El Capitaloceno
y la ecología de la cultura
Santiago Acosta
Dossier: Capitaloceno
L
a crisis ecológica del presente ha transformado las maneras de estudiar el papel jugado por la cultura en las relaciones entre la sociedad y la naturaleza. El campo interdisciplinario de las «humanidades ambientales» se ha expandido con rapidez para aglomerar aquellos esfuerzos que, al menos desde el auge de la ecocrítica en los años noventa, han estudiado la literatura, la cultura popular y las artes visuales con la misma preocupación central por los fenómenos socioecológicos. Ante la variedad de enfoques, debates y alternativas que se han originado durante este verdadero «giro» ambiental, vale detenerse a examinar algunas reflexiones provenientes del eco-marxismo, la historia ambiental y los estudios culturales que entienden la crisis ecológica del presente como resultado directo del sistema capitalista.
El término «Antropoceno» se ha popularizado en los últimos años para describir la presente época geológica como un período definido por los efectos de la actividad humana sobre el planeta. Sin embargo, esta noción no ha estado libre de críticas. Suele señalarse, por ejemplo, el carácter abstracto y homogéneo de la categoría antropos.
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¿Quién es ese humano al que se le pretende atribuir toda la responsabilidad de la crisis climática? ¿Somos todos igual de responsables? ¿O unos más que otros?
Asimismo, se ha dicho que esta forma de interpretar la crisis asume de antemano como real una separación nítida entre humanidad y naturaleza que más bien debe entenderse como cultural, históricamente situada y siempre inestable. Alrededor de estas preguntas se han generado debates que frecuentemente ponen en cuestión las bases mismas del pensamiento ecológico y los objetivos del análisis historico y cultural. Una de las alternativas más productivas que se han propuesto para contrarrestar la idea del Antropoceno es la del «Capitaloceno», que al menos tiene la virtud, como suele decir en entrevistas y publicaciones el historiador ambiental Jason W. Moore, de «nombrar el sistema» en lugar de asignar la culpa de la actual crisis ecológica a una pretendida «naturaleza humana». No se culpa, entonces, a un «humano» abstracto, sino a una manera específica de organizar la naturaleza en función del dinero, un sistema que hoy en día está en manos de ciertos humanos: ese grupo que los activistas llaman «el 1%». Por otro lado, dice Moore, el enfoque del Antropoceno mantiene intacto el «dualismo cartesiano» entre sociedad y naturaleza. Para el autor, la relación entre el humano y la naturaleza no debe ser vista como una separación o una alienación del sujeto con respecto a su entorno, sino como una historia en la cual lo humano —sus instituciones,