CUENTOS ESCRITOS POR LOS NIÑOS DE GUANAJUATO. Cómo vivo los valores en mi familia.

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Cuentos escritos por los niños de Guanajuato. Cómo vivo los valores en mi familia fue desarrollado por la Secretaría de Educación de Guanajuato.



Los cuentos contenidos en esta edición han sido adaptados para su publicación Primera edición, 2013 Secretaría de Educación de Guanajuato, 2013 Conjunto Administrativo Pozuelos s/n, Centro, 36000, Guanajuato, Gto. Impreso en México Distribución Gratuita – Prohibida su venta


Índice Alondra: una niña con valor ....................................................

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El sueño de Donají .....................................................................

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Colaborar para mejorar ...........................................................

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Un hermanito para Alin ............................................................

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Mi Ángel ......................................................................................

11

El amor de hermanos ................................................................

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Valencia: una ciudad especial .................................................

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Pedro y las zanahorias de oro..................................................

22

El niño golpeado ........................................................................

25

Valores en la familia .................................................................

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Defendiendo el hogar ................................................................

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Popis ...........................................................................................

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Una vida con firmeza ................................................................

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Una ardilla imprudente ............................................................

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Mariana en busca de valores ...................................................

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El valor del trabajo ....................................................................

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Día con día nuestros niños aprenden a ser parte del mundo, compartiendo con su familia, sus amigos y sus vecinos experiencias de vida que contribuyen a su formación. Estas vivencias influyen en sus decisiones de qué quieren ser y qué tan lejos quieren volar y soñar. Tienes en tus manos un colectivo de cuentos salidos de esos mundos. Cómo viven y ven su entorno nuestros niños de Guanajuato, cómo le dan sentido a la palabra valor en cada una de las frases que tejen sus historias. Este compendio es también una invitación a la lectura, a involucrarnos todos y no sólo involucrar a los más pequeños en un quehacer que es sumamente enriquecedor y gratificante. Es una invitación a imaginar juntos un mundo de tolerancia, de respeto e igualdad, de apreciación y consideración a los otros más allá de nuestras diferencias; una invitación a incluir y no excluir, a diseñar poco a poco un futuro donde predomine la paz en el amplio sentido de la palabra. Disfruta de estas historias que nos conmueven y nos alientan también al hábito más sano, fascinante, emocionante y enriquecedor: leer. Gracias a nuestros niños de Guanajuato por este regalo.

Secretaría de Educación



Alondra: una niña con valor Había una vez una niña llamada Alondra a la que le encantaba escribir. Ella tenía el amor de su familia que la cuidaba y la protegía. Por ser la más pequeña era muy apegada a su mamá, quien siempre le decía que tenía que ser una niña muy valiente y vencer sus temores ante cualquier situación que la vida le presentara. Cuando llegó la hora de ir por primera vez a la escuela no lloró, pues era una niña que tenía la confianza de que todo iba a estar bien, de tal modo que no tardó en adaptarse a sus compañeros y maestra; además recordaba que su mamá le decía: “Ahora que no está tu papá con nosotros, tu hermano, tú y yo tenemos que ser fuertes”. Alondra era una niña curiosa, platicona y preguntona, pero si veía a su mamá platicando con otra persona, sabía que no podía interrumpir, aunque se mordiera la lengua por preguntar algo.

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En clase, su maestra la describía como una niña trabajadora, responsable y solidaria con sus compañeritas y, si alguna no entendían algo, ahí estaba ella dispuesta a ayudarle. Alondra entendía que ella y su hermano tenían el derecho y la obligación de ir a la escuela, y que siempre, según realizaran sus actividades o no, tendrían una recompensa o una reprimenda, porque habían aprendido que todo en la vida tiene consecuencias. Cuando su papá estaba en casa, ella veía que junto con su mamá platicaban y decidían lo que convenía para estar mejor en familia. Le emocionaba mucho saber que cualquier fin de semana irían a visitar a los abuelos, pues “Tita” cocinaba un pay de limón que le quedaba riquísimo, y “Tito” siempre tenía en la bolsa de su pantalón dulces que compartía con ella. Alondra se consideraba una niña feliz, que recibía mucho amor y que, por lo tanto, era capaz de darlo. Alondra Zavala Dávalos Segundo grado de primaria Escuela Primaria “Niños Héroes” 11DPR0455B Valle de Santiago

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El sueño de Donají Había una vez una niña llamada Donají. Ella era una niña gruñona que tenía pocos amigos. Vivía con su mamá y su hermanito. Cuando salía con su mamá le pedía dulces, y si no se los compraba se enojaba y hacía berrinche. Cuando estaban en su casa y su mamá le pedía que hiciera sus deberes, ella se ponía a jugar. No ayudaba a la limpieza de su recámara; a veces, le daba flojera hacer su tarea. Su mamá y su hermano platicaron con ella. Su hermano le dijo que se ponía triste cuando le respondía feo y no le ayudaba con los deberes. También le dijo que cuando jugaban siempre quería ganar y por eso los otros niños ya no querían jugar con ellos. Mamá le dijo que tenía que esforzarse en la escuela para ser una buena alumna y aprender a leer.

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Esa noche Donají se fue a dormir pensando en lo que le habían dicho y empezó a soñar que por ser tan enojona, floja e injusta, se convertía en un monstruo feo; que ya nadie la amaba y que en todo el mundo ya nadie la quería. Despertó asustada, pero se sintió feliz de que era un sueño. Se levantó y le contó a su familia lo que soñó; los abrazó, les dio un beso y prometió ya no ser así. Se fue a la escuela contenta, se puso lista, hizo los trabajos, su maestra la felicitó. En la tarde hizo rápido su tarea y sus deberes para ir a jugar; esta vez, aceptó las reglas sin enojarse y se divirtió mucho. Ahora, Donají ya no es una niña gruñona, es muy inteligente, amable, justa y tiene muchos amigos. Donají Martínez Tovar Primer grado de primaria Escuela Primaria “Niños Héroes” 11DPR1128O San Felipe

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Colaborar para mejorar Había una vez una niña llamada Camila que vivía con sus papás. Un día, ellos acordaron que como familia todos tenían una misión que cumplir: la de papá Paco y mamá Alma era trabajar para darle a Camila lo necesario y ser buenos padres, mientras que la misión de Camila era dedicarse a la escuela y ser responsable. Ellos olvidaron hablar sobre los trabajos del hogar, asumiendo que era responsabilidad de la mamá Alma. Un día hubo un fin de semana lleno de actividades familiares, por lo que no fue posible realizar los trabajos del hogar. El domingo, todos llegaron muy cansados y sin ganas de hacer nada. Mamá Alma comenzó a recoger y a preparar lo del día siguiente. Se durmió muy tarde y despertó muy enojada y cansada, por lo que papá y Camila se sintieron muy mal al no haberle ayudado.

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A partir de ese día acordaron que las labores del hogar debían ser un hábito diario y todos debían colaborar por igual. Ahora Camila recoge su recámara. Mamá y papá no esperan el fin de semana para hacer limpieza general; así todos colaboran, conviven en armonía y en un ambiente limpio, y con ello el fin de semana tienen más tiempo libre para disfrutarlo en familia. Es así como la familia de Camila vive el valor de la justicia. Camila Mújica Vargas Segundo grado de primaria Escuela Primaria “Luis González Obregón” 11DPR1756E Guanajuato

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Un hermanito para Alin Había una vez una niña llamada Alin que vivía en una ciudad muy grande. Anhelaba tener un hermanito, hasta que un día sus padres le dieron la gran noticia. Ella se sentía muy feliz, sin saber que su vida cambiaría. Cuando el bebé nació, mamá dormía con él y todos lo cuidaban. Ella sintió que ya no la querían, pero poco a poco sus papás le explicaron que el bebé no sabía comer, caminar, ni hablar, por eso siempre estaban con él. Le dijeron que la querían más que nunca. Alin se sintió feliz otra vez. Aprendió a tener paciencia, a compartir con su hermano, a jugar con él; comprendió que ella ya no dormiría con sus papás porque ya era más grande, y nada pasaría, pues ya no sentía miedo.

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Tiempo después, se mudaron a la casa de sus abuelitos, quienes les demostraban su cariño día con día. Ahora son muy felices en ese lugar, en donde Alin ayuda a enseñar a su hermanito Luis a hablar y caminar. Los reyes la recompensaron con una bicicleta por ser una niña buena. Alin Luis Aguilar Santoyo Primer grado de primaria Escuela Primaria “Melchor Ocampo” 11DPR109S Pénjamo

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Mi Ángel Había un matrimonio que tenía tres hijos, pero un 19 de agosto llegó a sus vidas un angelito especial que cayó del cielo para ellos, y ese nombre le dejaron: Angelito. Sus padres notaron en sus ojos algo inusual. Acudieron al doctor y él también lo notó. Le hicieron pruebas y estudios que revelaron que él era un angelito especial. El doctor comunicó a los padres la noticia lo más pronto posible y ellos inmediatamente la comunicaron a sus hijos, familiares y amigos. No había nada por ocultar y mucho por celebrar. Todos trataban a Angelito con respeto y cariño, como un niño normal. Querían proporcionarle lo mejor y desgraciadamente no estaban bien económicamente; sin embargo, las carencias y privaciones no impidieron que fuera un bebé latoso y feliz. Abuelos, tíos, primos y, sobre todo, sus hermanos lo admiraban, pues habían visto su desarrollo y entusiasmo.

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Tal vez la familia carecía de recursos materiales, pero de amor jamás, eso les sobraba, tanto que un día los papás les dieron un regalo a Angelito y a sus hermanos: Aranza, su nueva hermanita. Para Angelito fue genial, pues ver un bebé era muy raro, pero su corazón se llenó de felicidad. Para él y sus hermanitos fue una nueva experiencia. Tiempo después, Angelito empezó sus terapias para que pudiera hablar y caminar, ya que decían que no podría hacerlo, pero con su esfuerzo, perseverancia, y el amor y dedicación de su familia, él logró caminar antes de lo esperado, y a todos les dio mucho gusto. Sus terapeutas del DIF lo admiran, lo quieren y lo cuidan, pues cada logro de Ángel es el producto del esfuerzo de todos. El ver sonreír a Ángel les alegra el día. En ocasiones, Ángel falta a sus terapias porque su estado lo hace enfermarse constantemente de las vías respiratorias y hay que tener cuidados especiales con él, para que no recaiga; pero cuando regresa le echa más ganas a sus ejercicios. Como cualquier niño, Ángel hace travesuras y se molesta cuando no puede hacer sus ejercicios y no puede lograr sus metas: saltar, correr, brincar...

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Ángel ha aprendido a tocar la guitarra y le gusta mucho cantar. La otra vez estábamos festejando el Día de la Candelaria y Angelito nos dio un show de rock. En el festejo, tocó, cantó y al final rompió la guitarra. Angelito es el niño más creativo que he visto. Tal y como su nombre lo dice es un angelito... mi angelito. Danna Laura Velázquez González Cuarto grado de primaria Escuela Primaria “Club Rotario” 11EPR0530R San Felipe

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El amor de hermanos Había una vez tres hermanos que vivían en un pueblo muy bonito. Ellos se querían mucho y eran muy unidos. Pepe, Paco y Pipo no tenían a sus padres, ya que habían muerto en un accidente cuando eran niños. Los tres fueron creciendo y para poder vivir trabajaban en lo que podían. Como ganaban poco dinero, siempre pedían prestado para sacar los gastos de la semana y algunas personas los ayudaban regalándoles comida. Un día, el casero les fue a cobrar la renta, pero desafortunadamente no tenían dinero y debían tres meses. Esto ocasionó el enojo del casero, quien les dijo que si no pagaban en el siguiente mes todo lo que debían, los iba a echar de la casa. Ellos le pidieron que les diera más tiempo para juntar dinero y pagar lo que debían, pero no quiso.

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Pepe, el mayor de los hermanos, después de mucho pensarlo, decidió irse a Estados Unidos para poder trabajar y pagar todas las deudas que tenían en el pueblo. Cuando y Pipo y Paco se enteraron se pusieron muy tristes. –No te vayas hermanito– dijo Pipo. –Lo tengo que hacer, lo que ganamos aquí no alcanza para pagar todo lo que debemos. Además el casero ya nos quiere sacar de la casa– dijo Pepe. –Te vamos a extrañar mucho– dijo Paco llorando. –Yo también los voy a extrañar, pero necesito hacerlo. Ahora que no esté deben portarse bien, deben ayudarse y no pelear. Todos los días rezaré para que estemos bien. Esta noche me iré. En cuanto logre pasar, les hablaré. Esa noche, mientras sus hermanos dormían, Pepe salió de su casa muy triste, pero con la esperanza de encontrar trabajo en el norte. Para poder cruzar la frontera tuvo muchos problemas, pero nunca se desanimó y con mucho esfuerzo Pepe pudo llegar a los Estados Unidos. Fue a Dallas y lo primero que hizo fue hablarles a sus hermanos para avisarles que estaba bien. Cuando terminó de hablar, Pepe buscó dónde quedarse.

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Afortunadamente, una pareja de ancianitos que no tenía hijos le ofreció su casa. Pronto, Pepe encontró trabajo en una pizzería, de ayudante en la cocina. Él se puso muy contento, les habló a sus hermanos por teléfono y les dijo que ya tenía trabajo y que pronto les mandaría dinero. Del primer pago que recibió, Pepe mandó dinero a sus hermanos. Cada semana les enviaba dinero y después de un tiempo, los hermanos pudieron pagar todas las deudas. Un día, Pepe les habló por teléfono y les dijo: –Necesitan ir a la escuela a estudiar para que tengan una profesión y no pasen tantas penas. Yo también estoy estudiando aquí porque quiero superarme; estoy yendo a la escuela en las noches y en el día trabajo muy duro. –No te preocupes, iremos a la escuela– dijo Paco. Después de colgar, Paco y Pipo platicaron: –Tenemos que valorar todo lo que hace nuestro hermano por nosotros– dijo Pipo. –Imagina qué bonito sería que lográramos ser profesionistas. Pepe se sentiría muy orgulloso de nosotros–dijo Paco. Pepe era muy trabajador y responsable. Pronto lo nombraron jefe de la pizzería y le pagaron más, con lo que pudo ahorrar dinero. Nunca olvidó sus valores y su sencillez; siempre ayudó a los ancianos que le tendieron la mano.

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Pasaron los años. Pepe aprendió muy bien inglés, lo que le ayudó a obtener un mejor trabajo. Estaba muy contento y soñaba con volver a México y poner un negocio con sus hermanos. Cuando hablaban por teléfono, platicaban de todo lo que les pasaba y cómo iban en la universidad. Pepe les decía que siempre recordaran los valiosos consejos que sus padres les daban cuando eran pequeños, para que lograran ser hombres de bien. Ellos le platicaban que estaban estudiando con muchas ganas y que iban muy bien en la escuela. Después de muchos años de trabajo, Pepe regresó de sorpresa a México. Cuando sus hermanos lo vieron, gritaron de alegría: –¡Pepe, Pepe, qué sorpresa! ¡Te extrañamos mucho!– dijeron sus hermanos. Los tres se dieron un fuerte abrazo. Fue el día más feliz, los hermanos nuevamente se volvían a reunir. Durante muchas horas platicaron todo lo que había pasado durante esos largos años. Paco y Pipo le contaron a Pepe que pronto terminarían su carrera. Muy emocionados le dieron las gracias por todo el esfuerzo y trabajo que había pasado por ellos.

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Pepe les contestó: –No tienen que agradecerme nada, era mi deber apoyarlos. El amor que nuestros padres nos inculcaron fue lo que me impulsó a trabajar por ustedes. Sé que ustedes hubieran hecho lo mismo. –Gracias, hermano– dijeron Paco y Pipo, y se abrazaron fuertemente otra vez. Lizeth Guadalupe Joaquín Torres Cuarto grado de primaria Escuela Primaria “Miguel Hidalgo” 11DPR1809T Apaseo el Alto

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Valencia: una ciudad especial Hace muchos años existió una ciudad muy bonita llamada Valencia. Su nombre se debía a que un día el planeta Tierra se quedó solo, sin vida. Sólo quedaba un niño llamado Tolerancia. Él se aventuró por el mundo buscando una nueva vida. Buscó y buscó, pero todo estaba desolado. De repente, llegó a un lugar muy bonito lleno de plantas, animales y agua. Todo era perfecto, hasta que descubrió que en ese lugar existía un malvado dragón que tenía cautiva a una hermosa niña. Él tenía mucho miedo y estuvo a punto de regresarse, pero decidió ser valiente y rescatar a la niña. Enfrentó su temor al dragón y lo derrotó, liberando a la hermosa niña, llamada Amor. Libres, Tolerancia y Amor decidieron formar un hogar en ese lugar, juntos. Debido a la valentía que tuvo Tolerancia, lo nombraron Valencia.

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Al paso de los años, se formó la ciudad más bonita del planeta, guiada por el rey Tolerancia y la reina Amor. La vida ahí era muy tranquila y justa. Tuvieron tres príncipes y dos hermosas princesas, y la vida les dio un regalo muy preciado a cada uno de ellos. El hijo mayor, Justino, tenía el valor de la justicia; el segundo se llamaba Isaac, con el don de la igualdad; el tercero se llamaba Rémolo, con el valor del respeto. Las dos princesas se llamaban Sol y Aleta, bendecidas con el valor de la solidaridad y la bondad. Todos convivían con la gente del pueblo, haciendo que la vida fuera justa. Todos se trataban con respecto e igualdad y eran solidarios los unos con los otros, pero no se daban cuenta de que no muy lejos de allí, en una cueva obscura y tenebrosa, vivía el hijo del dragón al que había derrotado Tolerancia, quien había crecido con mucho coraje, rencor y envidia, llenando su corazón de maldad, y en espera de poder atacar al pueblo de Valencia; con ganas de destruir los valores que tenían, los cuales usaban para vivir en armonía y en paz.

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Un día, el rey enfermó y el dragón aprovechó para atacarlos. Los hijos del rey tuvieron que defender el reino, pero la gente estaba asustada, así que decidieron abandonar la ciudad. Se esparcieron por el mundo y cada uno guió a un grupo de personas por diferentes caminos, estableciéndose en diferentes lugares. Nunca olvidaron sus dones y cada hijo del rey Tolerancia le enseñó a su pueblo el valor que lo caracterizaba y la importancia de perder el miedo. Después de muchos años de espera, la gente perdió el miedo y decidió pelear contra el dragón. Los hermanos lograron encontrarse y juntos, compartiendo el amor, la tolerancia, el respeto, la justicia, la igualdad, la solidaridad y la bondad, vencieron al dragón y crearon de nuevo una ciudad tan especial como era Valencia. Alejandra Bautista Colmenero Tercer grado de primaria Escuela Primaria “Luis González Obregón” 11DPR1756E Guanajuato

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Pedro y las zanahorias de oro La familia de Pedro estaba integrada por su papá, su mamá y dos hermanitas menores que él: Paty, de cinco años, y Lucy, de tres. Un día por la noche, la mamá y el papá de Pedro les dieron las buenas noches a sus hijos. Les dieron un beso, rezaron un poco, los cobijaron muy bien y los acostaron a dormir. Cuando los papás creyeron que sus hijos estaban dormidos, comenzaron a platicar, lamentándose por la falta de dinero. –Ya casi no hay comida y los niños no tienen ropa ni zapatos– decía la mamá. –Y yo no tengo trabajo– decía el papá muy afligido.

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Mientras tanto, Pedro, que no había podido dormir, escuchaba la conversación de sus papás, por lo que se puso muy triste y comenzó a llorar. Sus papás lo escucharon y de inmediato fueron a ver qué le sucedía. Él les dijo que había escuchado todo y estaba muy triste. La mamá lo abrazó y le dijo: –No te preocupes, Pedro, saldremos adelante. En nuestra familia tenemos fortaleza y unión, así que no nos dejaremos vencer, superaremos los obstáculos. Ahora duérmete. Pedro sintió consuelo al estar en los brazos de su mamá y se quedó profundamente dormido. Un duende brillante apareció en sus sueños y le dijo: –Pedro, he visto que tú y tu familia son personas de alma bondadosa, nobles, solidarios, respetuosos y prudentes; he visto que siempre están dispuestos a compartir lo poco que tienen y a ayudar a aquellas personas que son menos afortunadas que ustedes. Sé que ahora necesitan ayuda y quiero dárselas. Te voy a regalar tres semillas de zanahoria, pero no son zanahorias ordinarias, son de oro, así podrán venderlas y salir de la pobreza. Mañana a las nueve deberán sembrarlas. Es importante que cumplan con esto y esperen 40 días después de plantarlas, de lo contrario, la magia no dará resultado.

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Al otro día Pedro despertó, alzó su almohada y ahí estaban las semillas. Pedro contó su sueño a su familia. Los papás creyeron que eran juegos de niños y los dejaron sembrar las semillas debajo de un árbol. Cuando pasaron los cuarenta días, Pedro pidió a sus papás y hermanas que fueran a recoger las zanahorias. Sus papás le siguieron la corriente porque pensaban que era importante hacer sentir a los hijos escuchados, pero grande fue su asombro cuando al limpiar las zanahorias se dieron cuenta de que eran de oro. Vendieron dos zanahorias en el pueblo, lo cual les permitió comprar un pedazo de tierra y herramientas para trabajarla, y ayudaron a otras personas más necesitadas. Guardaron una zanahoria para enfrentar cualquier dificultad que se les pudiera presentar en un futuro. Cada noche, el duende se aparecía en los sueños de Pedro para recordarle la importancia del trabajo y de compartir con los más desafortunados. Omar Pérez Carmona Tercer grado de primaria Escuela Primaria “Luis González Obregón” 11DPR1756E Guanajuato

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El niño golpeado Aún recuerdo aquel día como si fuera ayer, aquella mañana cuando brillaba intensamente el sol, las aves iban de un lado a otro y la luz del día entraba por mi ventana. De repente, unos intensos gritos me hicieron saltar de mi cama; descalza, corrí hacia la ventana para ver qué sucedía y lo único que vi fue a mi hermano Sebastián tirado con golpes en la cara. Bajé desesperadamente las escaleras, corrí hacia la parte trasera y sostuve entre mis brazos a mi hermano tirado, volteé hacia mi izquierda y vi a un chico brincando la cerca, traté de alcanzarlo pero la cerca me detuvo, ya era demasiado tarde, en ese momento regresé para llevar a mi hermano dentro de la casa. Mis padres y mi hermana llegaban en ese momento a casa y me encontraron en la sala con mi hermano lastimado. En ese instante, mi papá Jaime tomó el teléfono y se comunicó al hospital más cercano. Al poco tiempo llegó la ambulancia y se a mi hermano, mi papá fue con él.

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Mi mamá Araceli y mi hermana hablaron conmigo respecto a lo que había sucedido. Cuando terminamos de hablar, nos quedó claro que quien había golpeado a mi hermano era el vecino, Emiliano. Pasaban los días y mi hermano seguía en el hospital debido a la gravedad de los golpes recibidos y parecía que su salud empeoraba. Mis padres consideraron prudente hablar de la situación con los papás de Emiliano y, para sorpresa de mis padres, los señores no estaban enterados de nada, pero entendieron la razón por la que sin motivo aparente Emiliano se había ido de su casa. Afligidos y apenados por la situación, los padres de Emiliano se disculparon por la conducta de su hijo quien, hasta antes del suceso, era tratado por un psicólogo por su carácter explosivo. Los papás de Emiliano dijeron que aunque no había nada que pudieran hacer para cambiar la situación, ellos se harían responsables de los gastos ocasionados por la hospitalización de mi hermano, lo que dio muestra de su responsabilidad y solidaridad.

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Mientras se encontraban en casa de los papás de Emiliano, mis padres recibieron una llamada del hospital para informarles que mi hermano había empeorado. Mis padres corrieron al hospital; los papás de Emiliano los acompañaron. A pesar de las malas noticias y de las continuas recaídas de mí hermano, mis padres siempre se mantuvieron fuertes y optimistas, ni por un momento perdieron la esperanza de que mi hermano mejorara poco a poco, y todas las noches, antes de dormir, pedíamos porque así fuera. Los padres de Emiliano se encontraban muy preocupados por su hijo y no habían parado de buscarlo. Luego de cinco días, las autoridades encontraron a Emiliano. Su mamá pidió a mis padres que no levantaran la denuncia, pero mis papás pensaban que era necesario que se hiciera justicia y que el joven enfrentara las consecuencias de sus actos y recibiera ayuda profesional para que lo orientaran sobre los problemas que puede ocasionar la agresividad y lo ayudaran a manejar sus emociones. Un día mi hermana tuvo que asistir a un campamento escolar. Mi mamá le dijo que era importante que a pesar de lo de mi hermano cumpliéramos con nuestras responsabilidades

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escolares, le dijo que no se preocupara, que todo iba estar bien y ella se fue tranquila. Dos días después, cuando regresó, dejó su mochila en casa y de inmediato fue a visitar a mi hermano. Su sorpresa fue enorme cuando entró a la habitación. Mi hermano estaba mucho mejor, él la vio, le sonrió y platicaron por un largo rato de cómo le había ido en su campamento, de las cosas que había visto y aprendido. Pasaron seis días y cinco noches más y el estado de mi hermano había mejorado lo suficiente para darlo de alta, así que todos juntos fuimos por él al hospital. Mi hermano estuvo cinco meses hospitalizado y durante ese tiempo mis padres, mi hermana y yo siempre permanecimos a su lado. Con esta experiencia me di cuenta que los problemas siempre van a existir y debemos tener fortaleza ante todas las adversidades que se presenten en nuestra vida y encargarnos de que se haga justicia ante todo mal. Estephani Luna Breña Sexto grado de primaria Escuela Primaria “Fernando de Tapia” 11DPR3417T Apaseo el Grande

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Valores en la familia Había una vez una familia compuesta por el papá, la mamá, el hijo y la hija. Esta familia vivía una difícil situación: el papá era minero y en el pueblito en el que vivían no había muchas oportunidades de trabajo debido a que en las minas había poca producción. Esta situación obligó al papá a buscar trabajo en otras minas de la región, motivo por el cual debió permanecer separado de su familia por largos periodos de tiempo; sin embargo, la fortaleza, la comprensión y el apoyo que caracterizaba a esta familia los ayudaba a enfrentar la situación. El papá tenía un corazón noble y cariñoso, era prudente, no tenía ningún vicio y se dedicaba únicamente a trabajar y a cuidar de su familia. Aunque no vivían con lujos, siempre tenían qué comer y ropa para abrigarse.

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Cuando el papá estaba lejos, permanecía pendiente de los avances de sus hijos en la escuela y de que su esposa estuviera tranquila, protegida y feliz, por lo que siempre mandaba a tiempo el dinero necesario para los gastos de la casa y de sus hijos. Los hijos eran muy agradecidos. En respuesta al esfuerzo de su papá, ellos hacían sus tareas, trabajaban para obtener las mejores calificaciones, cuidaban sus útiles escolares y ayudaban a su mamá con las labores del hogar. La mamá, por su parte, distribuía cuidadosamente el dinero, era precavida y ahorraba lo poco que podía por si se presentaba alguna emergencia, mientras su esposo se encontraba lejos. Esta forma de vida siempre les funcionó muy bien, el papá sabía que tenía que dedicarse a trabajar muy duro, pero tenía la tranquilidad de que su esfuerzo se vería recompensado y la tristeza de permanecer separado de su familia, estaba rindiendo frutos. Todos los integrantes de la familia estaban tranquilos porque sabían que ante cualquier necesidad o problema, todos encontrarían la solución para enfrentarlo.

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Esta historia es la vida de una pequeña familia como la de miles y miles que hay en nuestro país, cada una de ellas caracterizada por principios y valores heredados por los padres a sus hijos. Prudencia, justicia, fortaleza, honestidad, honradez, lealtad, tolerancia, bondad y sencillez son valores importantes de cultivar en la familia y en cualquier grupo social que promueva el desarrollo armonioso de sus integrantes. Daniela Marlén Vázquez Macías Sexto grado de primaria Escuela Primaria “Luis González Obregón” 11DPR1756E Guanajuato

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Defendiendo el hogar Había una vez una comunidad de peces que vivía muy feliz en el mar y que se trababa con respeto y solidaridad. Un día, mientras todos se encontraban reunidos, se escuchó un fuerte zumbido y todos se miraron extrañados, pues no sabían qué era o de dónde provenía dicho ruido. La comunidad de peces eligió al pez Juanito para investigar lo que estaba sucediendo, ya que se caracterizaba por su valor. Juanito tenía la misión de averiguar qué pasaba. Al estar cerca de la playa pudo observar que se trataba de la construcción de una plataforma petrolera sobre el mar y que los trabajadores junto con las máquinas generaban ese espantoso ruido y estaban contaminando el mar.

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Al regresar a la comunidad, Juanito le dijo a Luis Espada, quien era el líder, lo que estaba sucediendo. Éste convocó a una reunión general para decidir qué hacer con ese ruido infernal y la contaminación del mar. Luis Espada se distinguía por ser un gran guerrero y, por ello, lo primero que sugirió fue que todos los peces fueran a descomponer las máquinas y a molestar a los buzos que se dedicaban a trabajar en el mar. Marina, pececilla sabia y de mucha edad, no estuvo de acuerdo y sugirió que ante cualquier situación lo primero que deberían hacer era tener prudencia y actuar con cautela. Ella estaba segura que con el diálogo todo se podía resolver y propuso a Juanito que se asignara una comisión para visitar al responsable de la obra para expresarle, respetuosamente, sus inquietudes y preocupaciones acerca de lo que les molestaba. Mientras estaban hablando, se oyó una fuerte explosión que provocó un derrame de petróleo que afectó terriblemente a varios peces. Con la explosión, un buzo sufrió un accidente y rápidamente Luis Espada corrió en su auxilio. Todos querían que se castigara al buzo, pero Marina lo impidió, les explicó que no es correcto responder violentamente ante ninguna situación porque quien levanta la mano, es porque no tiene la inteligencia para dialogar, y en la comunidad todos eran muy sabios. Enseguida, se puso a prestarle ayuda al buzo, sacó de su casa de coral una perla mágica y la colocó en la

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boca del buzo; éste milagrosamente se curó. Con la perla mágica pudo entender el lenguaje de los peces. Al otro día, ya repuesto, el buzo fue llevado a juicio por la comunidad. Todos pedían justicia y que el buzo fuera castigado por el daño causado. Marina, de nueva cuenta, habló afirmando que “justicia era darle a cada uno lo que corresponde”, y le expuso al buzo lo que le sucedería a la comunidad si no realizaban los trabajos de la plataforma petrolera respetando a los habitantes del mar y a la naturaleza. El buzo, quien resultó ser el dueño del proyecto, en agradecimiento por la ayuda recibida se mostró consciente del daño que se causó a los peces y en cuanto regreso a la superficie dio instrucciones a los trabajadores para hacer las cosas con el menor ruido posible y sin dañar los arrecifes. Les habló de la importancia de cuidar el mar y el entorno natural. La primera tarea que asignó a los trabajadores fue limpiar el derrame de petróleo y proteger a sus nuevos amigos los peces, por siempre. Diego Hernández Jarillo Quinto grado de primaria Escuela Primaria “Luis González Obregón” 11DPR1756E Guanajuato

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Popis Érase una vez un perro muy audaz llamado Popis que tenía dos amigos llamados Goliat y Bongo. Estos tres amigos se apreciaban mucho, paseaban siempre juntos moviendo su colita y siempre ladrando una sinfonía. En el barrio donde vivían había unos perros malos que se creían los reyes de la colonia: no respetaban a nadie y siempre ofendían a todos los canes. También, había unas perritas muy hermosas, pero la más bella de todas se llamaba Bola y era la novia de Popis. Estaban tan enamorados que todos los perros malos querían deshacer esa relación perruna.

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Una tarde, mientras Popis y sus amigos paseaban por las calles, se encontraron un pedazo de carne aún en su envoltura. Goliat y Bongo querían comérsela, pero Popis sugirió que lo correcto era buscar al dueño y así lo hicieron. Una viejecita caminaba preocupada por la zona en busca de la carne que había tirado por descuido de su bolsa. Popis la miró y respetuosamente se la entregó sin ninguna mordedura; la viejecita se fue agradecida y contenta por el acto de Popis y lo felicitó por su honradez. Popis siempre sonreía y caminaba de forma muy particular, nadie lo igualaba, por eso muchos lo envidiaban, sin embargo, él era humilde y con un corazón noble y bondadoso. Aunque ninguno de los canes malos aprobada su relación con Bola, ellos decidieron casarse. Su boda fue como ninguna, había un gran banquete y todos convivían como familia. Popis y Bola lucían radiantes. Una grata sorpresa estaba por venir ya que ellos aún no sabían que en el vientre de Bola se desarrollaba el fruto de su amor. Mientras ellos disfrutaban de su boda y bailaban felices, a lo lejos, los perros malos los miraban con desprecio y pensaban en planear una maléfica travesura porque no querían ver junta a esta feliz parejita. Al terminar la boda, Popis y Bola dieron las gracias a sus invitados y gustosos se fueron a un lindo viaje, el cual disfrutaron mucho, más aun cuando se enteraron que estaban esperando perritos.

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Pasaron dos meses y el tan esperado momento llegó: nacieron cuatro hermosos cachorros a los que llamaron Tobi, Manchas, Estrella y Pulga. Al enterarse del nacimiento, los perros malos vieron la oportunidad de hacerle daño a Popis y Bola, y secuestraron a sus cachorros. Muy tristes, Bola y Popis salieron a buscarlos, pero no los encontraron. Pasó el tiempo y Popis no se dio por vencido y día a día continuaba con la búsqueda. Un día se topó con uno de los perros malos y sin que éste se diera cuenta, lo siguió hasta su guarida en donde, finalmente, pudo ver de lejos a sus cachorros. De inmediato, buscó ayuda de los perros policías; éstos llegaron al lugar, entraron y rescataron de un cuarto obscuro a los cachorros, sanos y salvos. Popis y Bola estaban felices de volver a verlos; a los perros malos, los llevaron a la perrera, y Popis, y sus cachorros fueron una gran familia y vivieron felices por siempre. Cindy Estefany Zavala Méndez Quinto grado de primaria Escuela Primaria Urbana No.3 “Ma. Guadalupe” 11DPR0367G Cerano

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Una vida con firmeza Juan era un joven humilde, bondadoso y dispuesto a ayudar a los demĂĄs. Su familia estaba muy unida y todos consideraban que los valores como la honestidad, la tolerancia, la fortaleza y la humildad eran esenciales para convivir en armonĂ­a con las personas de su comunidad. A pesar de ser buenas personas, eran objeto de insultos por su forma de vestir y, a pesar de que trataban de no hacer caso a las crĂ­ticas, algunas veces terminaban por sentirse mal por el proceder de algunas personas de su comunidad.

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La razón de su apariencia se debía a que en casa de Juan la situación económica era difícil, por ello, la ropa de los hermanos mayores era guardada para ser utilizada por los menores de la familia, y la ropa de los padres estaba muy vieja y gastada. Juan y sus hermanos no se quejaban de esta situación para no preocupar a sus padres, quienes se esforzaban día a día por darles alimento y cubrir sus necesidades escolares. En ocasiones, Juan se vestía un poco descombinado o con ropa que le quedaba grande o ajustada. Como Juan era nuevo en la escuela, muchos compañeros se le quedaban viendo y se burlaban de él, aunque había algunos que se interesaban en ser sus amigos porque la bondad de su corazón, por encima de su apariencia, era evidente. Juan tenía la seguridad de que asistir a la escuela era una oportunidad que no debía desperdiciarse y más cuando su familia contaba con pocos recursos. Él pensaba que estudiar era una manera de salir adelante, poder construir una vida mejor y ayudar a su familia. Algunas veces él se sentía muy triste por ser objeto de las burlas y pensaba que quienes lo molestaban nada más iban a la escuela a buscar problemas con sus compañeros y profesores y que no aprovechaban las buenas enseñanzas que se iban presentando para después tener un buen empleo.

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La familia de Juan era muy fuerte, pues a pesar de que los traban mal, todos sus integrantes seguían luchando por salir adelante y ayudar a todas esas personas que lo necesitaban, pues ellos pensaban que siempre había alguien más necesitado a quien tender la mano. Juan y su familia supieron sobrellevar todo los problemas y adversidades sin perder la firmeza. Con el tiempo, la fortaleza y la constancia de esta familia rindieron frutos y lograron cambiar su situación económica. Los hijos fueron los mejores en la escuela y los papás pudieron encontrar un mejor trabajo. La situación en su comunidad también cambió. Las personas se dieron la oportunidad de conocer a esta familia y reconocer los valores importantes en ellos, por encima de su apariencia. Poco a poco la discriminación fue desapareciendo. Con esfuerzo, la familia de Juan logró salir adelante y ahora ellos ayudan a personas para que sean mejores y vivan en un mundo justo. María Fernanda García Romero Segundo grado de secundaria Telesecundaria 833 11ETV0833K San José Iturbide

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Una ardilla imprudente Había una vez una ardilla que constantemente causaba problemas y en ocasiones decía mentiras. Vivía en un hermoso bosque en el cual habitaban conejos, topos, pájaros, luciérnagas, venados, entre otros animalitos. Debido a su personalidad, esta ardilla vivía alejada del resto de los animales. Un día, todos los animales salieron temprano para ir al río. Algunos aprovecharon para asearse y otros para lavar. Todos estaban trabajando, excepto la ardilla, quien estaba un poco aburrida, así que se le ocurrió hacer una pequeña broma. De pronto comenzó a gritar: –¡Corran porque viene el zorro! ¡Allí viene el zorro! Y todos, gritando, corrieron a sus casas.

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Cuando todo pasó, la ardilla riéndose les dijo: –Hubieran visto sus caras de espanto cuando les dije que el zorro venía y ni era cierto. El topo, muy molesto, respiró profundo y tratando de guardar la calma dijo a la ardilla: –Si vuelves a hacer otra broma semejante te correremos definitivamente del bosque. Y continuó haciendo sus labores. La ardilla, entre dientes, dijo: –Qué amargado, ya me arruinó mi día. Mejor tomaré una pequeña siesta para descansar de todo este drama. Al día siguiente, el comité de limpieza de los animalitos del bosque realizaba la recolecta diaria de basura, ya que algunos de los humanos que visitaban el bosque para disfrutar de sus maravillas dejaban tirados desechos en todas partes, incluso en el río. Mientras tanto, la ardilla, sin ganas de trabajar, decidió hacerles otra broma a los animales: –¡Un incendio¡ ¡El bosque se quema, corran porque viene el fuego! Y todos asustados corrieron en busca de agua para salvar su

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amado bosque, y al regresar con las cubetas, comprobaron que no había ningún incendio. La ardilla reía sin parar y gritaba: –¿Ya apagaron el fuego? ¡Cuidado, no se vayan a quemar! Enfurecidos, los miembros del comité de limpieza le dijeron que ya estaban cansados de sus bromas pesadas y decidieron convocar a una junta para acordar qué decisión se tomaría al respecto. Todos platicaron para decidir cuál sería el castigo ideal para la ardilla. Algunos dijeron que debía cuidar a los animalitos pequeños, otros sugirieron que era mejor que realizara las labores del bosque, e incluso hubo quienes pidieron que se le desterrara del bosque. Cuando estaban decidiendo qué hacer, el señor topo hizo una intervención: –Amigos, ningún animal del bosque es inquieto por maldad, quizá la ardilla tiene algún problema y se comporta de esa manera para atraer nuestra atención, quizá se siente sola. Les pido me permitan hablar con ella para saber qué es lo que le sucede y así podamos ayudarla y no sólo castigarla. Todos estuvieron de acuerdo y mandaron llamar a la ardilla. El señor topo le preguntó: –Amiga ardilla, no queremos causarte un mal, queremos

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vivir con respeto y armonía entre todos. Dime, ¿qué es lo que te lleva a comportarte de esa manera? ¿Hay algo que podamos hacer por ti? La ardilla se sorprendió al ser cuestionada porque nunca alguien se había interesado por cómo se sentía. El interés del señor topo la hizo sentir apenada, ya que nunca había sido su intención lastimar a los animalitos del bosque, ella solo quería jugar. El señor topo le dijo que todas las acciones, buenas o malas, tenían consecuencias y que ella debía responder por el daño que había hecho, y le recomendó que propusiera cómo podía enmendar su acción. La ardilla dijo: –Yo estoy dispuesta a hacer lo que ustedes decidan, les pido disculpas porque no me había dado cuenta de que mis bromas no eran graciosas, sino molestas. El topo regresó con sus compañeros y les platicó lo sucedido y todos estuvieron de acuerdo en darle una oportunidad a la ardilla, siempre y cuando cumpliera con una sanción. La ardilla no pudo tener una mejor sanción que jugar con

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los cachorritos del bosque, pues cumplía con su cometido y se divertía muchísimo. También cooperaba gustosa con las labores del bosque. Los animales del bosque se dieron cuenta de que la ardilla cumplía con cada una de sus labores y poco a poco la ardilla convirtió en el animal preferido de la comunidad; ya no hacía bromas pesadas que afectaran a los animalitos y ayudaba a los demás, así que vivió feliz y en armonía junto a los demás por siempre. Alma Guadalupe García Arvizu Primer grado de secundaria Telesecundaria 833 11ETV0833K San José Iturbide

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Mariana en busca de valores Érase una vez un pueblo no tan lejano llamado Coroneo. Sus habitantes eran muy respetuosos y solidarios. Vivían allí tres personas muy especiales: la familia González Estrada, la cual estaba conformada por Marcial, el papá; Teresita, la mamá, e Ivett, la pequeña hija. Eran muy unidos y practicaban los valores muy a menudo; siempre decían que estos eran esenciales para tener una vida sana y agradable. Se llevaban muy bien con todas las personas y les agradaba organizar partidos amistosos de futbol los fines de semana, donde siempre resaltaba el optimismo, el respeto y la tolerancia. Cierto día regresaron al pueblo cuatro personas muy peculiares: Mauricio, el papá; Leticia, la mamá; Octavio, el hijo mayor, y Mariana, la menor. Se trataba de la familia Zarraga Almaraz, quienes eran conocidos por ser conflictivos. Ellos habían vivido un tiempo en Coroneo, pero se mudaron porque no toleraban que todos sus habitantes vivieran en armonía.

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En una ocasión, la familia González Estrada estaba participando en un partido amistoso de futbol y la familia Zarraga Almaraz interfirió con su negatividad, soberbia e intolerancia, y comenzaron a agredir a las personas que allí se encontraban. La familia González Estrada los detuvo y de forma respetuosa les pidió que se retiraran y no siguieran comportándose de esa forma. Cuando los Zarraga Almaraz vieron que sus agresiones no causaban una actitud negativa, decidieron irse. Algo llamó la atención de todos: la pequeña Mariana estaba llorando detrás de un gran árbol. Al ver esto, Ivett acudió al lugar donde se encontraba la niña y le preguntó: –¿Qué tienes pequeña? ¿Por qué estás llorando? –Lo que pasa es que mi familia es muy mala. A ellos no les gusta ser cordiales con las personas, no les importan los valores, sólo quieren crear problemas a los demás– dijo Mariana. –No te preocupes– contestó Ivett –nosotros te vamos a ayudar a que tu familia comprenda que los valores son muy hermosos, que te hacen ser mejor persona y dejan cosas buenas. Mira, ¿qué te parece si hoy vas a mi casa para planear cómo hacer que tu familia cambie? ¿Qué dices? –Sí, está bien– respondió Mariana.

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Por la tarde, la familia Zarraga Almaraz estaba desesperada porque Mariana no aparecía por ninguna parte y rápidamente fueron a la plaza y comenzaron a buscarla. Pasaron varias horas sin saber nada. En el transcurso de la búsqueda, estos se percataron de que las personas se portaban indiferentes. La familia seguía pidiendo ayuda, pero no recibía respuesta. Fue entonces que se dieron cuenta de que la conducta de las personas se debía a que se habían portado mal con ellas, y coincidieron en que, si no se hubieran comportado nunca de esa manera, todo sería diferente. Decidieron ir a la casa de los González Estrada a pedir ayuda. El señor Marcial, al abrir la puerta de su casa, notó la desesperación de los González Estrada y les preguntó qué era lo que pasaba. El señor Mauricio le dijo que querían pedir su ayuda porque su hija Mariana se había perdido y llevaban horas buscándola. El señor Marcial llamó entonces a Mariana, quien se encontraba en su casa platicando con Ivett. Al verla, sus padres le preguntaron qué hacía allí, y ella les dijo que ella e Ivett estaban ideando un plan para hacer que cambiaran, ya que estaba decepcionada de que su familia fuera muy conflictiva y se comportara mal con todas las personas.

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Los papás de Mariana comprendieron que su hija no estaba perdida, sino que sólo buscaba consuelo. Después de la calma, ellos reflexionaron y entendieron que los valores como la honestidad, la tolerancia y el respeto son importantes y que ayudan a las personas a vivir en un ambiente de tranquilidad y paz. Los Zarraga Almaraz prometieron a Mariana que cambiarían su forma de ser. Así lo hicieron y comenzaron a practicar los valores. Nunca más volvieron a ser groseros y vivieron felices por siempre. Ivett González Estrada Tercer grado de secundaria Escuela Secundaria “José Vasconcelos” 11DES0083V Coroneo

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El valor del trabajo Felipe era un hombre de piel morena, nariz ancha y ojos rasgados: un indígena oaxaqueño. Él se caracterizaba por su gran fortaleza y dedicación hacia su familia, por quienes trabajaba sin descanso para que nada les faltara; sin embargo, la escasez de trabajo en su pueblo lo orilló a viajar a la ciudad y dejar a su familia. Felipe se despidió de su esposa e hijos diciéndoles que esa partida era temporal y que aunque le causaba una profunda tristeza tener que separase de ellos, tenía la certeza de que le iba a ir muy bien. Abrazó a Rosa, su esposa, quien lloraba por el temor de no volverlo a ver pronto; sin embargo, le dio ánimos y le aseguro que ellos estarían bien mientras él estaba ausente. Sus hijos lo rodearon con tristeza, pero confiaban en su padre y en sus palabras. Se comprometieron a dar lo mejor de ellos en la escuela y esperar pacientes su regreso.

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Ya en la ciudad, Felipe comía poco, para que el dinero que llevaba le rindiera, pero a pesar de sus esfuerzos, el dinero se le terminó. A pesar de esto, él no perdió la fortaleza y el ánimo de salir adelante. Algunas veces pedía en los restaurantes que le dejaran ayudarles a cambio de comida. Pasaron un par de semanas y Felipe no encontraba trabajo. Una tarde, estaba tan desesperado y hambriento que había resuelto regresar a su pueblo. Su angustia se reflejaba en su rostro y una pareja le preguntó qué le sucedía. Él les platicó su situación y ellos lo invitaron a su casa a comer; al terminar le propusieron que trabara con ellos de jardinero y él acepto. Felipe trabajaba arduamente atesorando cada peso ganado para regresar a su pueblo en mejores condiciones y poder darle a Rosa y a sus hijos la vida que deseaba para ellos. Con el tiempo, el matrimonio que contrató a Felipe vio en él a una buena persona y admiraron su responsabilidad y honradez. Ellos pensaban que Felipe era una persona de grandes capacidades y lo alentaron a ir a una escuela para adultos, donde lo enseñaron a leer. Felipe era el mejor y aprendía todo muy rápido.

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Isabel y Alejandro, el matrimonio benefactor, platicaron a Felipe que ellos habían tenido un hijo pero había muerto de pequeño y que nunca lo habían olvidado, pero trataban de vivir felices recordándolo. Como ellos extrañaban a su hijo, entendían lo importante que era que la familia permaneciera unida y alentaban a Felipe para que al terminar la escuela volviera con su familia para que nunca se separaran; sin embargo, entendían que tenía que llevar dinero para poder realizar sus sueños. Por ello, le recomendaron ser paciente. Entre Felipe y el matrimonio día a día crecía una amistad muy bonita y sincera; más que una amistad era un afecto muy especial. Un día, Isabel le dijo a Alejandro que cuando Felipe regresara a su pueblo quería que fueran a conocer a su familia. Cuando se lo propusieron a Felipe, él les dijo que sería un gran honor y un privilegio para su familia. Dos días después partieron. A los tres se les salía el corazón de su palpitante pecho por la emoción. Finalmente, llegaron a su destino.

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Rosa no podía creer que en el marco de la puerta se dibujaba una silueta: era Felipe. Corrió a abrazarlo y gritó a sus hijos que salieran a recibir a su papá. Felipe presentó a sus acompañantes, quienes fueron aceptados con gran júbilo por toda la familia. En el tiempo que estuvieron en el pueblo, Isabel enseñó a Rosa a preparar pan para que lo fueran a vender al pueblo y con el fruto del trabajo de Felipe pusieron una pequeña panadería. Además de trabajar en la panadería familiar, Alejandro todas las tardes, al cobijo de un árbol, enseñaba a leer y a escribir a la gente del pueblo. Felipe veía todo lo que pasaba a su alrededor y daba gracias a la vida por la oportunidad y por haber puesto gente honesta en su camino. Era inmensamente feliz y sentía una gran fortaleza en su alma, que era resultado de su esfuerzo y perseverancia. Natasha Pamela Granja Monjaráz Segundo grado de secundaria Telesecundaria 833 11ETV0833K San José Iturbide

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Agradecemos la colaboración de Yuritzi Isabel Zamudio Arroyo en el diseño de las ilustraciones para esta edición http://yura-ruda.blogspot.mx





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