liderazgo
EL PE LI GRO D EL A B UR R I M I E NTO EN EL MINISTERIO MARK BATTERSON
Mark Batterson @MarkBatterson Es pastor principal de National Community Church (www. theaterchurch.com) en Washington, DC. Una iglesia con ocho lugares. NCC se enfoca en llegar a las generaciones emergentes. NCC también posee el café más grande en Capitol Hill. Mark tiene un título de doctor en ministerio de la Universidad Regent y es el autor de best sellers del New York Times de 11 libros.
Extracto del libro Destino Divino, de Mark Batterson (ISBN 9780829765144) ©2014 por Editorial Vida. Usado con permiso de Editorial Vida.
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Permíteme plantear la escena. Como un atleta jubilado que echa de menos el día del juego, o un político jubilado que echa de menos el recorrido de la campaña, David echaba de menos el campo de batalla. Extrañaba el chorro de adrenalina. Extrañaba la camaradería que sentía en el campamento. Extrañaba el ser motivo de los grandes titulares en el periódico del día siguiente. David ya no estaba haciendo historia. David se había vuelto parte de la historia. Estaba aburrido, y el aburrimiento es el caldo de cultivo del pecado. Literalmente, pecamos porque no tenemos nada mejor que hacer. Y la cura para el pecado es una visión que venga de Dios. Si te consume una visión del tamaño de Dios, te quedan menos tiempo y menos energía para cubrir tu pecado. Estás demasiado ocupado sirviendo a Dios para pecar contra él. Pero si no estás ocupado en servir a Dios, lo más probable es que peques contra él. Lo dice el viejo adagio: «Las manos
ociosas son el taller del diablo». También lo son los ojos ociosos. En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén. Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio,
y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era. Cuando los soldados andan lejos, el rey se divierte. La estructura de responsabilidad de David estaba ausente. Su rutina había cambiado. Y lamentablemente, el enemigo es predecible en sus tácticas para tentar. Si nosotros no estamos atacando, a la ofensiva por el reino, el enemigo nos pondrá a la defensiva, atacándonos. David habría debido estar levantando el ánimo de sus tropas en las líneas del frente. Pero en lugar de esto, estaba caminando por las líneas laterales con muy poco que hacer; si acaso, meterse en problemas. Y entonces es cuando el enemigo está en su mejor momento, y nosotros en el peor. David se estaba paseando sobre el terrado de su casa, soñando con las glorias de las batallas del pasado. Entonces, por el rabillo de un ojo, vio a Betsabé. Cuando la imagen de Betsabé bañándose pasó a través del nervio óptico hasta llegar a la corteza visual del cerebro, David tenía una decisión que tomar:
o mirar, o apartar la mirada. Así de simple. Así de difícil. Su conciencia —la misma conciencia que le había dado convicción el día que le había cortado el borde del manto a Saúl— le dijo que apartara la mirada. Pero David no obedeció a su conciencia. Y ese fue el momento en el cual la tentación se convirtió en pecado.
@Lider625