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La bicicleta es el más noble invento de la humanidad
William Saroyan
La bicicleta es el más noble invento de la humanidad
William Saroyan
Este sábado 3 de junio celebraremos el Día Mundial de la Bicicleta y todxs nombran los beneficios que tiene este vehículo de dos ruedas impulsado por la energía humana. Es el día en que las autoridades se suben a la bici, se sacan la foto y dicen estar a favor del medio ambiente, pero luego se van en su auto privado, porque tampoco usan el transporte público.
La bicicleta es un aporte clave para enfrentar diversos problemas, tales como en traslados en la crisis sanitaria, la creciente y cada vez más grave crisis climática y las nuevas pandemias de sedentarismo y obesidad. No obstante, a pesar de las ventajas que se les atribuyen a los desplazamientos en bicicleta, ¿Cuánto se hace realmente para incentivar su uso?
En Antofagasta durante los últimos años ha habido un esfuerzo por implementar infraestructura ciclista, como ci-
clovías y bici estacionamientos.
Si bien, con estas iniciativas la bicicleta ha comenzado a recuperar presencia en el espacio público, existen muchas barreras y condiciones físico-espaciales que limitan el uso de ésta como medio de transporte; siendo estas barreras la invasión por parte de automovilistas, motociclistas en las ciclovías; falta de mantenimiento del pavimento y limpieza; falta de iluminación y seguridad en algunos tramos; mala distribución y continuidad, y por último, la falta de educación
respecto a la ley de convivencia vial, ya que esta busca poner en posición de igualdad a todos los modos de transportes en las vías, pero son lxs ciclistas junto a los peatones quienes han sufrido la mitad de los fallecimientos por accidentes de tránsito al ser los actores más vulnerables en la calle.
Se puede concluir, que a pesar de que existen algunos esfuerzos para fomentar el uso de la bicicleta, estos son deficientes y que debe existir voluntad real de las autoridades y de la comunidad para cambiar el paradigma de la movilidad.
¡Hola a todas y todos!
Soy una persona que disfruta de andar en bici todos los días. La pandemia hizo que en lugar de usar la bici solo en fin de semana, pedalee siempre y a todos lados. Esto trajo consigo la importancia de adecuarme a las calles, su constante movimiento y su regulación por ley. Digo esto porque tuve que aprender cosas como por donde debo y no debo pedalear, quien tiene la preferencia en ciertas situaciones como el viraje, que implementos debo usar o cuales son las infracciones en caso de no respetar dichas obligaciones. (Nótese mi desconocimiento de la ley de tránsito producto de la nula educación cívica en este país).
Este conocimiento me convirtió en mejor ciclista, pero a la vez me hizo criticar las malas prácticas que veo TODOS los días por parte de ciclistas, peatones y automovilistas. Dichas criticas han derivado en denuncias a través de mi Instagram y como respuesta me han dicho sapo ql, perkin, te creí paco, te paso por el pico, trata de denunciarme po guatón trek, entre otras cosas. Todo esto por denunciar las malas prácticas de las personas que creen que por usar una “Fixie” pueden infringir la ley de tránsito como ellos quieran.
Hace poco un grupo de ciclismo subió un video en donde aparece un extracto de un Alleycat, la cual es una carrera clandestina por las calles de la ciudad, en donde la ley da lo mismo, lo único importante es llegar como sea a los puntos de control establecidos por los organizadores. Esto escaló de tal manera que llegó a los noticieros de internet y televisión. Yo difundí esa denuncia y por eso recibí un montón de insultos e intentos de “educarme” en los “deportes extremos”, si, intentaron tratar de que aprendiera sobre su estupidez, de igual forma que lo hacen los “mente de tiburón” con sus estafas piramidales o criptomonedas repitiendo frases super elocuentes como: Hermanoh, nuestro deporte es así de anti-ley. La ley
vale pico. Oe perkin culiao, cómprate un auto si querí esperar en las rojas (Eso me hizo acordar del comercial cómprate un auto Perico y me hizo reír).
Mi pregunta es: ¿Qué sacan con hacer eso? ¿serán más hombres o más mujeres al hacer lo que quieren y grabarse? ¿No ven el peligro hacia su seguridad? Muchos me han dado como respuesta que no les va a pasar nada porque tienen experiencia, control sobre su cuerpo y buenos reflejos. Pero ¿y que pasa con los que deben frenar de golpe para intentar esquivarlos? ¿Han pensado que esta maniobra improvisada puede provocar un choque múltiple o descarrilamiento? ¿Es que acaso no ven que otra persona, que no tiene nada que ver con su estupidez puede atropellar a alguien? ¿Tanto fue así la impresión que les dejó la película “Premium Rush” que no pueden pensar en las consecuencias?
Para terminar, solo me queda decir que estamos en una época en donde debemos ser personajes activos en la aprobación de una nueva constitución, la cual está escrita para convertir a Chile en un mejor país, con derechos sociales y una mirada hacia el buen vivir para todos, y esto incluye a la vida vial. En este nuevo país donde se buscará sancionar a los que se han aprovechado de los distintos privilegios de la dictadura, también me gustaría que se sancione de verdad a los que conducen imprudentemente, tanto a nosotros como ciclistas, como a los camioneros que tantos accidentes y muertes han provocado.
Atentamente:
El Bici Cartero de Antofagasta
PD: Si, puedo ser odioso, pero alguien tiene que serlo.
PD 2: Evito criticar a la gente por su vestimenta o forma de ser, pero es imposible no darse cuenta de que los “newyorkers” (así llamo a los fixeros pasados a película) tienen el mismo perfil y comportamiento, casi como los rechazo.
AMIN
Seguramente se ha preguntado que nos pasó en tanto tiempo, pero así van las cosas y siempre sobreponiéndose a las circunstancias ¡y vaya que circunstancias! Con alegría volvemos a solazarnos para continuar la vía pedaleando juntos.
Buscando la providente gestión en la palabra del señor Florencio, mecánico de bicicletas, dejé mi Oxford de “las camellos” que llamamos allá en el campo, a que pasara a remozarse con una pintada, también estuve a la siga de un par de pedales ad hoc en varios talleres a fin de incorporarlos manteniendo en ello esa estética característica de finales de los ’70 o los ´80; según el camanduleado lenguaje, en las varias consultillas -a modo de remolino de la intriga- para dar con la específica fecha de la producción de tan atávico e inconfundible doble cuadro histórico: ejemplar de racores, varillas para los frenos, tapabarros y cubre cadena (ese también lo estoy buscando) por cierto todos cromados, que con firmeza sigue al servicio de las movilidades – no del todo seguro- empero del año 87 en adelante.
Antes de dejar la camello en la brocal del pozo impelí a mi compañero y amigo Juanito a que llevase su bicicleta al tallercito, en realidad el ya conocía la picada, pero lo alenté a que pintara también su bici una Oxford pero de ruta, llamémosla aquí siguiendo la clasificación animalia de antílope rutera, esos bríos nos acarrearon triscando raudos sin duda al taller de Florencio.
Como dijimos, esperábamos una diligente y rápida atención; sin embargo otros trabajos más sencillos y quizás otros más complejos fueron cubriendo los días venideros, así tuvimos que ir aguardando con algo de julepe -dudando incluso- a que no se cumpliera en el hontanar de la palabra, el honor del simple acuerdo; pero el valor trabajo está a conciencia e incluso muy económico en la comparativa de los precios, por ello no íbamos a rescindir o arredrarnos haciendo zalagardas ni marabuntas de niños mimados, que no lo consienten al tiro, que días más que días menos era cuestión relativa y que si estaba la posibilidad para Florencio de recibir más pegas, parabienes a la labor, pues no está aquilatándose parchando cámaras, cambiando cadenas, enderezando aros, etc. Así y todo, está difícil hacerse los morlacos.
En el umbral del mismísimo taller, la compañera de Florencio dispone de un carrito de preparación de comidas salchipapas, silpanchos y fricasés se ve anotado en uno de los costados, refrescos y papas fritas en el otro. Cada tarde los aromas y frituras van invitando a su disfrute de las recetas bolivianas.
Así que en este pintoresco tallercito nos hicimos de la graciosa prosémica de la talla a flor de Florencio en las veces que lo visitamos preguntando por las novedades. Ya dispongo de la bici, queda por sacar la herrumbre de los tapabarros, buscar un dínamo y farolitos, pero de que quedó buenísima la pintada del cuadro, un hecho. Gracias Florencio y ya comeremos un día de estos un fricasé con marraqueta.
Sí, compré un monopatín, así le dicen en Chile, en España le llamamos patinete. Yo, que me siento un esteta de las palabras, dictamino que ambas son malas palabras. Supongo vienen de pata, o al menos tienen una raíz común con pata, pero para mí el problema no es ese, sino que ambas son de alguna forma diminutivos de cual-sea-esa-palabra-original-que-creemos-que-es pata. Respeto a las patas, no a los diminutivos pues siempre esconden un cierto desprecio hacia aquello que disminuyen. Scooter suena con más onda, quizá porque es una palabra inglesa y su etimología no nos recuerda a nada. Me gustaría usar la palabra scooter de ahora en adelante, pero tengo una ley lingüística que me lo impide: no uso palabras en inglés. Soy un purista de la lengua castellana.
Los scooters, nueva palabra favorita de quien suscribe, en general son asociados a las niñeces, quienes los usan con fines recreacionales mientras son custodiados por sus madres. No digo padres de forma deliberada, quien suscribe se declara feminista, entendiendo que persisten los roles de género en esta sociedad heteropatriarcal.
Aplausos. Qué gran hombre.
En realidad, lo dicho es bastante aplicable a la vida completa de les infantes, su vida es en esencia recreacional, bueno, al menos quienes nacen en familias con cierta estabilidad financiera. Entonces los monopatines, por el tipo de usuario que suponemos tiene, han sido vilmente reducidos a un juguete.
Mirad con qué bella palabra nos encontramos, juguete, supongo viene de juego, uno tan despreciable que requiere añadírsele el sufijo ete. Elementos inútiles salvo para la diversión, el ete de patinete o el ín de monopatín existen
porque son artefactos usados por niños, personas cuyas actividades e intereses no deben ser considerados seriamente. ¿Será así? Algunos tendrían la osadía de interpretar lo anterior como una manifestación lingüística de la niñofobia, tan latente en nuestras sociedades. Quien suscribe lo ve posible. Quien suscribe no se junta con esa gente.
Aunque igual me gustan los lugares libres de niños, ¿también eso es niñofobia? Pero ¿por qué tienen que haber niños presentes si hay gente emborrachándose y consumiendo cocaína y masturbándose en aeropuertos, jadeando en la cabina contigua a la que me encuentro, por razones difícilmente dilucidables? Prohibirles la entrada es bondad.
Ahora que lo pienso, a las bicicletas les decimos bicicletas, que es como otro diminutivo, esta vez supongo proveniente de biciclo. También están los botines en el futbol, que probablemente sean una disminución de bota, y en el tenis tenemos las raquetas, palabra cuyo origen etimológico es Raquel, de eso no me quedan dudas, raqueta se asemeja a una pequeña cabeza de Raquel, con cara apretada y amuñada, como toda Raquel, tensión facial necesaria para golpear una pelota a 200 kilómetros por hora, como lo hacía Andy Roddick, que no era Roderick ni mucho menos Rodrigo. En España hay una ciudad que se llama Rodrigo. Qué mala Raquel le habrá tocado a esa persona que inventó las raquetas. Espero no haya sido un Rodrigo. Yo no soy Rodrigo.
Seguro hay más ejemplos que muestran que en castellano tendemos a bautizar con diminutivos ciertos artículos deportivos, y mi tesis es que subyace en esa costumbre un profundo desprecio hacia la recreación. Jugadísimo me encuentro con esta tesis, que viene de jugado, y a su vez de juego. Qué gran juego de palabras. ¿Juego, juguete, patinete?
Patineta. También existe el skate. Qué gran nombre, esqueit, tiene estilo la palabra, pero en castellano la cambiamos por patineta. ¿Por qué nos hacemos esto? A mi parecer, el skateboarding
es para gente que no valora la vida, es demasiado extremo desplazarse sobre una tabla sin usar las manos. Por eso prefiero el monopatín, porque soy de la UDI y estoy a favor de la vida, al menos de la mía, y cuando me subo a uno puedo asegurar mi sobrevivencia agarrando bien agarrado el manubrio, no sin temor, mientras con la patita bien estirada me impulso para deslizarme por la ciudad. No quiero perder la vida, menos a bordo de algo llamado monopatín. Qué indigno titular: Promesa del urbanismo fallece tras caer de su monopatín.
Otra gracia del monopatín es que alcanza una velocidad bastante más alta que la caminata, lo que lo transforma en un medio de transporte. Considero que eso es argumento suficiente para iniciar una moción para quitarle ese nombre estúpido y despectivo. Mi propuesta es Cuauhtémoc Blanco. Los Cuauhtémocs no son demasiado grandes y pueden plegarse, por lo que subir al transporte público masivo es posible con él, sin molestar demasiado a los otros pasajeros. Luego, al bajarse del bus o metro, se hace fácil recorrer los 300 ó 500 ó 673 metros de distancia que restan hacia tu destino deslizándote por la ciudad. Cumplen un rol en la intermodalidad.
¿No sabes qué es intermodalidad? No estoy aquí para eso, no me lo hagan explicar. Mejor que lo haga la señora L, mi suegra, ella es experta en transportes y estaría encantada de explicarles a cada uno de ustedes, ignorantes, el significado de la intermodalidad. Les dejo su correo.
La intermodalidad, según vagamente entiendo, consiste en cómo se integran diferentes modos de transporte durante un viaje al interior de una ciudad o región o país. Por modo de transporte se entiende desde la caminata hasta los trenes, pasando por bicicletas, metros, buses, Cuauhtémocs, entre otros. Y por viaje, la decisión o necesidad de moverse desde un origen a un destino.
Ejemplo de intermodalidad: Conozco a un magnate afincado en Estados Unidos. No lo dice mucho, pero es de Curanilahue.
Él despierta una mañana cualquiera en
su casa de 759 metros cuadrados construidos. Toma el ascensor frente a su cama, está desnudo. Baja a la cocina, donde guarda su colección de cafeteras. Decenas de miles de dólares invertidos. Se acerca a la de uso diario y hace cosas con ella que no soy capaz de describir, aparentemente nada sexual. Aunque sigue desnudo y a ratos gime. Está en esas complejas maniobras durante unos 15 minutos hasta que finalmente llena su taza con café. Tras el primer sorbo de ese café obviamente frío, exclama:
- Alexa, is the E-Cu fully charged?
Sí, a su Cuauhtémoc le llama así con cariño, porque sí, el aparato es eléctrico, de ahí la E que precede a la sílaba Cu. Hermoso sería que en vez de Cu se escribiera Q y así ser denominado comercialmente como E-Q, haciendo un juego de palabras con IQ, que es la sigla usada anglosajonisticamente para el coeficiente intelectual, elevando nuestro Cuauhtémoc a la cúspide civilizatoria,
sitial que siempre tuvo pero que injustamente se le ha negado desde principios de la historia.
Y nuevamente sí. Alexa contesta afirmativamente, en el momento en que el sujeto en cuestión introduce sus delicados pies en un par de Campers. Se pone un casco verde fluorescente, se monta en el aparato y erguido recorre cientos de metros hasta la parada del autobús. El vehículo cuenta con espacio disponible para estacionar bicicletas y Cuauhtémocs. Se sube, y recorre unos 6 kilómetros hasta llegar al centro, donde están sus oficinas. Baja, se despide de Mike, el conductor de siempre, y vuelve a montarse sobre E-Cu. Pasados 5 minutos está sentado en su cómoda silla, sin transpiración ni demora.
Nuestro amigo ha experimentado la intermodalidad, ya que para dirigirse desde su lujoso hogar hasta su trabajo ha utilizado diferentes modos de transporte, desde el ascensor hasta el transporte público.
Otra virtud del monopatín es que permite una transición muy rápida entre el patinaje y la peatonalidad: al estar
la plataforma sobre la que el usuario se para a unos 10 centímetros del suelo, en segundos es posible reducir la velocidad, bajar los pies a la superficie de la vereda y simplemente caminar. Esa transición me gusta mucho por varios motivos, uno de ellos es la seguridad, y otro, el más importante para mí, es porque tomo fotos. En la calle, de la gente, de los edificios que no tengo tanto ánimo de diseñar, de los espacios públicos. Recorro la ciudad deslizándome en monopatín y me detengo cuando observo algo valioso. Lo he intentado hacer en bicicleta, pero resulta infructuoso. Voy demasiado rápido y no alcanzo a observar con plena atención lo que ocurre a mi alrededor, como sí lo logro en monopatín.
Y eso. Andando en mi monopatín tomo fotos, ¿o las saco? A veces las saco, cuando apunto directo a alguien sin permiso, eso es sacar, extraer, hurtar.
Basta.
No quiero seguir con los juegos de palabras. ¿O sí?, siempre sí.
El ineludible recuerdo lo voy desdoblando cuidadosamente como un papel alojado en el bolsillo perro del pantalón.
Mientras la rueda sigue dando vueltas en este año se conmemoran los 50 años del golpe cívico militar.
El silencio incómodo golpea una y otra vez la puerta, ¿Dónde está Sergio Daniel Tormen Mendez?
El nombre de Sergio Daniel Tormen Méndez este año vuelve a nosotros.
Por fin un acto de reconocimiento desde el estado, el velódromo lleva su nombre, aunque aún no tengamos noticias de su paradero.
Arrojadas están las postales con tu rostro querido Sergio, postales en la que sales acompañado de niños, las cuales te entregan una alegoría de ídolo cercano, sencillo, capaz de identificarse con lo más profundo de su pueblo.
Ciclista internacional y campeón de Chile
Mecánico
Militante del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria)
Tu despedida fue tan trágica, Agentes de la DINA cayeron por asalto en tu taller de bicicletas, te llevaron a Londres 38 (Centro de detención, tortura y desaparición), junto a tu compedal Luis Guajardo Zamorano, en el frío mes de julio, para nunca más volver.
Tu nombre lo conocí en el museo de la memoria, en la inauguración del foro mundial de la bicicleta, era marzo del 2016, estaba lleno de ciclistas de todas partes y no se esperaban que la organización conectara con el dolor e impunidad del país.
Recuerdo que tu nombre, Sergio Daniel Tormen Mendez, retumbaba el museo de la memoria y sentía que el ejercicio de andar en bicicleta por fin se escapaba de toda parafernalia marketera qué el consumo instaura. El acto de conmemoración nos entregaba sentido a quienes buscamos juntar las piezas de nuestra historia para conocerla, para tomarla con nuestras manos y forjar una nueva.
Allá están las fotos de Pierre dubois en la población la victoria, apoyado en una bicicleta haciéndole frente a los milicos,
ahí están las los registros de la bicicleta de machuca que cruzaba los peladeros de la capital, allá están las fotos de ciclistas que recorren de punta a punta la ciudad en pandemia alla están las fotos en plena revuelta de octubre, allá están las fotos de ciclistas del bajo pueblo, proletas migrantes excluidos, pobres, de los que nadie habla ni son parte de las mesas de trabajo.
Aquí estamos nosotros, bicicleteando tu memoria.
El macizo es la plataforma sostenedora de la erupción de cartones, cholgüanes y calaminas. Escarpan los montículos de tierra y se configuran como polígonos de cobijo.
¿Qué cobija un cartón cuando la depresión formada entre los cerros es un cobijo en sí mismo para un perro, un vagabundo, el cabizbajo adicto de la esquina?
Los límites del cerro son los propios límites y los límites del progreso.
Las pendientes y desniveles moldearon los cuerpos de niñas y niños que hoy, ya adultos, se desintegran en las calles y pasajes de tierra mientras direccionan sus verticales rumbos hacia sus guaridas hace más de 70 años.
El perro, el vagabundo, el cabizbajo adicto de la esquina. Todos tienen un común denominador. El cerro. El cerro que mira hacia el poniente y dialoga con las sirenas y grúas que balancean pesos a la distancia y que, como alegoría de una faena, parecieran reconstruir el mismo cerro desbordado en sus laderas y acantilados.
Retazos rojos, anaranjados, amarillos, verdes, celestes y celestes más pálidos. El sol destiñó la colorida alegría de refugios hechos al pulso de obreros, gasfiters, maestros y carpinteros que, como piedras del ripio dejado por un camión, se vuelcan y ruedan para bajar por su principal arteria camino a sus labores teniendo el café rugoso como telón de fondo de sus teatrales y materialmente precarias vidas.
¿Qué espera el cerro? ¿Qué esperan de él? ¿Se puede esperar algo?
Desde Nazaret hasta el corazón de la Araucanía veo a las mulas cargar el peso de los otros. Ni en la pausa para abrevar se pueden quitar ese peso, el peso de los otros. También veo a los perros románticos siendo perseguidos y apaleados por la autoridad, quien los confunden por conveniencia o desahogo con narcotraficantes; ladrones; malvivientes o cualquier bajeza de la sociedad que debe de ser erradicada de raíz, antes que el poema acabe con el mundo y la poesía de a luz uno nuevo. El poeta es satán ¡sí!; el poeta es un asesino ¡no!
De Soslayo a hurtadillas, sus ojos tocaron los suyos y se vio frente a una nueva inteligencia artificial que podía satisfacer todas sus necesidades y fantasías. La alforja del antiguo imperio cayó reventada al suelo; descascarándose empezó el desnudo del caparazón de un gran huevo blanco; la gallina gemía; del cielo se oía el sonido de una armónica de cristal; pero comenzó a sonar la rabia nuevamente en las calles. Antes de reaccionar, la mano sin piel comenzó a acariciar su cuello blanco de loco. Gesto candoroso que tiernamente lo llevó a subirse en el carrusel del ademán; no humano; no animal: no vegetal; completamente robótico en el tiempo del Antropoceno. Sus ojos verdes zafiro transmitían un reflejo de una vida sin vida, un nonato sapiente de su estado fallecido; mas el ego desatado y desbordan-
te hacía ese miedo por lo desconocido era algo que siempre preconcebía como la cima del éxtasis. En su foro interno se bendijo de santidad. La creación era más que él, había trascendido el arrobamiento de verse hecho una nada por la cúspide del conocimiento de una especie tan superflua como la humana. Sudado de angustia, envuelto en una timidez de oso de circo, con un pie en el pavor, atónito ante la belleza del arte científico, comenzó lentamente a acollarse en la palma fría de la máquina, anhelando sentir con mayor fuerza el idílico cariño; Sin saber, no obstante que esa mano espuria; pie de bailarina, comenzaría a mutar en una garra de halcón que lentamente comenzó a acertarse, dedo por dedo, en los fisonómicos músculos de la presa progenitora. Su fogosidad lo llevó a acercar su cuerpo
a la pena que le daba placer, sintiendo el pecho disfrazado de la maquina contra su camisa. Hubo un punto en que trató de zafarse, pero la trampa era tan efectiva que era mejor entregarse a la lógica de la ingeniería perspicaz, que luchar valientemente por un escape hacia la liberación. Una vez disminuido el oxígeno, antes de desfallecer, vio abrirse la comisura de los labios del autómata, haciendo contactos con los suyos, sintiendo la goma gélida que, a través de un beso gélido y tosco, trataba de traspasar un aliento de vida sin aire. La tenaza comenzó a disminuir su prensar, dando aliento al estrangulado. Con ojos lagrimosos de frente a la mirada focalizada de su opresora, la vio pronunciarse por primera vez; rompiéndole el corazón lleno de orgulloso ego; llamándolo hermano te he salvado.
“Todos somos peatones”, dice la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito ya que, al bajar del auto, de la bicicleta o del transporte público, todos al momento de ingresar al lugar de destino lo hacemos a pie. Es el usuario más vulnerable de las vías y del espacio público e históricamente el primer “modo de transporte”. El más elemental, ya que sólo se maneja y depende de sí mismo. No lleva protección en caso de recibir algún impacto, por lo que es propenso a recibir atropellos, fallecer o terminar con lesiones graves al impactar con cualquier vehículo de mayor peso. Datos de CONASET arrojaron que cerca de 7.800 peatones fueron parte de siniestros de tránsito el año 2022, donde fallecieron 469 y 5.700 resultaron con lesiones.
A muchos de los conductores se les olvida que apenas uno se baja del vehículo, te conviertes en peatón. Mientras manejan y van atentos a la señal de Pare, de Ceda el Paso o los semáforos para no chocar con otro vehículo, se olvidan de mirar al peatón que va a cruzar la calle en pasos habilitados para ello o al estacionarse indebidamente sobre la vereda. Como si no existiera el modo de transporte más elemental de la ciudad o del espacio público. Nos encontramos inmersos en una sistematización de
por FRANCISCO COOPER Papá. Peatón.incivilidades en nuestra ciudad donde, de acuerdo con la pirámide invertida de movilidad, el peatón debiese ser la prioridad no sólo del diseño y del “hacer ciudad”, sino también de las debidas atenciones que deben prestar los diversos modos de transporte hacia éste.
De seguro todos tienen alguna anécdota relacionada al peatón versus otro modo de transporte. Me pasa todos los días cuando voy al trabajo, cuando llevo a mi hijo al jardín o cuando paseo a mi perro. Conductores que sólo miran atentos a la otra vía fijándose en el vehículo que se mueve perpendicularmente a ellos. El peatón se vuelve invisible. Para qué hablar de la velocidad, la cual de acuerdo con la Ley de Convivencia Vial en áreas urbanas debe ser de 50 Kilómetros por hora. Una velocidad que estamos de acuerdo desde la práctica es imposible de mantener. Pero lo que sí es posible es ejecutar obras que obliguen al vehículo a bajar la velocidad no sólo desde la señalización, sino desde elementos físicos como aceras continuas, disminución de anchos de calzadas, implementación de ciclovías, entre otros proyectos de tráfico calmado. Así el conductor no sólo irá atento a los vehículos, sino también a su entorno y por ende al peatón invisible.
Anoche iba caminando a las 22:50 horas, diez minutos antes del toque de queda, en una noche viciada (diría estrellada, pero ya está demasiado trillado), con las zapatillas desabrochadas, el asfalto brillante, golpeando mis ojos, a pesar que estaba de noche y sin saberlo ni quererlo, me encontré con Maradona en la calle, sin mascarilla.
- Diego Armando, ¿eres tú? - le pregunté despacio, mientras subía la mirada, tratando de que me escuchara con la mascarilla modelo FFP2 que me tapaba la mitad del rostro, cubriéndome la boca, impidiéndome la respiración diariamente y destacando mis ojos prominentes, sin lentes, porque la mascarilla solo sirve para empañarlos.
- ¡Pero qué forro que sos!, no ves que se me olvidó la máscara, si no consigo una, estoy hasta el horno – me contestó Dieguito, con los brazos levantados, moviéndolos, como si estuviera esperando para lanzar un saque de banda por la albiceleste.
- Pero quedan menos de 10 minutos para el toque de queda ¿tú no estabas muerto? – le dije con tono de pregunta, mientras miraba el escudo de la camiseta que llevaba puesta del Mundial de Argentina 86, con rayas blancas/celeste y una cinta azul a su costado.
- Alta fiesta fue la que se armó cuando me morí, pero ahora estoy pagando todos mis pecados acá y sin la famosa máscara que todos tienen que usar ahora – me dijo el 10, la peor persona que pudo existir, pero el mejor futbolista del mundo, dicen.
Seguimos caminando ahora por calles extrañas, una avenida lúgubre, que ya nada tenía que ver con las calles abarrotadas que antes existían, cuando sin darnos cuenta aparecimos caminando en la cancha vacía del Club Atlético Boca Juniors.
- ¿Vos sabés por qué estamos acá? – me preguntó el Diego, mientras se escuchaba de fondo Santa Maradona de Mano Negra, con un eco estruendoso, que repetía en innumerables ocasiones, el nombre de la canción que sonaba en el coro.
- Me imagino que porque al que escribió esta historia se le ocurrió…
- ¿Pero vos sos boludo?, ¿O todavía pensás que te van a sacar el toque de queda?, comentó el Diego, levantando la voz- este gobierno fachista nos quiere a todos encerrados, controlados, porque el virus no se contagia más de noche, otros virus quizás, pero saben que si nos dejan libres les partimos la madre, la puta que los parió.
Di un paso más y me encontré parado, delante de un arco, con las dos piernas extendidas, en un estadio desconocido, totalmente repleto de hinchas fervorosos gritando, pero algo curioso era que todos estaban con mascarilla, de la mayoría de los equipos y países existentes, fanáticos de un deporte que ni siquiera me gusta, ni logro entender, donde logré divisar, algunas mascarillas del Manchester City, Tottenham y Newcastle United.
Desconcertado, me acomodé los guantes y para mi sorpresa, escuché un estruendo aún mayor, al divisar a la distancia, un punto celeste, que venia de la otra área de la cancha.
Un ser regordete y con pelo rizado, que manejaba el balón, igual como un buen escritor, maneja sus dedos en su teclado, sin errar una sola palabra, jamás quedándose sin ideas y sin cierres creativos de párrafo, siempre con el sinónimo perfecto y con la palabra adecuada, para instar al lector a pesquisar que significan ciertos conceptos.
Mitad de cancha y recién me di cuenta que el que venía era el Diego, ¡pobrecito el arquero que lo tuviera que
recibir!, hasta que volví a la realidad y me di cuenta que el arquero era yo. ¿Cómo llegué aquí?, ¿que es lo que haría ahora?, son preguntas que jamás tendrían respuesta y que caben solo en la imaginación caótica de algún anormal.
Se acerca el goleador, se pasa a uno, dos, tres, cuatro jugadores de manera magistral, sin contar a todos los que se pasó en esa verdadera peregrinación que hizo por toda la cancha, mientras el bombo sonaba fuerte, haciendo eco de los latidos de mi corazón. El 10 acomoda el balón con su pierna de oro, toma distancia y me lanza el pelotazo de la vida.
Me tiro al piso, instintivamente tratando de detener el balón, y caigo en el pasto seco, como si fuera una escena en cámara lenta, sin repetición instantánea, ni VAR y se produjo el gol. Gooool gritaba el público enardecido y todas las mascarillas volaron como un huracán por lo alto del estadio, acompañado de pirotecnia, como celebrando el mejor gol de la historia y aparezco nuevamente en la calle, con una mascarilla en la mano.
- Diego, acá tengo una mascarilla para que te la pongas – le dije, pero estaba solo en la calle, con un guante sosteniendo la mascarilla que tenía en la mano.
- Otra vez ¿cuándo se pasará todo esto?, maldita reclusión nocturna, o toque de queda como lo inventaron las instituciones gubernamentales, de las que ya se sentiría orgulloso el dictador y no me refiero a Pinochet – pienso, me juro no ver nunca más fútbol, apago la tele y me duermo.
En Chile existen más de 2 mil kilómetros de ciclovías. En la última década han crecido de forma exponencial. Ciudades como Rancagua, Temuco o Valdivia han invertido y apostado por la infraestructura para la bicicleta. Aplausos aparte para Talca que lidera el ranking nacional de cantidad de kilómetros de ciclovía por cada 100 mil habitantes: 29,2 vs 9,6 del promedio nacional.
En Antofagasta vivimos una realidad diametralmente opuesta. Hoy tenemos apenas 27,7 kms de ciclovías. Lamentablemente miramos con envidia como ciudades mucho más pequeñas y con menos recursos, año tras año suman más y mejores vías para los usuarios de ciclos.
La última ciclovía de la ciudad se inauguró a mediados del 2017 (6,7 kms). ¡Hace 6 años! Los 10k es un proyecto que viene anunciándose desde mediados de la década pasada y busca sumar, en el sector centro sur, apenas 10 nuevos kilómetros a la actual red.
Desde su anuncio han pasado gobiernos y autoridades de todos los colores, y todos, sin excepción, prometieron concretar el proyecto. Extensos procesos de participación y mesas técnicas han acompañado el periplo, pero en resumen, la ciudadanía ya se expresó en favor de su diseño, trazados y construcción.
Pero ¿quién es responsable del retraso? Claramente los tomadores de decisión, las autoridades a cargo de los servicios y direcciones de IMA, GORE, Minvu y Serviu. Ellos son los que han torpedeado e impedido su ejecución. Personajes nefastos con una visión chata sobre la ciudad y con una postura obsoleta en pro del automóvil. Ineptos que son incapaces de aunar voluntades y trabajar coordinados para intentar construir una mejor ciudad. Y nótese que digo ineptos, porque tanta inoperancia no se entiende sino en hombres.
La conmemoración del Día Mundial de la Bicicleta vuelve a recordarnos la urgencia de acelerar los procesos y presionar a las autoridades de turno para que concreten este y otros proyectos para la creciente comunidad ciclista. Antofagasta merece y necesita más ciclovías, sobre todo en el sector norte y el borde cerro. Y hablamos solo de cantidad; el estándar, calidad y mantención de las actuales ciclovías es otro tema pendiente. Pendiente como los anhelados 10k.
por CLARED HUAMAN de BICIVILIZADAS
Hace algunos días viajé a competir a Santiago a la media maratón, era mi mayor desafío en cuanto a kilometraje, conquistar 21 kilómetros. La máxima hazaña que había logrado era 10 kilómetros. Estaba tan feliz y ansiosa, que le conté a mis cercanos de mi desafío, y para preparar la mente con semanas de anticipación, incluso me hice pintar las uñas, con un diseño de 21 k en cada mano, por si la mente fuera frágil y se olvidara; además de lógicamente, hacer kilometraje de menos a más, los fines de semana, a veces incluso después de trabajar, lo que consideraba un fuerte desgaste físico y mental.
Mi hazaña empezó un día Domingo de Santiago a las 7:50 am, con llovizna en la cara, un clima nublado agradable para trotar y las hojas otoñales caídas, la canción “It´s raining men-The Wheather Girls” no paraba de sonar en mi cabeza en cada pisada, mi trayecto se hacía más corto y el ímpetu por llegar, me daba fuerza para dar el siguiente paso. Mi estimativo era hacer poco más de
2 horas, la única vez que lo había intentado la semana anterior; sin embargo, en el fondo tenía la intención de bajar esa marca, pero sólo corriendo con el corazón, sin estarme controlando con el reloj. Resulta que los resultados fueron mejor de lo que pensé, llegué a hacer los 21k, por debajo de las 2 horas, mi corazón explotaba de felicidad, mi primera vez haciendo éste kilometraje con un tiempo para mí en lo personal bueno.
Sin embargo, cuando llegué y mis cercanos me preguntaron cómo me fue, sólo les importaba si había ganado algo o no, si había sacado medalla. Me sentía mal por ellos, porque no se entendía el verdadero sentido y esfuerzo que hay detrás de un corredor/ corredora, cuando se prepara para un desafío o competencia. No corremos por una medalla, o podio, por lo menos yo no, lo hacemos para superarnos a nosotros mismos, bajar nuestros tiempos personales, y por encima de todo cumplirlo; es decir, llegar a la meta.
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Homenaje a Audre Lorde (1934-1992), afroestadounidense, su padre y madre fueron inmigrantes afrocaribeños de la isla de Granada, escritora y poeta, activista por los derechos de las mujeres negras, feminista y lesbiana. En su obra Audre nos empuja a cuestionar lo establecido y descolonizar el arte, practicar la escritura, entender que la “poesía no es un lujo” que es un derecho a expresarnos para reafirmar nuestra existencia y no silenciar nuestra voz.
En el poema “Afuera” encontré una expresión emotiva/política de mi búsqueda de identidad y los cuestionamientos que afectaron mi niñez y mi vida adulta, a propósito de las experiencias que me han afectado por ser afrochilena, en un país donde la racialización y la extranjerización son prácticas normalizadas que nos afectan en lo cotidiano, y en diferentes grados según nuestros orígenes y rasgos físicos, porque Chile sigue siendo un país racista, en donde el Estado criminaliza, discrimina y vulnera los derechos de los pueblos indígenas, tribales y de las personas migrantes.
ludewarmi
Audre Lorde (18 de febrero, 1934 –1992) “Afuera” (1977) extracto.
[...Entre los cañones de sus terribles silencios Madre brillante y padre marrón busco ahora mis propias formas porque nunca hablaron de mí excepto como suya y los pedazos con que tropiezo y me caigo aún registro como prueba de que soy hermosa dos veces bendecida con las imágenes de quienes fueron y quienes pensé alguna vez que eran de lo que traslado hacia y a través y lo que necesito dejar detrás de mí más que nada estoy bendecida en los seres que soy que han venido a hacer de nuestras caras rotas un todo...]