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John Jairo Quitián Murcia
La verdad sueño Con voz agitada, imaginando el paraíso, juega el niño con su padre pero las horas negras van arribando. Vuelan vuelan y no se van. Son arpías que se desploman y devoran a su querido padre. Despierto. ¡Me despierto! Y aquel terrible sueño cae en el rio y pienso, con la indiferencia del cartón y el cemento ¿Por qué desapareció mi padre? Te pongo un nombre Te pongo un nombre para olvidar el mío. Te doy un cuerpo porque no gozo el mío. Te regalo el lenguaje, señala a los culpables y mata aquello que piensas. Nacer es la primera de muchas muertes que te dejo de herencia. Por cada labio que conozcas pon una letra
y labra tu propio epitafio. No cedas a tu deseo. Rebélate y pelea contra tu nombre como hice con el mío.
Reflejo de otro Soy el reflejo de otro, de lo que siente y dice, lo que ve y piensa. Carne temblorosa gesticulando con la luz de su reflejo. Imaginario, erótico, agresivo. Existo gracias a él. Penetrándome me dice ¡tú eres! pero solo en el espejo. Él está frente a mí, él está dentro de mí, tan íntimo y extraño. Cautivo de un deseo que se aleja en la memoria pago sus pecados entre abandono y silencio. Espejo que todo lo ensamblas dispones a otra copia más para soportar la desnudes de tu odiosa presencia. Historia mínima 37