Tesoro cultural viviente de Santo Domingo
Tomando esta situación en consideración, la Sociedad Folklórica Dominicana ha decidido premiar a estos abnegados y meritorios depositarios y conservadores de nuestro folklore, la mayoría de quienes están ajenos al trascendental papel que juegan dentro del desarrollo de la cultura dominicana. Con tal motivo, se ha acordado otorgarles un pequeño diploma que los acredita como: «TESORO CULTURAL VIVIENTE DE SANTO DOMINGO», y en esta forma, ofrecerles aunque sea en forma simbólica la seguridad que hay quienes aprecian en forma debida, su esfuerzo, sus desvelos y sus sudores, y aunque desprovistos de medios para poder hacerles otra oferta, por lo menos reconocer en forma pública que son estos señores los que verdaderamente merecen un homenaje en este país por la conservación de nuestro folklore. El 30 de los corrientes, en el homenaje que ofrecerá la Sociedad Folklórica Dominicana a Papito Vallejo al cumplirse el 25 aniversario del Primer Festival Folklórico Dominicano, se entregarán diplomas de estos a las personas siguientes: Bertilia Peña, Fidias Mercedes Bautista, Dámaso Mercado, Dr. Jovino Espínola, Alfredo Félix, Amanda Germán Pérez, Quico Esquea y Teófilo Chiverton. Como la Sociedad Folklórica Dominicana es una entidad cultural privada sin fondos de clase alguna, tal vez no le sea posible traer a todos los homenajeados al acto de entrega de los diplomas, sin embargo, estos estarán hechos y ahí se sembrará la primera piedra. En homenajes sucesivos, se irá cumpliendo con este deber que se ha impuesto la Sociedad Folklórica Dominicana, de honrar a todos quienes se lo merecen por la conservación de nuestro folklore. Santo Domingo Enero 9, 1976
Por: Fradique Lizardo
A través de los años, se han ido conservando costumbres, bailes y otros elementos de nuestro folklore, que muchas veces han tenido que soportar fuertes impactos culturales, que no han logrado desarraigar estas manifestaciones de nuestra cultura popular. Detrás de estas manifestaciones y celebraciones, en forma anónima, laborando contra toda clase de obstáculos, luchando contra vicisitudes de todas clases y las más de las veces, sin recursos económicos suficientes, se encuentran una serie de personas, que son los verdaderos héroes anónimos de nuestro folklore y que a veces pasan toda su vida sin que su nombre sea conocido más allá de sus íntimos y de aquellos que por alguna casualidad van a parar, por cualquier motivo, cerca de los sitios donde se hacen esas celebraciones.
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