Miedo a la cultura Cuauhtémoc Miranda*
E
n México, se le tiene aversión a la cultura. Decía el Premio Nobel de las letras (1982) Gabriel García Márquez, “El mundo habrá terminado de joderse el día en que el hombre viaje en primera y la literatura en el vagón de carga” y como en cada sexenio, o peor aún, en cada “informe presidencial”, ese rubro tan importante para el desarrollo humano, queda fuera, y para este gobierno, mal llamado de la 4T, simplemente no existe. En la pasada lectura del informe, que dio el jefe del ejecutivo, con cronómetro en mano solamente habló 2 minutos 14 segundos de la producción editorial del Fondo de Cultura Económica y usó otros 25 segundos para decir que se mantenía la promoción del arte y todas las expresiones culturales.1 Otra vez, para esta administración, la cultura no merece mayor tiempo; queda claro que las prioridades de una nación están por encima de cualquier “banalidad” artística, pero no darle un justo valor a la cultura, es un signo de ignorancia y menosprecio.
Otras naciones, viven del quehacer cultural, deben una gran parte de su Producto Interno Bruto al turismo de este ramo. Por ejemplo, cuando inició la nueva normalidad mundial, países de Europa lo primero que reactivaron fue la apertura de los museos para poder recuperar algo de lo perdido por la pandemia. En el caso de México, el Gobierno Federal, que ya venía arrastrando un recorte de presupuesto para la cultura, todavía se atreve a inhabilitar 2 algunos sellos editoriales para que no sean vendidos sus libros en las librerías de Educal y del Fondo de Cultura, que dicho sea de paso, estos lugares de venta mantienen deudas millonarios con casas editoras que aún no han saldado, y a pesar de estar en medio de esta crisis, también deciden cerrar las puertas a otros creadores intelectuales. A la parte federal le cuesta mucho trabajo solventar la relación cultura-gobierno, pues ahora más que nunca, se requieren apoyos para fomentar las distracciones culturales. El promover a los creadores