Boletín Alas #353

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OBSERVATORIO ECLESIAL AÑO 7 * 30 MAY - 05 JUN 2020 * NUM. 353

sonas, quienes respetaron el distanciamiento social en la plaza de San Pedro, luego de tres meses de cierre por la pandemia. Jorge Mario Bergoglio pidió rezar en silencio por los médicos, los voluntarios, los enfermeros, todos los trabajadores sanitarios que tanto han dado sus vidas en este periodo y merecen gratitud y admiración. La Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo de Jerusalén abrió sus puertas tras dos meses cerrada por el confinamiento. En la madrugada, decenas de musulmanes se congregaron frente a una de las gigantescas puertas de madera del recinto para entrar, incluso antes de la llamada a la oración.

Unas horas más tarde, cientos de judíos ingresaron en la explanada. Están autorizados a visitar el lugar durante horas precisas, pero no pueden rezar, para evitar atizar las tensiones religiosas. Su reapertura se suma a la de la Basílica de la Natividad el martes en Belén, lugar de nacimiento de Jesús según la tradición cristiana, ubicada en Cisjordania. En Arabia Saudita, miles de mezquitas reabrieron ayer por primera vez en más de dos meses, pero el sitio más sagrado del islam en La Meca permanece cerrado. (jornada.com.mx) 01/06/2020

GÉNERO Y ECUMENISMO 62. El/La Espíritu/Ruaj obra un cuerpo: Virginia Raquel Azcuy ―Pentecostés‖ significa el día cincuenta desde la Pascua, cuando los discípulos y las discípulas de Jesús recibieron el Espíritu Santo para realizar la misión de anunciar la buena noticia de la resurrección (Hch 2,1-11 y Jn 20,19-23).

1Cor 12,22-25). Esta clave puede ser muy útil para reflexionar sobre los desafíos que nos muestra el tiempo presente: en el cuerpo de la creación y la humanidad, de la sociedad y la familia, estamos convocados/as a vivir una solidaridad urgente y creciente.

¿Cómo podemos celebrar esta fiesta hoy?, ¿qué le pedimos al Espíritu que obre en nosotros?, ¿cómo dejamos que Él o Ella, porque Espíritu en hebreo es femenino =la ―ruaj‖, ore en nosotras?

¿Cómo puede el(la) Espíritu obrar este cuerpo?, ¿cómo hace el(la) Espíritu para defenderlo, sanarlo y transformarlo? No sin nosotros, no sin cada uno y cada una. El(la) Espíritu pide actores y actoras de una solidaridad entrañable, corpórea, que se mueve sin detenerse en medio de la fragilidad.

Tal vez el capítulo 8 de la Carta a los Romanos puede ser una buena introducción: ―el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables‖ (8,26).

Si consideramos este texto en el contexto de los capítulos 11-14 de la Primera Carta a los Corintios, también encontramos la idea del cuerpo vinculada a las relaciones entre mujeres y varones dentro de la comunidad cristiana.

La magnífica metáfora del cuerpo, utilizada por el apóstol Pablo en sus epístolas mayores, puede ayudarnos a dimensionar lo que puede obrar el Espíritu. Hoy que el cuerpo se manifiesta herido, vulnerado y roto, el Espíritu nos abre caminos para sanar, cuidar y reparar; no de forma mágica, claro está, sino a la manera de una espiritualidad en medio de lo real y contingente.

La exégeta alemana Luise Schottroff alude, en estos capítulos, a una visión de la feminidad que complica la liberación de las mujeres (Compendio de interpretación feminista de la Biblia, 584ss).

La lectura paulina que nos propone la liturgia nos plantea la relación entre el Espíritu y el cuerpo de Cristo: ―en cada uno y cada una, el(la) Espíritu se manifiesta para el bien común‖ (1Cor 12,7). Pablo toma la idea de Menenio Agripa, quien plantea la figura del cuerpo para explicar la infructuosa protesta de los miembros (el pueblo) contra el estómago (la élite) según explica el exégeta J. N. Aletti. Sin embargo, el apóstol invierte y adapta la metáfora a la realidad de los carismas en la Iglesia y desarrolla una luminosa orientación pastoral: la necesidad de una solidaridad con los miembros más débiles e indignos del cuerpo (cf.

Por tanto, podemos indagar de modo abreviado cómo el(la) Espíritu puede orientarnos a sanar, cuidar y reparar la unidad entre mujeres y varones, en un presente marcado a menudo por el desamor del maltrato, la violencia y la herida. La mujer y el varón, como así también las mujeres y los varones entre sí, estamos llamados como humanidad a formar un cuerpo, pertenecemos al género humano y esta realidad nos hace hermanos. Los mencionados textos de Pablo, en el contexto de su preocupación por las asambleas litúrgicas y los dones del Espíritu, son algo contradictorios porque presentan una reflexión pastoral que trata de armonizar el mensaje cristiano con una comunidad con diversos carismas, pero deudora de una situación cultural patriarcal que

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