. A algun os les he ayudado para joder a los otros, como al general Rojas cuando le robaron las elecciones, a otros en cumplimiento de mi trabajo publicitario como al actual presidente Pastrana a quien puse en la alcaldía de Bogotá, y a otros porque me generan una enorme simpatía personal y amorosa como Noemí Saiún. Siempre me cuestionan mis actuaciones

precisamente quienes no tienen por qué ser mis veedores. Cuando trabajé en la publicidad me tildaron de tránsfuga sobre todo los izquierdistas, cuando escribí en la gran prensa me llamaron vendido, cuando me gané los premios de poesía me acusaron de fraudulento, cuando tuve carro me dijeron que me veían desdibujado, cuando tuve hijos (a partir de los 50 años) me sacaron en cara mis antiguos escritos contra la paternidad. En todo caso yo como nadaísta nunca hice votos de pobreza, ni de castidad, ni de aburrimiento. La poesía me permite comportarme como me de la puta gana, aún con mis errores políticos, como los tuvieron Whitman con la democracia, Pound con el fascismo, Neruda y Cardenal con el comunismo, Mutis con la monarquía, Gisberg y Ferlinguetti con el hippismo, sin que ello le reste grandeza a su poesía. RDC - ¿Qué puede aportar la poesía en los días que corren? JA- Ha llegado el tiempo de los asesinos, clamaba Rimbaud. En mi país ha llegado la guerra. Luego ha llegado el tiempo de los poetas. ¿Y qué puede hacer un poeta en la guerra aparte de no dejarse matar? ¿Aparte de tomar nota para la epopeya futu ra? ¿Deberá dirigirse a los bandos en trifulca y clamar por una paz boba? Lo único que le queda es no embanderarse, porque en el bando que se ponga la lleva perdida, ya que ningún bando tiene razón. Sobre todo si desconoce las razones del otro. & Bogotá, 2002.


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POEMAS DE JOTAMARIO ARBELAEZ

El profeta en su casa Vivo en un barrio obrero, en una casa vieja, en pantuflas. y sobre la misma mesa donde mi padre por las noches corta los pantalones que ha de entregar al otro día para que los nueve que somos quepamos en el comedor, para que el techo no se desplome por las lluvias, para que en nuestros pies brille el betún de la decencia, escribo mis poemas herméticos, trastorno la gramática, me doy en poseer un mundo que no tengo, leo a Paúl Valery y a Tristan Tzara. Esta mesa donde mi padre ha parido tantos pantalones de paño ha sentido sobre su lomo también correr mis palabras absurdas, desde cuando él se iluminaba con una lámpara Coleman hasta ahora que yo la profano con mis babas intelectuales. Sus gavetas inmemoriales aún sirven para guardar las tijeras, metros de setenta centímetros, libretas con medidas de clientes que hoy tendrán hijos con las mismas, muestrarios de paños ingleses anteriores a la invención de la moda, y las grietas de su madera con tiza en polvo se han llenado. Entre sus patas se levantó mi infancia contemplando a mi padre en el billar de su trabajo con tantas ilusiones puestas en mí cuando creciera. Mi educación fue pagada con panes que el tiempo multiplicaría.

Pero crecí para la indiferencia, para el ocioso sol, para los sueños. Sólo las piernas del amor, sólo las copas de la risa, en los colchones del nihilismo perdí las plumas de mi vuelo. Escribo mis poemas herméticos, pero de vez en cuando pienso Pienso, por ejemplo, que esto debe cambiar, que debemos sonreír todos de la sala hasta la cocina, estar del lado de la vida como las matas de los tarros, cantar victoria bajo la ducha de las mañanas esplendentes. Que mis hermanas no se avergüencen cuando en la calle les preguntan: "¿Qué está haciendo ahora su hermano?" "¿Cuándo se va a afeitar la barba?" "¿Si es tan inteligente porqué no trabaja en un banco?" Pero el diablo me hizo poeta para que ardiera en plena vida. Los buses pasan veloces rumbo a la guerra del día levantando una polvareda bestial que penetra en la casa por las ventanas, por el techo, por las rendijas de la puerta. dejando rucio el hermetismo de mis poemas y lecturas. Estornudo como un buen burgués que se ha resfriado en los montes alpinos. Blasfemo entonces y en bata de baño salgo a la calle a descansar y veo muchos niños descalzos con coladores de café persiguiendo a las mariposas que el invierno ha mandado adelante. y veo el perro corriendo detrás de las motocicletas o levantando la pata contra los hidrantes resecos, y veo muchos hombres con palas cavando surcos en la calle


para sembrar alcantarillas más modernas y poderosas.

Poema de invierno

La señora que aplica las inyecciones pasa con su maletín descosido y me saluda buenas tardes joven cómo está su mamá y mi mamá cante que cante en la cocina frente a una pila de platos o frente a mis camisas sucias que aún acaricia con ternura.

Llovió toda mi infancia . Las mujeres altas de la familia aleteaban entre los alambres descolgando la ropa. Y achicando hacia el patio el agua que oleaba a los cuartos. Aparábamos las goteras del techo colocando platones y bacinillas que vaciábamos al sifón cuando desbordaban. Andábamos descalzos remangados los pantalones. los zapatos de todos amparados en la repisa. Madre volaba con un plástico hacia la sala para cubrir la enciclopedia. Atravesaba los toados la luz de los rayos. A la sombra del palo de agua colocaba mi abuela un cabo de vela y sus rezos no dejaban que se apagara. Se iba la luz toda la noche. Tuve la dicha de un impermeable de hule que me cosió mi padre para poder ir a la escuela sin mojar los cuadernos. Acababa zapatos con sólo ponérmelos. Un día salió el sol. Ya mi padre había muerto.

Un niño se acerca a la puerta a pedirme que le venda un helado atraído por el aviso que clavó Estrella en la ventana. Yo le digo que la nevera está dañada (en realidad me da mucha pereza venderlo). Y el niño se marcha con su cabecita pelada recibiendo el yoyo del sol que sube y baja en el firmamento y una pelota de caucho que le lanzan desde la otra cuadra. ¿Cómo encontrar palabras que digan algo que no es algo? En la esquina varios obreros pulen zapatos en un tomo y por sus pechos sin camisa rueda el sudor de la alegría y me provoca ir a sentarme junto a ellos a oírles hablar de sus cosas particulares, de sus familias, del engrudo, de los campeones de box, de las chicas del "Tunjo de Oro", pero me da miedo aburrirlos, sé además que me tienen bronca pues piensan que soy un inútil y un haragán de siete suelas.

Colegiala desnuda La muchachita que trabaja en el almacén Sears, estudia inglés y usa una falda roja demasiado ceñida para su edad sale a esperar el bus apresuradamente y me somíe como si ya estuviera muerto. De la carpintería emerge el olor de la cola, virutas vuelan por el aire, canta la sierra circular construyendo pupitres. Hay tantas cosas para mirar en esta calle, los nidos en las cuerdas de la luz, la rata muerta desde el sábado entre periódicos del viernes, el tendero dormitando bajo su parasol con el bigote bombardeado por los moscos, el albañil poniendo tejas en la casa nueva y gritándole al ayudante que le suba el martillo. en este ambiente es imposible ser un poeta hermético, digo, qué clase de poeta soy yo que me emociono con la vida, calzo mis arrastraderas y me entro a acostar porque no demoran en salir de la escuela los niños con sus caucheras.

Regresa la niña del colegio Quién sabe qué pensamientos oculta su cabellera negra Seguramente el profesor calificó mal su tarea Seguramente que le tocó los senos Seguramente le prometió un confite Regresa a su casa la niña que querría ser desencuadernada Que gustaría ser repasada por un lector ávido de conocimientos Regresa con el ánimo de despojarse de sus vestiduras De estrenar su desnudo para ponerse cómoda Para poder pensar sin problemas en la regla del tres Regresa la niña del colegio con ganas de chupar un bombón Y chupando bombón piensa la niña que debe haber algo más dulce Y la sangre circula como miel por su panal florido Y ella siente la voz del atavismo cosquilloso que le dice que para poder aprender hay que despojarse voluntariamente de todo Y deseosa de aprender ella se va quitando el vestido Ese vestido de colegio que con tanto cariño le cosió su mamá La blusa blanca de infinitos botones


La falda azul ajustada con un gancho de nodriza Los zapatos del uniforme Las medias tobilleras que escalan sus piernas derechitas El brasier que contiene principios básicos de trigonometría Los calzoncitos de amoníaco Carpa bajo la cual acampa la prodigiosa respiración de la reina de Saba Mosquitero de los deseos Atarraya del poniente Cabo Cañaveral del cohete camal La niña sabe que hay un cinco rayado en mitad de sus piernas Un coño bien calificado El honroso diploma con el cual se gradúa profesional en el amor Colegiala del alma Míreme ¿Qué piensa hacer cuando esté grande?

Stop El hombre es un animal que frecuentemente se enferma entonces arma su sobretodo y se encamina donde el médico quien luego de hacerte sacar la lengua y de hacerle mirar por un agujero toda clase de prismas le receta descanso nada de cigarrillos y abstinencia completa entre los muslos de su mujer el hombre entonces bosteza como en sus tiempos mejores cuando nadaba bellamente luego de la regata y le decía al oído palabras que le chuzaban la sangre hasta que terminaba el paseo y colocando su sombrero en la parte más dócil de su cabeza se despide y va a dar a un automóvil que lo lanza a 150 kilómetros por hora hasta la puerta del garaje donde su familia sumamente preocupada ha estado orando al Señor por su rápida recuperación el hombre agradece este gesto con una sonrisa cerrada y dirigiéndose al más pequeño (2 años) de la familia lo levanta en sus brazos lo coloca sobre sus hombros recoge una sección del periódico que no alcanzó a ver el domingo y sentándose enfrente de la mesa de la comida una vez encendido el televisor y trancadas las puertas cae pesadamente sobre la alfombra muerto

Venganza china Los agentes secretos que me perseguían están ahora en las mismas cárceles en donde pensaban meterme

Las novias que me abandonaron están casadas con zarrapastrosos Los empresarios que vetaron mi solicitud de empleo han visto quebrar sus negocios La agencia de arrendamientos que pretendió entablarme juicio de lanzamiento fue cerrada por el gobierno El pisaverde que perjudicó a mi hermanita se ahogó en Juanchaco Los profesores que me hicieron perder el bachillerato se han puesto verdes leyendo en el pequeño libro de pastas gruesas editado en París, en la letra A: Arbeláez Jotamario. Cali, 1940, poeta.

Indira la fotógrafa* Ella misma parece una fotografía tomada por ella misma. Lo que tiene de bella lo tiene de persistente en sus obsesiones. Se propuso fotografiar una serie de seres seductores con la palabra Y lo que terminó revelando fue una galería de narcisos admiradores Que al contemplarse en el ceremonioso blanco y negro de las primeras edades Comprenden que se quedarán rondando en el tiempo Porque ya tienen rostro para reflejarse en las lagunas de la memoria. Pescadora de imágenes en el río revuelto de la vida cotidiana Busca el ángulo desde donde las personas dejan de parecerse para ser más lo que son. Con sus cámaras hace honor a ese maravilloso invento de la luz que Leonardo buscaba en la cámara oscura como es la fotografía, Una de las pocas pruebas palpables de la existencia del hombre. Desde que fui atrapado por el clic de su índice me siento más felizmente negativo que nunca, Pertenezco mas a la emulsión que a la tinta, Más a la iluminación que a la verdad revelada, Más a mister Eastman que a Wlútman. Me intereso por el soporte magnético, En ganar mis concursos por foto-finish, En hacerle a mi vez un fotomontaje. Indira, este mundo que tomas es mejor cuando lo devuelves porque lo recreas con tu arte, Tus ojos y tus lentes congelan los parpadeos del mundo y derriten a quienes logran posarte. Tus flash me han convertido en un poeta modelo. Nos vemos en el cuarto oscuro. (*) Todas las fotos de Jotamario Arbeláez que aparecen en esta revista son obra de Indira Restrepo.

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Nuevas Voces


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POEMAS DEL LUTO YLA CELEBRACION

Héctor Juán Jaramillo

Se asoman a esta ventana de caras nuevas en el terreno poético tres figuras que aún no sobrepasan el nivel de ese gran viraje producido entre los 27 y los 30 años; y que parten al abordaje de los rojos bajeles y los buques fantasmas dibujados sobre el horizonte, desde el ambiente en continua ebullición de la Casa de Poesía Femando Mejía de Manizales. Puestos sobre la trayectoria que recorre un poeta como Mauricio Franco, sentimos que se eriza de esos temerarios desniveles y esos choques y saltos que aquí constituyen aquel fenómeno de violentamiento de un lenguaje que ha sido "apropiado" por una serie de creadores, generalmente los que abren brecha, para establecer contacto con ámbitos inexplorados de la sensibilidad y la imaginación. Toma de posesión que efectúa solo el autor, pero cuyas consecuencias se convierten en patrimonio universal. Y en la semioscuridad de un medio que se revela tan adverso para aquel por quien es factible recobrar la vieja calificación de sentidor, vislumbramos un descoyuntamiento cercano a esa tortura cuyo dolor arrojó de sí por primera vez César Vallejo, so38 ULRIKA

bre el cauce tortuoso de sus versos. Tormento que provoca el vacío afectivo del otro: tormenta por donde un hueco en el cielo hace llover "sal en mi pecho de babosa". Hacemos frente a un campo impregnado de sangre, donde esa angustia enfermiza que agudiza la sensibilidad del poeta alimenta con raciones de absurdo una agonía expresada en crujidos de imágenes destellantes como los ojos de un animal aterrado. Evocando la acometida de una desesperación que lo obliga a retorcerse, y que de ataque en ataque ha mellado sus garras, pero que no será domada nunca. Concluyamos: ésta no es una enunciación lineal de certidumbres sino el cuadro donde se anudan jirones de sentimientos que ahogan una voz estremecida por la ira. Un registro de la oscuridad que percibirnos a través de la acústica provocada en nuestro interior por ciertas resonancias intuitivas, (especie de murciélago dando vueltas en una caverna); expresión emotiva que acaso comprendamos mejor hacia un tercero o cuarto plano de nuestro espíritu desconcertado. Ante los espasmos de ese ser acuchillado por la existencia que esbo-

za Mauricio Franco, la voz de Juan Carlos Acevedo se alza con aire ceremonial, revestida de la elegancia y la atmósfera de solemnidad propias de quien siente repercutir en él la elevada entonación de los Salmos ¿Y no vislumbramos que va inmerso también en la oleada del retomo de la lírica, antiguo regalo con que unos dioses tentadores vuelven a agasajar a los hombres? Por eso vemos relampaguear otra vez la emotividad lírica, que apagó la antipoesía al pensar que se trataba de un incendio, y que cobra una nueva intensidad en el amanecer de la generación del nueve ~i3lo. De esta escena emerge un cultor de la palabra, que, como Juan Carlos Acevedo, se muestra desentendido de la tendencia a la informalidad y la trasgresión evidenciada a lo largo del tono secular asumido por los poetas de la modernidad. Sucede que transitamos una época modelada por las invenciones y experimentos, en que el lenguaje ha sido sometido a una acumulación de mutaciones en el laboratorio que lo des-


César Vallejo

truye- cuando no lo vuelve más fértil-, y donde se debe sujetar frecuentemente a un tratamiento que lo fuerza e imposta. Esto, cuándo el manojo de sus posibilidades formales no se ha reducido a la pobreza e, incluso, a la insignificancia. Hoy asoman sobre el horizonte de la cultura los primeros rayos de un renovado disfrute expresivo, y en especial estético, que se redujo al mínimo hace mucho tiempo, al perder un amplio sector artístico su propia brújula y, renegando de toda profundidad, cederla al poder: político, financiero, tecnológico, de opinión, etc. Se inicia el rebasamiento de la concepción meramente instrumental del lenguaje que, sin atender a las ilimitadas proyecciones de lo que llamó Heidegger "la morada del ser", se limita a concederle a la dimensión de las palabras una función que responde a exigencias circunscritas según esta edad técnica, cuyo impulso sentimos sobre nuestra silueta trepidante. Esta plataforma sirve de base a otro modo de enfocar el lenguaje que no le concede relevancia a la forma sino en función del contenido y a los cuales identifica. Frente a tal especulación está el grueso de los artistas, quie-

nes saben que el tratamiento de la forma, además de precisar o tras-formar los contenidos, no se confina en los materiales, como aquellos intelectuales que por habitar entre ellos la desprecian. Recordemos, no más, que la expresión del discurso es susceptible de experimentar un invaluable perfeccionamiento artístico. Y son precisamente los artistas quienes plasman y disfrutan en primer lugar de esos contornos plásticos, asimilándose a un Pigmalión de nuestra era sin dioses, que les comunicara por sí mismo el soplo de la vida. No obstante, es todavía más tenaz la actitud de descuido con que tantos emborronadores manifiestan su indiferencia ante la página en proceso, y el desaprovechamiento de líneas originales, de incitaciones de composición y realización que se proyectan desde el croquis de la escritura, hasta que parecería que el texto sólo fuera para trasmitir y no para expresar algo, que sólo fuera redacción y no escritura, sólo informe y no literatura. En tres palabras: contenidismo, reductivismo, desvirtuación ... Expulsada del reino por sus guardianes, la visión poética del lenguaje reparó en el revés de las co-

sas, tradujo la lengua de incontables emociones, de mundos y seres amputados del organismo social, y vimos internarse al propio lenguaje hacia dimensiones invioladas. Y éste ante todo adquirió protagonismo dentro de ese cuadro de la escritura que apareáa compuesto por él solo. De tal modo los lectores, menos numerosos pero de mayor nivel, asistieron a un giro de 180º en la esfera poética. Sin embargo ahora podemos hablar de un grupo incipiente de poetas, con quienes coincide Juan Carlos Acevedo, en la aspiración a re-ligar su forma de decir al sentido sagrado del lenguaje. Y esta manera de nombrar las cosas ha originado la literatura más antigua, la más venerable, la que no pasa: la Biblia, el Bhagavad Cita, el I Ching, el Tao ... Tan atrevido rescate conlleva la realización de un designio trascendental que puede restituirle a la palabra su carácter mágico, tal como lo tuvo al vivificar el mito gracias a Homero o Dante, donde se da precisamente la consumación poética. ¿Y por qué no convocar al fin la fascinación del embrujo poético, que abre el alma del hombre con su fórmula encantada, arrebatándola hacia galaxias fantásticas?

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Heidegger observa el horizonte

Sin olvidar el brillo de la palabra, con el metal esmaltado de su voz y la tácita dignidad de un aristócrata abierto a las vueltas del mundo, este poeta nos muestra un recorte del ambiente de tango trabado con el alma de una ciudad que ruende la noche al filo de la cordillera (Manizales ); recrea los contornos neblinosos de cierta leyenda nacida en Inglaterra y que atraviesa el espesor de los siglos; y encomienda a un dios creador, y artista por ende, los versos que acaba de estampar sobre su cuaderno, donde ese dios "enciende la luna". Juan Carlos Acevedo trabaja a la manera de un orfebre sus poemas, y desenvuel-

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ve la estética del verbo como si fuera un tapiz de fondo negro ribeteado de motivos dorados. Armoniza los elementos designados con la forma en que los enuncia, y apunta hacia tal altura en la dicción que solamente el equilibrio infundido a su obra le permitiría seguir ascendiendo, a imagen de una torre que se levantara airosa sobre el firmamento. Navegando por la corriente sin límites que se abre ante quien todavía no llega a los 20 años, la conjugación de poesía y vida en Mauricio Vásquez se hace fecunda al conjuro de los vientos de la experimentación. He aquí un bromista que dándole una voltereta al lenguaje acaba tomándole del pelo para jugar con él, saltándose las alambradas lógicas y adentrándose en una dimensión

donde formas y significados se renuevan y entrecruzan indefinidamente. Su ingenio vadea sin inmutarse los abismos sintácticos, recreando una y otra vez las configuraciones d el campo lingüístico, mientras que retuerce y le saca jugo a lo más rico de sus frutos, de esas ambrosías que nos deleitan y además nos embriagan. Y en la expresión de Vásquez se esboza un gesto atento, pero despreocupado y juguetón, por más que asuma a ratos visos de seriedad. Sin embargo, no confiemos demasiado en la engañosa simplicidad que parece entregarnos al instante la clave de tan lacónicos criptogramas. Porque si andamos precavidos no nos engañará la intención maliciosa de estos divertimentos, donde acecha algo incógnito y astuto, que está encerrado entre líneas tan ligeras como para


escabullirse ante las miradas ansiosas, cuando no desatentas, de los supuestos participantes en esta búsqueda que incita al placer de la penetración literaria. Mauricio Vásqu ez recobra una lúdica a punto de perderse, lo que nos da pie para poner de presente su importancia. Ya que es factible advertir de qué manera desarrollan la inventiva y ejercen un sortilegio sobre nuestra sensibilidad tales ejercicios de agilidad mental, donde hacemos un vacío en la mente para que afloren las respuestas apropiadas a cada momento, es decir, aquello que se llamaría respuestas oportunas. Se trata de un deporte que agudiza sobre la marcha la imaginación, en el que se cruzan sables afilados y se dispara el inconsciente a través del aire sereno de un continente despejado. Todo ello se nos depara al convertir en campo de juego aquel mundo de posibilidades donde nos hacemos humanos: el lenguaje. Aquí el espíritu toma inspiración de una atmósfera de creatividad que nos envuelve en el manto de ese genio surgido desde la copa hechizada del goce lúdico, al impulso de un acontecer que nos da vuelo, en medio de aquellas corrientes disponibles y ligeras que son absorbidas por la fascinación. Flotando entonces desprevenidamente sobre un entorno propicio al crecimiento de nuestra dimensión personal, que halla su expansión al resplandor del fuego de la palabra. Y la amplitud de sus ondas nos imprime esa vivacidad que podemos tomar por el alma de la llama, a lo largo de un festín donde danzan y ríen los espíritus ebrios; pero que, llegado el momento, también saben acogerse al silencio y la sombra. Estos fundamentos propician y dan valor a aquellas permutaciones de las series de sonidos y sentidos que llevan latente el poder de expansión de un universo ilimitado, enriquecido con una pluralidad de fenómenos estelares y rebosante de interés por las constelaciones expresivas, donde tal vez deslumbre el fulgor que despiden las condensaciones y asociaciones libres. Y

a semejanza de esos muñecos de resor tes que brotan súbitamente de las cajas de sorpresas, de los dobles fondos y múltiples sentidos que pueden desplegarse como un acordeón en aquellas circunvoluciones -propias o extrañas- que son los caminos de la comunicación humana, van extendiéndose los acordes de una original composición en contrapunto: Ríos en el viento que no siguen ningún curso definido, encuentro en el cielo de una escogida e inexorable bandada de aves de presa, chispazos que saltan de una ingeniosa pirotecnia. Dejando la mente en blanco, sin sentirse estorbada por bloqueos y cargas, y amplificada por tanto esa atención donde repercuten las palabras del otro; ciertas dosis de espíritu deportivo producen una desenvoltura de aquellas marañas de la complicación y liberan de tensiones a quienes se hallan en capacidad de protagonizar el esplendor de estas batallas sin sangre. En tal forma se canaliza la energía individual mediante improvisadas descargas de salva, franqueadas por una dilatación del ánimo, sin dirección preconcebida. De allí resultan diversas "oportunidades", que pueden ser fulminantes, pero abiertas, en todo caso, a la realización de los valores. A medida que los profundos pliegues del psiquismo se desenvuelven sobre este cielo despejado, semejando la bandera de un encuentro festivo, vamos abriéndonos a aquella magia olvidada bajo el apla-

namiento colectivo, con que el aparato de los poderes torna más dóciles las conciencias. Ese plano mágico adquiere forma en medio del impulso que toman los juegos de la palabra, (de una categoría muy superior a los juegos de palabras), permitiéndonos ejecutar peripecias y acrobacias prodigiosas sobre la red del lenguaje. Tanto la locura inspirada como la ligereza que esta gimnasia ha infundido al discurso nos consienten dejar de lado el respeto con que éste nos amedrenta desde las aulas, e incluso nos dan libertad para violar a la encorsetada gramática; jugándole al dominio del verbo una serie de bromas que derriten el hielo, permitiéndonos saltar la guardia solemne de su formalidad . Entonces descubriremos un reino por donde pasa nuestro camino en el tiempo, y dejaremos atrás la obsesión de que el lenguaje es sólo una estruendosa herramienta para conseguir los fines de la vida diaria. Y así se nos revelará lo maravilloso de su libertad, de su potencia creativa y de las incalculables virtualidades que encierra. 6'

Pigmalión y Galatea

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MAURICIO FRANCO

*** Me baja la tristeza a golpes de violín estrujando el animal a medio nacer que es mi muerte cebada en Coca-Cola y televisión mi muerte que aprendió su vestido en la lluvia Ni modo con éste día que nació cojo ni modo con éste abismo creciendo hambre Sólo queda esperar que se asiente la tristeza y antes del estallido acaso brote el poema.

*** Ni camisa de sol en la sangre ni música para disolverte Apenas una invocación de chispas en azúcar añejo Escapatorias del inventario y la autopsia arrojando palabras que se mellan contra la crin del olvido Inútil pretender alquimias cuando el elemento es la nada.

Cuando tallan las miradas Ojos de aleteante pesadilla con insistencia de mosca o de barba con amnesia de piedra Sorbiendo muertas flores Atragantados de nubes Ojos como vientres de ostra preguntando por su perla Pelándose contra el asfalto Afilándose contra el cielo.

Mauricio Franco . Manizales, 1967. Ha publicado el cuadernillo de poesía Mari posa entre Cu chillas. Ha sido incluido en las antologías Todo lo que Canta se Reune y N uevas Voces de Fin de Siglo. Mención de Honor en el concurso "Poeta en Nueva York", 1997.

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JUAN CARLOS ACEVEDO

11 Dialogo con un dios ciego y mudo, Un dios que posee el cansancio de los siglos, El mismo que enciende la luna en mi papel. Dios es poeta, lo puedo jurar, En noches de lluvia abro la puerta Y el poema entra para dormir en el cuaderno. Confieso, lo encomiendo a dios Para que no muera al amanecer. Juego a escribirlo, está solo, No tiene prisa, es estación no pasajero.

*** Hojas melancólicas Derramadas en los caminos de Sherwood Hablan de una leyenda en el siglo XIV. Pesadas neblinas abrigan la historia De un hombre o un duende Que habita los robles ingleses. Un ser a quien los paganos dieron por nombre: - Espíritu de los bosques El mismo hombre a quien Nottingham bautizó como: - El Príncipe De los Ladrones Lo que ignora la historia Son los versos de un poeta inglés Que hablan de un huracán que azotó Inglaterra hace seis siglos. Y según cuentan sus versos Ese huracán fue la venganza de Odin Por las heridas causadas al viento

Cada vez que Robín Hood lanzaba una de sus flechas en busca de la riqueza que lo condenó.

*** La ciudad respira en sus palabras, Desciende hasta los dedos Que se estremecen al escuchar un tango roto; Calles húmedas le estropean la sombra. En el fondo del parque Guitarras de la noche Llueven un rock envuelto en la voz de Fito Páez. Pasos gigantescos rompen la neblina. Un olor metálico inunda sus ojos, Su voz de polvo y lluvia, De calles empinadas y teatros Se confunde con la letra fragmentada del tango Que engendra la ciudad y sus pasajeros nocturnos.

Juan Carlos Acevedo. Manizales, 1973. Ha publicado los libros y cuadernillos de poesía Palabras en el Purgatorio y Palabras de la Tribu. Aparece en la antología In ventario a Contraluz, Antología de una Nueva Poesía Colombiana, Bogotá, 2001

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MAURICIO VASOUEZ

*** Siempre al final Ella y una góndola para el destierro

***

11

que si yo que si tu que si alguien ... y hablas y hablo sin que nadie

(la otraversión) ...que da lo mismo soñarme en ti amenazándonos con despertar siameses

*** *** Soy una princesa insomne ... también un monstruo dormido

Fai-lai, viajero ictiomante el mejor en lo que no hizo jamás pescó una cigüeña pues las cigüeñas siempre se resistieron a ser peces

ttli•l•m:H ... . . .... . . . . . . . . . . .. ...... . ..... ....... · · · · · · · · · · · · · · ·


***

***

Ene alucinador férreo perdió sus documentos de polizonte ahora viaja amalgamado en las paredes del vagón repitiendo voces para contadores de mañanas

En el perfectario a bordo ronca la máquina de los arquetipos zumba sobre el doloroso punto de la línea Curvas más curvas y algunas oblicuaciones clandestinas No más protocolo para los cruces en reversa la evocación de la nueva manera de hacer trayecto · deformará cualquier retrato mal hablado

*** El Calendaurio patrulla el tránsito de los días, en la espera saca su frasquito de vicios para inhalar tres. Al volver la mirada sobre la pista, los miembros del rebaño han debanado sus paticas y junto a ellas todas las marañas por urdirse. Respire hondo señor Calendaurio, la provisión de tentáculos se agota.

*** Branquias tu pecho zanjado de branquias agallas que se branquian branquias lagarto que desangra entre dos pieles branquias que se llaman anfibio respirando acordes y dolor... (primera obertura para una cirugía) Mau ricio Vásquez. Manizales, 1982. Bibliotecario en la Casa de Poesía 1998-2001. Pertenece al comité editorial y es colaborador de las revistas Papeles de Plata y Sinismos. Estudia Filosofía y Letras.

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El AGUIJÓN

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Director: Rafael Del Castillo Matamoros Coordinador General: Osear Pinto Siabatto

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Las actividades se desan-ollan a través de un foro privado cuya sede está en la página web de la Casa de Poesía Silva. El coordinador se encarga de enviar sus comentarios a los participantes. Varias veces al mes se habilitan sesiones de chat para que los integrantes del taller puedan intercambiar opiniones entre sí y con destacados poetas que asisten como invitados especiales. Al finalizar las actividades los mejores trabajos se publican en la Revista del Taller.

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Sensadones del trópico 3

Óleo sobre lienzo

Varia "Sensaciones del Trópico: Edilberto Sierra y los cuatro elementos", es la presentación que del artista hizo para nuestra revista la escritora Fanny Buitrago. "El lío con la poesía" es un breve texto del gran poeta norteamericano Charles Simic en traducción de Osear Pinto Siabatto. Con ''Mudanza a SENTIDOS NUEvos " el poeta Fernando Linero introduce el último libro de Olga Malaver, recientemente publicado por la Cooperativa Editoral Magisterio. En su columna "Solo Palabras" Guillermo Linero nos ofrece su mirada en torno a la denominada "Partición Formal". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l•i• 31:!·Wit4


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SENSACIONES DEL TROPICO EDILBERTO SIERRA YLOS CUATRO ELEMENTOS Fanny Buitrago

La presencia desatada de los cuatro elementos, los fenómenos boreales, la obsesión por el mar y la fuerza del espíritu volcados en una explosión de color, luz y sugerencia de movimiento constante, son la brújula y la ruta iniciales en la obra de Edilberto Sierra. Por encima del cosmos predomina el espíritu, que se eleva como las aves de vuelo alto, el halcón y el águila, símbolos que otorgan entidad a la abstracción, el espacio, la pincelada certera. En la serie de las plumas -óleos sobre cartón-, como en el resto de la obra, el ser humano existe. Pero, acaba de marcharse o está a punto de retomar. Es la mano inexistente que domina el velero, el retazo del vestido y la visión de lugares y atmósferas; Amazonas, Costa Rica, en doce composiciones. El impacto de la cosmogonía y la pluma

del halcón avanzan hacia el mar de leva, la súbita sensación de frío, soles y lunas al borde de explotar, la amenaza de la tormenta en azul grisáceo, la diversidad del los manglares y el atardecer salino en una balúa. En el mundo pictórico de Sierra, la figura apenas se intuye como un cauce para el óleo, el acrílico, las técnicas mixtas que le permiten incursionar en el trópico encendido, la vela, los muelles, el exceso de calor, la ola que revienta y refleja el color del agua en movimiento. Así, de repente, saltan a la pupila y como si salieran al paso, la silueta de un caracol, una carta de navegación, el mar calmado, los arrecifes, la resolana. Nunca al espectador le será dado contemplar la pintura de Edilberto Sierra desde la comodidad, una terraza o a través del ventanal; la sensación no

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sólo evoca el placer, sino también el desasosiego. Es como caminar por un muelle bajo el sol despiadado de un medio día en Cartagena o aferrarse a la baranda de un barco azotado por las olas, presentir la tormenta en la

playa desierta y lejos de casa. El mar como fenómeno y reto; soles amarillos y fulgurantes, el gris rodea la luna con cerco lluvioso, los fragmentos de luz que nimban la arena, la playa dorada y ante todo


los juegos con el espacio. El horizonte que puede ser visto desde la tierra o el firmamento, la pintura que forma un mismo cuerpo con el marco, el caracol entre los charcos, la pluma en sepia como esencia espiritual, otra vez el sol disolviéndose sobre el muelle. La atmósfera y los contrastes de Cartagena en donde Sierra ha trabajado parte de su obra y abierto la puerta a varios espacios técnicos. Sobre papel hecho a mano y con espátula, ha volcado todo el calor, la evanescencia del aire y el fuego del centro de la tierra, retazos de árboles, verdor y sombras. Las dobles lunas, las piedras oxidadas y siempre nuevos aspectos del mar con todo su poderío y música atronadora. Aire, luna, el oscilar de las mareas. Las velas y cordeles, el flotar de las balsas que intentan cruzar el océano, la Guajira. La yuxtaposición de los espacios, como el fondo del océano visto desde su propio abismo, la fragmentación del chorro de agua, la emoción de contemplar desde otra perspectiva el mar de leva: el riesgo de abordar nuevas técnicas, signadas por la pasión creativa del instante, y encontrar luego que la mayoría de las veces resultarán irrepetibles. Alrededor y en el interior del agua, el mercurio, la contaminación, un arco iris decantado, predominan la maestría en la búsqueda de la linea y la tex-

Percepdón de la sensualidad Óleo sobre lienzo

Sensadones del trópico 5 Óleo sobre lienzo


tura, la razón y sinrazón del movimiento, la recreación y las infinitas posibilidades y sorpresas del color, la pigmentación, el giro del hallazgo. Luego se vislumbra la nostalgia y su aceptación implícita, con la ventana y la memoria que recrean lo visto, el ansia del océano y su rumor, la arena que se ha cambiado por aguaceros, neblina, variantes del azul añil, el amparo de las montañas y el asfalto de las calles bogotanas. Y, de súbito, el movimiento desde los ojos de un niño, el caminar en órculo y desconocer todavía la línea recta, el color plasmado en lo cotidiano. En lugar de las sogas del velero y los aparejos, cordones de zapatos, porque la búsqueda ha iniciado otro rumbo, así los cuatro elementos permanezcan y el mar surja de tanto en tanto, el mar sucio y oxidado de la Bahía de las Ánimas, el mar convulso y el remecido por los vientos alisios, el fucsia y el oro en los atardeceres de Santa Marta. Los azules, los muelles, una vela doble, la cartografía de Cartagena. Cada obra con una perspectiva que permite el disfrute desde diferentes ópticas, técnicas, riesgos, análisis. El lienzo empapado en la visión del yodo, el cartón reformado, pincel y espátulas, las yemas de los dedos volcadas en un paisaje cósmico que gira sobre si mismo y a la vez marcha hacia el futuro.~ 50ULRIKA

Sensadones del trópico 6 Óleo sobre lienzo

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Edilberto Sierra. Colombia, 1955. Estudió artes plásticas y diseño gráfico en la universidad Nacional. Ha expuesto su obra en Europa y América Latina.


CHARLES SIMIC , , EL LIO CON LA POESIA Traducción de Osear Pinto Siabatto

Lo único para lo que siempre ha sido buena la poesía es para hacer que los rúños odien la escuela y brinquen de alegría el día que no tengan que ver más otro poema. El mundo entero está completamente de acuerdo con ello. Nadie en su juicio lee jamás poesía. Incluso entre los teóricos literarios de hoy día, está de moda señalar como inaccesible toda la literatura y especialmente la poesía. Que algunas personas todavía continúen escribiéndola es una rareza que pertenece a alguna columna "Créalo o No" del periódico diario. Cuando los poetas encomiaron a los dioses y a los héroes tribales y glorificaron su sabiduría para la guerra, fueron tolerados, pero con la aparición de la poesía lírica y la obsesión del poeta con el ego, todo cambió. ¿Quién quiere oír acerca de la vida de seres insignificantes, mientras los grandes imperios se erigen y caen? Todas esas fruslerías sobre estar enamorado, besuquearse y experimentar detenidamente cómo brota el día mientras canta el gallo, es de lo más risible. Maestros, clérigos, y otros policías de la virtud, siempre han estado en complicidad con los filósofos. Ningún mo-

Charles Simic


delo ideal de sociedad desde Platón ha aceptado a los poetas líricos, y por abundancia de buenas razones. Los poetas líricos están siempre corrompiendo a los jóvenes, haciéndolos ahogarse en autocompasiones y condescender en embelesamiento. El sexo sucio y la falta de respeto por la autoridad, es lo que los poetas han susurrado en los oídos de los jóvenes por siglos. "Si él escribe versos, échalo a patadas", se le aconsejó a un novel padre hace dos mil años en Roma. Y eso no ha cambiado mucho. Los padres todavía prefieren que sus niños sean taxidermistas y recaudadores de impuestos en lugar de poetas. ¿Quién puede reprocharles? ¿Preferiría usted que su única hija sea poeta o mesera en un ligero club nocturno? Es una dura elección. Aun los poetas verdaderos han detestado la poesía. "Hay muchas cosas tras este engaño", dijo nuestra propia Marianne Moore. Tenía su punto de vista. Algunas de las cosas más estúpidas que los seres humanos han proferido se hallan en la poesía. La poesía, como regla, ha avergonzado tanto a individuos como a naciones. La poesía está muerta, han gritado felizmente por siglos los enemigos de la poesía y aún lo hacen. Nuestros poetas clásicos, nuestros profesores de moda nos lo han dicho en tanto que ellos no son más que un manojo de propagandistas de las clases gobernantes y de la opresión masculina. Las ideas una vez promulgadas por los carceleros y asesinos de los poetas en la Unión

Soviética, son ahora un gran éxito en las universidades americanas. El esteticismo, el humor, el erotismo, y todas las otras manifestaciones de la imaginación libre son sospechosas y deben ser censuradas. La poesía, esa tonta diversión de lo políticamente incorrecto, ha dejado de existir para nuestras clases educadas. No obstante, a pesar de ellos, la poesía se sigue escribiendo. El mundo parece siempre premiar la conformidad. Cada época tiene su límite oficial sobre lo que es real, lo que es bueno y lo que es malo. Un plato hecho de deshonestidad, ignorancia y cobardía servido cada tarde con un aspecto serio y un aire de la más alta integridad por las noticias de la televisión, es el ideal. La literatura también está preparada para unirse a ello. Su tribu está tratando siempre de reformarte y de enseñarte sus modales. El poeta es ese niño que, de pie en la

Portada del libro de memorias sobre la guerra Una mosca en la sopa de Charles Simic, en la cual el poeta aparece con su padre en 1942.

esquina, con la espalda vuelta a sus compañeros, piensa que está en el paraíso. Como si eso no bastase, los poetas, todos lo sabemos, son mentirosos de campeonato. "Llegas a mentir para mantenerte medianamente interesado en ti mismo", dijo el novelista Barry Hannah. Ello es especialmente cierto para los escritores de versos. Cada uno de ellos cree que impostándose a sí mismo, dice la verdad. Si no podemos ver el mundo tal como es en realidad, se debe a las capas de metáforas muertas que los poetas han dejado en todas partes. La realidad es sólo un viejo y descascarado cartel de la poesía. Los filósofos dicen que los poetas se engañan a sí mismos cuando moran amorosamente en los detalles. La identificación de lo que permanece intocable por el cambio ha sido la tarea del filósofo. La poesía y la novela, al contrario, han sido recreadas con lo efímero -el olor del pan, por ejemplo-. Por lo que a los poetas concierne, sólo los tontos son seducidos por las generalizaciones. Cielo y tierra, naturaleza e historia, dioses y demonios están todos escandalosamente reconciliados en la poesía. Por analogía se dice que cada cosa es todo, todo es cada cosa. Por consiguiente, los mejores poemas religiosos están cargados de erotismo. Subjetivamente, los poetas pretenden también, trascender ellos mismos, a través de la práctica de hallar su identidad en las cosas lejanas y apartadas. En un buen poema, el poeta que lo escribió desaparece para que el poeta-lector pueda llegar a existir. El "yo" _de un total extraño, un chino antiguo, por ejemplo, nos habla desde el lugar más confidencial dentro de nosotros mismos, y nos deleitamos. El verdadero poeta se especializa en un género de alcoba y metafísica de la cocina. Soy el místico de la cacerola y mi amor son los rosados dedos del pie. Como cualquier otro arte, la poesía depende del matiz. Hay muchas maneras de tocar el encordado de una guitarra, de besarse y morderse algún dedo del pie. Los músicos de Blues saben que


unas pocas notas debidamente ubicadas tocan el alma, y así lo hacen los poetas líricos. La idea es que es posible hacer platos asombrosamente sabrosos con los ingredientes más simples. ¿Fue Charles Olson quien dijo que el mito es una cama en la cual los seres humanos hacen el amor a los dioses? Mientras los seres humanos se enamoren y compongan cartas de amor los poemas tendrán una razón de ser. La mayoría de los poemas son bastante cortos. Lleva más tiempo estornudar naturalmente que leer un haiku. Sin embargo algunos de estos «pequeños» poemas han acertado a decir más acerca de la condición humana, en unas pocas palabras, que siglos de otros géneros de escritura. Los poemas cortos y ocasionales han sobrevivido por miles de años desde la épica y sólo lo tocante a todas las cosas ha crecido ilegible. El misterio supremo de la poesía es la forma en que tales poemas lanzan un hechizo sobre el lector. El poema es absolutamente entendible después de una lectura, y casi inmediatamente uno quiere releerlo de nuevo. La poesía es en conjunto, repetición que nunca llega a ser monótona. "¡Más!", gritarían en coro mis hijos soñolientos después de terminar de leerles algún cuento para niños. Para ellos, como para todos los amantes de la poesía, hay sólo más, y nunca bastante. Es la calidad paradójica de la poesía la que precisamente le da su sabor. La Paradoja es su condimento secreto. Sin sus numerosas con-

tradicciones y su impertinencia, la poesía sería tan blanda como un sermón del domingo o el discurso del presidente de la Unión. Se debe a sus muchas y deliciosas paradojas que la poesía haya derrotado y sobrevivido continuamente a sus críticos más duros. Cualquier intento de reformar la poesía, de hacerla didáctica y moral, o aún de restringirla dentro de alguna "escuela" literaria, es entender mal su naturaleza. La buena poesía nunca se ha desviado de su propósito de ser una fuente inagotable de paradojas acerca del arte y la condición humana. Sólo un estilo que es un carnaval de estilos devela la irreverencia que me parece apropiada para la poesía hoy. Una poesía, para abreviar, que tiene la recepción de un cable de televisor con más de trescientos canales, más hechos extraordinarios que ficciones, falsos milagros y supersticiones en escaparates del supermercado. Un poema que es como un espectáculo de Elvis Presley en Marte, la mujer con tres tetas, el cuadro de un perro que se comió la obra mejor de Shakespeare, la noticia de que el infierno está atestado y que ahora en el cielo se están estableciendo los pecadores más perversos. Aquí, por ejemplo, viene un compañero sin casa ni hogar cuya cabeza calva perteneció una vez a Julio Cesar. ¿No te vi coreando la canción de un espectáculo sexual en vivo, ayer en el Times Square, le pregunto? Cabecea felizmente. MI siguiente pregunta es: ¿Anfbal cruzará de nuevo Los Alpes con sus elefantes?. Observa afuera a la querida poeta, es su respuesta. Si llega a girar con

su carro lleno de compras, de libros viejos y ropa usada, alfstate para ofr un poema. Eso me recuerda que mi bisabuelo, el herrero Philip Simic, murió a la edad de noventa y seis en 1938, el año de mi nacimiento, después de regresar tarde a casa, una noche de taberna en compafüa de unos gitanos. Pensó que lo ayudarían a dormirse, pero murió en su propia cama con los músicos tocando sus canciones favoritas. Eso explica por qué mi padre cantaba canciones de gitanos y por qué yo escribo poemas, porque como mi abuelo, yo no puedo dormir en las noches. ~

Tomado de la Revista Trimestral de Michigan 36, no. 3 (invierno de 1997): 39-42. Emisión especial "La Voz del Poeta ".

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Mudanza a SENTIDOS NUEVOS OLCA MALAVER "No existe más historia que la del alma" Saint-John Perse

Fernando Linero Montes

La existencia únicamente tiene autenticidad o significación si se está facultado para descubrir en la línea misma de lo menudo la aparición de lo imprescindible. En otras palabras, si se es capaz de escudriñar la realidad y encontrar fronteras presentidas sólo por uno. Es esto lo que hace un auténtico poeta. Al escribir exhibe una herramienta extraordinaria que le sirve para soportar el viaje de la vida: la palabra poética. Ella le asiste -y nos asiste- a la hora en que hay que despojarse de esa saturación existencial que sentimos a menudo y que paraliza; hace de algún modo las veces de hierba curativa; ayuda a pasar de un momento a otro, de un año a otro año, estableciendo así una especie de tránsito de las preocupaciones; cómo por temporadas se extenúan y así también, cómo se superan. Acaso aquí esté la clave para entender el significado que encierra el título de este libro: Mudanza a SENTIDOS NUEVOS; una clara alusión a la transformación de la aptitud, que puede ser una señal de que se ha encontrado algo o de que por lo menos existe al interior una re-visión de las relaciones con el mundo; un

nuevo modo de enfrentarse con lo fundamental porque: Cada cosa empotrada / en un negro vacío / puede ampliar su espectro. Todo poema es una introspección, algunas veces más refinada que otras, que siempre hace acotación a la bitácora de viaje de un hombre y que en el fondo no es otra cosa que una prueba de su existencia. Los que ahora nos competen están de pie sobre la tierra y, como un hombre, miran hacia sí mismos sin rechazar lo circunstancial, lo casual, lo otro; poseídos por la necesidad de comprender. Como si hubiesen sido escritos para ser recitados en voz baja, tienen el recato del que se guarda de dar todas las claves. Su voluntad de moderación vibra en el seno de lo menor, donde la sensibilidad se extravía en los múltiples matices de lo imperceptible, llevada por la espléndida turbación de la lucidez. Separándose de los seres y las cosas para mejor observarlas, les enriquece con el fino dardo de la ironía: Sin duda los poetas / tienen varios corazones / el que tienen se lo sitúan / de diversas maneras / Yo conocí uno /

que lo llevaba en los pies; descubriendo aspectos que otros no alcanzan a ver, y mostrándonos a un tiempo, cómo a través del sarcasmo se puede llegar a intuir también lo superior, sin negación, con algo de desfacha tez pero sin llegar nunca a la acidez: Las mariposas / clavadas con alfileres / no son mariposas / sin embargo el coleccionista / se tomó el trabajo de llevarme / hasta su villa / para presentarme con orgullo / lo impresentable... Vueltos sobre sí, llegan sin mayor esfuerzo, a lo más parecido a una toma de conciencia, no sólo de la palabra y la idea, sino de la intensidad de lo simple, gracic.s ¿,J privilegio de la claridad. La levedad de que están dotados no busca afirmación, simplemente se posa allí donde el poeta detiene su mirada y el resultado es un discernir apacible, libre de locuacidad, lleno de agudeza y profundidad y con el tratamiento respetuoso del que sabe con certeza que la palabra es el único respaldo.


Es este un libro con una visión amable de la vida, sin lamentaciones ni censura, en el que todo lo observado se considera con dignidad, llanamente, sin accesos de lirismo; revelándonos, a veces con pesar, el fondo irracional de los actos: El absurdo es más antiguo / que la tierra ...

De tono uniforme, transparente reflexión, y aceptación sin sufrimiento, sus cuestionamientos no desmoralizan al lector, sino por el contrario le sumergen en un tipo de ejercicios de superioridad ayudándole a retomar sus propias averiguaciones, sus secretas dudas. Ésta es la gran virtud de Mudanza a SENTIDOS NUEVOS, su conciencia de que

todas nuestras agudezas y todas nuestras baratijas reposan en el fondo del poema y derivada de ella su amplia generosidad, que nos advierte - en un tiempo en el que vemos con tristeza cómo el hombre se queda vacío sin lo mejor de sí- la obligación de estar por encima del espectáculo, y la de convertir la gravedad de lo cotidiano en liberación, merced a la distancia y al sosiego. Q Bogotá, marzo de 2002.

POEMAS DE OLCA MALAVER Lo inmediato es la hoja en blanco Las raíces no toman agua congelada quizás por eso no encuentro mi palabra inicial en la primera mañana de mi historia esa más vieja que cualquier memoria Siempre tengo como único nivel original lo más cercano: esta hoja de papel que es puente entre un espíritu de danza y la entrega a lo divino Quizás ahora la hoja sin olor ni voces riega mis raíces con lloviznas de arco iris porque percibo un ánimo de mi primer mañana: no de palabras pero sí de risas.

Este es mi cielo Pescar es apacible y puede ser satisfactorio si los peces pican el anzuelo

En ese instante yo me siento en el cielo y no espero otro distinto Lo digo con respeto: no deseo la historia que me cuenta el catecismo que un cielo me estará esperando si abandono el furor y la impaciencia No puedo revestirme de un aire franciscano.

¿Será la música? Mis pies sobre las piedras traen palabras con música de tierra erosionada No digo que las piedras tengan alma digo que me siento erosionada porque al pisar la piedra no sé si he vuelto si nunca he estado aquí o si regresando al comienzo me perdí ¿O será que estoy frente a la música que siempre nos hará volver?


Sueños y pesadillas El tren de los sueños tiene estaciones fijas a él subimos con la carga invisible que nos deja el día El aduanero extrae los objetos: unas veces los acomoda espaciados y de género indistinto otras veces los presiona sin cesar como si estuviera anestesiado por la especie y pretendiera dejarnos sin respiro Antes de ingresar a la estación es bueno aligerar la carga no con un examen de conciencia sino con una magia de instintos livianos y capaces de hacer levitar aun el control del aduanero.

Los pies traen el olvido Sin duda los poetas tienen varios corazones o el que tienen lo sitúan de diversas maneras Yo conocí uno que lo llevaba en los pies porque sacaba a caminar sus versos: los llevaba silbantes por las calles a las marchas obreras de protesta y a las capillas nacientes de tierra apisonada El corazón de sus pies tenía un marcapasos para los ritmos y la musa no disminuía sus quehaceres Concluí que él vagaba con el fin de echarle más olvido a sus sentidos para que su mente no se enfermara de conceptos.

Mudanza a SENTIDOS NUEVOS Contemplo ... Exploro ... espero y veo cómo una chispa luminosa se inflama ante mis ojos cual un balón de escaques anaranjados y rojizos No me impresiono lo mismo pudo sucederle a Eva cuando le hincó el diente a la manzana Tal vez ella quiso tener acceso a la parte sur del paraíso y no quedarse anclada como un dietista que sólo conoce vegetales Cada cosa emprotada en un vacío negrq puede ampliar su espectro Y cuando esta luminosidad clara y oscura pasa por la mente queda la sensación de haber mudado los sentidos a sentidos nuevos Ahora, si esto quieres nombrarlo de otro modo llámalo la metamorfosis o transmutación -no esquizofrenia-.

Oiga Malaver. Armenia, Colombia, 1941. Reside hace 45 años en Villavicencio. Ha publicado los libros de poemas: Más poemas sobre el amor (1985), El mismo poema (1998), Esa sustancia tenue (2001) y Mudanza a SENTIDOS NUEVOS (2002). i-1:t•l ■ ;O:t+i

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Solo Palabras ,

PARTICION FORMAL Guillermo Linero Montes

Algunos lectores de poesía se preguntan cuál es el método que emplean los poetas para determinar cómo, cuándo y dónde se parte un verso. Si consideramos el concepto de rima, que exige igualdad o semejanza de los sonidos vocálicos o consonánticos finales de varios versos entre sí, como en estos versos de Poemas de los dones de Jorge Luis Borges: Nadie rebaje a lágrima lo reproche Esta declaración de la /maestría de Dios, que con /magnífica ironía Me dio a la vez lo /libros y la noche; o si apreciamos el concepto de verso libre1 que no

se atiene a esquemas rítmicos o métricos preestablecidos, guiándose más por el ritmo del pensamiento y por las pausas propias de la entonación y de la respiración , como se ve en este fragmento de Lección de cosas, poema de Octavio Paz: Mediodía La luz no parpadea, el tiempo se vacía_ de /minutos, se ha /detenido un !pájaro en el aire; si consideramos estas dos situaciones la respuesta resulta obvia: "la música". Sin embargo, la respuesta también podría ser: "la plástica", si tenemos en cuenta la poesía visual, cuando las palabras llegan a ser parte del poema por encima de si estas cumplen o no con las necesidades melódicas, el Poema

sobre la nieve de abril, re Jurgen Becker, lo ilustra bien: Nieve de abril; aprisa; vuelve otra vez a ser invierno durante quince minutos, y desaparecen los brotes del azafrán de primavera .. .; o tal vez la respuesta sea "los criterios de libertad", si pensamos en propuestas que van más all~ de las que parece indicar la música o de las que permite la plástica, como es el caso de la poesía de Cummings, en la que sin desobedecer en esencia ni a una ni a otra, se da licencias para la "invención" o "composición" de nuevas maneras de expresarlas. Cummings dividió los versos de tal modo, que podría decirse sin temor a equivocamos, que lo hizo buscando negar tanto a la música como

a la forma, y quizás ambicionando sostenerse sólo sobre el sentido y la coherencia de sus contenidos, como se evidencia en su Poema 1 del libro Con mucho gusto: ¡negr o

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(blan ) Ca cielo ?ár boles de los qu e una caíd a

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nd o. Con todo, hay que reconocer que la música constituye el primer elemento modificador de la forma del poema. De hecho, es ella el origen de su existencia y hasta princi-


píos del siglo XX determinó en rigor la estructura del poema, las formas que en términos de la palabra y el lenguaje no son más que las características fonéticas de una lengua: el número de sílabas que ocurre en una emisión, la escala de intensidad o el tiempo utilizado para emitirlas, y desde luego el codiciado tono. Rudimentos que al fusionarse configuran piezas dispuestas armónica y simétricamente, modelos sonoros, poemas. En efecto, la versificación (el arte de componer versos separando las unidades conceptuales y musicales de un poema), cualquiera sea la lengua o el momento histórico al que pertenezca, no es una cosa distinta a las valoraciones de lo acentual y lo silábico. En el caso de la poesía fundacional en Colombia (la de Juan de Castellanos o la de la Madre Francisca Josefa del Castillo), la estructura del verso es herencia del español que a su vez es proveniente de la métrica románica, en especial provenzal y francesa . Y aunque nuestra cultura literaria cuente hoy con sus rasgos distintivos, sus elementos más importantes derivan de él, del verso español: el acento de intensidad, la pausa métrica y, en consecuencia, la monótona manía del número de sílabas por verso. Cuando la poesía se inclina por los rigurosos esquemas métricos, siempre cae en modelos inflexibles que desvían la atención del objeto de nuestro interés. Obviamente esto no quiere decir que dichos formatos no estén bien sustentados, de hecho, quién diría que no es razonable que desde el punto de vista métrico no

existan en castellano versos monosílabos porque, al ser agudos, se tiende a fusionarlos volviéndolos bisílabos. Estos versos de la Oda al diccionario de Pablo Neruda, son un buen ejemplo: ... un grano de tus magnánimos graneros ... Aunque estén separados dos monosílabos (de y tus) la lectura que le da sentido al texto, la que finalmente comete el lector, es bisílaba: un grano de tus magnánimos graneros. De igual suerte, además de la métrica, que no es imprescindible en la poesía de hoy, existen otros recursos dados al emiquecimiento de la sonoridad del poema, a la creación de vehemencias rítmicas y ambientes de expresa emoción, motivadores de variadas particiones formales. Precisamente lo musical del poema reside en gran medida en la frecuencia de los acentos rítmicos en relación con las unidades de sentido mental, y ocasionalmente, también en la reiteración de determinados sonidos. La aliteración, por ejemplo, consiste en la repetición de consonantes, vocales y hasta grupos silábicos, como puede observarse en esta línea del poema Puerta al tiempo en tres voces de Luis Palés Matos: abierta red en el sinfín sin fondo. Pero la música es también silencio. Convencionalmente en poesía

existen tres tipos de pausas métricas: la pausa mayor, que se efectúa al final de la estrofa o de un periodo importante de la misma; la pausa media, que ocurre en medio de estrofas simétricas como la octava y; la pausa menor, que indica el final del verso. No obstante, el concepto de silencio o de pausa en la poesía contemporánea, ha ido más allá de estas tres convenciones académicas. Ya Nicanor Parra, a mediados del siglo XX, escribió un poema de sólo silencio, El antipoema y Eugen Gomringer logró incluso hacérnoslo escuchar: Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio Silencio. Juntamente con la música, un elemento modificador del poema es la plástica. Desde el momento en que los poemas dejaron de ser cantados para ser escritos, surgieron características ajenas a las sugeridas por las necesidades melódicas, y comenzó entonces a sopesarse la importancia visual de los poemas. En este orden de ideas son básicos los aportes de la poesía concreta, y de la poesía fonética (que pese a su definición, sigue siendo un acto de la escritura,


es decir un signo visual) y desde luego, ni que decir de los adelantos de Apollinaire con sus caligramas: La paloma apuiialada y el surtidor

T1er!' as figuras apu

t-"'ªAº~..mados labios en flor

MIA YETTE ANNIE

MAREYE LORIE MARIE

Y tú

,dónde ahora

planos & a diestra & siniestra ...

estáis Oh

mucna

=s

PERO Junto t1 un

surtldor que llora e Implora

Sin embargo el poema es del mismo modo norma y autonomía. La poesía contemporánea ha subvertido todos los concep tos tradicionales o convencionales, como lo demuestran estas líneas de Palabras habladas, de Helmut Heissenbuttel, en las cuales la simetría es estrictamente de carácter visual: ángulos & arcos & & líneas derechas & torcidas &

De precepto, la tradición poética es tan imprescindible como benéfica , ella permite observar los procesos evolutivos de las formas y utilizar los recursos, los hallazgos y las posibilidades de transformación de sí misma. Las escuelas y movimientos n o h acen o tra cosa, aunque h ay que aclarar que los poetas qu e se distinguen como miembros de un grupo o de un movimiento, siempre lo son gracias a sus voces individuales, a sus capacidades de experimentación y de cambio, a la búsqueda personal, más que a logros de escuelas y movimientos, que por lo general usufructúan a estos privilegiados. En nuestros días, bajo el reinado de los criterios del arte conceptual, el abanico de posibilidades d e transformación d e los cánones parece inagotable, hasta el punto de poner en duda las dilucidaciones acerca de si un poem a, y los versos que lo constituyen, deben partirse de esta o de aquella manera. La p artición formal es hoy una exigencia ambigua, cuando se trata de poemas que tienen su sustentación formal en recursos auditi vos, o en visuales di s tintos a palabras articulables, como esta Oda a Napoleón, de Ernst Handl:

nepl ananann nepl eoooo eoooo lepn ananann ... Sin embargo, cuando se trata de poemas estructurados sobre moldes gramaticales, la partición formal es una necesidad comunicativa. Finalmente, cabe decir que no saber realizar la partición formal y no "distinguir en el verso el fondo y la forma, - esto es de Paul Valery- un tema y un desarrollo, el sonido y el sentido; considerar la rítmica y la prosodia como naturalmente y fácilmente separables de la expresión verbal misma, de las palabras mismas y de la sintaxis, es otro de los tantos síntomas de no comprensión o de insensibilidad en materia poética". G-

Los primeros en usar el término verso libre fueron los simbolistas franceses Rimbaud, Verlaine, Laforgue, aunque el más lejano antecedente, según los investigadores académicos es el octumo de José Asunción Silva, de 1894, que combina versos de 4, 6, 8, 10, 12, 16 y 24 sz?abas. 1


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NOTICIAS SOBRE ESTA EDICION

D

osé Ángel Leyva, quien realizó la entrevista al poeta Juan Gelman , nació en Durango (México) en 1958. Es ca-director de la revista Alforja de poesía. Entre sus libros de poesía se destacan: Botellas de sed (1988), Catulo en el Destierro (1993), Entresueños (1996) y El Espinazo del Diablo (1998). El poeta venezolano Eugenio Montejo fue entrevistado por Claudia Posadas quien nació en Ciudad de México en 1970. Posadas es poeta y periodista cultural. Ha publicado la plaquette de poesía La memoria blanca de los muros (1997). Mary Carmen Sánchez Ambriz, autora de la entrevista al poeta chileno Gonzalo Rojas, es natural de Ciudad de México (1970). Después de estudiar periodismo, cursó Lengua y Letras Hispánicas en la Facultad de t;ilosofía de Letras de la UNAM. Es compiladora de la antología de ensayos La mirada del centauro (2001). Jotamario Arbeláez, fue entrevistado por Rafael Del Castillo Matamoros . Del Castillo nació en Tw1ja en 1962. En 1981 fw1dó la Revista de Poesía Ulrika desempeñándose desde entonces como su director . Organizador y fundador del Festival Internacional de Poesía de Bogotá el 60 ULRIKA

cual se viene realizando anualmente desde 1992. Sus libros de poemas publicados son: Canción desnuda (1985), El ojo del silencio (1985), Entre la oscuridad y la palabra (1992) y Animal de baldío (1997). Bajo éste último nombre literaturadigital. com, publicó una antología de su obra poética. El libro Versos Comunicantes incluye por nuestro país además de Jotamario Arbeláez, a los poetas colombianos Mario Rivera, Juan Manuel Roca y Juan Gustavo Cobo Borda. os jóvenes poetas Mauricio Franco, Juan Carlos Acevedo y Mauricio Vásquez, son presentados por Héctor Juán Jaramillo , manizalita nacido en 1944. Jaramillo estudió Filosofía y Letras y publicó el libro de ensayos El Festín de un instante.

L

anny Buitrago, quien presenta al artista plástico invitado, Edilberto Sierra, nació en Barranquilla en 1945. Es autora de las novelas El lwstigante verano de los dioses (1963), Cola de zorro (1970), Los pa1íamanes (1979), La casa del arco iris (1986) y Señora de la miel (1993). También ha publicado los libros de relatos La otra gente (1973), Bahía sonora

F

(1975), Los amores de Afrodita (1983), UIJYanos de todo mal (1989) y varias obras de teatro.

m

scar Pinto Siabatto editor de nuestra revista y ca-director del periódico de poesía de distribución gratuita El Aguijón, tradujo el texto del poeta norteamericano Charles Simic, autor del cual se publicaron algunos poemas en el número 24 de Ulrika y a quien se dedicó la edición inaugural de El Aguijón, la cual puede obtenerse en versión electrónica escribiendo a la dirección periodicoelaguijon@hotmail.com .

udanza a SENTIDOS NUEVOS, el último libro de Olga Malaver es presentado por Fernando Linero (Santa Marta, 1957), quien es autor de los libros de poemas: Sonata del sonámbulo (1981), La risa del saxo (1985), Guijarros (1992), Palabras para el hombre (1997).

M

olo palabras, columna fija del pintor y escritor Guillermo Linero, nos ilustra sobre el espinoso tema de la partición de los versos en la poesía contemporánea.



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