MESA 2
SOSTENIBILIDAD EN PLANEACIÓN Y PROYECTOS DE INFRAESTRUCTURA DE TRANSPORTE ESTEBAN FIGUEROA
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Ingeniero civil con maestría en Planeación de infraestructura. Con experiencia en construcción como residente y gerente de empresas constructoras. Consultor en planeación y financiamiento de infraestructura por más de 35 años. Coordinador del Comité de Planeación en el CICM. La actividad del ser humano ha dejado huella desde sus inicios, una huella cada vez más notable; probablemente la huella más importante esté constituida por las ideas que han hecho que el ser humano pueda convivir y desempeñar sus capacidades: las ideas del derecho, por ejemplo, que nos permiten convivir con reglas acordadas. Y la infraestructura, en su caso, es quizá la huella más visible, materialmente, que ha dejado el ser humano en toda su historia. Los humanos, grandes creadores de infraestructura, construyeron obras que a la fecha están vigentes, algunas operativas después de dos mil años. Esa huella es muy importante, para bien y para mal. Hay una presa en Mérida, España, que los romanos construyeron hace 2 mil años, cuando Mérida era Emerita Augusta aún, la capital de la Hispania. En la actualidad, la ciudad de Mérida la sigue aprovechando para almacenar agua y abastecer a la ciudad. Ésa es una huella notable. La infraestructura deja huellas. Pero conforme la población del mundo ha ido creciendo y ocupando cada vez más espacios físicos, en ese espacio físico comienzan a competir la infraestructura, la actividad económica y la actividad social del ser humano. La huella de la infraestructura es cada vez más problemática para los que planeamos, construimos y operamos infraestructura, porque empezó por desplazar al medio natural. La infraestructura ocupa grandes extensiones de terreno y altera –a veces de manera irreversible– el equilibrio ecológico natural.
Ése es el primer impacto. Y este impacto ha sido tratado desde hace muchos años, incluso legislando el cuidado del medio ambiente. Pero la infraestructura no sólo desplaza actividad natural, sino que también desplaza actividad social: altera la vida social de muchos sectores de la sociedad, empieza a tener inconvenientes naturales y sociales. Además, la infraestructura no beneficia a todos; beneficia a un sector, mientras que otros se sienten no solamente no beneficiados sino afectados por ese proyecto, esa obra, esa estructura. Y las poblaciones que ahora se sienten afectadas han generado lo que antes nos parecía imposible que ocurriera: que la gente se opusiera a obras que se pretende impulsen el progreso de la sociedad. Ante esta problemática, ha surgido el concepto de sostenibilidad. ¿Qué significa sostenibilidad? Significa que esta huella que estamos dejando –en nuestro caso, los ingenieros– con toda infraestructura tenga saldos positivos en su vida útil, que genere más beneficios, y los perjuicios que pueda crear sean administrados y compensados adecuadamente, para que las futuras generaciones no paguen ese costo sin recibir el beneficio. Esencialmente ese es el concepto de sostenibilidad. Y lo han definido primero con tres pilares: un pilar económico –en el sentido de beneficios intangibles, no financieros–, otro social y uno más, por supuesto, ambiental. Acá está el origen de este concepto. Pero ahora se ha agregado otro pilar: el financiero; porque, ante la escasez de recursos públicos, se busca la participación del capital privado, orientado a la rentabilidad financiera. La sostenibilidad financiera tiene que convivir con la sostenibilidad económica, de manera que se complementen los intereses públicos con los privados. Por ello han agregado la sostenibilidad financiera a la económica, a la ambiental y a la social, y recientemente, a la institucional.
Colegio de Ingenieros Civiles de México, A. C.