Mamá Loba
Marisol Mi nombre es Marisol, soy mamá de una niña de siete años que voy a llamar “Primavera”. La tuve a los 35 años, luego de una relación de dos años con su padre biológico. Ambos pensamos en la posibilidad de ser padres (yo por primera vez) y deseábamos con muchas ganas que fuera una niña. Con todos los posibles pronósticos hablados y las teorías (de libro) analizadas y conversadas, comenzamos a buscar a este bebé que rápidamente llegó a nuestras vidas. Pero, como ninguna teoría es absoluta y los pronósticos pueden fallar, la persona con la cual proyecté una familia decidió alejarse por diferentes razones y prioridades, cuando yo estaba de dos meses. Si bien en alguna que otra oportunidad hablé con él en estos años, llegué a la conclusión de que no hay cercanía posible si no se piensa y actúa desde el amor y el cuidado por los hijos, siendo el motivo que me llevó a no retomar el contacto hasta la fecha. Con una panza que crecía de a poquito, en una mezcla de felicidad que me cubría el cuerpo y muchas lágrimas en mi rostro, sentía que la confusión me había invadido, me costaba mucho enfrentar el presente, no podía imaginarme como parte de esta historia y por momentos me veía como espectadora de una película de terror que quería que terminara pronto. Me aterrorizaba pensarme sola criando un ser tan pequeñito, no estaba segura de poder hacerlo bien. Me sentí desilusionada, triste, vulnerable, desesperada y temía por 49