Dossier: El rock no ha muerto, ¡viva el rock!
De fan,
a guitarra rítmica de Octubre XX
Ligia Urroz
M
ujeres como yo estamos hechas de música y letras. Aprendí a leer a los tres años. Mi madre lo descubrió en un viaje que hicimos de Managua a México; mientras recorríamos la ciudad, yo iba leyendo todos los espectaculares. Al principio creyó que me los había aprendido de memoria y cuál fue su sorpresa al darse cuenta «que Con la guerra civil, llegamos a la niña ya leía». Desde entonces me convertí en una máquina de México pensando en que regresalectura; me extasía ver la danza y el sonido de las letras, entrar a su campo semántico. La música es también algo que me define, ríamos a Managua en unas cuantas la traigo en la sangre por el lado paterno. Cuenta la historia fasemanas: lo hicimos treinta años miliar que a mi tatarabuela, Doña Josefa Urroz, la embarazó un obispo en su natal León, España. Ella tenía dieciséis años. Sus después. En ese periodo, he vivido la padres la mandaron lejos, lejísimos: a Nicaragua. La acompañó música de manera envolvente y consu hermana. Llegadas a Managua se instalaron como profesoras de música, daban clases de guitarra y piano. El fruto del tinua. En el colegio y armada de mi pecado resultó un virtuoso del violín, Don Luis Felipe Urroz, guitarra, entré al grupo instrumenquien que se casó con una guitarrista nicaragüense, doña Teresa María Mayorga. De ahí nació la estirpe Urroz, todos músicos tal. Tocábamos los Beatles y hasta de conservatorio y de sangre. Mi primera clase de guitarra la el Huapango de Moncayo. Después tomé a los siete años; el profesor era invidente, acomodaba mis deditos en los trastes y solíamos tocar música vernácula me inscribí al coro de la iglesia. Fue nicaragüense, Carlos Mejía Godoy era el preferido. En mi caentonces cuando le dije a mi papá que sa se escuchaban diariamente las seis horas de práctica de mi abuelo, Humberto Urroz. Él fue primer violín de la Orquesta quería entrar al conservatorio de múSinfónica de Nicaragua, luego se convirtió en el director. Essica, quería ser directora de orquesta. cuchar a un violinista estudiar es algo complejo: puede pasar Él me miró y con su acento nicaragüense me respondió: horas en un mismo compás, sin regalarte la pieza completa. «Mirá chavala, hemos salido de una guerra, no tenemos Esos fragmentos y el sonido al afinar su instrumento, se adnada, primero estudiá una carrera que te deje de comer, la hieren a las paredes mentales, es por ello que desde que nací, música siempre estará con vos». Y así fue como seguí tohe desayunado, comido y cenado música. Es ella la que evoca cando guitarra de manera silvestre, con los «guitarra fácil» mis recuerdos más niños. La que me transporta a las clases y de oído. Por suerte llevo mi propia música interna, es un de ballet donde bailábamos El lago de los cisnes entre palmeanimal vivo que me define y no me suelta. ras y noticias revolucionarias. Es el sonido de la marimba el Tanta razón tenía mi padre. que me recuerda la falda típica que vestía en mis tardes de baile folklórico, la que me hacía girar como derviche. Desde * entonces, en mi jukebox mental, puedo apretar los botones y Pasaron un par de décadas y en una fiesta de un amigo que escoger género, canción y simplemente darle play. cumplía cuarenta años, conocí una banda de covers de rock ochentero, Fronteras, dirigida por Juan Carlos Jáuregui (voz)
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