Escoliosis
Gabriela Jauregui @surplusera
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Interpelada
M
e siento a teclear un rato después de haber ido a cantar freny que a la vez se desarticula y esa desarticulación te a la sede del gobierno de Oaxaca en la Ciudad de México (¿rearticulación?) duele. Sobra (o no, nunca sobra) para exigir justica por María Elena Ríos, saxofononista oaxaqueña a decir que antes que todo duelen profundamenquien su ex pareja le mandó tirar ácido sulfúrico hace un año. Uno te los feminicidios, las desapariciones, las violade sus agresores sigue libre, y ella sigue encerrada en su casa, con dociones de niñas y mujeres aquí en este país fosa. lorosísimos tratamientos médicos además del trauma. Pienso en sus Pienso en el verso de la «Canción sin miedo», de dedos ágiles y hermosos moviéndose por las llaves de su saxofón a Vivir Quintana, que justamente cantamos por Mapesar de todo. Las formas que puede cobrar la resistencia, los lugares le ese día, que cantamos antes el 8M, que seguidonde el dolor se aloja en el cuerpo, Male viva, viva, viva. Me siento mos cantando hasta que se nos anuda y desgarra antes de la antigrita en la cndh tomada desde hace ya diez días por la garganta, «si tocan a una, respondemos todas». madres de víctimas de feminicidio, grupos fe¿Cómo respondemos? ¿Cuáles respuesministas y madres y familias buscadoras de tas posibles? ¿A gritos? ¿Con llanto? ¿Con Ante las violaciones desaparecidos. Me siento después de que ha brillantina? ¿Con un susurro inaudible pey abusos, ¿qué hacer? ro enunciado? ¿Con la voz entrecortada? habido grietas entre los grupos que están en la cndh Okupa. Me siento a pensar en la pala- ¿Cómo responder? ¿Con el cuerpo? ¿En el cuerpo? ¿Con la lata Esa duda compartida de aerosol? ¿Con un coctel molotov? ¿Con bra Okupa que las ocupa, preocupa. En todas las diferencias ideológicas, políticas, de clase por las mujeres de la veladoras? ¿Con llaves y teclas? ¿Con pany geografía que unen y separan. Voy, vengo. comunidad es la semi- cartas, con fotos? ¿Con cantos y nombres? Tengo hijas. Soy mujer. Vivo en México. Soy ¿Con toda nuestra rabia, con nuestra intelilla de su resistencia. una mujer de piel clara, soy privilegiada. Me gencia, con todo lo que tenemos y somos? conduelo. Acompaño. Me siento a escribir y Cuántas formas posibles de respuestas hay. no puedo pensar en nada más. No puedo pensar en nada más porAl mismo tiempo, por coincidencia, llevo que estos reclamos, estas injusticias, estas violencias ejercidas en los días releyendo la maravillosa novela de Miriam cuerpos de otras mujeres me interpelan, en el sentido althusseriano Toews Ellas hablan (Women Talking). Es difícil conde la palabra. Me siento con la sensación de que sucede algo histórico densar la impresionante fuerza e inteligencia del libro en pocas palabras. ¿Qué es la justicia? ¿Qué es el perdón? ¿La libertad? ¿Existe reparación posible del daño? Éstas y otras preguntas tan íntimas como lo son, casi metafísicas, están en el centro de las conversaciones de la asamblea de mujeres de la comunidad menonita de Molotschna. Pareciera que están sentadas acá al lado nuestro. Ante las violaciones y abusos, ¿qué hacer? ¿Cómo responder? Esa duda compartida por las mujeres de la comunidad es la semilla de su resistencia. Se traduce en las minutas, en el acto colectivo de contar historias, que es lo que hace viable cualquier posibilidad del futuro, convirtiendo este libro en un ejercicio necesario y profundamente conmovedor de la imaginación ética, política y estética. La novela está basada en hechos dolorosamente reales que sucedieron en una colonia autárquica menonita en Bolivia, y es una invitación urgente a la reflexión, un llamado. Mientras que el espacio y tiempo de la novela parece distar de nuestra realidad, esa pregunta: «¿Qué hacemos?», que germina en resistencia allí y aquí, hace de la novela una ventana abierta hacia lo que nos sucede y nos afecta a la vuelta de la esquina. dD