Estado y diseño Poblar el oeste. El West Park o Parque del Oeste, llamado desde 1947 General San Martín, nace como parte del plan maestro efectuado luego del terremoto de 1861 en Mendoza. A fines del siglo xix, durante la gobernación de Francisco Moyano (1895-1898), el paisajista francés Charles Thays se encarga de delinear la iniciativa del ministro provincial de Obras y Servicios Públicos, Emilio Civit, para generar un filtro natural y densificar el poniente. Con el paso de las décadas, el chileno-argentino Daniel Ramos Correas, director de Parques, Calles y Paseos, reglamenta un plan de 22 puntos para la conservación y mejoramiento del pulmón verde mendocino. Proyectos de este calibre, motivados por el espíritu refundacional, comienzan a dar forma a una compleja sociedad entre Estado y diseño, que muchas veces será exitosa y, otras tantas, equivocada o deficiente. Uno de los períodos más fructuosos para dicho binomio es el comprendido entre los años 30 y 60. A la llegada de las nuevas teorías del urbanismo, encabezadas por los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (ciam), se suma el crecimiento demográfico de las urbes mendocinas a causa de la crisis vitivinícola y las facilidades de transporte que brinda el ferrocarril. Como respuesta al aumento poblacional, el Estado impulsa obras educativas, sanitarias y habitacionales de gran envergadura. La preocupación por resolver el desorden y la falta de infraestructura, acentuada por la especulación agrícola, desencadena en 1941 la confección de un Plan Regulador. Del concurso de ideas participan 36 equipos, en los que imperan arquitectos de reconocida formación moderna. Basta decir que, derrotado por Fermín Bereterbide, Alberto Belgrano Blanco, Mauricio Cravotto y Juan Antonio Scasso, el equipo integrado por el grupo Austral y su maestro Le Corbusier se queda con un agridulce tercer puesto. Debido al peso de los antecedentes en el proceso selectivo, es posible que su derrota responda al descreimiento del jurado sobre la efectiva injerencia del franco-suizo en la propuesta, agregado a la poca experiencia en planes urbanos del resto de los jóvenes miembros. Acaso los protagonistas más activos de este proceso sean los hermanos Manuel y Arturo Civit. Desde la Dirección de Arquitectura provincial rompen con el débil accionar estatal e impulsan la obra pública con proyectos de indiscutible corte vanguardista y función social, como el balneario de Playas Serranas (1937), las Casas Colectivas (1935-1941) –en la actualidad, barrio Guillermo Cano– y el Hospital Central (1938-1945), habilitado con antelación a ser terminado por el terremoto en San Juan. Es para destacar la planificación integral del complejo de viviendas. Destinado a 3000 personas, en particular, empleados estatales, cuenta con una escuela, un destacamento policial, un lavadero, un registro civil, entre otros servicios elementales. Provee, además, un manual de urbanidad y un instructivo para que cada habitante cree su equipamiento: nada está librado al azar. Su aspecto racionalista deviene del contacto que los Civit tienen con esa tendencia durante un viaje por Europa. El programa, en tanto, se explica por la participación de
1. Sala de Lectura de la Biblioteca General San Martín (1956). Equipamiento específico para las actividades de la institución: asientos con y sin apoyabrazos, escritorios, mesas de consulta bibliográfica y estanterías. Av. San Martín 1843, Ciudad de Mendoza. Proyecto arquitectónico y diseño de mobiliario: Aniceto Puig.
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