L I C OR E S
Detrás de la cultura del
vino
Producir vino se asemeja a pintar un cuadro: los colores, los trazos y las cepas hacen la diferencia. De esta manera, cada vez más colombianos se apasionan por vinicultura del mundo. Si hay algo que un italiano, un francés o un argentino no pueden concebir es pasar a la mesa durante un almuerzo o una cena y no ver una copa de vino SERVIDA.
Desde tiempos casi inmemoriales, el vino ha acompañado la mesa de los comensales europeos y se ha convertido en parte de la tradición familiar. En Colombia, a pesar de los grandes esfuerzos hechos por los enólogos y los amantes de la vinicultura, todavía hay mucho camino por recorrer en cuanto a la cultura y la educación ante el vino y sus diferentes presentaciones. Sin embargo, el consumo ha tenido un aumento exponencial en los últimos años. De acuerdo con Mateo Jaramillo, director de Expovinos, entre 2011 y 2016, el mercado del vino creció un 46%. “En cuanto a la categoría de licores en las grandes superficies, el vino pasó a ocupar el segundo puesto entre lo más vendido, aunque todavía falta mucho por hacer en
cuanto a los comercios minoristas”. Y es que, de acuerdo con Euromonitor, los consumidores colombianos pasaron de consumir 16,8 millones de litros de vino al año, en 2011, a 24,6 millones de litros anuales en 2016. No obstante, estos números son inferiores frente a grandes consumidores en la región como Argentina con 980 millones de litros de vino al año. A pesar de ser un camino largo y difícil, Jaramillo asegura que no ha sido imposible. “Con conferencias, exposiciones, charlas y catas, hemos llegado a los consumidores educando sobre el sabio consumo del vino". En esto coincide el enólogo Mario Puchulú. “Los colombianos dejaron de pensar que tomar vino era simplemente comprar la botella con galletas de diciembre, con vinos muy dulzones, sino que, detrás de cada botella, hay una historia y un sabor nuevo que probar”, afirma.
Los colores, fundamentales para el sabor
En esa tarea de educar al consumidor colombiano sobre los diferentes tipos de vinos, sus notas y cepas, es fundamental
hacer referencia a los colores. De acuerdo con Puchulú, dependiendo de la región de donde provenga el vino su color será diferente y por ende su sabor. Se puede empezar por colores blancos casi verdosos, protagonistas de un Savignon Blanc o un Verdejo, pasando por los amarillos claros que se dan en el sur de España hasta llegar a los dorados oscuros que provienen de cosechas más tardías en Francia, Canadá y Alemania. Dejando a un lado los blancos se pasa por los rosados. “En estos podemos encontrar la carne de melón que vienen del sur de Francia e Italia, pasando por los rosados potentes elaborados a base de Ciraq y Malbec, llegando a los rojos casi azules que tienen una consistencia fuerte, propios de provincias de Chile y Argentina de donde también provienen los granate que son de larga guardia”, comenta Puchulú. Como clave final, a la hora de consumir vino, el enólogo asegura que si un vino tiene color ladrillo o teja es porque está viejo y ya no sirve. “Los vinos tienen un proceso y son como los seres humanos, nacen, se maduran, tienen su punto máximo de plenitud y finalmente llegan a la decrepitud”, concluye Puchulú.
“Usar un paño de lino seco para secar la copa a la hora de tomar un vino hace que no se pierda la esencia de la bebida tal y como es”,
Mario Puchulú, enólogo.
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