Sociedad hispánica y orden político
nuevos recorridos. El sistema de producción estaba cada vez más orientado hacia el área minera y la capital fue trasladada del Cuzco a Lima (más cercana al mar y a las comunicaciones con la Madre Patria, y no tan fuertemente insertada en un mundo indígena todavía hostil). Sin embargo, Toledo supo entender tanto el valor simbólico y político de la antigua capital como el funcional, vinculado al sistema vial y al sistema de comunicaciones ya existente, por lo que el proyecto del virrey de trasladar la capital de Lima al Cuzco, propuesto por Matienzo con anterioridad, habría significado la definitiva sobreposición, incluso en el aspecto simbólico, del aparato estatal de los nuevos dominadores sobre el de los vencidos. Habría constituido también una poderosa señal de seguridad en sus propios medios de parte del Estado colonial, definitivamente inmune a las amenazas indígenas. Habría sido un elemento de control aún más eficaz —en el verdadero corazón del mundo andino— sobre la línea que unía los dos centros económicos, Huancavelica y Potosí, convertidos en fundamentales para la creciente economía minera. Toledo llegó a entender a fondo el valor simbólico y político de las distintas regiones del Imperio porque las había recorrido palmo a palmo, evaluando, además, su disposición y las interrelaciones existentes entre ellas, y supo reconocer cuál era el centro del complejo entramado que conformaban las distintas partes del Tahuantinsuyu. Sin embargo, la Corona no aprovechó esta oportunidad.
Fortificaciones y control político El control político sobre el territorio del virreinato se vio reforzado, aunque los riesgos de revueltas nunca dejaron de preocupar al virrey. Sin embargo, él creía haber realizado una labor fundamental eliminando el enclave incaico de Vilcabamba. La decapitación de Túpac Amaru y la remoción del «idolo que tenían e ingas muertos en quien los naturales adoraban», a su entender resolvieron el problema de la seguridad respecto de las rebeliones indígenas, ya que «quedaron todos los del reino pacificos, y los caminos asegurados»90. Sin embargo, la experiencia había enseñado que una atenta acción de control no podía contemplar exclusivamente a los nativos. En espera de que los colonos comenzaran a considerar su estancia en el Perú como permanente, y no como una etapa provisional, preludio de un regreso a la patria cargados de riquezas, y que comprometiéndose con la vida pública se sintieran partícipes 90
Toledo, «Memorial», cit., p. 80.
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