POLÍTICA DE FINANCIAMIENTO POLÍTICO, PARTIDOS, Y DESARROLLO DEMOCRÁTICO

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Táctico (los medios)

Ver a la sociedad civil como un protagonista político activo y con interés propio Fomentando el flujo de fondos privados Proporcionando fondos públicos Rendición de cuentas y gobernabilidad internas del partido “Fideicomisos ciegos” manteniendo una política que hace imposible verificar donaciones, protegiendo a los ciudadanos de represalias Fomentando nuevos partidos y candidatos independientes

Ver a la sociedad civil como un control sobre los excesos políticos y financieros Verificando la influencia que tienen los donantes privados Desarrollando partidos con sólidas bases financieras independientes Rendición de cuentas públicas, transparencia Transparencia para fomentar la rendición de cuentas, controlar excesos y negocios turbios Creando una gama consistente y comprensible de opciones para los ciudadanos

Énfasis en los partidos

Énfasis en los candidatos individuales

Énfasis nacional en temas, candidatos, y coaliciones

Énfasis local en temas, candidatos, e intereses

PARTIDOS, CONTIENDA POLÍTICA Y DEMOCRACIA SUSTENTABLE

Como se sugiere en párrafos anteriores, existen importantes alternativas a la visión cívica o de reforma—alternativas que resaltan el valor de la ​contienda política libre y abierta tanto como un medio como un fin importante del desarrollo democrático—. En este trabajo el término “contienda”, más que “competencia”, se utiliza deliberadamente para referirse, no solo a una multitud de partidos y la posibilidad de elegir el día de los comicios, sino también a una disputa vigorosa, sostenida y de interés propio entre grupos e intereses reales y socialmente arraigados—la contienda que tiene lugar entre una elección y otra, así como durante las campañas—. Dicha contienda requiere (y recompensa) la ​competencia​, la ​organización​, la ​movilización​, y la rendición de cuentas todo esto entendido, no como virtudes cívicas, sino como maneras en las que la gente le da al proceso político un uso eficaz a través de los partidos. Como tales, estos cuatro procesos son marca distintiva de los partidos fuertes y activos, aportaciones que los partidos pueden hacer a la vida pública, y características que definen a las democracias sólidas y sustentables. Pero no son el estado final ni indicadores de que la democratización ha “terminado”; al contrario, requieren recursos, participación y renovarse ocasionalmente, y pueden deteriorarse notablemente incluso en sistemas democráticos establecidos. Nuestras decisiones sobre las políticas de financiamiento político pueden optimizarlos o debilitarlos significativamente. Debido a que son tan importantes en tantos niveles distintos, a menudo me referiré a estos cuatro procesos como “metas”. Pero no debe suponerse que pueden establecerse fácilmente o de manera permanente con herramientas de políticas específicas. En la práctica, están interconectados con muchos otros aspectos del desarrollo social y democrático. Competencia. ​Los partidos y los sistemas partidistas que colectivamente representan deben ofrecer oportunidades realistas de influir en una diversa gama de intereses y candidatos. En un mundo ideal, esto significa una oportunidad de ganar elecciones, pero algunas veces los contendientes perdedores también pueden cambiar los términos del debate. La competencia requiere que el derecho a votar y el derecho a postularse para un cargo de elección popular estén protegidos para todos, y que los procedimientos electorales sean honestos y estén abiertos al escrutinio público. De la misma manera, la capacidad de aportar fondos aumenta la competencia, tanto directamente, al ofrecer recursos clave, como indirectamente, al darles a los partidos incentivos para construir sus conexiones con grupos de electores importantes. La competencia funciona mejor cuando se lleva a cabo de manera ordenada—tener dos o tres alternativas es mejor que tener 40—y decisiva, con mandatos y ganadores claros. Las oportunidades reales de competir por el poder, así como por votos y aportaciones en una escala social amplia, crean incentivos para que los partidos contiendan sobre cuestiones y de maneras que reflejen los valores del pueblo. También son buenas razones para que los perdedores acepten los resultados de una elección mientras se preparan agresivamente para ganar la siguiente. Organización. Los partidos sólidos dan voz eficaz al descontento y las aspiraciones populares al ofrecer una estructura continua para la política en masa. Organizan legislaturas y a su personal, a ejecutivos (que a veces incluyen funcionarios públicos, aunque esto conlleva riesgos), y a afiliados tales como fundaciones, centros estratégicos [​think-tanks​], organizaciones benéficas, clubes sociales, organizaciones laborales y comerciales, y a los medios de comunicación. La lealtad y, en los niveles de la élite, la disciplina, se mantienen mediante diversos incentivos que van desde los compromisos de políticas, los líderes populares y las actividades sociales, hasta el clientelismo político y el desagrado hacia los competidores. Los partidos fuertes también construyen una base de voluntarios motivados por las metas a largo plazo del partido. Los partidos mal organizados quizás recurran a tácticas como despertar el descontento étnico, clasista e ideológico; o peor aún—como no pueden motivar los esfuerzos voluntarios a través de


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