Jaim Jadashim Nueva Vida
LA ADVERTENCIA DE AUSCHWITZ Samuel Kopel “Asombra que no haya abandonado aún todas mis esperanzas”. Ana Frank
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uiero comentar en estas líneas que hay esperanza a pesar del holocausto que mermó significativamente a nuestro pueblo. Hay esperanza; así que no sólo debe conmemorarse el Holocausto, sino que, mejor aún, debe combatírsele, cada uno de nosotros disputándole cada posible despliegue, incluso cuando aparece en su semilla de odio contra el otro, hasta que un día sea desarraigado de nuestros corazones. Nos aturde todavía el estruendo del odio contra nuestro pueblo, después del aciago intento de exterminio contra la comunidad judía, por lo que sólo la valentía de nuestros mejores ciudadanos puede librarnos del desaliento, lo mismo que de la derrota. “Nunca más”.
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La condena apabullante de la comunidad mundial no basta, pues hemos de proponernos ir al origen del problema para dejarlo fuera de nuestras vidas. Resistimos en el peor momento de nuestra vida agónica; debimos sobreponernos, resistir a la Bestia. Hemos resistido no se sabe cómo; nos ha animado la visión de justicia sobre nuestro pueblo, después de la persecución y casi extinción de que fuéramos víctimas. Allí, frente a quienes permanecíamos en el desconcierto, tímidamente, se irguió la advertencia de lo que estaba en peligro de perderse para siempre: la oportunidad de un mejor futuro para nuestros compatriotas de vivir libres y en paz. Por causa de lo que fuera, la complicidad con esa campaña de ataques a nuestro pueblo contó con la complicidad de personas aisladas, luego con la complicidad de ciertas