Branko Milanović
¿Existirá un poscapitalismo? E
l libro de Paul Mason (Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro) es inmensamente ambicioso. En menos de trescientas páginas, no solo explica los últimos trescientos años de capitalismo y los esfuerzos por sustituirlo por otro sistema (el socialismo), sino que muestra cómo se transformará finalmente y propone un conjunto de políticas para ayudar a esa transformación. Además, no se trata de un libro superficial, como podría parecer en un principio al contrastar la enormidad del material tratado y el tamaño relativamente delgado del volumen. Tampoco hay que dejarse engañar por el estilo campechano utilizado por Mason. El estilo puede ser periodístico, pero las preguntas formuladas, la calidad del debate y los objetivos del libro son de primer orden. El libro puede leerse de muchas maneras. Uno podría centrarse en los tres últimos capítulos, de carácter programático y destinados a proporcionar algunos objetivos positivos a la nueva izquierda. O se podría discutir la creencia del libro en el desarrollo cíclico del capitalismo impulsado por los ciclos de Kondratieff a largo plazo (actualmente, según la lectura de Mason, estamos en la fase ascendente del quinto ciclo). O uno podría centrarse en la brevísima pero poderosa historia de Mason sobre los movimientos obreros (capítulo 7) y en uno de sus raros acuerdos con Lenin de que los trabajadores podían alcanzar, en el mejor de los casos, una «conciencia sindical» y no estaban interesados en derrocar al capitalismo. O se podría debatir la utilidad de la resucitación por parte de Mason de la teoría laboral del valor de Marx. No haré nada de esto ya que esta reseña es relativamente corta. Discutiré el punto de vista de Mason sobre el estado
23
actual del capitalismo y sobre las fuerzas objetivas que, según él, lo conducen al poscapitalismo. Lo esencial del argumento de Mason es que la revolución de las tic se caracteriza por enormes economías de escala que hacen que el coste marginal de producción de los bienes de conocimiento sea casi nulo, y que tanto las cantidades de capital como de trabajo incorporadas a dichos productos tiendan a cero. Imaginemos un plano electrónico de todo lo que es necesario para la impresión en 3D o un programa informático que dirija el trabajo de las máquinas: una vez realizadas esas inversiones, apenas se necesita mano de obra adicional, y como el capital (el programa informático) tiene una vida casi infinita, la parte de capital «incorporada» en cada unidad de producción es mínima («lo que se desea idealmente es una máquina que no se desgaste nunca, o que no cueste nada sustituir», p. 166). Cuando el coste marginal de producción llega a cero, el sistema de precios ya no funciona, ni puede existir el capitalismo estándar: si los beneficios son cero, no tenemos clase capitalista, ni plusvalía, ni producto marginal positivo de capital, ni trabajo asalariado. Nos acercamos al mundo de la abundancia masiva, donde las reglas habituales del capitalismo ya no se aplican. Es un poco como el mundo de la temperatura cero absoluta, o el mundo donde el tiempo y la energía se convierten en uno. Es, en otras palabras, un mundo muy alejado del que habitamos ahora, pero es hacia donde, según Mason, nos dirigimos.