Introducción
A mediados del mes de marzo de 1569, y tras varias semanas de mal tiempo, la armada capitaneada por el general Diego Flores de Valdés zarpó de Sanlúcar de Barrameda. A bordo de la Capitana viajaba el virrey del Perú, Francisco de Toledo, camino de tomar posesión de su cargo. Su nombramiento se produjo el 20 de mayo de 15681, junto a su homólogo, el virrey de México, Martín Enríquez de Almansa, que había llegado a Nueva España en setiembre de 15682. Sin embargo, Francisco de Toledo, que se encontraba en su patria a la espera de unas condiciones más favorables para partir hacia las Américas, suplicaba al obispo de Sigüenza, el poderoso Diego de Espinosa, que le permitiese «serbir en la guerra de Granada», considerando una «verguença yrnos a las yndias dejando la guerra de los moros en casa»3. Mientras el virrey se impacientaba, el Consejo de Indias se preocupaba, pues el retraso en la salida habría comprometido el regreso de la flota que transportaba el valioso cargamento, estimado en unos dos millones de ducados. Toledo denunciaba irregularidades e incumplimientos, tanto de las normas relacionadas con el cargamento de la mercadería, como del embarque de las personas, mientras que el responsable de la flota, Diego Flores, 1 Roberto Levillier, Don Francisco de Toledo, supremo organizador del Perú. Su vida y su obra (1515-1582), I, Buenos Aires, 1935, pp. 73-89. 2 La llegada de Enríquez a San Juan de Ulúa coincidió con una incursión de Francis Drake; el episodio se volvió célebre al punto de ser recordado por Lope de Vega en su Dragontea, canto II, en las Obras completas de Lope de Vega, editadas por Joaquín De Entrambasaguas, Madrid, 1965, p. 195, cit. en Antonio García-Abásolo, Martín Enriquez y la reforma de 1568 en Nueva España, Sevilla, 1983, p. 323. 3 Carta de Toledo a Espinosa. Sevilla, 23 de enero de 1569, en Levillier, Don Francisco de Toledo, cit., Anexos, pp. 54-55.