44 EN PORTADA / Enfermedades infecciosas y parasitarias
Leishmaniosis en hurones: ¿una enfermedad emergente? En nuestro país, la primera descripción de leishmaniosis en esta especie tuvo lugar en 2020. Actualmente todavía existen limitaciones en lo que se refiere al conocimiento sobre aspectos como la epidemiología, la respuesta inmunitaria y la prevención de la enfermedad en estos mustélidos. Sergio Villanueva-Saz1,2, Jacobo Giner2,3, Andres Yzuél2, Maite Verde1,2, Antonio Fernández1,2, Diego López-Sahuquillo3 Departamento de Patología Animal, Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza. 2Laboratorio de Inmunopatología Clínica, Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza. 3Centro Veterinario Menescalia (Valencia). Imágenes cedidas por los autores. 1
La leishmaniosis es una enfermedad protozoaria transmitida por vectores, concretamente por artrópodos del género Phlebotomus, y cuyo agente etiológico es Leishmania infantum. España es un área endémica para la infección en humanos, perros y gatos, y la enfermedad clínica no se había observado nunca antes en otros animales de compañía hasta que, recientemente, se han descrito los primeros casos clínicos en hurones. La primera descripción de esta enfermedad en hurones tuvo lugar en España en el año 2020. En lo que respecta a las especies canina y felina, hay que remontarse a los años 1908 y 1912, respectivamente, para localizar los primeros casos reportados. Actualmente, el conocimiento científico que se tiene de esta infección es amplio en lo que respecta al perro mientras que, en el gato, todavía hay diversos aspectos científicos, como el papel de la respuesta inmunitaria y su resistencia al desarrollo de signos clínicos, que no han sido del todo aclarados. En el caso del hurón, la información científica disponible es muy limitada, y no existen datos sobre la epidemiología, inmunopatología y respuesta inmunitaria, y prevención (figura 1).
Epidemiología Se desconoce, en términos de seroprevalencia y prevalencia de la infección, la proporción de hurones que pueden estar infectados por L. infantum. El bajo número de casos descritos en la literatura puede ser debido principalmente a que no existen pruebas de confirmación de la infección validadas para ser usadas en esta especie y, también, a que el comportamiento de la infección en el hurón es más similar al del gato que al del perro. La prevalencia de la leishmaniosis felina en zonas endémicas es inferior a la canina, y la principal vía de infección en gatos es la picadura de las hembras de Phlebotomus infectadas, que transmiten L. infantum al hospedador vertebrado cuando estas se alimentan de su sangre. En las investigaciones realizadas hasta este momento en hurones no se han descrito otras vías de transmisión no vectoriales. Sin embargo, en alguno de hurones con enfermedad clínica fue posible la detección de material genético en sangre. Por ello, sería muy recomendable en los casos en los que se realicen transfusiones de sangre entre hurones, que el material sanguíneo se analice mediante pruebas moleculares para la detección de material genético de L. infantum o, incluso, de otras enfermedades de transmisión vectorial potencialmente transmisibles por vía hemática.
Nº 237 • Abril 2022
lesiones asociadas a L. infantum es muy parecido al del perro y el gato, con la presencia de una inflamación granulomatosa o bien mixta de tipo piogranulomatoso. También es posible detectar otros signos clínicos de naturaleza más inespecífica, como linfadenomegalia, esplenomegalia, anorexia, apatía y pérdida de peso. No obstante, es probable que en el futuro se describan otro tipo de manifestaciones dermatológicas o de otra naturaleza, conforme se avance en el conocimiento de esta enfermedad.
Las principales manifestaciones clínicas de leishmaniosis descritas en hurones a día de hoy son dermatológicas, con patrón papulo-nodular y/o erosivo-ulcerativo.
Respuesta inmunitaria
Alteraciones laboratoriales
La respuesta inmunitaria juega un papel fundamental en el control/avance de la infección y, tanto en el perro como en el gato, el IFN-γ es una de las principales citocinas responsables de ello. En el caso de los hurones, es probable que la respuesta inmunitaria sea similar en este sentido. La presencia de enfermedades concomitantes que puedan afectar negativamente a la respuesta inmunitaria del paciente frente al parásito es un factor que se debe tener en cuenta, aunque no siempre es determinante. En este sentido, entre los casos publicados de leishmaniosis en hurones, se ha descrito un animal con enfermedades concurrentes (criptosporidiosis) y tratamiento a base de corticoterapia, y otro en el que no se asoció la leishmaniosis con la existencia de otra enfermedad concomitante.
El parásito puede afectar a diversos órganos, por lo que es posible encontrar alteraciones clinicopatológicas de tipo inespecífico en los análisis laboratoriales. Sin embargo, los casos de leishmaniosis clínica tienen como denominador común la presencia de hiperglobulinemia, y la realización del perfil electroforético de las proteínas séricas da como caracterización una gammapatía policlonal (figura 2). Independientemente de la especie animal afectada por el parásito, en aquellas situaciones clínicas en las que no podamos establecer la relación causa (presencia del parásito) – efecto (lesión en un determinado órgano), el hecho de que unos parámetros laboratoriales alterados se normalicen tras administrar un tratamiento anti-Leishmania es un indicador indirecto de que el parásito estaba jugando un papel en la patogénesis del órgano afectado.
Signos clínicos
Figura 1. Hurón sano previo a examen físico general.
Figura 2. Gammapatía policlonal.
Las principales manifestaciones clínicas descritas en esta especie a día de hoy son dermatológicas, con patrón papulonodular y/o erosivo-ulcerativo. En general, el patrón inflamatorio observado en estas
Pruebas de confirmación de la infección Las pruebas de confirmación disponibles son las mismas que las que se utilizan en el perro y en el gato: citología, histo-
patología y posterior estudio con inmunohistoquímica específica de Leishmania, diagnóstico molecular y, finalmente, diagnóstico serológico. Otro procedimiento no siempre disponible, y cuyo uso queda relegado a laboratorios con instalaciones especiales, es el cultivo y posterior aislamiento del parásito. El primer diagnóstico de leishmaniosis en hurones se realizó mediante inmunohistoquímica a partir de muestras de piel, cultivo y posterior aislamiento del parásito (figura 3), PCR y mediante pruebas serológicas. Las mismas indicaciones sobre la citología y la histopatología aplicadas en el perro y el gato podrían considerarse en el hurón, en el que la presencia de amastigotes en la preparación confirma el diagnóstico de leishmaniosis clínica. Por su parte, la ausencia de amastigotes no permite descartar la infección, de manera que es necesario el empleo de otras pruebas de confirmación complementarias. Al igual que en el perro, cualquier lesión susceptible de ser analizada por citología debería estudiarse, incluidas las situaciones clínicas en las que se detecte linfadenomegalia. El diagnóstico molecular puede ser aplicado en las mismas condiciones que en perros y gatos aunque, en el caso del hurón, todavía no se sabe cuáles son las muestras biológicas con mayor sensibilidad diagnóstica, puesto que es posible detectar la presencia del parásito en sangre entera y en las propias lesiones dermatológicas asociadas. Tanto en el gato como en el hurón parece más que razonable, para una mejor aproximación diagnóstica de las pruebas de confirmación, la combinación de pruebas de diferente naturaleza, incluyendo tanto el diagnóstico molecular como la serología. Por su parte, la serología se basa en la detección específica de anticuerpos (IgG) anti-Leishmania y se puede realizar mediante diferentes técnicas, como la inmunofluorescencia indirecta (IFI), el ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) o la técnica de Western