ALFARO & VALLEJOS: CRÓNICAS EXTRAORDINARIAS

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I

EL MISTERIOSO ASUNTO DE LOS ANIMALES EXÓTICOS Por

FJSR

Buenos Aires Mayo de 1979 Bosques de Palermo 06:35 a.m.

Hacía dos horas que el cabo de la Policía Federal, Agustín Mayorga, había tomado su turno de guardia en la Seccional N° 45 del barrio de Palermo. Había amanecido muy frío y el pronóstico de la radio anunciaba posibles chaparrones hacia la tarde. No tenía de qué preocuparse. Se había olvidado el impermeable reglamentario en su casa, pero tenía el día entero por delante. Para cuando cayeran las primeras gotas, pensó, ya estaría frente a un escritorio, completando denuncias y demás trámites recogidos a lo largo de la jornada. No salía tan temprano a la calle hacía tiempo. Desde mucho antes de haber sido ascendido de jerarquía; pero su espíritu distraído, dos días antes, le había jugado otra vez una mala pasada. Una ridícula orden incumplida (ordenar una pizarra con el organigrama de la comisaría) le había costado tres días de arresto y eso implicaba hacer las primeras guardias de la mañana y las más largas de la noche, amén de llenar todos formularios que la burocracia requería. Estaba cansado. Dormir en la seccional sobre un catre desvencijado y con poco abrigo lo mantenía al borde del colapso. Le dolían las articulaciones y su humor no era del bueno. El hijo de puta del comisario Ayerza lo tenía de punto y no sabía cómo hacer para evitarlo. Había pensado en pedir el traslado a Luján, pero los trámites eran largos y engorrosos. Además, Ayerza tenía muy buenos contactos con el gobierno militar. Se jactaba de ello y sabía que su poder dentro de la dependencia era mayor de lo que todos pensaban. Mayorga se había ganado un enemigo de fuste.

Las farolas del Parque 3 de Febrero iluminaban con un tinte amarillento los árboles y senderos de piedras de aquel imprescindible pulmón de porteño, deshabitado a esas tempranas horas. Los bosques, como lo llamaban los porteños, eran un sitio más bien oscuro y hasta tenebroso una vez que se ponía el sol. Un lugar de castigo, sin dudas, meditó el joven policía mientras avanzaba, ensimismado en su desgraciada situación.


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