Revista Olimerca nº 40 - Marzo 2022

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EN PROFUNDIDAD ESPECIAL NAVARRA

Itziar Gómez López, Consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente de Navarra

“Los olivareros navarros solo tienen un camino para rentabilizar el cultivo: demostrar la máxima calidad” El olivar en Navarra apenas supone un 0,5% de la producción nacional, de modo que los olivareros navarros solo tienen un camino para rentabilizar al máximo el cultivo y ocupar un lugar en el mercado nacional e internacional: demostrar la máxima calidad diferenciada. Así lo explica la consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente de Navarra, en esta entrevista para Olimerca.

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limerca.- ¿Qué peso tiene el olivar y la producción de aceite de oliva en la región de Navarra? Itziar Gómez.- El olivo es un cultivo mediterráneo que está presente en la historia y el paisaje de Navarra desde hace dos mil años. A lo largo de los siglos, la extensión e importancia de nuestros olivares han sufrido altibajos. Durante la década de los ochenta y parte de los noventa, la situación del sector almazarero se complica extraordinariamente y muchos trujales tuvieron que cerrar sus instalaciones por falta de materia prima, obligando, con intervención de la Administración Navarra, a establecer un sistema de reestructuración de las almazaras cooperativas existentes, reduciendo su número a las nueve que actualmente funcionan. La reestructuración fue radical. En 1995, el olivar de Navarra toca fondo y entre 1966 y 1995 había desaparecido el 68% de la superficie de cultivo de olivo pero, a partir de este año la tendencia se invierte; poco a poco, la superficie plantada de olivar va aumentando. En 24 años (1996-2020) se ha pasado de 2.279 ha a 7.200 ha productivas, más del 60% en regadío y la superficie cultivada en ecológico se incrementa año a año las 813 has. En cuanto al aceite de 0,75 millones de Kg de aceite se ha pasado a casi 6 millones de kilos.

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Olimerca

1º TRIMESTRE 2022

La superficie cultivada se ha multiplicado por 3 y la producción se ha multiplicado por 8, alcanzando así un techo histórico nunca antes igualado. No obstante, una buena parte del sector olivarero navarro sigue muy atomizado y disperso en pequeñas explotaciones familiares. En las dos últimas décadas se han incorporado plantaciones de olivo de cierta entidad, con criterios de calidad y rentabilidad, sujetas a las modernas técnicas de cultivo: son plantaciones más intensivas, en terrenos más productivos y con riego por goteo en muchos casos. El olivo es un árbol muy resistente a la sequía, con capacidad para reducir la pérdida de agua, de ahí su cultivo tradicional en zonas agrícolas marginales. Con todo, la posibilidad de aportarle agua en las zonas más áridas y en la época estival, mediante instalaciones de riego localizado (por goteo, fundamentalmente) supone una gran mejora. En cualquier caso, el olivar siempre ha formado parte de nuestro paisaje como un cultivo rústico, adaptado a terrenos áridos. Su producción, orientada al consumo local, se ha cuidado con mimo artesano, el aceite ha sido parte de nuestra cultura y nuestra dieta familiar. Otro aspecto relevante tiene que ver con la aportación que supone el olivar en el mantenimiento del paisaje, la fauna y el medio ambiente en su conjunto. En lo


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