Correo del Maestro Núm. 154 - Marzo de 2009

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antes DEL AULA

Náhuatl,

INGLÉS Y

castellano

Sara Giambruno

En agosto de 2008 comenzó un plan piloto para enseñar náhuatl a los habitantes de la Ciudad de México; también se habló de hacer obligatorio el inglés en las escuelas primarias públicas. Las preguntas que surgen son muchas; las dudas se suceden, el escepticismo cunde. Tlacuilo, escriba, pintor o sabio.

e

n primer lugar, puede parecer encomiable y hasta contagioso el deseo de aprender náhuatl. Sin embargo, creo que debe ser una decisión individual, no una imposición o una moda del momento. ¿Por qué? Es la lengua materna de ¿cuántos habitantes de la Ciudad de México? ¿Y en qué otras ciudades debería aprenderse? ¿Cuál es la idea? Si se trata de pagar una deuda contraída hace mucho por los conquistadores, diría que es un poco tarde. Si se trata de imponer una lengua indígena sobre otras, sería una imposición tan imperialista como la del castellano en toda América o la del inglés en todo el orbe. En Mérida, por ejemplo, ¿se enseñaría náhuatl o maya? ¿Qué tal si los hablantes de zapoteco quisieran ampliar su dominio imponiendo su lengua a los tarahumaras (rarámuris)? A estas alturas de la historia, y ante la variedad de lenguas indígenas que hay en México, tratar de enseñar una sola de ellas parece, más que una aventura utópica, un emprendimiento ingenuo y demagógico. Pero supongamos que la opinión pública, los medios o nuestra conciencia impulsen la enseñanza de esta lengua en la ciudad. ¿Hay maestros para enseñar náhuatl a diez millones, o más, de habitantes? ¿Hay suficientes hablantes con la preparación adecuada para enseñar una segunda lengua? ¿Los hablantes están siquiera alfabetizados? Y del lado de los alumnos, ¿saben a qué dificultades se van a enfrentar al aprender náhuatl? ¿A quién van a consultar cuando tengan dudas? Y dejo la última pregunta sin respuesta porque podría ser ofensiva para, precisamente, los hablantes de náhuatl, ya que, además de ocupar posiciones muy bajas en la escala social, la mayoría

CORREO del MAESTRO

núm. 154 marzo 2009

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