REVISTA HORIZONTUM-33

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RECORDANDO LAS LETRAS DE OCTAVIO PAZ DRA. BERTHA EUGENIA SOTRES MORA

Entre mis ruinas me levanto Solo, desnudo, despojado, Sobre la roca inmensa del silencio

V

iajero incansable por el mundo de las letras, que hilvanó cuidadosamente las palabras del español para armar renglones y párrafos en un juego continuo de ritmo y rima para crear poemas de ensueño y ensayos cargados de reflexión; ese fue Octavio Paz (1914-1998). Su recorrido por las palabras bien dichas y acomodadas lo inició desde niño en la biblioteca familiar al abrir y leer uno a uno los libros en los que encontró el placer de sumergirse de principio a fin en historias que lo fueron impactando. De esas lecturas quedó plasmada en su interior la influencia literaria de prominentes poetas mexicanos como Ramón López Velarde, Xavier Villaurrutia y José Gorostiza. Octavio Paz es el mayor, el más grande, de las letras de habla hispana del siglo XX, tanto que fue distinguido en 1990 con uno de los más altos galardones del mundo: el Premio Nobel de Literatura

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| SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2020

LAS LETRAS, SU MÁS IMPORTANTE MISIÓN

Nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, fue hijo de un abogado y periodista que participó en la Revolución Mexicana, Octavio Paz Solórzano, y de Josefina Lozano, una mujer española, católica y dedicada a las tareas del hogar. Una figura importante en su vida fue su abuelo —masón y liberal—, autor de varias novelas indigenistas y poseedor de una biblioteca especializada en la historia antigua de México que serviría de rica fuente de conocimiento y naciente inspiración para su nieto. Sus parientes más allegados lo introdujeron en la literatura europea, sobre todo a los autores de mayor influencia liberal e ilustrada. Fue en esa biblioteca en donde Octavio se dejó cautivar por el buen sabor de las elocuentes narrativas de Víctor Hugo, Baudelaire, Goethe, Lord Byron, Racine, Voltaire, Balzac Rousseau, Maupassant, Proust y Joyce. A sus 17 años (1931) comenzó la carrera de Leyes en la UNAM, pero la

abandonó al morir su padre. En ese momento decidió ser autodidacta para cumplir con su inclinación hacia algo que consideró su misión: las letras. En una gira por México tuvo la oportunidad de asistir en 1934 a una conferencia de Rafael Alberti, sobre la cual afirmó: “Escucharlo me impresionó, fue para mí una gran revelación”. En 1936, tras terminar sus estudios, se mudó a Yucatán para fundar una escuela para los hijos de los obreros y los campesinos. Ahí entró en contacto con la cultura maya que reflejaría en su obra poética. En 1937 se casó con la escritora Elena Garro, con quien tuvo una hija. Posteriormente, viajó a la España Republicana para asistir a un Congreso de Escritores; como el viaje lo realizó vía París en el andén se encontró con Pablo Neruda, Luis Aragón y Vallejo. Después, en Valencia tendría encuentros con Vicente Huidobro y con Miguel Hernández. Ahí conoció a Cernuda con quien después cultivó una amistad. Además, en este año publicó su primer


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