FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
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El ensayo y el discurso científico Por Faustino Collado (Premio Nacional de Ensayo 2017)
De acuerdo a la clasificación más general de Aristóteles sobre los géneros literarios, que aparece en su obra La Poética, estos eran tres: épica, lírica y dramática. En la perspectiva de hoy hablamos de narrativa, poesía y el teatro. La necesidad de la enseñanza y la divulgación de ideas filosóficas dio origen a textos más precisos, fundamentados y especializados, bajo las modalidades del diálogo, el tratado, el discurso y más ampliamente la retórica, conferencias, summa, principios, oratoria, informes, el libro de texto, que empezaron a incluirse dentro de un nuevo género literario, que es el de la didáctica. Es de este cuarto género, que hace parte el ensayo, como un subgénero.
Aunque la didáctica proviene de dos palabra griegas, que significan arte de ensenar, el prestigio de este término se lo da el checo (Moravia) Juan Amos Comenio (Komensky, Comenuis), con su obra Didáctica Magna, escrita en 1657. Sin embargo, ya el ensayo se estaba desarrollando, adquiriendo su identidad e inscripción civil cuando Montaigne (Michel Eyquen), publica en 1589, la obra que tituló Essais, en francés, es decir, Ensayos. Esta obra presenta una cierta novedad estilística y temática, contribuyendo a configurar la modalidad de expresión que hoy nos congrega aquí, para compararla con el discurso científico. Lo que origina los géneros literarios son las distintas materias o contenidos que expresan nuestras variadas ideas y sentimientos, así como las estructuras formales o maneras con las que nos expresamos. Detrás de un género literario se ocultan criterios semánticos, sintácticos, fonológicos, discursivos, formales, contextuales, situacionales, entre otros aspectos. En lo que al ensayo respecta, este no tiene ninguna restricción temática, aunque, a los ojos y entendimiento del ambiente intelectual y social de la época, el esfuerzo ensayístico debe hacerse en torno a un tema significativo. En todo caso, lo importante es que el tema o problema esté bien fundamentado, adquiriendo el calificativo de escrito serio. En cuanto a su extensión, los ensayos suelen ser breve, pero los hay muy largos, como son los siguientes: Ensayo sobre el entendimiento humano (J. Locke, 1690); Ensayo sobre el gobierno civil (J. Locke, 1689); Emilio o de la educación (J. J. Rousseau, 1762); Ensayo sobre la población (Robert Malthus, 1898); el ensayo “Evolución institucional de la
UASD, 1538-2016, (Faustino Collado, 2017), también es muy largo. El estudio que se presenta bajo la forma de ensayo no pretende agotar el tema o ser definitivo, por lo que tiene un carácter de contribución al estudio. Es lo contrario, por ejemplo, en la poesía, donde un poema o un conjunto de poemas es una obra que se agota en sí misma y no admite enmiendas desde el punto de vista de la creación. En este sentido, y como ejemplo, muy bien tituló Carlos Marx su ensayo “Contribución a la crítica de la Economía política” (1859). Como se lee en prefacios de algunas ediciones de esta obra, su plan era realizar y publicar un estudio más completo que llamaría “Critica a la Economía política”; como adelantó y sintetizó ese estudio, entonces le puso “Contribución…”. El estudio más completo fue terminado 5 años después, y se empezó a publicar en 1864 con el nombre de “El Capital, tomo 1”.
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El ensayo tiene un fundamento dialéctico, presume de argumentación, de persuadir sobre una idea o una propuesta, en este sentido se emparenta con la retórica, pero no está dirigido a especialistas, aunque atraiga a estos. Lo que sí es común y atractivo del ensayo es su originalidad. Una originalidad, por supuesto, relativa, pues así como nada sale de la nada, nadie parte de cero en el mundo de las inventivas.
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SANTO DOMINGO (UASD)
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