T R A S BA M BA L I NA S
El farero, más allá del romanticismo y la poesía
S
Si parafraseamos aquella añeja canción popular, podríamos decir que en relación con los faros “llegó el GPS y mandó a parar”. A más de uno nos resulta triste que un oficio tan antiguo como el de farero vaya a desaparecer ante el avance de las nuevas tecnologías. Estamos ante una realidad que parece no dar marcha atrás: el faro, como sistema de localización, tiene los días contados.
De Alejandría a nuestros días La historia de los faros nos lleva a Egipto, a la desembocadura del río Nilo, donde se encontraba una isla a la que llamaban Pharos. En ella se emplazaba una torre de mármol blanco y más de 100 metros de altura que indicaba la entrada al puerto de Alejandría. Cuentan que el potente fuego y el humo que salía de lo alto se divisaban desde una distancia de 50 km.
SADAM MORALES GONZÁLEZ REDACTOR SAMMORALESG@GMAIL.COM
A la imponente construcción, conocida como el Faro de Alejandría, se le consideró una de las siete maravillas de la Antigüedad. Según los estudiosos, dos fuertes terremotos se registraron en 1303 y 1323, que provocaron el derrumbe de la torre. Con los restos del faro el sultán Qaitbey construyó en 1480 una fortaleza que lleva su nombre. De ese simbolismo los griegos adoptaron el nombre de pháros (φάρος) para denominar lo que hoy conocemos como esa estructura alta en las costas, con luz en su parte superior que durante la noche sirve de señal a los navegantes. De ahí pasó a llamarse pharus en latín y el resto es historia.
Una foto para la eternidad A muchos nos viene a la mente una foto que no deja de ser viral y todavía nos sorprende cuando la vemos. El 21 de diciembre de 1989 el francés Jean Guichard, fotógrafo
42