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LA VERDAD ATRÁS DE LA C LO QUE LA PANDEMÍA NOS DEJÓ Por Denise Estrada Rubio, autora de Liderazgo político y consultora empresarial Llegó el momento de cambiar. El liderazgo heredado de la era industrial está obsoleto. Las organizaciones ya no son sistemas lineales y bastante estáticos. Antes, el conocimiento y la autoridad residían en la parte superior, y fluían cuesta abajo a través de jerarquías rígidas. El estatus ejecutivo se derivó, en parte, por ser la persona con todas las respuestas. A pesar de la aparición de la gestión de matrices y otros enfoques para aplanar jerarquías, y hablar de ir más allá del liderazgo de mando y control, el modelo sigue profundamente arraigado. Paradójicamente, los ejecutivos aceptan fácilmente la dinámica de los mercados externos, sobre los cuales tienen poco control, ya que los clientes adoptan un nuevo producto “imprescindible”. Sin embargo, no ven cómo los mismos comportamientos se manifiestan internamente, dentro de sus propias organizaciones. Curiosamente, prefieren la ilusión de control y los altos grados de previsibilidad. Ante esto, se debe adoptar una forma diferente de conocer la organización, abordarlo como un sistema complejo y
adaptable. Un principio básico de estos sistemas es que nadie lo sabe o controla todo. Estos esquemas pueden lograr un alto grado de orden a través de la auto-organización y bucles de retroalimentación robustos. Como ejecutivo, la responsabilidad es no sólo enviar estrategia y otras orientaciones hacia afuera, sino también estar en sintonía con las señales que regresan y estar listo para responder. Sólo que para lograrlo, los líderes no sólo deben escuchar sino ser capaces de aceptar la verdad. En toda gran crisis subyace un oídos sordos a los problemas que ya se avecinaban. Los directores se empeñan en sólo escuchar lo que quieren. Y esto es una realidad en el ámbito gubernamental