Exactamente Juana: Poética y erótica de la libertad

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Exactamente Juana Poética y erótica de la libertad

Rolando Sierra Fonseca

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Exactamente Juana. Poética y erótica de la libertad ©Rolando Sierra Fonseca © Editorial Plural © MUA Primera Edición, agosto, 2021. Tegucigalpa, Honduras, C. A. ISBN: 978-99926-714-6-7 Corrección de estilo: Rebeca Becerra Sara Corea Fotos de portada: Evaristo López Rojas Diseño y Diagramación: Hektor Varela

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Sus poemas son crudos, de una veracidad que le gana muchos enemigos, pero también incontables admiradores. (Eloy Roy)

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Para Yesenia y Camil

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Agradecimientos Para la elaboración de este trabajo sobre Juana Pavón, quiero agradecer la colaboración y apoyo, en primer lugar, de la Dra. Reyna Cristina Rosario, historiadora dominicana, quien me impulsó a publicar el artículo que es la base de este ensayo. Asimismo, a Lizeth Sierra Fonseca por la revisión de este texto y a Paola Pineda por su apoyo en la realización de este trabajo. De igual manera, quiero agradecer a una serie de personas siempre solidarias con Juana con quienes, en conversaciones informales, he registrado datos, anécdotas y percepciones sobre sus experiencias con la poeta: América Mejía, Bayardo Blandino, Zoila Madrid, María José Orellana, Rafael Murillo Selva, Tito Estrada, Luisa Cruz, Regina Aguilar, Mario Jaén, Danilo Lagos, José Manzanares, Xiomara Ponce, Aleyda Romero, Víctor Figueroa, José Ángel Sánchez, Ludmila Herrera, entre otras y otros. Mis agradecimientos son, también, de manera especial para Monseñor Raúl Corriveau, Yesenia Martínez García y María Camil Sierra Martínez con quienes compartimos un sinnúmero de experiencias con Juana, y le acompañamos en la medida de nuestras posibilidades.

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Índice Pág. Introducción.............................................................. 11 1. Una vida a la intemperie........................................ 17 Orfandades, exilios y orfanatos.................................18 Destino Tegucigalpa.................................................27 “Poeta de la calle”......................................................36 2. De la razón poética a la erótica de la libertad.......... 43 “La poesía nos hace más leve el dolor” .....................44 Identidades: mujer, locura y erótica...........................53 Identidades: matria/territorial...................................77 3. Etnógrafa nocturna de Tegucigalpa....................... 81 Tegucigalpa conmigo................................................81 Juana Morazán, la plaza central y otras anécdotas... 91 4. Después de haber yo muerto................................ 105 Ante el dolor de los demás.....................................105 Ante el dolor de sí..................................................120

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Introducción1 Este trabajo tiene como propósito realizar un breve acercamiento a la trayectoria de vida y obra poética de la hondureña Margarita Velásquez Pavón, conocida especialmente como Juana Pavón o Juana la Loca y, para el pueblo hondureño, como Juanita o Doña Juana. Ella, desde su obra poética, construyó un discurso sobre sí y sobre la creación poética, tomando en cuenta que su poesía es considerada como “…atrevida, desinhibida, rechaza y enfrenta valientemente la sociedad hondureña” (González, J; 2004: 144). Indudablemente Juana Pavón fue una personaje que no pasó inadvertida dentro de la vida social, cultural y literaria de Honduras. Su vida transcurrió entre la sobrevivencia, la creación literaria y la bohemia en un ir y venir entre espacios, ciudades, lugares, personajes y vivencias. En muchos casos sobrevivió con plenitud y 1. Este trabajo es una versión ampliada del artículo Exactamente Juana publicado en la Revista ECOS. Instituto de Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (USAD). Año XXIV, Vol. ¡No. 14: 269-282.

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creatividad, escándalos, conflictos, búsquedas; encuentros y desencuentros; enfermedades y alivios; silencios y bullas; presencias y ausencias. Juana Pavón publicó dos libros de poesía Yo soy esa sujeto (1994) y Exacta (2004), así como poemas impresos en afiches o pósteres. También presentó y declamó su poesía en diferentes lugares del país y Centroamérica. Juana Pavón, definió su vida como una novela (Pavón, J; 2003).2 Lo cierto es que, hasta ahora, lo que se sabe de ella es de su propia narración. Se requiere investigar con más acuciosidad sobre muchas de las etapas y facetas de su vida. Pero, ¿qué narró Juana de sí misma en sus entrevistas y obra poética?, ¿cómo se definió a sí misma? De manera desafiante se definió como una mujer EXACTA: Escúlquenme lo exacto y les mostraré cuan ‘EXACTA’ soy. Simplemente Juana (2004: 25). Lo de exacta puede entenderse como cabal, correcta, pero, ante todo, fiel y leal consigo misma, con sus convicciones y con los otros, coherente con su modo de ser y de existir. Nadie que la conoció esperó algo diferente de ella en su modo de vivir al límite, en el equilibrio al querer cruzar sobre la cuerda y en la rectitud de sus posturas. 2. (Entrevista con la poeta hondureña Juana Pavón, (“Juana la loca”)* *Publicado en La Prensa Gráfica, 26 de agosto de 2003: http://archive.laprensa.com. sv/20030826/ cultura/cultura1.asp Así mismo es muy interesante la entrevista a Juana realizada por la periodista Farah Robles. “Juana la Loca”. Mi Locura es divina” en La Entrevista de la semana, Diario El Tiempo, 5 de noviembre, 1994.

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Juana se caracterizó por ser una mujer irreverente frente al poder, pero no de todo poder, sino especialmente del que se impone ilegítimamente. Como ciudadana de la modernidad no sacramentalizó ningún poder, pero sí existía en ella, ante todo, el respeto por el otro, especialmente por el débil y desposeído. De modo que, se puede decir que en la literatura y especialmente en la poesía Juana encontró una forma de luchar contra el poder. Como sostiene Compagnon, A. (2007: 40): “La literatura es una fuerza de oposición: tiene el poder de combatir la sumisión al poder. Contra- poder, pone de manifiesto todo el alcance de su propio poder cuando es perseguida. De donde se desprende una molesta paradoja, a saber, que la libertad no le es propicia, puesto que la priva de servidumbres a las cuales resistirse”. Bajo esta óptica es desde donde se puede contextualizar y leer la vida y obra literaria de Juana Pavón como un contradiscurso a los poderes dominantes y establecidos de su tiempo. Esto es lo que exactamente la definió como una persona EXACTA, como exacta es su poesía en relación con el modo en que vivió y “subsitio” en esta vida, como ella lo decía. Porque: “En exacta vemos a Juana exactamente como es; vemos al mundo a través de su experiencia y presentimos que la historia de Juana no es única, posiblemente existan muchas Juanas en nuestra sociedad y en todas las sociedades de Latinoamérica (o quizás de todo el mundo)”. (Castro, A; 2004: 8) Ada Luz Mejía (2010: 87), en su estudio sobre la mujer y la poesía en Honduras, y dentro de las cuatro generaciones que establece en la historia, ubica a Juana dentro del grupo contemporáneo, es decir: “Las nacidas 13


entre 1940 y 1973, cuyos nombres son (en el orden de aparición en la antología): Juana Pavón, Blanca Guifarro, Sara Salazar, Claudia Torres, Xiomara Bú, Alejandra Flores, Aída Sabonge, María Eugenia Ramos, Amanda Castro, Débora Ramos, Waldina Mejía, Elisa Logan (Elizet García), Lety Elvir, Indira Flamenco, Rebeca Becerra, Yadira Eguiguren, Armida García y Francesca Randazzo. Actualizando las publicaciones de este grupo de poetisas, me permito nombrar tanto las que se incluyen en la antología como las que se han dado en años posteriores, aporte valioso a la colección de la poesía escrita por mujeres en Honduras. Es importante no pasar inadvertida la incursión de estas féminas, no solo en la producción poética, sino también en otros géneros, como en el cuento y en el ensayo”. Juana no puede identificarse únicamente como poeta, sino, sobre todo, como una mujer que se convirtió en un personaje del país que libró batallas por los derechos de las y los desposeídos de este mundo, además de batallas por la sobrevivencia y para ello encontró en la poesía una forma de expresión. En ese sentido, este acercamiento a Juana Pavón parte estableciendo algunos rasgos de su trayectoria de vida para ubicar su producción literaria. En un segundo apartado, se analiza su discurso poético y erótico en relación con su identidad como persona y mujer, con la locura y con la identidad nacional. En un tercer apartado, se analiza la representación y vivencia de Juana en la ciudad de Tegucigalpa, en las que puede establecerse una especie de un mimetismo poético. Para luego concluir con la reflexión que Juana misma realizó sobre su presente y su muerte, 14


donde aparecen la enfermedad, el dolor, la sobrevivencia, y dentro de ello su reflexión sobre la necesidad de morir y nacer continuamente como forma de vivir en este mundo. El libro ha sido ilustrado con algunas fotografías, dibujos, pinturas, imágenes y pósteres o afiches de la poeta que han hecho de ella artistas nacionales o internacionales, en ocasión de sus muchas presentaciones y recitales poéticos.

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Juana Velásquez Pavón, fotografía del 30 de Septiembre de 1972.

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Una vida a la intemperie

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l acercarse a la trayectoria de vida de Juana Velásquez Pavón en sus diferentes etapas, desde su nacimiento, niñez, juventud, adultez y vejez se observa que su vida transcurrió a la intemperie, sin techo propio, propiedades personales y muy poca protección. Físicamente sin la “habitación propia’’ y la independencia económica que demandaba Virginia Woolf para que las mujeres pudieran escribir, pero sí con la suficiente independencia personal para expresarse (Véase Woolf, V; 2005). Razón por la cual, la crítica literaria norteamericana Janet Gold llamó a Juana la “poeta de la calle” (Gold, J; 2001: 142), o “la poeta del hambre” para el músico hondureño Alex Palencia (1986), porque la poeta escribió desde su experiencia de orfandad, olvido, de soledades diurnas y nocturnas.

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Orfandades, exilios y orfanatos Juana Pavón nació el 203 de julio de 1945 en el municipio de San Marcos de Colón, en el departamento de Choluteca. Fue registrada inicialmente con el nombre de Janette Mata, y posteriormente se le cambió el nombre y fue registrada civilmente y bautizada como Margarita Velásquez Pavón. Sus padres biológicos fueron Hernán Velásquez de León (de Tegucigalpa) y Gregoria Pavón Garay (del municipio de Pespire en el departamento de Choluteca), su padre fue un maestro rural que llegó a trabajar a una aldea de San Marcos de Colón, como pagador de la compañía norteamericana que construía la carretera panamericana. Fue en este municipio donde conoció a la madre de Juana, una joven de 14 años, que pronto salió embarazada y murió inmediatamente después del parto. Como Juana lo relató, su padre por sus problemas de alcoholismo: “… cuando le pagaban se iba a beber semanas y meses. En una de esas idas a beber, mi mamá me dio a luz y se murió en el parto, porque le faltaban tres meses para cumplir quince años. Mi papá llegó al mes a verme a la clínica. Le dijeron que su mujer había muerto y que tenía una niña. Él se puso a beber y a beber, y me fue a reclamar, pero el doctor le dijo que borracho no me podía entregar. Él se regresó a Tegucigalpa y se murió poco después, de una intoxicación. Eso me han contado las gentes del pueblo”. (Pavón, J; 2003) 3. En varias referencias de Juana aparece como fecha de nacimiento el 19 de julio porque en muchas ocasiones ha dicho que nació ese día o más bien volvió a nacer con el triunfo de la revolución sandinista en 1979.

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En la vida de Juana, San Marcos de Colón significó siempre su ombligo y referente permanente, territorial e identitario. Este municipio fue fundado en 1795. En 1824 empezó a prosperar como aldea del mineral de El Corpus (Honduras), después una parte fue anexada junto a las Aldeas de San Pedro de Morolica (Honduras) de Texiguat (Honduras). En 1846 se le otorgó la categoría de municipio por el Congreso Nacional. Posteriormente, el 2 de febrero de 1927, se le otorgó el título de ciudad. Su nombre se debe a San Marcos Evangelista, santo que donaron los dueños de la hacienda de Colón al pueblo para su veneración y construcción de una capilla. Los integrantes de esta población decidieron cambiar el nombre de Mandaime por el de San Marcos de Colón. (Véase Fiallos, C; 1989: 142-143). Actualmente, San Marcos de Colón es uno de los 16 municipios del departamento de Choluteca. La ciudad cabecera se sitúa a lo largo de la Carretera Panamericana, a 192 km de Tegucigalpa, a 53 km de Choluteca y a 12 km de la frontera con Nicaragua (El Espino). Es así como a Juana le acompañó siempre su origen sanmarqueño y su experiencia de orfandad, aunque sí sabía quiénes fueron sus padres. Fue adoptada por el médico del municipio, el Dr. Francisco Mata, quien atendió a la madre de Juana al momento del parto. La asentó con el nombre Janette Mata y, años más tarde, la esposa de este le cambió el nombre por Margarita Velásquez Pavón, que es el que tenía en su última tarjeta de identidad. Sin embargo, las consecuencias de la historia política de Honduras de inestabilidad, odio y bipartidismo se sintieron en la niñez de Juana debido al hecho de que el doctor Mata, se 19


identificaba con el Partido Liberal y fue exiliado en los últimos años de la dictadura de Tiburcio Carías (19331949). Esto implicó que Juana viviera su niñez y adolescencia entre orfanatos e internados, y traslados de un sitio a otro. Sin duda la dictadura de Carías Andino representó otro referente en la memoria de Juana Pavón. Siguiendo al periodista norteamericano William Krehm, que visitó Centroamérica en la década de los cuarenta del siglo XX, en su conocido libro Democracias y Tiranías en el Caribe (1949), quien expresó que para que Tiburcio Carías se sostuviera en el poder por tantos años, entre otros elementos, el exilio y las cárceles jugaron un papel muy importante: “La fórmula aplicada por los dictadores centroamericanos para justificar su aferramiento a la presidencia es muy sencilla, y varía muy poco de una república a otra. En primer lugar, han asegurado el orden en el país, lo cual significa que las cárceles están llenas y los espías son omnipresentes. Además, han emprendido importantes obras públicas. Basta referirse a una carretera pagada por los contribuyentes norteamericanos, y a un aeropuerto construido por la Panamerican Airways, para probar cómo es indispensable mantener el presidente en su cargo durante quince años, y prorrogarle su permanencia por otros veinte más, de modo que pueda ‘cumplir su misión’. Placas de bronce señalan cada alcantarilla, cada garita de guardia construida bajo el dictador. Sumadas unas a otras, estas ‘obras públicas’ logran convertir al régimen en una ‘época’ y en una ‘edad’. Una barraca o un puente se ofrecen en compensación de cientos de vidas tronchadas, de una generación de espinazos rotos y almas violadas. Es un sistema de contabilidad 20


común a estas regiones, y no faltan diplomáticos y periodistas extranjeros dispuestos a certificar que los balances cuadran perfectamente”. (Krehm, W; 1949) En las cárceles del país y en el exilio había centenares de hondureños acusados de promover acciones subver-sivas contra el régimen cariísta. Gran cantidad de hondureños, entre ellos el novelista Ramón Amaya Amador, se incorporaron a la Legión del Caribe, un destacamento revolucionario que, teniendo sede en Costa Rica, luchaba contra los regímenes dictatoriales de Centroamérica: Jorge Ubico en Guatemala, Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador y Carías en Honduras. Una de esas conspiraciones tuvo lugar el 21 de noviembre de 1943 cuando varios hondureños trataron de producir una sublevación castrense contra la tiranía, pero, infelizmente, un desertor de última hora denunció el plan y todos los revolucionarios fueron detenidos. El jefe del movimiento fue Emilio Gómez Rovelo, quien buscó refugio en México. (Becerra, L; 1983: 183) Dentro del contexto de la dictadura, es en el que nació Juana Pavón. Tras el exilio del Dr. Mata en el año de 1947, fue llevada al hospicio Casa del Niño en Tegucigalpa4 que era dirigido por las hermanas terciarias franciscanas de la Purísima donde vivió cerca de once años y fue en este el lugar que cursó la escuela primaria. Al retorno de su exilio, el Dr. Mata fue a buscarla a la Casa del Niño, la llevó al internado y la matriculó en la Escuela Normal de Señoritas Villa Ahumada en Danlí, ciudad del oriente de Honduras, para estudiar el plan básico de secundaria, 4 . Ubicado entonces en el actual edificio del Correo Nacional y Galería Nacional de Arte en Tegucigalpa.

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inicialmente con una beca que le otorgó el gobierno de Ramón Villeda Morales (1958-1963), quien fue derrocado por un golpe de Estado militar y con lo cual, Juana volvió a ser víctima del bipartidismo porque el gobierno militar de Oswaldo López Arellano que asumió el poder, le suspendió dicha beca. Entonces, el Dr. Mata se hizo cargo del pago de sus estudios en la Escuela Normal. También, aquí cursó el primer año para formarse como profesora de educación primaria, donde la recibieron para el segundo año, pero no lo concluyó. En este centro educativo tuvo como profesores a destacados académicos y docentes del país como el biólogo Cirilo Nelson; el matemático Francisco Avalos Parra; y a las maestras Norma Fúnez de Donaire y Daisy Pineda de Valladares. Al año siguiente volvió a la zona sur de Honduras, esta vez a la ciudad de Choluteca, para vivir en el internado y estudiar en el recién creado colegio Santa María Goretti de las religiosas canadienses, de la comunidad de las Hijas de Jesús que se habían instalado desde 1957 en esta ciudad, como Juana lo relató: “El doctor ya había muerto, entonces mi madrina doña Rosita, me interna en un colegio de monjas en Choluteca, en el Santa María Goreti, estas monjas conmigo eran diferentes, a mí me querían mucho. Con ellas llegué hasta el último año, pero no me gradué, me salí”. (Pavón, J; 1994a) De este lugar fue expulsada una vez, pero, posteriormente, volvió para concluir sus estudios como profesora de educación primaria. Cabe decir que en la vida de Juana la presencia de los sacerdotes católicos de las Misiones Extranjeras de Quebec, conocidos como Padres Javerianos, y de la comunidad religiosa de las Hijas de Jesús guardaron 22


una gran importancia, tanto para su formación como para el futuro de su vida. La presencia de los Padres de las Misiones Extranjeras de Quebec en Honduras se formalizó mediante el convenio suscrito el 3 de febrero de 1957, entre monseñor José de la Cruz Turcios, arzobispo de Tegucigalpa, y monseñor Edgardo Larrochelle, superior general de la Sociedad de las Misiones Extranjeras, convenio mediante el cual las parroquias de Choluteca, Pespire, San Marcos de Colón, El Corpus y Orocuina, en el departamento de Choluteca, y la recién fundada parroquia de La Guadalupe en Tegucigalpa pasaron a la administración de los nuevos misioneros: “El domingo 18 de agosto de 1957 tomaron posesión de la parroquia de La Guadalupe los sacerdotes javerianos, acto presidido por el obispo hondureño José de la Cruz Turcios y Barahona, y presenciado por el superior regional de los sacerdotes de Misiones Extranjeras en nuestro país, el padre Guillermo Aubuchon. Mientras nombraban al párroco en propiedad, se designó vicario ecónomo de dicha parroquia al padre Santiago Greendale. Mismo cargo y en la misma fecha se le otorgó al padre Juan Pablo Peloquín”. (Revista 25 aniversario de 27 de junio 1955; 1985: 12). De la misma manera, la comunidad de religiosas Hijas de Jesús (Trois-Riviéres, Quebec) tienen un significado en la vida Juana. En el mes de enero de 1957, llega el primer grupo de religiosas para trabajar principalmente en el campo escolar y la catequesis en el departamento de Choluteca. De acuerdo con Danet: “La primera comunidad de las hijas de Jesús en Honduras vio el día en enero de 1957, en Choluteca, una ciudad de clima tropical asfixiante. Las cuatro hermanas fundadoras, 23


se habían puesto, con algunos medios de fortuna, a aprender el español, pero las sonrisas sirvieron mejor que la lengua a los primeros intercambios. La acogida de la población fue de las más cálidas. ‘Había que aprenderlo todo: la lengua con sus secretos, el calor, las gentes, los militares en todos los rincones de la calle, la vegetación, los animales, los insectos venenosos y, además los machetes, grandes cuchillos que cargan los hombres, los grandes velos negros que enmarcan tristemente el rostro de cobre de las mujeres. Para quienes llegaban era otro mundo’. Así mismo, esta autora plantea que: Las nuevas misioneras delimitan su proyecto a partir de cuatro ejes: 1. Un eje religioso: desarrollar una instrucción y una vida cristiana de base, por la pedagogía, la catequesis en los barrios y en las escuelas privadas o públicas, y los numerosos movimientos juveniles. Legión de María, Apostolado de la Oración y otros grupos piadosos. 2. Un eje social: ocuparse de los pobres, acogida gratuita en las escuelas, internados para las jóvenes del campo, cuidados de salud, esfuerzos para hacer despertar a padres y profesores a una mentalidad de fraternidad entre las clases sociales. 3. Un eje educativo: apoyo material y pedagógico a las escuelas y maestros, adaptación a los métodos y usos del país; las hermanas no dudan en someterse a exámenes exigentes para alcanzar el reconocimiento legal de sus títulos. 4. Por último, un eje vocacional”. (Danet, H; 1990: 293-294). Dentro de estas líneas de trabajo, las religiosas fundaron en la ciudad de Choluteca el Centro Educativo Santa María Goretti. Dicho centro comenzó a funcionar a partir del 17 de febrero de 1957 con un esquema de internado en donde se atendían solamente señoritas, bajo la dirección 24


de la Congregación de las religiosas Hijas de Jesús y la colaboración de la organización de mujeres católicas, conocidas como las Damas Guadalupanas, integrada por personalidades de la ciudad, cuya preocupación era la creación de un instituto religioso educativo. Fue en este centro donde Juana Pavón, hacia 1964, concluyó sus estudios como profesora de educación primaria, aunque nunca tramitó su título. La infancia de Juana Pavón, de una manera u otra, más allá de las privaciones de la vida entre orfanatos e internados, se desenvolvió, en cierto sentido, en el mundo de las letras aun cuando, como ella lo relató de sí: “A mí me decían siempre que era una inadaptada, y yo les respondía que no me podía adaptar a su mierda, solo a la mía. Siempre fui muy directa. Hablé lo que pensaba. A mí me castigaban mucho por esos contratiempos, porque era muy tremenda” (Pavón, J; 2003). Con su padre adoptivo, el doctor Mata, el vínculo que mantuvieron fue mínimo debido al exilio de este. No obstante, heredó de sus años entre las comunidades de religiosas una buena formación y, sobre todo, sus intereses por la lectura y el estudio como una cosmovisión de la vida. Desde su infancia mostró interés por la literatura. Leyó, como ella misma lo expresó, a la escritora española Corín Tellado y especialmente la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, poesía que siempre recordó a lo largo de su vida. Sor Juana era para Margarita Pavón “la primera feminista” (Pavón, J; 2003). Pero la obra que más impresionó a Juana, fue el libro Las mil y una noches que, como se verá más adelante, tuvo una influencia en su estilo y forma de escribir. 25


Para Juana sus escritores y autores preferidos fueron: “Antonio Machado, Vallejo… Pablo Neruda es sorprendente. De mi país me gusta mucho Roberto Sosa. ( Juana nos ve a la cara y ataca a quemarropa). Ya van a decir que todos son poetas de izquierda y que me estoy contradiciendo”. Como se verá más adelante la influencia de Neruda es clara en su estilo de escribir. Respecto de los escritores y escritoras centroamericanos, sostenía: “Me gusta Roque Dalton, me fascina Silvia Elena porque es muy erótica, Federico me encanta y ¡es derecha!, pero tiene tanta ternura”. (Pavón, J; 2003) No por acaso Juana Pavón se caracterizó y conoció por su excelente conocimiento de la poesía, tenía una excelente memoria literaria, una buena ortografía y una estilizada letra palmer. Era capaz de recordar cada una de las lecturas que hacía, y sobre todo las de poesía, como también recordaba por su nombre a cada persona que conoció. Después de haber egresado del Instituto Santa María Goretti, trabajó como maestra en una escuela rural en la comunidad de Yusguare, en el municipio de El Triunfo en el departamento de Choluteca. Sin duda esta experiencia marcará, si se puede decir así, el futuro de Juana no solo porque fue un acercamiento a la vida rural hondureña, sino también por tomar conciencia de la situación de pobreza y exclusión en la que se encontraba la mayoría de las familias campesinas de la zona. Pero lo más signi- ficativo de esta experiencia, es que Juana se encontró con su modo de ser y con su carácter en la forma “exacta” de tratar a los demás. En este caso, ya sea por su condición de vida como por lo directa que era para decirle la verdad a cualquier persona, independientemente de su condición o estatus. 26


Destino tegucigalpa Hacia 1966 el entonces sacerdote de origen canadiense, Rogelio Poirier, que trabajaba en la zona sur de Honduras tomó la iniciativa de llevar a Juana a la ciudad capital, Tegucigalpa. La ubicó donde las religiosas Oblatas de la Inmaculada en la Parroquia San Martín de Porres, en el barrio Morazán de esta ciudad. Aquí empezó a trabajar en la librería católica que estaba ubicada en el edificio del arzobispado, que había sido fundada por el entonces sacerdote canadiense Marcelo Gérin el año de 1964, quien posteriormente fue nombrado primer obispo de la diócesis de Choluteca. No obstante, esta experiencia laboral fue también efímera para Juana. Nuevamente regresó a Choluteca y volvió a trabajar como maestra de educación primaria, esta vez en la escuela de El Triunfo, pero por muy poco tiempo. Después, trabajó como pagadora en la empresa algodonera Bella Vista en Monjarás, municipio de Marcovia en Choluteca. A inicios de la década de los sesenta del siglo pasado, la sociedad hondureña y la zona sur de Honduras experimentaron cambios importantes producto de un incipiente proceso de modernización del Estado, vía el cultivo del algodón y la caña de azúcar. No obstante, este departamento representaba, en ese entonces, dentro de la migración interna del país uno de los departamentos de expulsión moderada, al mismo tiempo que experimentó un crecimiento urbano algo superior al del país junto con uno rural bastante bajo (véase Molina Chocano, M; 1978: 128-141). Es dentro de este contexto que, por un lado, 27


Juana conoció al padre de su primer hijo y, por otro, decidió migrar definitivamente a Tegucigalpa. Entre 1965 y 1967, se encontró con Fernando Soto, aviador y piloto de guerra, que para entonces realizaba trabajos en la fumigación de las plantaciones de algodón, en la zona sur del país; más conocido por sus hazañas como piloto en la guerra entre Honduras y El Salvador en el año de 1969 que derribó y atacó la aviación de ese país. En el año de 1983, fue quien trajo a Honduras, procedente de Guatemala, al Papa Juan Pablo II, en un avión de la entonces aerolínea hondureña SAHSA. Fernando Soto fue el padre del primer hijo de Juana, Carlos Eduardo, que nació en 1968. La vida inquieta de Juana y su búsqueda de oportunidades la llevaron a migrar nuevamente a Tegucigalpa. Para inicios de la década de los setenta, se instaló prácticamente en esta ciudad: “Me fui para Tegucigalpa a la casa de Dolores Solórzano, la esposa de Belisario Romero, que es maestra, es consejera de la escuela Bellas Artes, somos muy buenas amigas. (...) Me estoy un buen rato con ella y con la mama, después me fui a Choluteca de nuevo y conseguí trabajo de maestra empírica rural. Trabajé en Santa Ana de Yusguare, en El Triunfo, en Tablones Arriba y Tablones Abajo, Santa María, una aldea de El Triunfo, Santa Teresa, donde nació Elíseo Pérez Cadalso”. (Pavón, J; 1994a) Su vida desde entonces se convirtió en una lucha por la sobrevivencia entre alcoholismo y sexo tal como ella misma lo relató, en esta ciudad: “… salí embarazada de mi primer hijo y estaba en la calle completamente. Yo me iba a acostar con hombres para que me dejaran con mi hijo en el hotel. Ese era el pago. Aunque yo sabía que estaba destruyendo mi vida y la de mis niños”. (Pavón, J; 2003) 28


Juana y

su hija

Patricia Désorcy cuando tenía un año de vida.

En el año 1974, procreó su segundo hijo a quien le puso por nombre Fernando Roberto y el año 1975 nació su hija Michell Marie, nombre que adoptó en memoria de dos religiosas canadienses que trabajaban en el Instituto Goretti. A todos sus hijos los dio en adopción porque consideró que era lo mejor para ellos y actualmente todos viven fuera de Honduras. Los padres adoptivos de Fernando Roberto le cambiaron el nombre por Antonio Farach y a su hija, por el de Patricia Dèsorcy. De acuerdo con el propio relato de Juana, su experiencia amorosa no terminó ahí, ya que la misma Juana consideró que: “… la última vez que me enamoré fue hace unos años. Era un muchacho que trabajaba como agregado cultural de la Embajada de Francia en Honduras. Me acuerdo de la pasión con la que hacíamos el amor. Él era mucho más joven que yo, 29


y yo sabía que estaba comprometido en Francia. Yo sabía que iba a terminar, que esa relación no iba a durar, pero disfruté lo que pude. Una vez vino su prometida y me imagino que sabía que tenía un romance conmigo. Ja, ja, ja, me puse a pensar que ella no sabía que yo era una bruja, que hacía unas cosas en la cama con él”. (Pavón, J; 2003) De la orfandad de su niñez hasta su mayoría de edad, su vida transcurrió y discurrió entre la pobreza, el alcohol y la búsqueda de la sobrevivencia, así como en la creación poética. Tal como fue representada en la obra de teatro del director salvadoreño Carlos Velis, publicada el año 2006, para quien: “Juana ha vivido mucho. Ha experimentado extremos en su búsqueda, ha conocido placer y dolor, recuerdo y olvido, cariño y abandono. Agitada por pulsiones de vida y de muerte, Juana avanza hacia lo oculto que hay en nosotros mismos y en nuestro mundo”. Asimismo, considera que: “Juana es frágil, arrastrada por la marea de la existencia y agitada por pasiones cuya esencia desconoce, pero que la conducen a la agonía de la marginalidad. Y es justo desde ahí que se nos hace entrañable. Porque es en esa misma debilidad donde nos reconocemos, y en la que la vida de Juana aparece como una trasgresión involuntaria, que destapa el orden injusto que sostiene el mundo”. Si bien este es el registro de la vida de Juana, ella no se dejó vencer por este tipo de vida, necesitaba expresarse y encontró en la creación literaria una forma de hablar de sí y transmitir su experiencia de la vida, iniciando su camino como escritora, declamadora y actriz, así como sus luchas por causa de los desposeídos y excluidos. Los primeros años de la década de los setenta fueron difíciles para Juana en su proceso de integración a la ciudad 30


de Tegucigalpa, pero, poco a poco, empezó a frecuentar al mismo tiempo los bares, cantinas y los espacios culturales y artísticos en donde conoció e intercambió con las y los intelectuales, escritores, artistas de teatro y los artistas visuales de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Con muchos de ellos entabló relaciones de amistad e intercambio, a la vez que con otros, de odio-amor. Este acercamiento le permitió visualizar una forma de expresarse sobre su experiencia de vida, así como sobre la situación social y política del país, y encontró en la poesía y el teatro una forma de hablar y desarrollar su carácter y visión de la vida. No se puede olvidar que también Juana Pavón fue protagonista y testigo de uno de los momentos más difíciles en la historia de Honduras, como lo fue la transición de los gobiernos militares a la democracia tutelada y desde arriba que se vivió en la década de los ochenta del siglo XX, caracterizada por la persecución política y la violación de los derechos humanos. Después del derrocamiento de Anastasio Somoza en Nicaragua en 1979 y con inestabilidad general en El Salvador, los militares hondureños, por presión de la administración de Jimmy Carter de los Estados Unidos, aceleraron proyectos para devolver el país a la democracia. Una asamblea constituyente fue popularmente decidida en abril de 1980 y las elecciones generales fueron celebradas en noviembre de 1981. Una nueva constitución fue aprobada en 1982 y el gobierno del Partido Liberal, del presidente Roberto Suazo Córdoba, tomó el poder. Con fuerte expectación, se vivió la primera transferencia pacífica del poder entre presidentes civiles en más de 30 años. Durante su mandato, Suazo Córdoba dio el respaldo del gobierno democrático a las políticas de 31


Juana en un día de playa.

¡Juana Pavón modelando para el artista Felipe Burchard en Merced de Tegucigalpa, durante la década de los ochenta.

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el taller de

La


Juana,

durante la década de los ochenta con un grupo de artistas de la

plástica, el teatro y la música de

Tegucigalpa Herrera, Federico Ramírez, entre otros.

como

Felipe Burchard, David

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Washington, y gobernó a la sombra de los militares hondureños, sirviendo básicamente de presidente nominal. (Véase Posas, M; 1992 y Delgado, A; 2016) Juana, durante la década de los ochenta con un grupo de artistas de la plástica, el teatro y la música de Tegucigalpa como Felipe Burchard, David Herrera, Federico Ramírez, entre otros. Así, la institución de la presidencia civil sirvió como tapadera que ocultó mezquinamente el hecho de que los militares conservaban el control de la sociedad hondureña. Durante el resto de la década, las administraciones de Suazo Córdoba y sus sucesores civiles aplicaron sistemática y rigurosamente la doctrina de seguridad nacional en Honduras. Los militares controlaban todos los aspectos de la seguridad interna hondureña, incluyendo el mando de las fuerzas policiales nacionales. El mayor defensor en Honduras de la doctrina de seguridad nacional y poder, tras el presidente, fue el Gral. Gustavo Adolfo Álvarez Martínez. Su liderazgo como co- mandante en jefe de las fuerzas armadas hondureñas, de abril de 1982 a marzo de 1984 cuando fue desbancado por un golpe militar interno, inició un periodo de crueles violaciones de los derechos humanos sin precedente en la historia del país: “Al revisar los hechos nos hemos encontrado con que no solo se dieron las desapariciones; es quizás el fenómeno más notorio, pero no el único. También existió una tremenda violencia social, ejecuciones extrajudiciales, torturas, detenciones ilegales, etc.”. (CONADEH; 2002:13) Todo ello influyó en Juana, como en la mayoría de los escritores y artistas del país, a asumir posturas críticas y a forjar un carácter frente a la inseguridad humana genera34


da por la aplicación de la doctrina de seguridad nacional. En ese sentido, la gran mayoría de ellos desde su forma de creación denunciaron y expresaron esta situación, como los poetas Roberto Sosa en su libro Secreto Militar (1985) y José Adán Castelar en Sin olvidar la humillación (1987), o en las artes plásticas Ezequiel Padilla: “Si tuviésemos que recurrir a una obra de arte para ilustrar un ensayo sobre acontecimientos históricos contemporáneos o si alguien preguntase quién es capaz de resumir en un cuadro algún aspecto de la realidad del país, necesariamente tendríamos que remitirnos a la obra pictórica de Ezequiel Padilla Ayestas. Su obra está impregnada de un profundo contenido social, no por una pose o esnobismo, sino como producto de la convicción irrenunciable de que el arte es un factor coadyuvante al proceso de transformación de los pueblos y que puede ser una voz más que se alza para dignificar al hombre. Podría ser catalogado como el cronista pictórico de nuestra época”. (Torres, J; 1988:6) Así como, entre otros, el amigo de Juana, Felipe Burchard. En música y teatro sobresalió el grupo Rascaniguas.

Juana

en un recital de

Poesía en Tegucigalpa.

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“Poeta de la calle” Es en este contexto donde Juana inició con su creación literaria, y empezó a identificarse como una mujer de las letras y a convertirse en la “poeta de la calle”, como le llamó Gold. En Tegucigalpa la vida de Juana transcurrió entre la creación literaria, las presentaciones y recitales en el teatro nacional Manuel Bonilla, centros culturales, y múltiples eventos sociales y políticos como mítines, huelgas y manifestaciones. Fueron variadas las presentaciones y recitales de Juana en diferentes lugares del país y Centroamérica, en los cuales, como sostiene González: tenía “un aire de expectante teatralidad” (González, J; 2014:140). Como actriz Juana desempeñó el papel de sor Margarita en la película hondureña Anita, la cazadora de insectos, del cineasta Hispano Durón, que fue presentada en las salas de cine hondureño el año 2002 (González, J; 2014:140). Si bien la vida de Juana fue en gran parte a la intemperie, no fueron poco los reconocimientos y homenajes de los que fue objeto, por parte de instituciones públicas y privadas. Uno de los premios que se le otorgó fue el de farándula en la 7.ª Edición de los Premios eXtra 2005. En la entrega de este reconocimiento, Juana expresó lo siguiente: “Yo no soy un ícono de la moda. La ropa que llevo si no me la regalan, la compro en un baratillo. Igual que yo, la ex primera dama del país acaba de ser premiada, pero algo importante nos diferencia. Con lo que ella paga por un solo vestido yo podría alimentarme por lo menos dos años. Este premio que me ha sido otorgado lo dedico a los 36


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Presentación en Tegucigalpa de la obra de teatro Juana la loca de Carlos Veliz. Dirigida por Luisa Cruz con la actuación de Karla Núñez, Gabriela Valeriano y Delma Zepeda.

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enfermos de Honduras que mueren en los hospitales por falta de medicamentos. Lo dedico a mi pueblo y a mi país que, en estos momentos, están más enfermos que nunca por culpa de los gobernantes que elegimos esperando que acaben con nuestra miseria, pero que la llevaron más bien a nuevos picos, al revelarse aún más corruptos que todos sus predecesores”. (Citado por Roy, E; 2010) Su vida ha sido representada en la pintura, el dibujo, la música y el teatro. De ello ha sido representativo el concierto que en el año 1986 el grupo de música rock Pan y Hambre, integrado por Alex Palencia y Fabian Lobo, le dedicó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, cuya canción principal fue Juana la Loca. El Primer Encuentro Nacional de Mujeres Escritoras realizado en abril de 1997 tuvo por nombre “Juana Pavón”. También el homenaje especial a la poeta hondureña, JUANA PAVÓN, que el Grupo Teatral Bambú presentó, en estreno, el 21 de febrero de 2013 a las 6:30 p. m., en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET– Redondel de los Artesanos, Col. Palmira). La obra del dramaturgo salvadoreño Carlos Velis, JUANA LA LOCA, y que desde entonces viene presentándose en diferentes salas de teatro del país. Nada mejor que la entrevista que le hizo un periodista de El Salvador, para tener una imagen de la personalidad, el perfil y el modo en como Juana enfrentó la vida respecto de la religión, intereses, gustos e inquietudes, así como sus opciones exactas de vida. (Véase Recuadro 1)

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Recuadro 1 Pulso Religión: me bautizaron como católica. Sor Juana Inés de la Cruz: primera feminista. Clementina Suárez: una mujer maravillosa, de las poetas grandísimas. Isabel Allende: otra mujer extraordinaria. Mónica Lewinsky: la mujer más feliz del mundo... según ella, verdad... tener el falo más famoso del mundo en sus labios, ¡ay! (se ríe). Pablo Neruda: ¡uy! gran maestro, creador. Jim Morrison: uno de mis artistas preferidos. Honduras: mi hermoso y bello país, lo quiero mucho. Juana Pavón: bueno, ojalá que no haya otra porque la mataría por igualada. Un libro: “Las mil y una noches”, es mi Biblia. Una mujer: mi hija. Un hombre: muchos. Una película: “El pianista”. Una canción: (la canta) “a que no te atreves a salir conmigo una noche de estas”. Un dolor: el dolor de no poder hacer nada. Un presidente: Gandhi.

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--------------------------------------------------¿Piedra, papel o tijera? ¿Octavio Paz o Federico García Lorca? García Lorca. ¿Leonardo da Vinci o Salvador Dalí? Dalí. ¿Roque Dalton o Julio Cortázar? Cortázar. ¿David Beckham o Ronaldo? me gusta más Maradona. ¿Honduras o El Salvador? Honduras hasta ahora. --------------------------------------------------*Publicado en La Prensa Gráfica, 26 de agosto de 2003: http://archive. laprensa.com.sv/20030826/cultura/cultura1.asp

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Juana ante sí misma.

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2.

De la razón poética a la erótica de la libertad

P

ara el crítico literario Santana Henríquez (2006: 151): “Honduras se presenta como una tierra rica para la poesía. Los poetas hondureños elevan sus voces para destacar los grandes temas de la literatura: la soledad del hombre, el amor, la desesperanza, las grandes luchas populares. Lo que más sorprende al visitante de Honduras es su paisaje bucólico de montañas e inmensos bosques de pinos, de bananos y de café, de campos cultivados de maíz, tabaco y algodón”. Si bien algunos de estos elementos estuvieron presentes en la escritura de Juana Pavón, es desde la diversidad de experiencias, sobre todo de la experiencia del límite, que la poesía encontró en Juana Pavón una forma de vivir y de expresarse, aunque reconoció que el escribir siempre le acompañó: “Yo escribía desde chiquita. Le escribía al Niño Dios, porque ese era el entorno en el que me criaba. Pero el dolor influyó mucho, la cólera, la impotencia y la amargura” (Pavón, J; 2003). 43


Juana encontró en la poesía una forma de establecer sus continuidades y, de construirse y deconstruirse a sí misma, de hablar de sí y del otro, de discontinuidades, de Honduras, del mundo y de la vida. Y es que Juana fue la poeta, siguiendo a Bonnett Vélez (2011: 13), en la que: “El poeta no es un técnico que se regodea en las formas por ellas mismas, sino que se vale de ellas para comunicarse con lo más hondo del espíritu de su tiempo”.

“La poesía nos hace más leve el dolor” Respecto de su estilo de vida, de su escritura y poesía no han sido pocas las voces críticas. Pero como lo planteó Amanda Castro, con frecuencia se escuchó a muchos artistas e intelectuales preguntar: “¿qué le ven ustedes a Juana?, le vemos precisamente lo que ellos son incapaces de ver. Vemos su lengua inclemente, la única mujer que no tiene miedo de decir lo que piensa, y eso ya es digno de admirar. Vemos a la mujer sola, marginada, envilecida, violentada y violada, vemos a la madre que sufre por no estar con sus hijos, a la amiga capaz de perdonarnos nuestra propia indiferencia. Vemos a la poeta mordaz que jamás ha acallado sus palabras y se ha acomodado a las modas vigentes, vemos quizás a la única mujer que vive su poesía, o que poetiza su vida-muerte para seguir viviendo”. (Castro, A; 2004) Juana Pavón definió su poesía como “vivencial y de protesta”, ¿qué significa esto? ¿Acaso no toda poesía es vivencial y de alguna manera es siempre una voz que se alza contra algo? “No toda poesía aparece de la misma 44


manéra, porque no toda poesía tiene la misma raíz” ha trazado María Zambrano (1986: 147). Sin embargo, la raíz poética de Juana parece ser su propia experiencia de vida como sujeta, y su propia circunstancia de una vida a la intemperie. Su palabra era consecuente con su adhesión a lo más hondo de su conciencia, su yo. Como ella misma lo expreso: Cuando yo muera no inventen anécdotas, ni chistes nadie me conoció más que yo siempre fui adicta a la verdad hasta que descubrí el engaño cuando empezaron a mentirme yo, con mis innumerables pecados defectos y errores aprendí que, lo que soy ahora siempre lo fui con ese ápice de sabiduría que me ha dado toda una vida de experiencia. (2013) Al decir de la filósofa española Zambrano en su libro Filosofía y Poesía (1996), el pensamiento y la poesía tienen una misma raíz: la admiración, el pasmo ante la realidad inmediata de lo que rodea. En esa línea, sobre el poemario Exacta de Juana Pavón, sostiene Umaña (2006: 550): “hay dos o tres textos que evidencian desencanto o nostalgia al percibir que ya se recorrió buena parte del camino de la vida. Cáncer (con el señalamiento de la dolencia real que 45


padeció) alude al infierno al cual se sintió confinada. La muerte viene pone sobre el tapete su inevitable llegada”. Zambrano en su libro Filosofía y poesía (1996) también plantea las diferencias entre el filósofo y el poeta: mientras que el primero se mueve en la espectralidad de los fantasmas, el segundo es reconocido por su heroicidad. El poeta es el único capaz de destruir los monstruos construidos por la razón. La razón poética en Zambrano responde al origen de poeio, en griego, en su doble acepción, a la vez como intuición reveladora y como el medio de crear a través de la palabra. Se intenta así la reconciliación entre razón y vida, planteándose el carácter temporal de la razón poética insertada en el quicio de un presente laberíntico. La razón poética plantea una inversión del platonismo. Se trata de la inversión del célebre mito de la caverna. Para Zambrano la liberación de un mundo de ficción no viene por la salida de la gruta como para Platón, sino que es la caverna la ficción, pues el ser humano vive a la intemperie y en ocasiones precisa de resguardarse en las necesarias ficciones. Así, para Zambrano la razón poética es más próxima de la experiencia intuitiva que de la fría reflexión racional, la razón poética revela la apertura del futuro que plantean los peligros presentes. El presente se sitúa de este modo como horizonte donde acechan los peligros pasados: “O la poesía, como anotara Paz, está más cerca del habla que del discurso reflexivo y analítico. Busca las inflexiones del habla, la libertad de la conversación. Y, por lo tanto, está en la obligación de penetrar en ella, descubrir su riqueza o potenciarla”. (Bonnett Vélez; 2011: 12) Sin duda, a Juana por la forma y contenido de su escritura puede ubicársele dentro de una racionalidad poética 46


en la forma en que comprendió y comunicó su vida a la intemperie, desde la experiencia del dolor. Se trata de una reflexión sobre su identidad de mujer, la locura de la vida y la forma de vivir a la intemperie, por ello para Juana “… la poesía nos hace más leve el dolor que miles de criaturas llevamos dentro” (Pavón, J; 2010: 7). La poesía fue la forma o el modo que Juana encontró para disipar sus tragedias y dolores en la vida. En la poesía se recreó y reconoció personalmente. Se puede decir que es la poesía en donde Juana encontró su propio límite. No solo porque testimonió su vida y trascendió el dolor, sino por el modo en el que se reconstruyó a sí misma y redefinió su propia identidad: El dolor me hace más fuerte y amar a la vida me vuelve inmortal. (2013) Juana también fue capaz de decir “nunca” aun cuando en su vida y en su cuerpo intentaron siempre despojarle totalmente, hasta intentar despojarla de su identidad y de provocarle tanto dolor, como lo narro en su poema titulado Despojo: Despojáronme de mi casa de mis ropas de mis hijos de mi tortilla cotidiana pretendieron despojarme de todo desde apagar mi luna 47


mi sol, mi estrella y mi grito visceral pretendieron quitarme la razón mi coraje dignidad-identidad ¡me partieron la vida! más nunca lograron despojarme de mis pensamientos de mis manos de mi sonrisa mucho menos de mi voz eso nunca jamás lo lograron ¡Nunca jamás! (2014:78-79) Juana logró sobrellevar el despojo de sus padres, de su nombre, de su virginidad y de su intimidad y quizá por ello recurrió a la palabra y a la expresión literaria en la búsqueda de un mundo y de una racionalidad para comprender su historia de despojo y su intemperie en la vida. Por otra parte, nada mejor que su poema Deseos irreverentes en el que Juana realizó un paseo por la literatura universal y hondureña, por figuras y personajes históricos y de su presente para ejemplificar su relación con la poesía y la literatura como un modo de llevar el dolor interno y reconstituirse, de generar una utopía en la humanidad y en lo absoluto, pero sobre todo despliega toda su eróticafemenina liberadora: Cómo me hubiera gustado estar en la cama con Walt Whitman, 48


beber en las cantinas de Malcom Lowry o “Bajo el Volcán”. Procesar a mi manera a Franz Kafka. Observar sigilosa y detenidamente a Francis Bacon. Estar con Salvador Dalí en una tarde de toros y tocarle el trasero mientras pensara en Gala o en Federico García Lorca. Cantarle a Pablo Neruda mis poemas de amor y otras canciones desesperadas, repetirle “De Profundis” con todos mis secretos sexuales a Oscar Wilde y a su amante maldito. Cómo quisiera estarme riendo junto a Baudelaire con mis quince años en su cama. (2004: 47) Respecto de las figuras políticas, tiranos y megalómanos representó una imagen del contrasentido de estos personajes y su falta de atributos: Tal vez me hubiera gustado cogerme a Hitler, a Calígula a Napoleón, a vos y a otros hijos de la gran puta. (2004: 47)

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Con los cineastas y actores de cine y teatro, sus deseos fueron: Filmar con Pier Paolo Passolini un Decamerón diferente. Estar acariciando y besando a Rabindranath Tagore. Hablar de amor con Juan Ramón Molina. Condenar sin clemencia a los Jesuitas Pederastas. Echarle en cara a Marlon Brando, el no haberme conocido. (2004:47) Los artistas hondureños de la plástica y otras figuras le evocaban el deseo siempre sostenido por ir de bar en bar, de cantina en cantina en permanente movilidad y continua fluidez: Perseguir a Felipe Buchard, a Ezequiel Padilla y a Simón, de cantina en cantina de barrio en barrio de santuario en santuario. Conspirar con la sangre latina de Gabriel García Márquez. Desamar a un mílite como Fernando. (2004:48)

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Y sus deseos con el feminismo y las feministas hondureñas se tornaban en lo siguiente: Respetar a las mujeres de 1+1 mas no a todas —como dice María Ester con la venia de Leslie— Enojarme con Ramón Matta por no haberme invitado nunca a un pase. (2004:48) Las irreverentes avideces en el campo de la filosofía y de las ideologías se traducen en mentadas de madre. Quisiera mentarle la madre a tu padre, a Nietzsche, a Gorky, y a Simone de Beauvoir. Respetar aún a Marx, a Lenin, a la lucha de clases. Y reírme de los comunistas criollos pese a la Perestroika. No comprender nunca las debilidades de Woody Allen. Cortarle un huevo a Van Gogh y no la otra oreja. (2004:49) Tal cual acto de contrición, las ambiciones de Juana fueron una especie de anábasis, es decir, de rendir cuentas consigo misma y de retornar a los orígenes de su existencia comprometida con el absoluto:

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Romper a llorar, escribir mierdas bailar mambo, salsa y más salsa y jugar con muñecas aún siendo abuela. Pedirle perdón a mi mejor amiga, a Monseñor Santos y a otros Rodríguez, volver a ser buena, cursi y pendeja. Seguir soñando, amando y fornicando y contar chistes hasta llegar a la hilaridad. Volar y volar muy lejos hasta encontrar a ese todopoderoso que me hizo a su imagen y a su todo. Amén. (2004:49)

Identidades: mujer, locura y erótica No fue casual que Juana afirmara: “Mi poesía es la religiosa”, aun cuando ella misma no se definió como una mujer religiosa. A sabiendas de que, “Mi poesía es dura. Así como hablo escribo. Yo no ando inventando términos exóticos y metáforas incoherentes” (2003). En ese sentido

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Juana escribió siempre desde una independencia espiritual, asumiendo una tarea humilde, pero definitiva. Como dice Adolfo Castañón respecto de la misión de la poesía: “limpiar el lenguaje de adornos y herramientas, usos e intereses creados, es, parece ser, su misión”. (Citado en Benaventte Vélez; 2011: 14) De hecho, puede decirse que Juana no escribió como un oficio y su interés en la vida no fue el ser reconocida como una escritora, razón por la cual, su producción literaria no fue copiosa, pero sí profunda sobre la mujer, la vida y la matria. Juana fue poseedora de un estilo propio y de una forma particular de escribir. Cuando trabaja un poema, lo escribía siempre a mano sobre papel, de una sola inspiración, sin correcciones. Practicó como ella lo dijo “el verso libre” (2003). Su preocupación por la escritura no fue estética ni preciosita, sino una forma de transmitir sus sentimientos y sus experiencias de una vida a la intemperie, desde la profundidad de su yo: “Hay poetas que dicen que lo más importante es la belleza del lenguaje, pero creo que eso le quita el sentimiento al poema. Cuando he corregido un poema, siento que ya no es igual al que pensé. Claro, me salen con un montón de errores y adjetivos, pero lo importante es lo que entiendan”. (Pavón, J, 2003) Como sostiene Castro (2004: 8): “Al hablar de la obra de Juana Pavón, resulta imposible no hablar de su vida, ya que se ve claramente reflejada en ella. Juana, como ella misma asegura, habla de una misma manera en que escribe, y escribe específicamente desde su experiencia de mujer marginal. En sus poemas encontramos un recuento autobiográfico que nos recuerda la brutalidad 53


de nuestra sociedad. Una sociedad que ha sido con ella cruel desde su infancia, su adolescencia y su vida adulta. Su poesía está cargada de denuncia, rabia, ironía y dolor, aunque descubrimos también su inmensa capacidad de ternura y amor”. De acuerdo con Umaña (2006: 546), los libros de Juana son: “…de sello vivencial que testimonian la violencia ejercida contra la mujer, yo poético que expresa un conjunto de sentimientos concomitantes a la condición de género”. En tal sentido, la poesía y el lenguaje de Juana lograron un importante grado de condensación, en el sentido planteado por Arendt (2014: 35): “La poesía, cuyo material es el lenguaje, quizá es la más humana y menos mundana de las artes, en la que el producto final queda muy próximo al pensamiento que lo inspiró. El carácter duradero de un poema se produce mediante la condensación, como si el lenguaje hablado en su máxima densidad y concentración fuera poético en sí mismo”. Juana Pavón condensó en su poesía un yo poético y una identidad de género, como mujer y como una persona a la vez que excluida, también temida: Me tienen miedo Porque aprendí a leer a defenderme sola y a bordar poemas. ¡Soy mujer! Con eso tengo bastante. (2013) De este modo, en su poesía reafirmó su identidad como una mujer en el sentido pleno, porque desarrolló la conciencia de ser sujeta de su propia historia, responsable 54


de sus actos y de su devenir, y lo declaró públicamente en su poema De una vez por todas: De una vez por todas me declaro mujer de ovarios bien puestos qué triste de mí sería llamarme Napoleón o Rigoberto llevando de por vida una golondrina sin mensaje entre mis piernas. (2004:97) Existe un yo y una identidad como sujeto y como mujer. Como sostiene Elvir (2004: 90-91): “En el poema “Nosotras, esas sujetos” que pertenece al poemario Yo soy esa sujeto (1994), habla un Yo femenino en plural, unido e identificado por su género y por las funciones asignadas por las leyes patriarcales. Aquí, las mujeres son el equivalente de la patria amada, respetada, despreciada, incomprendida, ocupada (militarmente), como la patria de la poeta: ‘Nosotras somos esa —a la que se nos vende (...) ¡somos patria / ¡yo siempre he pensado / que Honduras tiene nombre de mujer’. Es una identidad inclusiva de todas las mujeres más allá de su condición social, familiar y diferencias de raza: Una, dos, cien, miles sí vamos las mujeres por aquí aquí donde nos tocó pernoctar para siempre no importa lugar ni apellido 55


definimos nuestra situación desde hace mucho tiempo. [...] porque siendo mujeres tenemos que aceptarlo porque son leyes para mujeres hechas por hombres. [...] Hemos aceptado el papel que nos corresponde no importa el estatus. [...] médicas, tortilleras maestras, campesinas teatristas, pintoras esposas, amantes primera dama o última dama. Un vientre nos une a todas por igual [...] ¡Somos patria! (2004:90-91) En su libro Yo soy ese sujeto, Juana se ubicó a sí misma y a la mujer como sujeto de su propia historia con voluntad emancipatoria. Narró con su propia voz su proceso constitutivo como mujer y es que, según Araujo: “la historia de las mujeres en la sociedad patriarcal latinoamericana había sido narrada por voces masculinas, cuando la mujer se decide y empieza a escribir, comienza un proceso que la hace visible, adquiere identidad que la lleva a convertirse en autora de su propia historia”. (Aristizábal, P; 2012: 9) De una u otra forma, en la narrativa de Juana se encuentra también una cierta propuesta de reescritura de 56


Las mil y una noches, obra que tanto impresionaba a la poeta y por ello recurrió, sin pretenderlo o no, al modelo de Sherezade como un personaje femenino que narró con su propia voz y en primera persona, reconceptualizando su papel como mujer en la sociedad actual (para un análisis de esta perspectiva, véase la obra de Patricia Aristizábal Montes: Mujer y narración. Sherezade en la literatura femenina latinoamericana contemporánea, 2012). En esa misma línea, también, la palabra poética de Juana fue transgresora y, asimismo, política, como sostiene Bonnett Vélez (2001: 22): “como es la escritura en general y la femenina en particular. Su poder de exploración crítica y de simbolización es una posibilidad inmensa para una mujer que aspira a participar a sus hijos, maridos, amantes, una visión del mundo, honda y compleja desde lo femenino”. La locura fue otro de los aspectos del discurso identitario de Juana. Un aspecto de la locura femenina se relaciona con la manifiesta voluntad de la mujer de autodefinirse, de forjarse un yo personal desde su propia necesidad de autonomía (véase Rigney en Daydí-Tolson; S; 1992: 91). Juana fue una mujer que enfrentó conflictivamente la sociedad hondureña, cuando la transgredía o cuando vivía en ella al límite simulando y representándose a sí misma idealmente como la mujer loca. En alteridad con el ideal de mujer que la sociedad hondureña ha creado y con las formas de reproducción de lo femenino. Se trató de una locura que Juana misma precisó en su poema Maldad y locura:

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Definitivamente mi locura radica en odiar la maldad que me obliga a ser mala. Los ángeles que circundan mi cabeza preceden a un anatema o a un perdón. Simplemente el bien triunfa sobre mi maldad obligada. (2004:76) La locura de Juana radicó en la capacidad de autoafirmarse en su propia búsqueda, en su propio camino, su propia decisión, su libertad y erótica, aun cuando esto significó para ella incomprensión, rechazo, fracasos, dificultades de amar y la ausencia de sororidad. Es así que Juana construyó una nueva realidad sobre su locura edificada con palabras en el poema Juana la Loca: Estoy loca porque nadie podrá darme distancias, ni límites, ni futuros eso sólo yo puedo dármelos.

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Quiero que todas se enteren que estoy loca por no encontrar lo que yo buscaba. Lo busqué debajo de las piedras debajo de las raíces de la médula del aire y lo que encontré fue la verdad de las cosas equivocadas. Por eso estoy loca por no poder irme con el primer paisaje y volar mezclada con el amor el vuelo de siempre sobre mi lecho vacío. Por querer mi libertad mi amor humano, porque la aurora llegó y no la recibí en mi boca. Porque aquí en mi locura no hay mañanas ni esperanzas posibles sólo ese rumor de suicidio que anima mis madrugadas. Porque tengo océanos de ternura para aquellos que arrugaron mi corazón de niña y me negaron una vida más digna. (2004:104-105) Juana rechazó de este modo la realidad de imposiciones sociales normalizadas, se marginó y excluyó para que su vida fuera para y por una erótica de la libertad. Tanto 59


Juana en Mujeres en las Artes (MUA) de Tegucigalpa.

en la vida como la definición poética de Juana Pavón, es posible acercarse a ciertos aspectos en los que es excluida o se autoexcluye de las categorías y narrativas tradicionales de la locura. Especialmente cuando Juana dio cuenta del porqué de su locura: 60


Sí, estoy loca porque amo a Tchaikovski Jacobo Cárcamo Roque Dalton y a Morazán. Porque amo la luna el sol, las estrellas la música y las montañas. Porque amo a pucho a los niños a Walda y a Pink Floyd. Estoy loca porque me alimento de muerte y miseria en el guaro. Porque amo a Dios y admiro a Marx porque amo la paz de los cementerios. Mi locura señores es encontrarme pequeñas criaturas enterradas bajo pedazos de cartón Federico decía estos niños cuando se levantan parecen golondrinas con muletas. (2004: 105-106)

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La locura del mundo moderno aún no ha quedado totalmente demostrada, ya que los límites de las verdades absolutas han sido rotos hace mucho tiempo y ahora no sabe cuál es la diferencia entre locura y razón, pero durante el Renacimiento y en la patria de la razón y la lógica pura sí se podía establecer dicho límite y el desafío estaba en hacer la crítica de forma sutil, y llamar “locos” a los poseedores de dicha razón. Foucault en su libro Historia de la locura en la época clásica (1976) estudia lo que se ha entendido por loco en otras épocas; es un proyecto crítico, pues trata de problematizar las formas de saber, la racionalidad que subyace a las instituciones y a las prácticas que son propias de la modernidad. Así, Juana realizó una crítica racional de la locura cuando expresó su poema titulado Juana la loca: Esa es mi locura contrariar a chicos plásticos que leen Vanidades, Cosmopólitan y “Nuestra Tegucigalpa” Mi locura está en el humo asfixiante que me da la zona peatonal y el dolor cansado e infinito que me dio la calle real. Estoy loca porque salpicaron de lodo mis pupilas límpidas mientras esta agonía de dolor siempre quiere acostarse conmigo. 62


Si, estoy loca de dolor de amor de rabia por mi impotencia por mi resistencia de cucaracha por los gemidos que golpean las ventanas de mi alma. Estoy loca por hacer rabiar a las señoronas ignorantes cada vez que sus maridos cornudos fijan sus ojos en mis tetas caídas sin sostén Que se enteren que mi locura sienta sus bases en decir casi siempre lo que pienso y si a veces callo es por no herir susceptibilidades o por consideración —¡Qué esfuerzo Dios mío!— Floyd”.(2004:106107) Erasmo de Rotterdam en el libro El Elogio a la Locura (1511) critica a la sociedad de la época como una estulta que desconoce sus orígenes, haciéndolos banales y estableciendo el poderío de la lógica sobre la condición humana, y es que la lógica era la nueva opción que hacía ver las acciones de las personas como “viables”, esto si realmente se creía que la locura personificada por Rotterdam era aquella que iba en contra de la razón. De igual forma, Juana dio cuenta de su locura por no poder comprender cómo vivió en una sociedad como la hondureña que está es- tructurada, en su mayoría, de una población en condición de 63


pobreza y altos niveles de desigualdad socioeconómica con mecanismos de exclusión y despojo, producto de la impunidad, la corrupción y la mentira de la clase política: Estoy loca por desenmascarar a la gente y su indecencia por corruptos ladrones asesinos explotadores vende – patrias y sobre todo porque odio los prejuicios de aquellas y aquellos que sólo saben señalar mas no ven el tumor que tienen en la próstata y vagina. Por todas esas cosas que sé y me callo es que estoy loca. (2004:108) Como se expresa en la web: “Vemos a la poeta mordaz que nunca jamás ha callado sus palabras, y vemos a una mujer que vive por su poesía. Es apodada ‘Juana la Loca’ porque se dice que siempre ha sido extrovertida, no es una mujer corriente, su locura no es mental y según ella, ser cuerdo es aburrido” (https://heahieldetalle.wordpress. com/2015/03/12/juana-pavon/). 64


Juana en Mujeres en las Artes (MUA) de Tegucigalpa.

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Juan Pavón la Loca”.

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hablando después de la presentación de la obra de teatro

“Juana


Es así como para Hernández; C. (2007): “La sociedad conservadora de la capital la llama irónicamente así por su capacidad para transgredir las normas morales y para escandalizar con su ‘desparpajo’ social. Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de conocerla y ver la personalidad de la mujer que dice: estoy loca porque odio los prejuicios de aquellos que sólo saben señalar. Por lo cual, “La fragmentación de la identidad es parte de su destino: su verdadero nombre es Margarita Velásquez Pavón, su padre adoptivo la bautizó Jeanette Mata, ella se identifica como Juana Pavón, pero Juana la Loca es la identidad que ella ha aceptado y adoptado como una persona poética, de un modo similar a como lo hiciera Fernando Pessoa con sus distintos alteregos”. De igual forma para Roy (2010), Juana fue: “Loca porque todas las mañanas reinicia una misma lucha contra la tentación de terminar con esa vida que le niega toda esperanza. Loca porque derrama océanos de ternura hacia los que ella ama. Y loca porque no deja de perdonar a todos los que han enlodado su corazón de niña y la han impedido vivir con dignidad…”. Desde la claridad de su identidad de mujer y género, como su identidad con una forma de locura, y desde su experiencia de vida es que Juana definió su “hombre ideal” con diversos atributos en los que estableció una especie de alteridad con lo masculino para desplegar su erótica de la libertad. La identidad, entendida como un modo personal de identificarse y diferenciarse de los y las demás, es 67


un concepto teórico que puede ayudar a conocerse, pero cuando se habla de identidad masculina es referirse inevitablemente al concepto de identidad de género, es decir, a las características adjudicadas a la masculinidad, en un momento histórico, o geográfico, y en un contexto cultural y social determinado. (Lozoya Gómez, J; 2006) Lo masculino no es ninguna esencia, el hombre nace y el varón se hace. Las características que suelen identificarse como masculinas no son innatas, sino consecuencia de un proceso de socialización que pretende relaciones de dominación entre los sexos. La identidad o, mejor dicho, la condición masculina es por tanto un producto social, un resultado que se puede modificar en uso de la libertad de cada uno, si se pretende una sociedad en la que ningún sexo oprima al otro. (Lozoya Gómez, J; 2006). Así, Juana en su poema Mi hombre ideal propuso una nueva masculinidad, un nuevo modo de ser varón estableciendo las diferencias, pero a la vez las similitudes de género. El punto de partida, Juana en relación con lo masculino, fue la búsqueda de la felicidad y del encuentro de los atributos comunes, viviendo bajo una erótica liberadora: Preferiría que mi hombre tuviera por nombre Fernando, Felipe o Federico con la F de felicidad no forzada con esa letra de fidelidad y no de futuro precisamente no me importaría el color de sus ojos ya fuesen verdes, negros o azules que brillaran para mí 68


que su mirada me penetrara toda que fuera más alto y más grande que yo que no fuera gordo ni estúpido que odie el foot-ball y la política vernácula. No me importaría que fuera bien donado o mal donado que fuera encantador y generoso me agradaría que mi hombre se bañará una vez al día y tres veces diarias si viviera en Choluteca Estaría orgullosa de que mi hombre tuviera las manos grandes y limpias que su pasión fueran la música, el cine el guaro y los libros. No permitiría que le mirase las nalgas a otra mujer y mucho menos a otro hombre. (2004:98-99) Frente a un tipo de erótica masculina, Juana fue la mujer que siempre recordó a una de las escritoras que quizá más leyó, Sor Juana Inés de la Cruz quien escribió: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Juana con ello desplegaba su libertad como mujer ante el varón, porque en su vida llegó a una condición emocional que le per69


mitió descubrir mejor la erótica de la dominación (véase Dussel, E; 2007). Así es, podía elegir el tipo de relación y hombre que deseaba: Me gustaría que se levante temprano a cocinar y que enseguida lave los platos que no ronque ni que aviente aires cuando duerme conmigo que sepa leer y escribir que no piense en su madre cada vez que le doy de mamar que me mire directamente a los ojos que no me mienta ¡que no me grite! que no sea chismoso como sus amigos que me eleve a más de cinco orgasmos que trabaje que platique conmigo que me ponga atención cuando estoy hastiada a todo que no me compare con nadie que recuerde que soy única que no le importe mi ciclo menstrual y que tenga siempre en mente que sigo siendo mujer aún con mi menopausia

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Que no entre en contrariedades cuando le descubro un condón en su mesa de trabajo que asista a la catedral de vez en cuando no para orar sino para pedirle perdón al Altísimo por todo lo injusto y grosero que ha sido conmigo. Que analice, que razone que piense que todavía existo No me gustaría que mi hombre fuera periodista, diputado ni cobarde que me diga de vez en cuando viéndolo bien, no sos tan fea tenés unas manos bellas y sentirlo tierno y amoroso cuando reposa sus manos en mi pecho que me deje soñar y sentir que me deje ser libre para amar a un Carlos a un Roberto a un gato que me respete como yo lo respetaría que comprenda que la culminación del amor es todo eso. (2004:99-101)

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Juana apeló a una pareja erótica liberada sin dominación de una sobre otro, en una condición de igualdad, de respeto y aceptación mutua del otro. La sexualidad es un modo de ser-en-el-mundo que pende de una intención de la conciencia (Dussel, E; 2007: 55): Quiero que mi hombre no critique mis ansias de fumar y beber que no me recuerde al día siguiente después de una borrachera los cagadales que hice que me devuelva los veinte lempiras que le presté ayer ¡que no me joda! que cante en el baño sin gastar tanta agua que duerma desnudo si no está en San Marcos de Colón que ame a todas las mujeres que no sea soberbio petulante o mentecato que no meta las nalgas cada vez que está bravo que no le miente la madre a mi madre muerta que no vea el reloj cada vez que quiero decirle algo importante que se dé cuenta que me gusta más verlo vestido de jeans y tenis a lo gringo que con ese saco y esa corbata 72


Juana en un recital de poesía en Tegucigalpa.

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Que sea el primero en aplaudir cuando interpreto el poema que a él más le gusta y que aplauda más fuerte cuando sea testigo de una acción mía digna y valiente. Me gustaría que mi hombre tuviera un lunar en el pecho y no en la espalda que diga son las tres y quince exactos y no 3,16 que se transforme en un gladiador de músculos y coraje para defenderme de los cobardes que se atrevan a golpearme que no me diga que le gusta más el color del cielo sabiendo que su jardín está sembrado de rosas rojas que le guste mi poesía pura sin metáforas incoherentes sin frases rebuscadas ni sintaxis estúpidas Que lo que más le agrade sea lo que yo siento y que no se le ocurra nunca 74


humillarme y despreciarme Yo quiero un hombre así que sea bueno, honesto tierno, inteligente, viril, amoroso... y que trabaje de todo esto y aquello Quiero que mi hombre tenga en cuenta que cuando estamos juntos él es el hombre y yo la mujer. (2004:101-103) Así, Juana en la línea de la literatura de las mujeres latinoamericanas, como lo ha hecho ver Dussel (2007), cuando escribió Silvina Bulrich o Alfonsina Storni, por ejemplo, ridiculizan al varón. “Este es el primer gesto del que ha soportado al opresor y, cuando se vuelve hacia él, no puede verlo como un igual y tratan de burlarse de él. Es una manera irónica de defenderse. Una muestra del grado en que la mujer latinoamericana es todavía dominada es que no se encuentran descripciones de la belleza masculina hechas por pluma de mujer”. (Dussel, E; 185) Por otra parte, como sostiene Umaña (2006: 549): “El varón, el macho, tiene deudas impagables con Juana Pavón. ‘Llegué sobre la carne’ es una dolorida evocación de una etapa anterior al primer violador de su condición de mujer”. Para Manuel Torres, la locura y modo de ser de Juana representó una contracultura en una Honduras conservadora y excluyente: “Efectivamente, su vida y sus textos 75


reflejaron su inconformidad y rechazo permanente contra el conservadurismo extremo que la sociedad hondureña tiene tan arraigado. Su permanente cuestionamiento ante lo absurdo la hizo arremeter contra los tabúes patriarcales, sexuales, ideológicos, sociales y simbólicos que la rodeaban. Su antimaterialismo, para usar una palabra un tanto deformada, fue consecuente con su manera alternativa de ver a la sociedad”. (Torres, M; 2019)

Identidades: matria/territorial De su identidad de género, de la locura y su erótica Juana Pavón construyó también una identidad nacional, como una identidad matria/territorial tanto en el ámbito nacional como local. De hecho, para Juana Honduras era un país con nombre de mujer. Honduras como sociedad, para Juana, que necesitaba gritar su pobreza, exclusión y dolor que le han caracterizado e identificado. Honduras siempre ha sido un pueblo que ha necesitado gritar: Mi país es un grito apagado Un grito de silencio Cómplice de esos gritos de dolor De impotencia y locura Mi país es hermoso Grande y pequeño Brutalmente mancillado Mi país es amor Es verdad Un pueblo de grito estremecido ¡Necesito gritar! (2013) 76


Para Umaña (2006: 548): “Con estos últimos versos, Pavón involucra a la nación dentro de este destino contradictorio —y denigrado— que, paradójicamente, es hermoso. La fuerza de los versos brota de la convicción con la cual se enuncian”. De la conciencia de Juana frente a la situación de desigualdad, pobreza y exclusión de la mayoría de la población hondureña, da cuenta Allan McDonald (2010) cuando narra un encuentro y diálogo con la poeta por las calles de Tegucigalpa: “Decía Proust que en el olfato reside la memoria, y yo lo recuerdo siempre; por eso el martes que me encontré con la poeta, hablamos, nos sentamos en una acera a ver rodar carros de un millón de lempiras y nos dimos una mirada buena y un abrazo feliz: entonces supe que sus ojos eran una larga espera de amores perdidos. Supe que en sus labios había una muerte callada y que en toda ella estaba la estatua de la libertad para hacer, decir, callar, vivir, reír y llorar en este país del discreto enemigo, para la cultura burguesa e hipócrita en donde es permitido robar con cordura y prohibido escribir con locura”. Asimismo, en el poema Choluteca Juana reflejó esta visión territorial de su identidad, de acuerdo con Hernández (2007): “puede ser leído desde una perspectiva premonitoria del desastre nacional y personal. La tierra es Honduras, es la mujer, es la poeta misma, cuyos alaridos de golondrina errante / que nunca tuvo nido / jamás criatura alguna / pudo oírlos”. ¿No es ésta otra manera de evidenciar el abandono que sufrieron los hondureños y la incomprensión que la poeta vive? Históricamente, Honduras fue siempre una de las colonias más pobres (p. 121). A pesar de que Omoa y Trujillo fueron puertos de 77


comercio activos, su crecimiento y desarrollo estuvieron impedidos por el clima, los pantanos, la lluvia, las enfermedades, las plagas, las víboras y la amenaza de piratas ingleses, franceses, y holandeses. Por eso los españoles buscaron tierras altas en el centro y en el occidente, y dejaron pueblos como Choluteca y Olancho casi aislados unos de otros”.

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Juana en su plenitud.

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Etnografa nocturna de tegucigalpa

L

a poesía de Juana Pavón estuvo marcada por su vida, pero especialmente en su escritura se encuentra la huella de su andar incesante e intenso por las calles y espacios públicos de la ciudad de Tegucigalpa. Juana se convirtió en un personaje poético y poeta de Honduras y de Tegucigalpa, ciudad con la cual, de alguna manera, se mimetizó y sin duda alguna guardó una relación de odioamor por lo implacable y dura que esta ciudad fue con ella, por haber tenido todo tipo de experiencias, encuentros y desencuentros. TEGUCIGALPA CONMIGO Para comprender la vida y obra de Juana Pavón, es importante hacer una aproximación a la ciudad de 81


Tegucigalpa en sus múltiples cambios. Especialmente de su plaza central, espacio en el que la poeta no solo declamó muchas veces, sino que fue sujeto de inolvidables eventos y anécdotas. Desde que la ciudad de Tegucigalpa se declaró capital de la República de Honduras en el año 1882, inicia un proceso de múltiples transformaciones en apelación a un discurso moderno y especialmente modernizante. Uno de estos cambios principales es reflejado desde finales del siglo XIX hasta inicios del siglo XXI en el espacio público, como puede ser su plaza central y sus calles que implican un modo de concebir la vida urbana y la vida de ciudad que es preciso estudiar para comprender los significados del proceso histórico de esta ciudad, que como la mayoría de las ciudades latinoamericanas experimenta cambios desde finales del siglo XIX. La ciudad de Tegucigalpa de la transición del siglo XX al siglo XXI ha sido también escenario de procesos totalmente nuevos. Reflejando la integración de Honduras en la economía capitalista mundial y globalizada, y un proceso de modernización y de desarrollo comercial en el marco del proyecto de sociedad propiciado por los reformadores liberales a partir de 1882 —la sociedad urbana e industrial emergente— y la sociedad agraria y colonial todavía dominante. Si bien el crecimiento urbano de Tegucigalpa ha sido relativamente lento y es hasta después de la década de los sesenta del siglo XX, producto de la migración interna, que la ciudad empieza a experimentar un crecimiento sostenido de su población. En 1910 apenas contaba con una población de 11,104 habitantes, medio siglo después había crecido en casi un 150 por ciento, en 1961 su población era de 154,000 habitantes. 82


De hecho, como sostiene Pineda (2004: 116), el crecimiento de la población urbana se da en gran medida por el resultado de la migración rural urbana hacia las ciudades: “De allí que en el caso de Tegucigalpa el factor migratorio tiene un peso importante en su crecimiento demográfico. Durante el período de 1961 a 1972 se había estimado que la migración interna neta para todo el país representaba el 66 por ciento del incremento de la población urbana”. De la que también, la misma Juana se ha convertido en un sujeto migrante en continua movilidad. Este crecimiento de la población urbana en la ciudad, producto de la migración y de la tasa de natalidad, trajo consigo una expansión de la ciudad fuera del centro urbano. Han ido apareciendo en su periferia alguna zonas residenciales o colonias de altos y medianos ingresos, pero sobre todo barriadas marginales producto de invasiones o recuperaciones de tierras urbanas. Así, la morfología de la Tegucigalpa actual pone de manifiesto la intensidad de las transformaciones y los cambios que se producían a partir de la acción de determinados sectores de las élites locales, que han pretendido modernizar la forma urbana y adaptarla a las exigencias funcionales de la sociedad capitalista y globalizada. Con el mayor crecimiento que ha tenido la ciudad desde los años de 1950, el centro urbano se ha modernizado poco a poco por medio de edificios altos y la ampliación de algunas calles. Actualmente, son pocos los edificios del periodo de la colonia que se conservan, siendo especialmente las iglesias y conventos, como las calles estrechas del viejo núcleo de Tegucigalpa. (Pineda; 2004: 114) En este proceso se observa la antigua plaza colonial del centro de Tegucigalpa que ha experimentado una serie 83


de cambios en su forma y usos. Una de las primeras modificaciones realizadas por los reformadores liberales a partir de 1880 en la nueva ciudad capital fue la transformación de la plaza central a parque central, eliminando en la plaza su vacío. El espacio público de la plaza mayor colonial y plaza pública republicana se ve totalmente transformado al ser ocupado por el parque, ya no es plenamente el lugar abierto y vacío que se llenaba con las procesiones religiosas, juegos tradicionales y corridas de toros o para la presentación de milicias. La plaza, en un sentido, se convierte en lugar de la memoria de los constructores del estado republicano. Durante el siglo XX, la plaza y el parque central son objeto de varios cambios, ya sea en la ubicación del parque o en la ubicación de la estatua de Francisco Morazán, estableciendo calles en el contorno del parque. Pero la plaza central se convirtió en el espacio público de reunión de personajes políticos, comerciantes, profesionales, artistas y ciudadanos prominentes que a tempranas horas de la mañana o en las últimas de la tarde, se acomodaban a platicar, a contar “chistes” y a querer cambiar el mundo de entonces. En el centro urbano, las áreas centrales, se han instalado las primeras infraestructuras urbanas; mientras que la mercantilización del suelo rústico permitía la producción de las primeras parcelaciones periféricas. Se modernizó la gestión urbana y se adoptaron los primeros mecanismos de planificación. Sin embargo, a la modernidad económica no correspondió una modernización política y social, es decir, la mayoría de la población de la ciudad se ha mantenido excluida de los derechos sociales y, entre ellos, el derecho a la ciudad. 84


Esta Tegucigalpa, a la vez que fue el contexto y el lugar de desencuentros de Juana, fue también el espacio de creación y escritura de su poesía: la ciudad que representó Juana en la dialéctica inmigración/emigración y exclusión/inclusión. En esta ciudad, como se puede leer en su poesía, es el lugar donde tuvo experiencias límites y donde encontró el sentido y sinsentido de la vida. Ciudad que se apropió de ella y ella de la ciudad. No solo porque en Tegucigalpa marcó su dolorosa transformación, su destino, sino porque en esta ciudad fue también donde desarrolló su escritura y creación literaria, como la hizo ver en su poema titulado Tegucigalpa: Tegucigalpa conmigo Tegucigalpa contigo ciudad mía pero ajena ciudad de nadie, pero amada dejaste cicatrices en un cuerpo otrora hermoso otrora limpio ahora viejo cuando te adopté conmigo fue tu prioridad atrapar mis pies vagabundos cortar mis alas y transformar mi vivir intenso en esta loca sedentaria sola solita sola pero no cortaste mis manos para escribirte para cantarte. (2004:27) 85


A pesar de ello, Juana reconoció paradójicamente que Tegucigalpa era también la ciudad con la que se identificó por ser testigo y a la vez el lugar donde se fraguó su vida más allá del bien y el mal, en una especie de cómplice amorío: Tegucigalpa implacable conmigo sin respetar ni perdonar mi juventud envejeces, pero aquí conmigo aquí loca y leal cloaca testigo de mis tragedias así sucia o limpia bonita o fea grande o pequeña me iluminas aunque tenga tristes mis días y yo aquí amándote odiándote emborrachándome pelear con todos vivir aquí me obliga a algo a vociferar llorando a amar odiando a subsistir ¡ay Tegucigalpa de mis amores! (2004:28) Por su conocimiento y experiencias en Tegucigalpa y Comayagüela, Juana Pavón fue su etnógrafa nocturna. En su poesía sobre la ciudad, realizó una descripción densa de 86


sus lugares y personajes, como de sus bares y cantinas, así como de su sordidez y encanto: Tegucigalpa de barro y humo fauna humana enloquecida Tegucigalpa sin canteras de misteriosas callejas y de balcones sin flores puentes de ida y vuelta al más allá de lo inevitable con sus remedos de ríos que apenas ruedan al mar Tegucigalpa marginada y rota Tegucigalpa de privilegios contraste de mis contrastes depósito de miseria y lágrimas arrastrando mi tristeza en esas calles ya conocidas mil y mil veces recorridas capital de la ignominia de la estúpida política capital de mis enredos del amor y el desamor. (2004:26-27) La Tegucigalpa de Juana es la que también ha descrito el escritor hondureño Eduardo Bähr, para quien: “Por muchos motivos esta ciudad mediterránea de un millón de habitantes, población flotante, anillo de circunvalación de villas-miseria, pobres devaluados por las cifras oficiales, dos ríos, doce puentes, seis montañas, dos catedrales, treinta ermitas, trescientas sectas protestantes, un castillo 87


de alquiler, cien socavones de oro abandonados, mil callejas, dos avenidas, cincuenta guerras civiles, quince gobernantes de a dos meses, un gobernante de a dos días, seis dictaduras militares, una tiranía de dieciséis años, dos ciudades gemelas y una democracia impuesta por los organismos internacionales de la usura merecería estar protegida como patrimonio de la humanidad”. (Bähr, E; 1992) De igual manera, en su visión poética de Tegucigalpa y de su plaza central, Juana representó lo que artistas de la plástica, como Ezequiel Padilla (1944-2015), plasmaron en sus lienzos, la ciudad como crónica pictórica de nuestra época, tal como lo sostiene Torres, J; (1988: 6): “ha abordado una temática vastísima en la que en amplio colorido: la vendedora de flores, la canastera, los loteros, el transporte colectivo, la intervención militar extranjera, las luchas de liberación de los pueblos de Centroamérica, las prostitutas, los músicos, los amantes furtivos de callejón o parque… han sido perpetuados para siempre como un testimonio de época que es totalmente ajeno al panfleto”. Porque, “Su obra está impregnada de un profundo contenido social, no por una pose o esnobismo, sino como producto de la convicción irrenunciable de que el arte es un factor coadyuvante al proceso de transformación de los pueblos y que puede ser una voz más que se alza para dignificar al hombre. Podría ser catalogado como el cronista pictórico de nuestra época. (Torres, 1988: 6) Sin duda, los barrios del centro de Tegucigalpa en los cuales Juana vivió y recorrió fueron testigos de su creatividad y de sus escándalos y transgresiones. Como se escribió en la web sobre el barrio La Ronda en donde se destaca la presencia de Juana Pavón, y de otros personajes de la 88


ciudad: “Música y Poesía proliferaban en un barrio donde el espíritu se recreaba en la lírica que viejos mentores como don Rafael Valle, Juana Margarita Pavón, Margarita de Elvir, Adriana de Gómez, Sergio Palacios, Gustavo A. Alvarado y otros residentes del término, nos inculcaban en las viejas escuelas Francisco Morazán y José Trinidad Reyes”. (Vuelve al centro; 2015)

Juana Pavón en un bar de Tegucigalpa.

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Juana Pavón por las calles de Tegucigalpa.

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Juana Morazán, la plaza central y otras anécdotas

En Juana, como lo expresa en el poema que dedica a Tegucigalpa y en el que dedica a Honduras, se mezclan el respeto total con la total irreverencia y creatividad, lo cual queda excelentemente reflejado en la anécdota de Juana en la Plaza Central de Tegucigalpa subida en la estatua ecuestre de la figura de la Federación Centroamericana como lo fue Francisco Morazán. Anécdota que muy bien ha registrado Eduardo Bähr (2012) y que ha denominado Juana Morazán: Eran las doce del mediodía y Juana estaba sentada cómodamente sobre el anca del caballo de Francisco Morazán, abrazada a la estatua y envuelta en los humos de la crápula nocturna recién pasada. La gente se arremolinaba riendo, gozando, burlándose, al pie de lo que, sin embargo, consideraba un símbolo de la patria mancillado por “esa loca”. En eso llegó un humilde policía que cargaba una carabina 7 mm (de las que tenía el ejército hondureño cuando hizo una guerra contra los fusiles G3 de la Guardia Nacional salvadoreña, en 1969). Por supuesto que conocía a Juana —quién no—; así que, con voz suave, la conminó: “Por favor, doña loca, bájese del caballo de mi general”. “Te iba a decir que te bajaras vos, pero ya no podés ba- jarte más, enano hijueputa”. Contestó Juana. 91


La multitud aumentaba; las risas y las burlas, ahora trasladadas contra el representante de la ley y el orden, se oían hasta en Comayagua. El espectáculo continuó, con los tres personajes (la estatua cuenta, como veremos) durante casi media hora, hasta que el agente perdió completamente la paciencia y, apuntándole con su fusil, le gritó: “¡Te digo que te bajés, loca cabrona!”. Hubo un silencio que sólo podía ser cortado por los casi inaudibles chillidos de los vampiros de la catedral. Los cuervos ‘clarineros’ levantaron vuelo en bandada repentina. Toda la plaza —lustradores, vendedores, paseantes, predicadores, prostitutas encubiertas, curiosos, políticos de banca, chicas exhibicionistas, ladrones, estudiantes, holgazanes, desempleados—, en el centro de Tegucigalpa, capital de Honduras, Mesoamérica, se quedó en pose de teatro congelada. Juana miró primero al chafita, después a la multitud y por último a la estatua ecuestre del general Francisco Morazán a cuya espalda estaba pegada. Acercó su boca a la oreja de mármol y lo que dijo fue escuchado perfectamente hasta por el más alejado de los parroquianos: “Mi general, aunque te digan ‘loca cabrona’, ¡no te bajés!” Esta anécdota refleja el mimetismo de Juana con Tegucigalpa como lo fue también su irreverencia frente al 92


poder, como el de la policía, o la mitologización de personajes como la figura del mismo Francisco Morazán. Otra anécdota de las andanzas de Juana por esta ciudad es la referida al consumo de aguardiente y de su permanente irreverencia y seducción a las personas para hacer lo que ella quería que hicieran: Nuestra irreverente Juana Pavón fue alta conocedora del guaro. A la poetisa Juana Pavón, talentosa mujer y de polémica reputación, la han tornado en parte de nuestro folklore y en la realeza de la bohemia hondureña; que también ha sido reconocida por “empinar el codo a la buena”. En una ocasión, ya bastante tomada y con pachita de guaro en mano; entró a una iglesia en donde se celebraba la Santa Misa y en pleno pasillo del lugar, pidió en voz alta un sonoro aplauso para el sacerdote. ¿Y qué creen? La feligresía batió las palmas con gusto. Juana Pavón es totalmente desinhibida, en sus poemas habla de lo que ha hecho por andar de bohemia bebedora. (Barahona, M; 2015) Otro episodio de esta naturaleza, en sus andanzas por Tegucigalpa, es el que relató la misma Juana: “Una vez yo andaba con unos amigos en una cafetería, se llamaba La Mexicana, frente a Los Ministerios, hubo 93


un relajo, llegó la policía y nos llevan presos; entonces nos llevan a Los Ministerios y yo me he subido al techo y he dormido dos noches y tres días, no me pude bajar”. (Pavón, J; 1994a) Juana, también, en los bares de Tegucigalpa, a la vez que declamaba su poesía, sus bombas y cantaba el himno nacional al ritmo del Xique, iba escribiendo en servilletas y papeles que la gente le proporcionaba, tal como escribió al periodista Armando Zelaya hijo, las bombas que solía decir mientras bailaba y cantaba en los bares. (Véase el Recuadro 2) RECUADRO 2. BOMBAS ESCRITAS POR JUANA PAVÓN

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De igual modo, otra de las ocurrencias de Juana es la contada por la revista de farándula Xtra: “A quien encontramos recientemente en un centro comercial, fue a la actriz y poeta JUANA PAVÓN... que nos contó que ahora vive temporalmente en la comunidad de San Juancito... rodeada de naturaleza y tranquilidad... además, nos contó que recibió la visita de varios de sus hijos que viven en el extranjero... JUANA PAVÓN única como su arte... nos saludó como siempre con cariño y recordamos aquella frase de ella en la que una MUJER... le dice a su pareja: ‘Voy a darte un hijo y él le respondió: Pues hay que buscarle PADRE’. (La Tribuna, miércoles 20 de abril de 2016: 6ª). El escritor salvadoreño Alejandro Méndez describe la impresión que tuvo al conocer a la poeta Pavón, de la siguiente forma: Sin embargo, una de mis vivencias más importantes fue haber conocido a la poeta Juana la Loca o Juana Pavón, fallecida el pasado jueves 27 a las dos de la madrugada, tras batallar contra el cáncer. La primera vez que la vi y la escuché fue en 2001, durante algún encuentro de escritores. Viajábamos en bus, escuchando a algún crítico extranjero. El auto se detuvo debido al rojo del semáforo cuando Juana se levantó. Usaba el pelo corto, estilo Sheena Easton, su ropa muy sencilla e impulsiva para levantarse, abrir la puerta y largarse, no sin antes dirigirnos a los demás uno de sus más hermosos poemas en el que le dice a Vincent van Gogh que mejor se hubiera cortado un testículo y no la oreja. Luego saltó a la calle y desapareció. Fue el acto poético más memorable que 95


recuerdo. Más tarde apareció en la sede de la reunión de escritores, en la que se conversaba sobre lo políticamente correcto que se debería ser para optar a becas. Su manera de actuar dentro del círculo de autores centroamericanos era de desconfianza, y no de servilismo. Recuerdo que alguien le dijo que lamentaba que ella no había tenido mucha fama y atención de los lectores, pero que él, escritor laureado, ya la había vengado. (Méndez, A.; 2019) Juana fue también una personaje que inspiró a pintores y poetas, porque se convirtió en parte de la historia de Tegucigalpa paseándose en la plaza central, en sus bares, como el de Tito Aguacate, y en cuánta cantina haya existido en el centro de la ciudad. Por ello fue pintada y dibujada en sus andanzas en la ciudad, por Ezequiel Padilla, Felipe Buchard, David Soto, Johnny Mcdonald, Oto Sabillón, entre otros.

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Juana by Van-Rose

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Boceto de dibujo de Juana, por David Soto.

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Johnny Mcdonald y el Mural sobre Juana elaborado en un programa de televisión.

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Pintura de Juana Pavón de Oto Sabillòn.

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Eduardo Bähr, Jorge Osorio y Juana Pavón

Juana Pavón y Mirna Barahona

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Tito Estrada, Juana Pavón y Sophie Walter.

Yesenia Martínez, Juana Pavón, Vanessa Durán y camil Sierra Martínez.

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Juana Pavón en una noche declamando en Tegucigalpa.

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María José López y Juana.

Celebración del cumpleaños de Juana el año 2017 con Regina Aguilar, Mario Jaén, Rolando Sierra y María José López.

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4.

Después de haber yo muerto

E

n Juana Pavón se encuentra una mujer que no solo logró sobrevivir en esta vida y en Honduras, a los infortunios y adversidades, sino que frente a su crisis existencial permanente logró también una creación poética capaz de representarla a sí misma y a los desposeídos, como un modo de condensar su vida que, buscándolo o no, generó una cadena de transmisión de generación en generación. La poesía fue en Juana su discontinuidad en relación con su vida continuada de desencuentros y dolores. Fue a la vez la forma en que Juana moría y volvía a nacer. Porque Juana cuando caía siempre sabía volver a levantarse, tanto en el sentido material como espiritual. Era capaz de conmoverse frente al dolor de los demás y el propio, y desde ese dolor tomar la fuerza para sobrevivir.

Ante el dolor de los demás En su narración poética, Juana Pavón consideró la propia compasión y la conmoción, como diría Susan Sontag, frente al dolor especialmente de los demás, como 105


lo plantea Sarabia (2003): “En Ante el dolor de los demás, Sontag vuelve a la fotografía como testigo privilegiado del horror, aunque rectifica su posición de hace treinta años cuando afirmaba que la repetición en imágenes de la perversión moral corría el peligro de acabar embotando la sensibilidad del espectador. Ahora reclama la necesidad de denunciar desde la fotografía el abuso tantas veces como éste se produzca. Contra todos los horizontes autoritarios Sontag mantiene su posición moral. Su crítica ante el abuso de poder es encomiable. Su defensa de los sometidos a cualquier tipo de torturas o vejaciones es lúcida y valiente”. En esta línea, la poesía de Juana Pavón no fue necesariamente representativa, sino más bien gráfica. Quien lee su poesía puede visualizar claramente lo que fue su vida e historia, así como la situación de las y los excluídos, y desposeídos de la sociedad hondureña. La forma y el contenido de su poesía fueron una especie de registro gráfico propio, un registro de su vida como mujer, como madre, como artista situada siempre en el tiempo y espacio de cada uno de los lugares en que vivió, sobre todo de su Tegucigalpa. Sus anécdotas son un registro gráfico que visualiza lo exacto y la exacta que fue Juana Pavón. Existen dos elementos que la identificaron: uno es su poesía como se ha visto, y el otro ser “Juana La Loca” como mejor se le conoció. Por su modo de ser y proceder Juana fue a la vez temida y respetada. En la voz de Juana Pavón, se registró y se escuchó, a quienes han sido históricamente excluídos y huérfanos de paternidades y maternidades, pero especialmente víctimas de un Estado ausente. Pero que, a pesar de ello, Juana, 106


Yesenia Martínez y Juana en una manifestación popular contra el golpe de Estado del 2009 en Tegucigalpa.

como muchos, logró sobrevivir más allá de la exclusión y la intemperie. Permanentemente volvía del límite y de la muerte, su vida fue también un renacer. Un levantarse de nuevo física, material y espiritualmente, ya sea desde la orfandad experimentada, la violencia, la pobreza, las enfermedades y el despojo. Vida que con gran sensibilidad, creatividad y racionalidad sintetizó el compositor hondureño Alex Palencia (1986) en la canción Juana la Loca: Esquelética como la muerte atorrante alcohólica poeta del hambre en tu cuerpo de mujer de mal vivir 107


no cabe la moralidad. Baila bailarina del bar del tiempo tu lumpen sike sobre versos rotos bajo faroles que gotean lágrimas envueltas en trapos viejos. Cuánto tiempo más llevarás girando entre piezas de ajedrez bajo las luces de algún bar Centroamérica envejece en tu piel. Juana la loca perdida entre el hambre y la represión Juana la loca pescando versos en una gota de alcohol. Miras al tiempo que se escapa entre tus manos colgada del vacío disparas una palabra ensangrentada que se estrella en el corazón de este desastre organizado y te ríes de ti de los contras y el Pentágono.

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Baila bailarina del bar del tiempo tu lumpen sike sobre versos rotos bajo faroles que gotean lágrimas envueltas en trapos viejos. ( Juana la Loca, por Pan y Hambre, 1986. Letra y música: Álex Palencia) Palencia recrea y representa esa capacidad que tuvo Juana de convivir con la muerte ya sea bailando, bebiendo, creando, escribiendo, pero, sobre todo, naciendo continuamente. Siguiendo la reflexión de Arendt (2005) sobre la natalidad5, puede decirse que cuando una persona nace llega a un mundo que ya estaba, un mundo de cosas, y de hombres y mujeres que le son contemporáneos. El lugar histórico-social del nacimiento determina el origen de un ser humano. Este mundo al que se enfrenta condiciona toda su existencia y determina el ámbito de su actividad. 5. Hanna Arendt, una de las más importantes filósofas del siglo XX, planteaba que lo más propio de la condición humana es su capacidad de comenzar algo en el mundo. Los hombres son seres que se fijan objetivos, se proponen fines. Plantearse estos objetivos y fines es vivir conforme a lo que esta autora llama vida activa, acción. De las tres actividades que Arendt considera dentro de la vida activa –labor, trabajo y acción, aun cuando todas están condicionadas por el hecho de que los hombres viven juntos, sólo la acción es inimaginable fuera de la sociedad. Por medio de la forma más elemental de acción, que es el lenguaje, los hombres superan la mera cercanía y su diferencia para «diferenciarse» e innovar en el desarrollo de los acontecimientos. El otro extremo dentro del amplio espectro de posibilidades que significa «actuar» está representado por aquellas personas que quieren cambiar el mundo, cuya mejor imagen está dada por los grandes personajes de la historia. Uno y otro extremo, y todas las variedades que se dan en medio, tienen en común una característica: la importancia de las relaciones entre la acción y el nacimiento humano como elemento de impredicción, es decir, la posibilidad real de alterar el proceso histórico a partir de la libertad que poseen los hombres para definir su destino (Cfr. Arendt, H. 2005).

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El origen como tal es una condición que no se puede cambiar. Sin el intermedio del trabajo, el hombre y la mujer no podrían conocer la naturaleza. El mundo es resultado de la creación humana y porque lo ha creado, lo conoce. Sin embargo, ese mundo ya formado adquiere una existencia autónoma, duradera, y en ese desprendimiento, el mundo cobra objetividad. A su vez, este mundo se impone a la voluntad y a la existencia humana. La vida del hombre y la mujer frente al ciclo eterno de la naturaleza es un tiempo delimitado entre un principio y un fin que, como una recta tangencial, corta el trasfondo infinito de la naturaleza. Entre nacimiento y muerte se define el tiempo de vida de cada individuo. La especificidad de ese tiempo distingue la vida individual de la constante reproducción de la especie humana. Es desde esta reflexión del nacimiento y desde el símbolo del agua que puede leerse el poema de Juana titulado Diluvio. Escrito después del paso destructivo por el territorio hondureño, en el año 1998, del Huracán y Tormenta Tropical Mitch, en él reflexionó sobre la muerte y la vida, sobre el morir y volver a nacer: Después de haber yo muerto abrí mis ojos incorporándome salté de la cama dirigiéndome al baño me aseé como nunca lo había hecho en mi vida reflejé mi cuerpo al espejo y me despedí de mí misma 110


comencé a recordar a los seres que más amo de repente un diluvio saltó de mis ojos borbotones de agua incontenibles el baño el lavabo el inodoro rebasaron quise dejar de llorar pero esas tormentas oculares no se detenían incontenibles no cesaban de brotar se inundó el barrio todo casas totalmente cubiertas ahogó a toda una ciudad yo muerta aún paralizada de pánico veía aterrorizada la muerte de muchos conocidos el agua llegaba a mi cuello y yo sin saber nadar me dispuse a flotar… flotar volví a mi cama me tendí en ella y me dije: es la hora de mi entierro volví a llorar a reír/llorar 111


y aún espero que alguien venga por mi cadáver a sembrar mi cuerpo para comenzar otra fiesta de locura. El nacimiento equivale al inicio de algo inesperado, con cada ser humano surge una nueva y distinta posibilidad (Arendt, H; 2005). El individuo se constituye, a lo largo de este tiempo vital, por los actos o inicios que corresponden a la condición de su natalidad. Así, el individuo, puede decirse, tiene un doble nacimiento: uno a la tierra como ente biológico y otro al mundo como ser individual capaz de comenzar algo nuevo. La individualidad solo puede ser conocida a posteriori, una vez que ha finalizado la vida de la persona. El individuo se configura por medio de los actos que realiza en interacción con el mundo durante su tiempo de vida. La muerte como término de este tiempo consume la especificidad de la vida. Tanto en su vida como en su escritura, Juana fue esa sujeto que vivió al límite, capaz de deconstruirse y reconstruirse a sí misma con ternura y vigor. Nada mejor para graficar la ternura y el vigor de Juana que la imagen y memoria de Manuel Torres, cuando escribe: “La primera vez que la vi fue, curiosamente, en un campo de béisbol en Tegucigalpa. Permanecía sola, sentada en la gradería superior con un vaso bien cargado en la mano. La vi sonriente, desafiante, desinhibida. Recuerdo que me llamaron la atención sus ojos; de amores y rebeldías, de interpelación y solidaridad, de barbarie y belleza, 112


de fatiga y picardía. Sus múltiples y queridas amistades seguro interpretarán correctamente que reflejaba esa mirada que nunca perdió la dulzura, pese a la angustia existencial que era su compañera de banca. Obviamente, siendo yo aún niño no supe quién era esa persona, pero se prendió en mi memoria”. (Torres, M; 2019)

Juana al amanecer en el municipio de Santa Lucía. Foto de Yesenia Martínez.

Juana y su hija Patricia (Tegucigalpa, 2018). Foto de María José López.

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Juana en su casa de habitación en San Juancito.

Juana en Tegicigalpa (2017). Foto de María José López.

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Regina Aguilar y Juana.

Selfi de Juana con Camil Sierra Martínez.

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Juana y Xiomara Ponce

Regina Aguilar, Juana y María José López.

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Juana en una Carrera de cintas en San Juancito.

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Juana en San Juancito.

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Ante el dolor de sí La convivencia con diferentes personas de los distintos sectores de la sociedad hondureña le permitió a Juana vivir en diferentes lugares del país, como Choluteca, Tegucigalpa, Valle de Ángeles, San Juancito, Santa Lucía, San Marcos y Ojojona. En este último, lugar intentó una vez abrir un bar llamado Ojojuana, el cual debido a la sobriedad del lugar y a la ebriedad de ella no tuvo ninguna posibilidad de sostenibilidad. Desde el año 2006, Juana Pavón gozó de una pensión de 6,000 lempiras mensuales que, a solicitud del entonces presidente Manuel Zelaya Rosales al Congreso Nacional, le fue otorgada. Dicho monto nunca tuvo aumento y la irregularidad con que se le entregaba la obligó a enfrentar muchas dificultades y necesidades diarias, que en muchos casos fueron suplidas por la solidaridad de sus amigas y amigos. Muy bien describe Eloy Roy en su blog los que quizá fueron los últimos años de vida y el modo de ser de la poeta: “Juana Pavón no es más que piel y huesos. Ha perdido la mitad de sus dientes, ha sufrido un cáncer de colon que la obliga a llevar una bolsa y, últimamente, se quebró una pierna en dos pedazos. Una vida dolorosa hasta el horror ha dejado profundas cicatrices en su cuerpo destruido. A pesar de todo, Juana conoció la popularidad y hasta la gloria, y ciertamente alguna felicidad. Porque por naturaleza es alegre, aunque cuando ríe da la impresión de llorar y cuando llora parece estar riéndose”. (Roy, E; 2010)

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Los últimos tres años de su vida Juana residió nuevamente en su soledad, en el antiguo pueblo minero de San Juancito, donde padeció varias enfermedades luchando nuevamente con otro cáncer, esta vez en la lengua, viviendo como ella lo reflejó en su poema titulado Morir de risa: Aquí donde vivo estoy muriendo. Esta agonía lenta trae paranoias cólera remordimientos excusas un no lo vuelvo a hacer. Aquí me muero de hambre de frío de angustia. De un miedo a todo. ¡Carajo!, estoy muriendo. —¡Ay, cómo quisiera morir de risa! (2004:71) Y es que frente a su propio dolor Juana, en la risa, siempre volvía a renacer y era capaz de gritar abiertamente, aun en la situación límite en que se encontraba: No dejaré Que el sentimiento me desgarre y domine porque es más doloroso que el sufrimiento mismo. (2013) 121


Fue así, como Juana Pavón vivió los últimos meses de su vida ante su propio dolor por el cáncer de lengua, después de varios meses de radiología gracias al apoyo de un grupo de amigas y amigos para su tratamiento6, después de pasar por varios de los hospitales de Tegucigalpa, en los que se internaba y ella misma decidía siempre salirse, murió en Tegucigalpa, en el Hospital San Juan, el día 28 de marzo del año 2019. Sus restos fueron velados en el auditorio Juan Lindo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde se le hizo un homenaje, y fueron enterrados el día 29 de marzo en el cementerio de su pueblo natal San Marcos de Colón. Más allá de las circunstancias y la forma en que Juana murió, fue sin duda, como lo ha hecho ver Torres, M. 6. En sus últimos días Juana Pavón contó con el acompañamiento y solidaridad de sus amigos, un grupo de personas y organizaciones, como su oncólogo el Dr. José Ángel Sánchez, quien en una visita a Juana a su casa en San Juancito le diagnosticó el nuevo cáncer y facilitó los exámenes y tratamiento. La teatrista Luisa Cruz y a los miembros del Grupo Teatral Bambú que desde el primer momento iniciaron una serie de presentaciones teatrales para recaudar fondos para el tratamiento de la poeta. Asimismo, Regina Aguilar desde la Fundación San Juancito se hizo cargo de gestionar y administrar los recursos de forma transparente que muchas personas y organizaciones donaron para el tratamiento, haciendo los pagos de la compra de medicamentos, radiología y hospitalizaciones. Por su parte Francis Siman, donó durante todo el tratamiento varios meses los medicamentos de más alto costo. En la compra de medicamentos y sostenibilidad de Juana siempre estuvieron presentes sus amigas Zoila Madrid, María Juana Castilla, Gina Amaranta, Belkis López, Aleyda Romero y Víctor Figueroa. A las doctoras Licha Antúnez y Sara María Murilo de la clínica San Juan que atendieron gentilmente y facilitaron la hospitalización de Juana en sus últimos días. Así como el personal del Hospital Escuela de Tegucigalpa, donde permaneció una semana interna. Por su parte Yesenia Martínez y Camil Sierra Martínez acompañaron a la poeta siempre y se encargaron de hospitalizarse cada vez que lo requería en sus últimos años. Raúl Corriveau, obispo emérito de Choluteca siempre estuvo presto a apoyar material y espiritualmente a Juana. América Mejía y Bayardo Blandino desde Mujeres en las Artes (MUA) le facilitaron un espacio a Juana y compraron el ataúd el día se muerte. Xiomara Ponce su amiga de infancia de San Marcos de Colón siempre estuvo presente durante las hospitalizaciones de la poeta y gestionó con el alcalde José Ordóñez de San Marcos de Colón el entierro en el cementerio de dicho municipio.

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Juana en su casa de habitación en San Juancito. Foto de Camil Sierra Martínez.

Juana en el Festival de teatro del grupo Bambú, Tegucigalpa, 2018. Foto de René Figueroa.

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(2019), un: “…símbolo de una libertad de expresión que no buscaba la satisfacción para sí, pero si ser fiel a sí misma… Por lo pronto, los restos de Margarita descansarán en San Marcos de Colón, pero Juana La Loca, su álter ego, tiene un nicho en la historia”. Es dable decir que Margarita Velásquez Pavón murió haciendo suyo el poema con el que más se identificó y siempre declamó en sus presentaciones formales o informales, del poeta Amado Nervo, En Paz: Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

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que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas. ...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan solo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

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Juana en el Hospital Escuela de Tegucigalpa (2018). Foto de Miguel Osorio.

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Altar del novenario de difuntos de Juana Pavón el año 2019.

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