El sueño de los toreros franceses Por: Marc Lavie
Desde Félix Robert, que fue el primer ma-
tador de toros galo, hasta Juan Leal, fueron muchos los franceses que soñaron ser toreros en un país donde solo cuatro zonas del sur celebran corridas de toros. En Francia ya existían los juegos taurinos, en particular las tauromaquias landesas y camarguesas. No fue extraño entonces que los dos primeros matadores franceses fuesen un landés y un camargués. El torero landés Pierre Cazenabe, quién se anunciaba en los carteles con el apodo de «Félix Robert» fue el primer francés en tomar la alternativa. Se la concedió Fernando Gómez «El Gallo» el 18 de noviembre en la plaza de Valencia. La curiosidad de Félix Robert es que utilizaba bigote. Cuando fue a Madrid para confirmar su alternativa, el 2 de mayo de 1899, tuvo que quitarse el bigote después de una viva polémica en los círculos taurinos sobre este asunto. Hijo y hermano de toreros, Pierre Boudin, «Pouly III», más conocido como Pierre Pouly, emprendó el díficil camino del toreo y consiguió notables triunfos en España y en América, haciendo campañas importantes en Venezuela. Tomó la alternativa el 7 de agosto del 1921 en Barcelona de manos de Juan Silveti, el famoso «Tigre de Guanajuato», y se mantuvó en activo hasta 1932. Después de la guerra, administró muchas
Fotos: Oskar Ruizesparza plazas de toros, entre las cuales la más importante fue la de Arles, que dirigió hasta el año 1984. Y durante medio siglo, Pierre Pouly fue el matador francés modélico y el único que pudó alcanzar la meta de torear en España y de tomar la alternativa. En el número de matadores franceses, siempre existe una polémica ya que el hermano mayor de Pierre, Ambroise Pouly, apodado «Pouly II», tomó dos veces la alternativa – en 1909 en Arles y en 1910 en Marsella– sin que dichas investituras hayan sido tomadas en serio. Contando con «Pouly II» y hasta Juan Leal, son 60 los novilleros franceses que llegaron hasta la alternativa. Estos primeros toreros franceses, como lo fue también Pierre Schull, que fue doctorado por Luis Miguel Dominguín en 1958, eran más bien vistos como excentricos en el país de Descartes, que suele más razonar que soñar. Pero la fiebre del toreo pudo con todo, y a partir de los años sesenta empezaron a multiplicarse las vocaciones taurinas al norte de los Pirineos. Los dos novilleros que capitanearon ese movimiento fueron Alain Montcouquiol «Nimeño I» y Simon Casas. Hasta entonces, sólo existían escuelas taurinas informales que montaban novilleros españoles exiliados, como la que dirigía en Nimes José Piles, el padre del Roberto Piles. Este último es un caso aparte en la historia de los diestros la vocación del toreo en el mundo
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