50 EN PORTADA / Cirugía de tejidos blandos
Figura 14. Identificaremos el músculo cricoaritenoideo dorsal (sujetado por unas pinzas en la foto).
Figura 17. Procederemos a pasar una sutura a través de la articulación, en la apófisis del cartílago aritenoides y en el primer tercio del cartílago cricoides (dorsocaudal). En esta cirugía se hace una segunda sutura desde la apófisis del cartílago aritenoides a la parte dorsal del cartílago tiroides. Se suturan por separado y por este orden.
Figura 18. Comprobaremos que hemos creado una amplitud suficiente de la glotis y cerraremos por planos. El paciente se debe despertar en un ambiente tranquilo. No se debe de administrar comida ni agua hasta que esté totalmente despierto. Antibióticos y antiinflamatorios son recomendables durante el proceso de recuperación.
Figura 15. Se diseca la inserción del músculo cricoaritenoideo dorsal a nivel de la apófisis muscular con el cartílago aritenoides y cortaremos el músculo.
dos a la lateralización aritenoidea unilateral. El riesgo de neumonía por aspiración estará presente toda la vida del paciente, aunque generalmente suele ocurrir las primeras semanas tras la cirugía. Algunos factores negativos que agravan esta complicación son la existencia previa a la cirugía de la neumonía, signos neurológicos progresivos, disfunción esofágica, la realización de una traqueostomía temporal, la aparición concurrente de una neoplasia, etc. Con el objetivo de disminuir la incidencia de esta complicación se recomienda realizar un manejo de alimentación durante las primeras 4-8 semanas. El objetivo será favorecer el paso de agua y comida a través de la orofaringe de la manera más rápida posible. Para ello se recomienda ofrecer una alimentación húmeda en formato “albóndiga” y agua en pequeñas cantidades o gelatinizada, todo ello en estación y con la cabeza lo más erguida posible. Inicialmente se recomienda la supervisión y ofrecimiento directo por el propietario, para ir progresivamente volviendo a una alimentación e hidratación autónoma por parte del paciente en el tiempo anteriormente estimado. En pacientes con déficits neurológicos marcados o disfagia se puede recurrir al empleo de una sonda de alimentación esofágica o esofagogástrica como método complementario (nunca sustitutivo) de alimentación para garantizar la ingestión de las necesidades energéticas diarias, así como de lograr un correcto estado de hidratación.
Figura 16. Seccionaremos la articulación cricoaritenoidea exponiéndola e intentando no lacerar la mucosa de la laringe.
Cirugía Es el tratamiento de elección en la parálisis laríngea grave, cuando la calidad de vida del animal es mala y la gravedad de los signos clínicos lo indica. Hay varias opciones: • La lateralización aritenoidea unilateral. La veremos a continuación. • La lateralización aritenoidea bilateral. No se recomienda por su alta morbilidad. • La laringectomía parcial. La veremos a continuación. • La laringofisura alienada. No se recomienda al ser una técnica de gran dificultad y de resultados inconsistentes. • La reinervación de la musculatura laríngea. Es un proceso lento y no es práctica. • La traqueostomía permanente. Se considera una técnica de última elección y con una alta tasa de complicaciones con hasta un 25 % de mortalidad.
Laringectomía parcial y ventriculectomía bilateral Algunas técnicas como la escisión de las cuerdas vocales y la aritenoidectomía parcial buscan ampliar el diámetro de la glotis (figura 3). Las principales complicaciones de esta técnica vendrán con la cicatrización de las mismas y una posible neumonía por aspiración. La resección bilateral de las cuerdas vocales parece tener un menor índice de complicaciones, ya que no se tocan los cartílagos aritenoides y hay una mayor protección de la laringe pero, según los autores, también existe un alto grado de
complicaciones relacionadas con cicatrizaciones y bandas de fibrosis entre las áreas reseccionadas que pueden estenosar la glotis unos meses tras la cirugía. Existen múltiples variaciones de estas técnicas dependiendo del uso de aparatos como el láser diodo o mediante accesos ventrales por laringotomía con diferentes resultados.
Lateralización aritenoidea unilateral Hay varias posibilidades de lateralización, pero la más utilizada es la que sutura el cartílago cricoides a la apófisis muscular del cartílago aritenoides (figuras 4-19). Esta técnica intenta imitar la tracción que ejerce el músculo cricoaritenoideo dorsal, rotando lateralmente al cartílago aritenoides. Hay una variación de esta técnica que sutura el proceso muscular del cartílago aritenoides con la parte caudodorsal del cartílago tiroides. Esta segunda técnica mueve el aritenoides lateralmente pero sin rotación, en comparación con la técnica anterior. Esta apertura de la hendidura glótica puede favorecer una neumonía por aspiración. Algunas técnicas buscan la apertura parcial de la articulación cricoaritenoidea, sitio suficiente para colocar una aguja que produciría una apertura algo menor que las otras técnicas pero con resultados similares. Los propietarios suelen estar contentos con la mejoría de la calidad de vida de su mascota tras la realización de una lateralización aritenoidea unilateral.
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