Danzan los cóndores

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EL HOGAR DE LA POESÍA Estaban todos convocados al hogar de la poesía donde ardía el fuego eterno de las musas y el verbo se mutaba en música. Todos: Las personas, los animales y los elementos. Todos tenían cabida en el hogar de la poesía. Había un sitio para la lluvia y otro para el rocío. No así para las tormentas. Había lugar para los ríos que discurren suavemente pero no para el torrente, la inundación o el desatino. Los hombres y mujeres de los más diversos oficios, estaban como en su propia casa, felices en el hogar de la poesía. Menos el rico que no pudo entrar en el reino de los cielos y que tampoco quiso entrar al hogar de la poesía. Se hizo el desentendido y pasó de largo. Parece que tenía, 81


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