JUAN GELMJ\N EN LA PRESENCIA AUSENTE DE LO AMADO José Ángel Leyva
"Tras el dolor, la angustia, el miedo,/ Como niño al umbral de la estancia oscura,/ Será el ceder de la conciencia;/ Mas luego recobrada, la luz nueva/ Veré, y tú en ella erguido." Luis Cernuda, "El éxtasis"
En busca de una entrevista Lo sé, a Juan Gelman (Buenos Aires, Argentina, 1930) no le gustan las entrevistas, prefiere evadirlas hasta el punto donde su cortesía y gentileza le permiten. Juan es sobre todo un hombre de palabras escritas que se escuchan como susurros y risas apagadas, como juegos de voces en la oscuridad del pasado o quizás como luces verbales en medio de las sombras del dolor y de la ausencia. Ha publicado entre otros: Violín y otras cuestiones (1956), El juego en que andamos (1959), Velorio del solo (1961), Gotán (1956-1962, reeditado en 1996), Cólera Buey (1965, reeditado en 1994), Los poemas de Sidney West (1969, reeditado en 1995), Fábulas (1971), Relaciones (1973), Hechos (1974-1978), Comentarios (1978-1979), Notas (1979), Citas (1979), Carta Abierta (1980), Si dulcemente (1980), Bajo la lluvia ajena (1980), Hacia el Sur (1982), Com lposiciones (1983-1984), Eso (1983-1984), Dibaxu (1983-1985, reeditado 1994); Anunciaciones (1988), Interrupciones I (1988), Interrupciones II (1988), Carta a mi madre (1989), Salarios del impío (1984-1992), La abierta oscuridad (1993 ),
Incompletamente (1997), Debí decir te amo -antología personal- (1997), Ni el flaco perdón de Dios -hijos de desaparecidos- (l 997), Prosa de prensa (1997), Nueva prosa de prensa (1999), En el hoy, y mañana y ayer. Poemas y ensayos antología personal- (2000), Pesar todo -antología- (2001 ), Valer la pena (2001). La voz de Gelman, la física, ha adquirido un tono de aspiración, como cuando llena los pulmones del humo de sus cigarrillos y hace esfuerzos para que no escape la nicotina y las palabras. Ríe y habla hacia el interior para que no diga su voz, sino el eco. A veces, como lo insinuara Julio Cortázar, se conduce como un buscador de imposibles, un alquimista, mirando a través de sus ojos verdes los tiempos del desastre y convirtiendo estos escenarios en épocas mejores. Una alegre tristeza sella los gestos de su cara, inunda sus ojos acuosos. Gelman dice que lloran a causa de una cirugía reciente de cataratas, pero yo digo que es porque observan con tímida emoción e increduli-
dad el universo. Yo también me pregunto, como un profesor de la escuela de letras de la Universidad de Zacatecas que lo presentó ante los estudiantes, ¿cómo hace para someter el poema a un tono de sosiego cuando el dolor es tan grande que se palpa? Cuando estoy por la mañana en su casa del DF, luego de casi renunciar a mi afán de entrevistarlo, de atrapar sus respuestas en una grabadora y tamizarlas y editarlas en la escritura, no puedo dejar de recordar estas reflexiones, como si estuviésemos en Zacatecas, fumando uno de los innumerables cigarrillos que consumen juntos él y Mara (su esposa) durante el día, como si el humo los atase al misterio de los sueños, posiblemente a aquellos que dejaron en el sur.
Los límites de la lengua José Ángel Leyva - Vamos a la literatura y a sus raíces. Vienes de