Noticias de Provincia - Abril 2021

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Editorial ¿PERFECCIÓN O SANTIDAD? Hermann Rodríguez Osorio, SJ Provincial Bogotá, 18 de abril de 2021

E

n el año 1994 el P. José Antonio Netto de Oliveira, SJ, publicó en la revista Itaicí, un artículo que tituló. “Perfección o santidad”. El mensaje fundamental de este texto está en el hecho de que hemos confundido los dos términos y hemos equiparado dos dinámicas que tienen fundamentos muy distintos. La perfección es una característica de lo terminado y completo, mientras que la santidad es la participación en la vida de Dios. Parece simple, pero las consecuencias de esta confusión son muy complejas para nuestra vida. El P. Netto de Oliveira explica que esta confusión, es la causa principal de que muchos cristianos, particularmente consagrados, no vivan su fe con alegría y que lo que debería ser el anuncio entusiasta de una buena noticia, pueda convertirse en un mediocre paso por la vida arrastrando una culpa que brota de una insatisfacción permanente ante lo que parece imposible de vivir. Existen dos extremos en los que puede caer una persona que busca una vida de entrega: 1) Pensar que ya llegó y vivir lo que podríamos llamar el síndrome del fariseo, que está convencido de que ya es santo por el cumplimiento riguroso de la ley. Y 2) Pensar que nunca va a llegar y vivir amargado porque no es posible cumplir con lo que ha prometido. Tanto el primero como el segundo responden con una misma actitud: No avanzar en el camino, quedándose quieto e inmovilizado por la satisfacción del deber cumplido o por la frustración que produce la impotencia de no ser capaz. La perfección nos ha sido propuesta como expresión de una consagración a Dios a través de lo que conocemos como los “consejos evangélicos”. De hecho, el decreto del Conclio Vaticano II sobre la vida religiosa lleva por título “Perfectae caritatis” (Caridad perfecta), y el fundamento de este llamado está en el evangelio según san Mateo (Mateo 5, 48): “Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto”. Término que se repite una única vez en el mismo evangelio, cuando Jesús invita a un joven que quiere seguirlo, diciéndole: “—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme” (Mateo 19, 21).

Santidad, perfección y pecado Un elemento adicional que propone el P. Netto de Oliveira es la relación entre santidad, perfección y pecado. No hay oposición entre santidad y pecado, pues las dos realidades pueden subsistir simultáneamente en la misma persona. De hecho los santos canonizados nunca se consideraron a sí mismos santos. Todos ellos se reconocieron pecadores hasta el fin de sus días. A pesar de la conciencia de ser pecadores, fueron considerados santos. Queda claro, entonces, que no existe incompatibilidad radical entre santidad y pecado y, de acuerdo con lo anterior, se puede ser al mismo tiempo santo y pecador. Cosa que no ocurre con la perfección y el pecado, pues este segundo hace imposible la primera. Si hay pecado, no hay perfección, pues el pecado es la imperfección por excelencia. De todo lo anterior podemos concluir que la invitación de Dios es a ser santos, no a ser pefectos, en sentido literal. De hecho, es


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