FLORINDA DEL VALLE MARISCAL
Florlinda del Valle Mariscal, no nació para mandar, pero aprendió a reírse de los mandamases. A su modo, creció filosofando quien tiene la belleza en las manos, seduce, somete, ordena, manipula, esclaviza y edifica el mundo en el que quiere vivir. Nunca fue déspota a tontas y a locas, desde niña se dio cuenta que, para ser feliz, el sexo es el instrumento de dominación que la naturaleza dota a las mujeres, que más que la belleza, es el uso que se le da para darse satisfacciones o tener casa, comida, cuentas bancarias, hombres a su disposición trabajando con la falsa ilusión de libertad compartida. Bella entre las bellas, belleza de reina valluna sin comparación. Con mirar de reojo de arriba para abajo tiene para conquistar el mundo y ella que tiene los ojos más hermosos y los labios más rojos del Valle Alto o de toda Bolivia, sabe que puede darse gustos con insinuarse con una pequeña sonrisa que es la mejor sonrisa entre sus pares. Mueve las anchas caderas con una soltura de nervios, que se ríe en la cara de las mujeres hermosas que no pueden con su carácter, que creen primero es al aprendizaje universitario antes que intuición femenina de la mujer fatal. Tumbar al primero que se le pone delante y después, el que pueda que se quite de encima a la flor de mujer que se pasea en Cochabamba entre las más hermosas de las que se supone que son conquistadoras, dominantes y seductoras. 137
