OBSERVATORIO ECLESIAL AÑO 7 * 06 – 12 JUN 2020 * NUM. 354
internacional. Pero hay países que han aprovechado para restringir el acceso al asilo", señala.
por el trabajo paralizado por empresas que han dejado de contratar.
"Presión migratoria"
Pese a las proyecciones, la crisis sanitaria habrá permitido sacar "una verdadera lección", dice JeanChristophe Dumont. "No se pueden cerrar las fronteras completamente.
"Cabe esperar una mayor presión migratoria, una diferencia entre las opciones legales a la inmigración y las intenciones de migrar", resume Jean-Christophe Dumont. Más allá del flujo, las enseñanzas de crisis anteriores hacen temer "efectos desproporcionados, duraderos y negativos sobre la integración de los inmigrantes", advierte la OCDE. Debilitados por la pandemia, los migrantes ven una segunda espada de Damocles: la congestión administrativa de los dosieres en espera, congelación de los procedimientos de reinstalación en Europa, regularización
Hay familias que viven a un lado y otro de las fronteras, compromisos humanitarios, necesidades de mano de obra en sectores a los que, incluso en tiempos de crisis, nadie quiere ir. Por lo que se hacen excepciones rápidamente porque la migración es parte de lo que somos en tanto que sociedad". Con información de AFP (jornada.com.mx) 11/06/2020
GÉNERO Y ECUMENISMO 64. “Las condenas patriarcales a la Teología Feminista proyectaron sobre Dios una imagen misógina": Juan José Tamayo "La Teología Feminista llamaba la atención sobre la discriminación de las mujeres, que desemboca en violencia machista, feminicidio, como invariante histórica e instrumento normalizado en la sociedad y la Iglesia patriarcales" "Cuestionaba las masculinidades sagradas como única representación divina, rechazaba la moral de esclavas que las religiones imponen a las mujeres" "El resultado de la investigación fue la acusación a la Conferencia del Liderazgo de posturas contrarias a la fe de la Iglesia en cuestiones como el sacerdocio y la homosexualidad, de errores doctrinales y de promover un feminismo radical" En el centenario del nacimiento de Juan Pablo II y en el quince aniversario de la elección de su sucesor, Benedicto XVI voy a reflexionar sobre una teología que no ha tenido el reconocimiento que merece, ni siquiera en los discursos religiosos críticos dentro del cristianismo y en el ámbito del feminismo, cuando se trata de una de las más creativas y metodológicamente ―revolucionarias‖ de los últimos cincuenta años: la Teología Feminista. En un primer momento apenas se la tuvo en consideración. Se la desdeñó y situó del lado de las teologías de genitivo por creerse que su novedad no consistía en otra cosa que en incorporar a la mujer como un tema más en el programa teológico. Por ello ni siquiera el Magisterio eclesiástico reaccionó ante su nacimiento ni reparó en su originalidad. ―Cosas de mu-
jeres‖, interpreto que dijeran los defensores de la teología patriarcal y del dogma católico. Pero la Teología Feminista era más que eso. Llevaba a cabo una verdadera revolución metodológica, un giro hermenéutico y un análisis de la realidad desde la perspectiva de género, que suponía una verdadera conmoción en el discurso teológico. En su mediación socio-analítica llamaba la atención sobre la discriminación de las mujeres, que desemboca en violencia machista, feminicidio, como invariante histórica e instrumento normalizado en la sociedad y la Iglesia patriarcales. Violencia contra las mujeres, no como simple fenómeno marginal sino como el instrumento habitual, fundamental y más eficaz del patriarcado para someter a las mujeres. Ni siquiera la Teología de la Liberación en sus orígenes reparó en tamaña injusticia, que afectaba a más de la mitad de la humanidad, y de manera especial a las mujeres del entonces llamado ―Tercer Mundo‖ u hoy ―Sur global‖. Aplicando al ámbito religioso las categorías de análisis de la teoría de género, la Teología Feminista (feminismos, género, patriarcado, autonomía, violencia de género, masculinidades hegemónicas, masculinidades sagradas, pacto entre mujeres, fraternidad-sororidad, feminización de la pobreza, hermenéutica de la sospecha, etc.) dirigía su crítica radical a las estructuras jeráquico-piramidal-patriarcales de las iglesias, cuestionaba las masculinidades sagradas como única representación divina, rechazaba la moral de esclavas que las religiones imponen a las mujeres. A su vez creaba sus propias organizaciones teológicas sin pedir autorización al Vaticano y sin necesidad de asesores teológicos varones, proponía alternativas co-
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