Fuente externa
La Voz del Inspector P. José Pastor Ramírez, SDB rjosepastor@gmail.com
Peregrinar de los valores a las virtudes El Proyecto Orgánico Inspectorial (POI), de la Inspectoría de las Antillas, está sostenido en seis valores fundamentales: espiritualidad, acompañamiento, comunión, fraternidad, compromiso y testimonio. Ellos son como los pilares que sostienen el gran puente que une educandos y educadores, carisma salesiano e Iglesia católica, comunidad salesiana e Inspectoría, salesianos y Familia Salesiana. El Boletín salesiano, esta vez, también destaca una serie de valores contenidos en el POI: La familia como cenáculo donde se crece, se forma y se aprende a amar y a fraternizar. Asimismo, es el sistema familiar quien acoge en su seno, con un compromiso renovado el gran misterio de la Navidad. En esta ocasión, propongo y reto a las comunidades educativas y a cada uno de sus miembros, a cultivar los valores como medio para alcanzar las virtudes. Sostienen Francisco Alarcos y José Béjar, en su libro “De los valores a las virtudes”, que, por lo regular, en el lenguaje popular, se confunde “valor” con “virtud”, incluso lo emplean como sinónimos. Por ello, conviene clarificar su significado. Los valores son cualidades, deseadas o deseables por su bondad, que la inteligencia del individuo conoce y acepta como algo bueno para él como persona y, por tanto, “valorado” como positivo y necesario para la vida. Los valores están orientados al crecimiento personal y se basan en un convencimiento intelectual y en el deseo afectivo. Los valores son, en primer lugar, cualidades pertenecientes a lo real, nunca ideas sin soporte en la realidad. ¿Cuál es tu escala de valores preponderante? Las virtudes, en cambio, son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. Son disposiciones estables “constantes”, como afirma el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: “La virtud es una disposición constante del alma para las acciones conforme a la ley moral”. Para Max Scheler “La virtud es la fuerza, vivida inmediatamente, de hacer algo debido”. Es, pues, la dimensión práctica del valor. Esta vivencia constante y repetitiva de un valor ocasiona la virtud, que llamamos hábitos en los seres humanos. El hábito hace que las acciones se realicen de modo fácil y natural, conformando una segunda naturaleza. Decía Aristóteles, “Se hace uno justo practicando la justicia; sabio, cultivando la sabiduría; valiente, Boletín Salesiano Antillas
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ejerciendo el valor”. Ejemplos de hábitos: hablar bien de los demás, rendir cuentas, decir la verdad. Lo decía Aristóteles, “La virtud es un medio entre dos vicios”. Así, la generosidad se encuentra entre la avaricia y el despilfarro. La valentía entre la temeridad y la cobardía. La tolerancia se encuentra entre la dictadura y la anarquía. El trabajo entre la pereza y el trabajólico. ¿Cuáles son tus virtudes predominantes? Cuando el hábito les otorga estas mismas cualidades a las acciones malas, se denominan vicios. Estos se instalan en las personas con los mismos procedimientos que las virtudes (repetición de actos, conductas estables, segunda naturaleza), solo que, en el ámbito negativo, el de la maldad: el vicio del tabaco, del alcohol, de la pereza, la ira, la envidia, el rencor, la mentira. Los valores humanos se viven desde la racionalidad, mientras que, para las virtudes cristianas, además de la razón, es necesaria la fe, la ayuda del Señor, ya que el hombre por sus propias fuerzas no las puede alcanzar. El objetivo de una vida virtuosa, para los cristianos, es llegar a ser semejantes a Jesús. En fin, para ser “buenas personas”, necesitamos cultivar los valores, y para ser buenos cristianos necesitamos, además, convertir los valores en virtudes, llenar nuestras vidas, tanto de las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza) como teologales (fe, esperanza, cridad). El buen cristiano de Don Bosco no se puede quedar en los valores, ha de dar el salto a las virtudes. La educación salesiana no se queda a medio camino (valores) ha de conducir a la meta última, las virtudes. Hoy necesitamos hombre y mujeres virtuosos y creativos. Los valores son la base del edificio humano, que permitirán continuar construyendo el edificio cristiano con las virtudes que hayamos decidido practicar para asemejarnos a Jesús. En fin, podemos decir que los valores y las virtudes son cosas “distintas” pero no “distantes”. Por ello, no se han de tomar como antagónicos, de manera excluyente o disyuntiva (unos u otros), sino de manera complementaria y conjuntiva (unos y otros). La vida virtuosa consiste en llevar una existencia responsable y consecuente con uno mismo y con los demás, fomentando el propio autodesarrollo y el ejercicio continuado para lograr una personalidad moralmente formada y equilibrada. La meta consiste en peregrinar hacia un estilo de vida virtuoso para volver a Jesús y que amanezca en cada uno la Palabra para estar donde nadie quiere estar. Noviembre-Diciembre
de
2021