ABOGADOS DE VALLADOLID / Colaboraciones / 39
Derecho y cultura Por Fernando Herrero
Estado de alarma, infectados, fallecidos, curados, confinamiento, empleos destruidos, empresas fallidas, silencios, soledades, desigualdad, angustia. Una sociedad nueva. Una etapa que rompe la anterior, política, económica, social y culturalmente. ¿Cómo analizarlo en un breve artículo cuando los medios de comunicación llevan meses analizando la pandemia, desde el pasado, el presente y configurando el futuro? La cultura y el derecho han sufrido y sufren ese mundo nuevo, más allá de las naciones y de las personas. El derecho condiciona todo, incluso la cultura. Esta tiene que ajustarse en sus manifestaciones a las normas de cada día. Estas han dictado el confinamiento y el cierre, y, por tanto, el auge de las nuevas tecnologías y el lenguaje digital. Podremos ver obras de teatro en ese formato, pero no será ese arte que pone en contacto directo artistas y espectadores. Podríamos seguir con la lista
La cultura paralizada, salvo los creadores en su soledad, escritores, compositores, artistas. Solo el derecho continúa sacando normas para regular la situación excepcional. El país se ha transformado en lo físico y en lo inmaterial, sin que las perspectivas futuras sean nada halagüeñas.
El derecho condiciona todo, incluso la cultura. Esta tiene que ajustarse en sus manifestaciones a las normas de cada día. Estas han dictado el confinamiento y el cierre, y, por tanto, el auge de las nuevas tecnologías y el lenguaje digital de paralizaciones y supresiones. Tampoco hemos podido reunirnos en un cine o en un bar y ese diálogo en directo de los profesionales del derecho en las vistas orales se limitó y se suprimió. Todo cambia en la etapa de la peste, por el poder de ese virus invisible que algunos han considerado como la primera crisis universal de ese cambio climático que algunos dirigentes políticos del mundo (¡qué nivel, Dios mío, qué nivel!) consideran un bulo. La situación en España cuando se declaró el estado de alarma era conflictiva. Problemas políticos y económicos sin resolver. El paro, la desigualdad… la nueva fiscalidad y muchas otras cosas, así como el nacionalismo, esperaban soluciones. Ahora todo presenta un tinte más negro.
imponiendo paulatinamente. Hay una ocasión para el cambio o, por lo menos, para una matización que evite imágenes que nos avergüenzan, de familias al borde de la absoluta marginación. El gran problema de escribir sobre esta situación es que no conocemos el futuro.
AMICO
Recibimos noticias paralelas de los medios de comunicación, avances sanitarios, problemas humanos, declaraciones, algunas fotografías impactantes, testimonios de diversa índole, admiraciones y decepciones. Escritos teóricos de los articulistas, dictámenes económicos sobre el presente y sobre el futuro. En las redes sociales, a las que no acudo, están también los impresentables bulos. Todo ello conforma un país unilateral en el que unas curiosas ruedas de presa gubernamentales se desvirtúan unas a otras. Obliga la situación a que la ética forme parte esencial de la conducta, hoy, y tras ese después que la pondrá en jaque. El capitalismo de hoy ha sustituido el poder político por un poder económico que se va
Hacer la crítica de representaciones operísticas es fácil desde lo concreto. Las decisiones políticas actuales pueden comentarse con cierta base. El futuro tiende a la especulación. ¿Podrán reunirse miles de personas en los estadios? ¿Los auditorios y los teatros tendrán que reducir el número de espectadores? Y así miles de preguntas semejantes. Final para un nuevo principio. Que el mundo sea más justo es lo esencial y la cultura y el derecho deben ser las pautas futuras frente al obsceno capitalismo rampante y el ansia de poder y de dinero de unos políticos ambiciosos, medrosos y corruptos. ¡Ah!, y que el personal que hoy se sacrifica por todos sea mantenido y recompensado.