Incluir a los excluidos: enseñanza diversificada Silvia Gómez Maqueda Escuela Preparatoria Oficial No. 148 Nicolás Romero, Estado de México
“Mal comportamiento”, “Es adicto”, “Está embarazada”, “Falta mucho”, “No se integra”, “No cumple con las tareas”, “No trabaja en clase”, “Platica mucho”, “Es insoportable”, “Nunca va a cambiar”, “Es torpe porque no puede hacer lo más sencillo”, “Altera la dinámica de mi clase”, “Hace ruido”, “Molesta a los compañeros”, son frases que comúnmente escuchamos o mencionamos los profesores de educación media superior al referirnos a los alumnos con conducta inadecuada. Estas etiquetas afectan su desempeño y se reflejan en su falta de motivación y atención, y poco esfuerzo; además de que los anulan, rompen su autoestima y no se sienten seguros de poder enfrentar una sociedad dinámica y cambiante. Los comportamientos inadecuados o situaciones escolares difíciles se acompañan de distintos dolores: emocional, de lucha, de fracaso, al rechazo, resultado de los diferentes contextos en los que interactúan los jóvenes. La conducta indeseable de un estudiante lleva implícita una necesidad que no ha sido atendida; por ejemplo: si un alumno
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Magisterio | abril-junio 2020