Trabajos de taller
se lo comunicaste, quizá con palabras mudas, o con esa vibración leve de tus conversaciones, tal vez con las caricias que le hacías. Al comprender, la desolación se alojó también en él. Apoyaste tu cuello en su cuerpo y te abrazó, en ese abrazo de pájaros, de alas enlazadas y cabezas ladeadas.
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