antes DEL AULA
Homogeneizar
EL TODO DESDE LA ESCUELA Guadalupe Lizet Aguirre García
La escuela es un espacio donde se construyen o bien deconstruyen las subjetividades de los distintos sujetos; por tal motivo el texto que a continuación se presenta aborda la intermediación que existe entre sujeto y escuela, y el papel que ambos desempeñan en el actual modelo de sociedad global.
El sujeto ante la globalización Uno de los rasgos que caracterizan la era de la globalización es la gran incertidumbre y contradicción proclamada entre la autoafirmación de la subjetividad social como principio de cambio y el empeño de los sistemas institucionales por determinar sus propias reglas, valores y objetivos. Hay que recordar que el sujeto moderno ha sido transformado a través de la historia, en cuanto a sus necesidades, formas de vestir, de comer, de pensar y hasta de morir, resultado del mundo en constante movimiento; sin embargo, nos hemos olvidado de algo más trascendente que no se muda: el ser profundo que somos, es decir, en sí mismos y para nosotros mismos. Tal olvido ha sido producto de las constantes hibridaciones culturales y el peso de la modernidad que han caído sobre un individuo que parece haberse perdido en la historia, quedándose inconcluso porque ya no sabe quién es, si él mismo en sí, o el otro en él, extrayéndolo del pasado y reviviéndolo en el presente. De tal manera que
CORREO del MAESTRO
núm. 148 septiembre 2008
el individuo moderno ya no se identifica como un sujeto en sí, sino, como dice Franco, “[…] pasivo y capturado bajo la cárcel de las ofertas y ensordecido por la comunicación de las masas.”1 Y agrega: Los individuos no tienen ninguna señal para orientarse en su vida. Sus actividades carecen de significado, excepto la de ganar dinero cuando pueden. Todo objetivo colectivo ha desaparecido, cada uno ha quedado reducido a su existencia privada llenándola con ocio prefabricado. Los medios de comunicación suministran un ejemplo fantástico de este incremento de la insignificancia. Cualquier noticia dada por la televisión ocupa 24 o 48 horas y, enseguida, debe ser reemplazada por otra “para sostener el interés del público”. La propagación y la multiplicación de las imágenes aniquilan el poder de la imagen y eclipsan el significado del suceso mismo.2
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Yago Franco,“Subjetividad: lo que el mercado se llevó”, Revista Herramienta, núm. 12, Buenos Aires, 2000. Idem.
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