Aprendamos a ver cine I NO TODO ES MALO EN LO OSCURITO Luis Ignacio de la Peña
Con este artículo iniciamos
una serie dedicada al cine, enfocada especialmente a entender por qué la categorización de “séptimo arte”. Esto, por ejemplo, implica que necesitemos, como en el caso de apreciar una pintura o una función de ballet, un marco teórico que nos permita comprender no sólo el lenguaje propio de este espectáculo, sino también los cambios que se han sucedido en él, tan asombrosos como rápidos. Muchos de ellos tienen que ver con la técnica misma y, por ello, tendremos un poco de historia. Ofreceremos también títulos de películas imprescindibles, y explicaremos por qué se consideran “clásicos”.
Kinetoscopio.
e
l 13 de noviembre de 1894 se patentó un aparato práctico y funcional. El 22 de marzo del siguiente año, en París, hizo su primera aparición en público e impuso por décadas una de las formas de entretenimiento, expresión y reflexión más populares de los últimos tiempos. Se trataba del cinematógrafo de los hermanos Louis y Auguste Lumière, una máquina en la que se resolvían y conjuntaban detalles esenciales: aprovechaba el fenómeno de la persistencia de la imagen para dar la sensación de movimiento, recurría a los avances de la fotografía como mejores lentes, mayor sensibilidad de la emulsión y uso de un respaldo flexible de acetato (cosas que ya había utilizado Thomas Alva Edison), usaba película perforada para facilitar su movimiento, tanto para el registro como para la reproduc-
CORREO del MAESTRO
núm. 164 enero 2010
ción, y no sólo captaba las imágenes sino que también permitía proyectarlas en una pantalla, prácticamente todo en una misma caja. Si no fuera exagerar, podríamos afirmar que entonces de nuevo se hizo la luz, pero conformémonos por el momento con señalar que en francés lumière significa “luz”. Los primeros ejemplos de esta forma de hacer lo que hoy conocemos como cine muestran la salida de los obreros de la fábrica de los hermanos inventores, la llegada de un tren y la salida de un barco, es decir, detalles de sucesos cotidianos y comunes que a veces asombraban a los espectadores, pero también llegaban a aburrirlos, pasada la impresión inicial, por su trivialidad. Podríamos decir que este cine nació con formato de documental, como registro de
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