CIENCIA El universo rebosa intención desde la partícula más elemental a la más remota galaxia. Y en las fronteras invisibles de la materia, allí donde se hace borrosa la realidad, se intuyen los caminos del espíritu, (*) ANTONIO CRUZ (**)
¿SE OPONE DIOS A LA NUEVA FÍSICA? Algunos han manifestado que los últimos y singulares
descubrimientos de la mecánica cuántica se opondrían a la existencia de un Dios que creó un universo ordenado a partir de la nada. Según ellos, el comportamiento caótico de las partículas subatómicas, como los fotones de la luz que tanto pueden adoptar forma de partículas como de ondas, no sería compatible con la idea de una creación hecha de materia ordenada. Aparentemente la manera en que reaccionan dichas partículas no parece seguir ninguna regla o ley física. De ahí que ciertos físicos concluyan que la mecánica cuántica contradice la racionalidad de las leyes naturales y sugiere un cosmos incomprensible que no pudo haber sido planificado, puesto que supuestamente sería imposible prever el comportamiento futuro de tales partículas materiales. Por tanto, Dios no podría controlar providentemente el mundo, tal como asegura la Escritura, porque no sabría cómo se comportarían en adelante las partículas subatómicas. ¿Qué se puede responder desde la perspectiva creyente? Es cierto que aquello que antes, desde la física clásica, se consideraba sólido y estable, como los minerales, las rocas o los metales que hay en las entrañas de la corteza terrestre, son en su realidad última un cimbreante mundo de oscilaciones energéticas, de apariciones y desapariciones de partículas, de vacío interno y desenfreno atómico. Cualquier ser del universo, desde los soles a las personas pasando por las bacterias, se halla sometido a esta continua agitación. Incluso hasta el espacio y el tiempo
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MOVIMIENTO MISIONERO MUNDIAL
América • Europa • Oceanía • África • Asia
son proyecciones ligadas a los mismos campos fundamentales. ¿Qué es entonces lo real que subyace en ese conjunto de campos? ¿Mera ilusión? ¿Pura apariencia? O quizás, bajo esa capa de fuerzas encontradas pueda descubrirse que la realidad, después de todo, no estaba hecha de materia, sino de espíritu. DIOS Y LA CIENCIA
Esto es precisamente lo que proponen Guitton y los Bogdanov en su libro, Dios y la ciencia (1994). Según ellos, no existiría mejor ejemplo de esa interpenetración entre la materia y el espíritu que el comportamiento que manifiestan los fotones. Resulta que cuando el investigador humano intenta observar la onda del campo producida por un fotón, ésta se transforma inmediatamente en una partícula precisa y deja de ser un campo; por el contrario, cuando se la analiza como partícula material entonces se comporta como onda.