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D.R. © 2023, Editorial Innovación Educativa S. A. de C. V. Lábaro Patrio 264, Conjunto Patria, 45150, Zapopan, Jalisco
Primera edición, 2022
ISBN 978-607-59568-1-7
Coordinador
Jaime Eduardo Ramírez Mireles
Textos
© Elba Gómez Orozco, Carmen Villoro, Jorge Souza Jauffred, Françoise Roy, Carlos Prospero, Leslie Muñoz Santos, Cinthya Adriana Gómez Guerrero, Francisco Oviedo, José Luis Barba Casillas, Leonardo Daniel Pérez Huerta, Daniel Barba, Mario Gómez Hernández, Juan Luis Tovar, Esmeralda López Lupercio, Osvaldo Ibarra, Héctor Adrián Limón Fernández, Elvira Margarita Borja Flores, Fernando Emmanuel Cortés Montañez, Cristián García Lozano, Isidro Mariscal, Rosana Romo Pérez, Mayra Guadalupe Córdova Gutiérrez, María Martha González Hernández, Dariana Nubé Silva Funes, Danya Ximena Fernández Lupercio, María Rocío Rentería Palafox, José Manuel Jiménez Vázquez, Fernando Emmanuel Cortés Montañez, Yaneth Guadalupe Hernández Castellanos, Magaly Alejandra Castellanos Hernández, Ulises Romero Gómez, Edna Ananí Muñoz Venegas, Rosana Romo Pérez, María Ausencia, Iván Alatorre Orozco, Guadalupe de Jesús Pérez Ledesma, Elisa Villanueva Santos, Erandi Itzel Gómez Castellanos, Blanca Rocío Serrano Rangel, José de Jesús Huerta Vivanco, Rusbelina Castellanos, Dalila Monserrat Joya Avelar, Karina Razo Guzmán
Fotografías
Jaime Eduardo Ramírez Mireles
Cuidado editorial, diseño y diagramación
Febrero de 2023
Hecho en México / Made in Mexico
Se prohíbe la reproducción, el registro o la transmisión parcial o total de esta obra por cualquier sistema de recuperación de información, existente o por existir, sin el permiso previo por escrito del titular de los derechos correspondientes.
La tierra de la vasta región de los Altos de Jalisco, pródiga como madre alimentadora, roja como el óxido que se anida en sus entrañas, cálida como la caricia de un abril, ardiente como la simiente del agave azul, ha sido fuente de inspiración para este puñado de letras.
Letras que, al salir a la luz, se transforman en aves migratorias, cruzan horizontes, y en su vuelo entretejen poemas. Al igual que este poemario, ave y libro nacieron en estas tierras coloradas, y van allá a cielo abierto, surcan majestuosos hasta llegar a un alero donde la prodigalidad asegure la supervivencia. A esta tierra roja le salieron alas.
Alas que 43 autores concibieron al cobijo de la lírica, y como musa; esta generosa tierra roja alteña.
Elba Gómez OrozcoSoy la herida desnuda que se tiende bajo la claridad azul del Altiplano Matizo el paisaje con el hierro que circula en mis arterias palpitantes
El subsuelo se nutre del óxido de mi respiración Tejo en la sombra una red de vasos capilares que se rompen al alcanzar la flor del tabachín o se condenan ebrios al fondo de una rosa
Estallo cada tanto
Soy la carcajada de las frutas y el rubor de los cuerpos cuando traslucen el torrente airado de sus pasiones calladas
Ardo
Sangro
Abro el día manchando la superficie del valle y establezco el crepúsculo cuando el sol se desgaja entre los nubarrones
Soy el tiempo que late en el vientre de esta ciudad mujer y el grito íntimo que pulsa en la germinación de sus semillas
Quienquiera que tú seas, escucha, bajo esta roja tierra algo se mueve algo germina, algo
raíces del maguey, agua encendida surcos despiertos donde el sol reposa
las palabras sisean entre guijarros —voces antiguas de la piedra ecos, revelaciones— el paisaje sin límites
las parcelas azules, los lejanos cerros la ceniza del tiempo, derramándose
suelta su rito vegetal la milpa su hojarasca de luz al primer viento
Escucha el tiempo y el sendero (las dos mitades de la vida) hablan
y tú, chupa, chupa, la vida la tierra roja eleva sus maizales
Rojo es el beso de esta tierra roja rojo su cielo cuando cae la tarde rojo su amanecer —barca que arde— roja su milpa cuando se trashoja.
Rojo este suelo que la lluvia moja con dedos de cristal, rojo el alarde de pájaros que rondan en la tarde mientras, de abril, la rosa, se deshoja.
Ay, este corazón que, en su memoria ha guardado el dolor de cien heridas, bien sabe que su última victoria
(tras morir con las luces encendidas) será con esta tierra al fin cubrirse y en su abrazo amoroso consumirse.
Tepatitlán en el día es canto de sol despierto por tierra roja cubierto y roja melancolía. En la noche es melodía que se desborda encendida y en sus entrañas anida remedio de mal de ausencia. Tepatitlán es presencia, tierra, viento, fuego y vida.
Quien quiera que seas tú, abraza esta tierra color de corazón
ella sustenta jardines y banquetas los ríos de luz que corren por las calles
maizales gallineros campanarios oraciones al borde de los templos ella ha formado la fibra de tu carne los elementos de tu alma la sustancia de tu cuerpo tu coraza de cal el grano de maíz que echa raíces limpias en tu frente.
Jorge Souza JauffredRojo sangre la tierra de los Altos. Suelo lunar para las pencas verdiazul que apuntan hacia el dominio solar (bien podría ser la región más transparente).
Lares de luz donde el surco es vena de arcilla, un enrejado carmín que desde su planear miran atónitos el gorrión, el aura y el zopilote.
La diosa Deméter recibió otro nombre en la pila bautismal de las Américas, pero ¿qué es un nombre en la faz del Cielo? Igual gobierna aquí como Mayahuel, pero no sobre el rocío, ni sobre los vientos, y tampoco los valles del Peloponeso, sino aquella greda que por colorada se ruboriza bajo el intenso fuelle del sol.
Limo carmín en la tromba y el chubasco, siena quemado en la claridad de noviembre, he aquí el pelaje de esa comarca de púas donde las estaciones sin herirse se decantan.
Camino hacia el Mictlán, el hombre detiene su vehículo un momento sólo para orinar a la orilla del lienzo de las piedras unidas sin cemento, unidas por la forma del viento en sus uniones, del polvo levantado de ese suelo lodoso, afrodisíaco, por el color entero de ese tono granate de la sangre mezclada con el duro mezquite, con la caña tan débil, portadora de vida.
De esa tierra oxidada por los vientos azules, de esa tierra que sueña el amor que sostiene, brotaron una tarde, su piel se lo delata, unas mujeres llenas de pasión por la vida que trajeron al lecho de esta tierra de sangre los hombres que engendraron una riqueza blanca manando de las ubres que cubrieron el valle.
Unas mujeres llenas de pasión por la vida, simientes, flores, frutos, bajo los cielos amplios y los vientos sonoros.
Una tierra de amor y de trabajo intenso que puso en nuestras manos esas mujeres firmes de corazones llanos.
El hombre se detuvo porque era necesario y encontró un paraíso en esas tierras rojas intensas, imperiales.
Tierras rojas, calor sofocante, lluvias duraderas que remojan las casas comienzan a derrumbarse entre tanta construcción ya no se ve el color de mi tierra, ni de mi hogar estar en casa y no sentirla mía, abrazar a mi madre y sentir que igual falta algo más por conquistar buscar otra tierra, y otra, y una más, hasta que me canso y regreso sin buscar, herida y sin conquistas en mano, transitando descalza esas tierras mías, de nadie, y a la vez de alguien más, la casa de la infancia habitada por desconocidos, la comida ha perdido el sabor, o tal vez yo perdí mi capacidad de asombro, las aguas siguen llegando, la gente las bendice y las maldice al mismo tiempo. II
Mi tierra, mi madre, mi casa, qué necesidad de adueñarse de todo, qué orfandad, qué desconsuelo. Buscarle afuera, mi tierra habita adentro, y ha sido poblada por desconocidos … mi tierra también es sangre y se llama roja.
Leslie Muñoz Santos San Juan de los LagosSoy alteña y orgullosa mexicana, jalisquilla y tepatitlense. Pero también pacífica mazatleca, sinaloense, y más atrás yucateca y duranguense. Por ahí vi que autlense.
Mi sangre es vasta y rica tierra roja fértil. Tengo de todo, dones, vicios y virtudes, imperfecta. Un campo.
Desierto, correcaminos, cactus. Rocío matutino en La Resolana.
Nombre de Dios, o casi llegando a Las Poanas. Tierra blanca, sí, pero más tierra roja. Aunque a veces arenisca, otras veces cachanilla.
Soy mar en La Paz, ola leve en Balandra, mango en Támara, asquilín en Piedra Amarilla, chilito de Yahualica, tesón zapotlanejense, golondrina asustada en Lerdo de Tejada, empedrado recién llovido y flores perfumadas en la Capilla. Un beso en Guadalajara. La primera lluvia de la temporada.
Vecina en Acatic, Ocotlán, Lagos o Tepa la adorada. Un viaje por Pegueros, Valle, Jalos, hasta llegar a rezarle a la Virgen de San Juan.
Soy más de oraciones a las estrellas del trópico, a las biznagas de Matehuala, y a veces a la arena que me quema en la playa, todas las playas.
También tortilla hecha a mano en la madrugada, en la cocina humeante de María Chuyita. Queso fresco y salado hecho por la abuela Alicia. Bebo tequila en Arandas o una ballena en El Roble. Música banda en la Estación de don Julio en Villa Unión. Guerrero Guerrera, con muchas guerras.
No me digan que soy de un lugar, porque vengo de todos lados. No me cierren las puertas porque soy como la tierra roja, que de todos modos entro, que de todos modos me quedo.
Cinthya Adriana Gómez GuerreroAquí el cielo siempre es azul la vida casi siempre es bella. Y también hay muchos baches que la mayoría esquiva, pero nuestros jóvenes caen, y se hunden, bien hundidos y se pierden, bien perdidos. En unos hoyos tan negros como las conciencias inconscientes. Se les ve por las calles envueltos en burbujas de crystal hablando solos, sin celular. Tapen ya los hoyos de esta hermosa tierra roja.
¿Qué tiene la tierra?
Que por un pedazo, un terrón apenas, vuelve cuervos de afilados picos.
¿Qué tiene un puño de polvo?
Donde no cabe mortaja que niegan el cobijo al padre para darlo a las gallinas.
Mientras contemplan desnudo, desvalido demente agónico, a quien solo profirió devoción y amparo.
¿Qué tiene esta tierra?
Que por entregarla te darán en pago angustia y silencio.
¿Qué tiene? ¡Digan! Para sacarle los cegados ojos a uno ya ciego.
¿Qué tiene “su” tierra? Que no tiene la sangre ¿Qué tendrá? Que por prometida, ciega.
¡Que haga justicia la tierra un día!, aunque la maldición alcance a los ingratos, y convierta esa tierra roja en yermo solar, donde la raíz del padre brote en el páramo, con la perenne sombra de un solo fresno.
Por este ventanal entran los rayos que iluminan la blancura del espacio, los acompaña el viento perfumado con el olor de la naturaleza, las fuertes ráfagas traen consigo más que hojas, insectos. Levantan la tierra roja, y pintan mi cama nubosa, sobre los lienzos en los que los planeaba dejar mi alma. Y en el piso bermejo por el que suelo caminar solo, descalzo.
La intensidad del rojo me abruma. Puedo pasar días limpiando cada rincón.
Soplos de polvo, días para dedicar a mi arte. Cada año la temporada de viento es más violenta, se torna más y más larga. Cerrar el ventanal no es opción, no, me sofocaría y podría ver los detalles. Trato de ignorar, la tierra entra. Respiro profundo para no alterarme. El rojo se mezcla con el óleo. El brillo alegre del retrato se torna en coraje. La tierra no deja de entrar.
Pinta con mayor velocidad que mi pincel. El lienzo, la paleta y el caballete, todo, lo cubre todo, hasta yo estoy colorado. No lo resisto. Lo tengo en el cabello, entre los dedos, detrás de la oreja. Es demasiado intrusivo.
Me tumbo en la cama que ahora es un desierto. Me rindo, y dejo que el rojo me cubra.
Leonardo Daniel Pérez Huerta Tepatitlán de MorelosTodo y todos, sin excepción esperan algo. El día a la noche la noche al día la lluvia al sol el sol al mar los besos unos labios los sueños la realidad. Incluso la muerte espera una nueva vida.
Soñemos siempre así esperando algo, aunque no sepamos qué...
Francisco Oviedo Ciudad de MéxicoEsta tierra roja, dúctil en ausencias decretadas, tierra estéril, de lamentos eres sembrada con lágrimas fecundas que prohíjan esa siega de raíz yerma y amarga, así fuiste ofrendada al consumir en holocausto, el acíbar de tu savia.
Agrio cáliz, que en sacro ayuno has compartido con los idos, los llevados, los aupados. Apostasía, que en lápidas infaustas asumes en silencio el cómplice discurso del más burdo tirano, y en lúgubre destino sepultas tu legado.
Tierra roja, tierra mía, tierra mártir, son de adobe y de ónix tus congojas, ventura y armonía, son frágiles quimeras y en prados y en aleros, el cruel áspid campea.
Elba Gómez Orozco Pegueros, Tepatitlán de MorelosNo sé de patria: no sé de eso que cuentan de enchinarse la piel cuando ven una bandera o escuchan una canción, no sé de tierras y fronteras, no sé de razas, sé de casualidades, sé de privilegios, sé de desventajas.
Sé de azares del destino y nacer en un lugar por tener que nacer en un lugar y no poder nacer en todos, sé de extrañar a mis amigos por no saber tener nuevos, sé de buscar a mi padre en todos y cada uno de los hombres que conozco. Sé de algunas cosas, pero no sé de lo que me hablas cuando me pides que hable de mi tierra, no tengo tierra, este cuerpo es la única tierra y tampoco me dejan habitarlo y sentirlo mío.
De extrañar: se extraña lo conocido, las costumbres, los ruidos cotidianos,
se extraña lo que ya no necesitaba esfuerzo, el saludo de alguien que te conoce de siempre y ni siquiera sabe cómo te llamas.
De extrañar: se extraña la familia, los niños que crecen, la madre que envejece, las historias y anécdotas de las que dejas de ser parte. De extrañar: se extraña pertenecer, si es que algún día lo sentiste.
Leslie Muñoz SantosSan Juan de los Lagos
BARRO
El barro de sangre donde se moldean las civilizaciones.
El barro estelar
donde se moldea el infinito.
El barro cuántico
moldeando todas las realidades.
El barro de nuestras mentes moldeando los unos a los otros.
El barro del alma:
el barro del que están hechos todos los barros
ROJO
Rojas mis ansias quiebran de a poco las luces de la madrugada mis horas en rojo cuelgan en ramas y mis nervios aúllan y atrapan la nada
Tambores rojos suenan en los cuerpos de aquellos que rompen en semillas sus miedos
los hierven con sal y concreto los cocinan en porosos huecos
Amores viajeros embarran con sus rojas alas a los adictos de dopamina y deseo el destino se vierte en cuencos de barro gestando deidades dimensionales
paradojas rojas monosílabas y vocales
Cruje la vida en código binario los seres primigenios
metamorfosean en espirales son máquinas reproductoras de masa con cavidades sus almas descansan en rojas burbujas a punto de reventar y se funde el tiempo en espejos mientras las colmenas galopan en aguas de metal
Hemos transmutado en metahumanos,
en arcanos cuánticos en supra-realidad
Ya no somos armas solo el color único que fluye en todas las razas no de piel ni de patria solo el rojo de nuestras entrañas
La tierra lo cubre todo en forma de polvo el agua lo cubre todo en forma de vida el romance entre la tierra y el agua germina fertiliza nuestras almas húmedas y florece
pero el romance entre el polvo y la sangre crea la tierra roja donde me gesté
donde la semilla es de carne
ella me dio mis venas de agave mis raíces en el cielo.
mi luz multinumérica, mi fertilidad asexual
de ella el amor se incrusta en los cristales de las nubes y llueve tequila formando prismas que fermentan las pasiones
Seguiremos surcando ideas y enterrando ahí nuestros sueños seguiremos regándolos con esperanza en nuestra abstracta humanidad con lo que somos no con lo mejor ni lo peor únicamente lo que somos: espíritus de barro multicolor hasta el fin de los tiempos
El maíz arcoíris que nutre al universo.
Daniel Barba Tepatitlán de MorelosA fuer de ser objetivo me pregunto:
¿por qué muchos se van de aquí?, a lugares donde no hay rojo sino azul a sitios poblados de estrellas blancas y barras rojas, o a cambio de la tierra, eligen el mar.
¿Por qué se autoexilian?
Viven añorando volver a la plaza y rezarle a san Francisco, se lo dicen a sus hijos casi llorando, “que digan que ando dormido y que me traigan aquí, a mi Tepa lindo y querido”.
Bendita sea el hambre y quien la padece.
Francisco Oviedo Ciudad de MéxicoBajo la bendición de Dios, esa tierra que se encubría de rojizo escozor, bajo llamaradas de escarlata encendido, pintan las almas de los que no cambian, de los que no conocen fin.
Ahí estaban, pendientes de un colgajo de nopales, manchadas de lozano jugo de pitayas, burladas en hileras, escupían la forja de los destinos y caminos empedrados, las lenguas de arcilla.
Arropaban los corazones necios de los hombres, mírelos, tóquelos, cómalos; son rojos, son bravos, son vida que, si usted los encuentra, suyos son.
La semilla arrojada a la tierra habrá de echar raíces, las miradas no son agua, riéguela con mayor furor, que no importa el fruto con que sea irrigada esa tierra roja que con hierro acaricia, cada día será el hogar de las promesas de los bravos … y de los de respiración calmada.
Mario Gómez Hernández Tepatitlán de Morelos“… Y lo primero que harás, será cortar el umbilical” fue el consejo que alguien me dio para “poder armarla en la Capital”. Y no pude, no puedo.
¿Sabes por qué? Porque no quise y no quiero.
¿Cómo decirlo sin romantizar? No me sale, de verdad. Mi umbilical es una liga de impactante calidad.
Aunque vivo fuera del vientre, siempre he de regresar.
Porque aquí:
mamá Roja, quita penas y abraza como nadie más.
Tiene tesoros/gente que en ningún otro lugar he podido encontrar.
Huele a tamales de elote, a maíz recién desgranado, a caña, a milpa, a tierra colorada, al aroma de mis iguales, entacuchados y entacuchadas para Navidad.
Siempre es bueno tener un lugar al cual poder regresar.
¿Sabes?,
soy de aquí y no he aprendido a ser de allá.
A lo mejor se me escapa el acento de allá, pero el que traigo debajo de la piel es el de aquí; el sutil, el cantadito, el que, deliciosamente, alarga un poquito la penúltima sílaba. Esa, la de la última palabra de algunas frases.
Juan Luis Tovar Tepatitlán de MorelosTransportes Roma-Tierra Roja, “súbale, hay lugares”, gritó el ojiverde, ¡vengan al Paraíso! dijo, y mucho de cierto había en ello. Pero un día tuve que regresar por la ruta Tierra Roja-Roma, al paraíso perdido, que siempre estuvo cerrado. Aquella mañana su enmohecida puerta se abrió y comprendí todo, en un cuartucho de tres por ocho. Ella, la protagonista de Hasta no verte Jesús mío, lo logró, nos hizo volar alto. Salí corriendo a decirle que nuestras raíces había encontrado, pero fue inútil, cuando sus ojos me vieron supe que su cerebro se había secado.
Francisco Oviedo Ciudad de MéxicoNi el óxido podrá detener que abras el portal de la férrea resistencia, y tus aguas seguirán fecundando hasta las tierras rojas más flacas.
Llegas cuando menos te esperan no distingue clases ni colores vestida de negro te llevas a tus presas que sienten tu gélida mano
Le des sentido a la vida los suicidas te desean estás siempre presente desde el principio de los tiempos
Bajo tierra roja quedan los recuerdos de tu paso pluma del destino pones el punto final de cada cuento.
Berkeley, California
Nada es igual al ayer por la madrugada
El mundo se mueve sobre nuestra mirada inmóvil. Sin relleno ni ajuste el mundo no tiene fondo.
Campesino, de campo no de las urbes: ningún temporal será abundante si no abandonas los agravios que le haces
Vuelve a la tierra.
Tierra fértil, tierra hermosa, que nos das prosperidad, roja como la sangre, que corre por nuestras venas, ¡nos inculcas con esmero a laborar!
Naciste de la mano del ¡Creador!, para darnos vida y vitalidad, preservarte es nuestra tarea, como elemento básico, ¡de continuidad!
Los caminos se enraízan, al transitar sobre tierra roja, convertida en vínculo perfecto, ¡que nos conecta con la eternidad!
El rigor de las experiencias, en tierra roja, se mezclan y se drenan, cual rocas armoniosas que ¡se transmutan en un buen vino!
Energía, gentileza y valentía, levanta a los pueblos de tierra roja, cosechado en el potencial destino, ¡de la plenitud y de la paz!
Elvira Margarita Borja Flores Guayaquil, EcuadorVestigio de mis antecesores textos misceláneos que convergen entre la gente por amor al terruño, mi tierra está llena de gente extraordinaria.
Y allá en los ranchos; los viejos en pleno sosiego, sazonan la vida en una palmada manchada con su tierra; su tierra roja. ¡Para la dicha! Respiran profundo, plantan los pies y miran al horizonte, los destellos vetustos de su gente que dejaron estigmas en su suelo.
Fernando Emmanuel Cortés Montañez Tepatitlán de MorelosCaes y el ambiente se vuelve tétrico sale a la luz la oscuridad de los humanos se evaporan los objetos de las casas dejando a sus dueños tristes y abatidos.
Ebrios salen de las cantinas con una cerveza en la mano damas recorren su ruta saciando la sed de muchos hombres.
Descansan en su hogar jornaleros esperando un nuevo amanecer lombrices surcan la tierra roja y el día entonces te reemplaza.
Osvaldo Ibarra Berkeley, CaliforniaPisadas que le son indómitas, poco a poco va cesando su prisa, la vejez lo acerca cada vez más a aquel lugar, donde yacerá por siempre
La tierra roja lo abrigará y proveerá de los cuidados necesarios para disiparlo en sus entrañas no hay que mirarle con desdén
¡Pronto, más de lo que piensas!, sus brazos te redimirán del mundo tan extraño en el que vivimos.
Fernando Emmanuel Cortés Montañez Tepatitlán de MorelosRojo rubor de novia inmaculada, azul de agave bajo el blanco vestido, te vuelves verde cuando el agua te moja, y abres tus surcos para dar vida
Un capricho de colores es tu armario; amarillo de Santa María vistes en septiembre, de encendido sol tus colinas cubren los polocotes, y en octubre, tus mejillas rosas se ponen de mirasoles
Te vistes de púrpura alardeando de realeza, y el pardo día desprecias por moreno Glorias has tenido que orgullosa te han vuelto, inciertos porvenires seguro te quitan el sueño.
Lejano parece abril para gustosa rezarle a tu Cristo, a la puerta de tu casa esperas su encuentro; lo mismo que al madero cantas y gritas, jubilosa, de rodillas suplicas expectante y fervorosa
Si de papel picado es la muerte para el resto, en terciopelo de luto llorarás a tus muertos, que no mal recibida será por ti la amarga tristeza en tanto sea ocasión de lucirte en la opulencia
Curiosidades de la historia, caprichoso hermanamiento; no es azul la Real sangre, roja es como la del indio aquel, mestizas sustancias en tus entrañas corren, ensalzas y presumes a una, reniegas así de la otra.
III
Caballeros de lustrosos apellidos te cortejan en rigurosa cuaresma de rituales; unos te arrojan confeti en serenata pintoresca, otros te regalan rosas en hidalga cabalgata.
Muchacha altiva de labios colorados y complicados modos, eres guerrillera de tu fe y celosa custodia de tu virtud, llevas corona de flores en la cabeza y limpio el ajuar, haces de tu boda ceremonia y de tu cuerpo un sagrario.
Cristián García Lozano Tepatitlán de MorelosContonea el largo de la falda, Teresita, moja la sevillana de sudor nocturno y ándale por el llano jocunda, empuña para las guirnaldas: azucenas, mirasoles y dompedros.
Y mece, mece el cenizo de tus caireles, trenza la vereda de tierra roja, y canta: “Esos Altos de Jalisco, qué bonitos” que en la maraña espera el jilguero la melodía de la alborada.
Tepatitlán de Morelos
Te amé, profunda y mansamente entera y a pedazos, rebelde y sumisa con las cadenas opresoras de emancipación, siempre y a ratos, mal de día y bien de noche con la cuerda locura de un felino en celo y la maldita inocencia de un condenado
Amé tus miedos y cada página de tus libros viejos, y poblé de gatos y fantasmas tu tierra roja
Con mi libertad y tus resabios, perfumada en la cama, en la cocina y sobre tu agonía. Me inmolé, casta, mártir e indecorosa, esas eran mis formas, esos fueron mis modos algún instante, algunas veces, alguna vida. Te amé así: siempre, a ratos; a tiempo.
Elba Gómez Orozco Pegueros, Tepatitlán de MorelosNació del polvo y al polvo volverá en presencia y núcleo a la –tierra roja– huella digital.
Se fue… a regiones lejanas, manías de ilusiones, mandamientos de otra lengua en cegueras provocadas.
Horas arduas de trabajos obligados sudores fríos de añoranzas disfrazadas despertares vespertinos en lapsos luz.
Tiempo preciso en nido vacío raíces quebradas y preguntas obligadas.
¿Por qué no regresar?
Cuerpo en erosión, en compartimento congelado con el alma a la intemperie, en puñado de ceniza retornó.
Rosana Romo Pérez San Juan de los Lagos
Desde pequeña, me daba miedo el frío, nunca hubo posada, ponche, pozole. Ni Niñito Dios que me calentara el alma, nunca supe andar abrigada, cargar con más peso encima de mi cuerpo, mi cuerpo se enfría fácil, se tulle fácil, se cansa, mi cuerpo está deshabitado muchas veces, mi tierra roja me hace tenerle miedo al invierno, a lo seco, a la tristeza.
Leslie Muñoz Santos San Juan de los LagosCaricias perdidas en pena que se encuentran encadenado a un amor desolado. Divago en el valle de la tristeza bajo el sabino dejo caer la tierra roja, corre por mis manos y me consume. Al fin descanso de aquel suplicio duermo por siempre, lejos del todo.
Guadalupe Córdova Gutiérrez GuadalajaraI
Tierra roja, pigmento sanguíneo
Ojos que no beben oro azul ojos que ya no lloran ojos que mueren como secas
matas nocturnas
cabellos sin raíz
sangre sin color
luna sin mirada
II
Guitarra en mano un son al ardor endulza.
Noche, oh, noche.
Luna, tierra pálida descienda tu música
salga el dolor
de esta garganta seca sabor azufre
sabor sangre
Aliento de luciérnaga disfraz del silencio moribundo estrellas de la tierra fuego de temporal.
Las gotas recorrían tu piel recien llovida, el arrebol pigmentaba cada poro, las hojas, como alas a punto de elevarse hicieron viajar mis ríos erupcionando mis papilas ávidas de probar tu cuerpo crocante. Te consumí, y sacié los pensamientos más ocultos que por mis ojos se asomaron. Comí de tu semilla que fecundó mis tierras rojas ¡Un deseo casi religioso!
Aquí la tierra no es roja más bien huele a mojada. También las mujeres son bellas, siempre vuelvo a este lugar
donde los Jagger y Clapton me sonríen, los Lennon y McCartney me esperan. Donde la vida hace una pausa y la muerte una tregua. No sé por qué se es tan feliz aquí, tal vez porque la Luna está cerca, o por unos labios que me devoran. Mientras hay vida, hay música. Dejad que los ritmos vengan a mí.
Francisco Oviedo Ciudad de MéxicoSi la tierra no tuviera marea caeríamos secos al cielo. Esa es la misericordia ciega que sostiene la tierra roja con los humanos en su lugar.
II
Las dimensiones alternas del agua parecen un sueño drenado de la tierra plasma en sus venas alimento somos de la lluvia.
III
Las noches secas roen la conciencia. A esto las aves le llaman muerte.
IV
Cuentan estrellas que la lluvia allí germinó.
Cuenta su piedra musgosa que su tierra enrojecida le guarda agua.
Cuentan los sueños cada astro del pasado que es cosa nuestra.
Cuenta el maíz que el invierno vive en cada tormenta.
Cuentan, por último, nuestros besos refugio cimiento.
Ya no vivo en mi cuerpo, la maleza atrapó mis muslos las paredes han deslavado marcas de pasiones, desencantos de tierras rojas, lunas carmín que no alumbran ya
Puertas cerradas, madera a punto de caer, apolillada árboles invadiendo el techo en pesadillas es un pulpo de tentáculos longitudinales, asfixiándome
No hay nadie, las ventanas respiran secretos que susurran a los pasillos, le cuentan a las grietas los pecados de la penumbra y, con ellos, me amordazan.
No queda mucho espacio ya Aquí en Tierra Roja el tiempo también vuela. Los únicos que no han volado son los recuerdos siguen tatuados en la piel impregnados en la memoria. Ese mi lóbulo frontal que no termina de olvidar a quien estuvo siempre. Cuando el dolor arrecia, cuando todos se van en donde quiera que esté el ángel, va mi pensamiento volando; y un poco de mi llanto.
Francisco Oviedo Ciudad de MéxicoI Necesito verte, y el musgo de tu ausencia me lo impide.
Tocarte, y humedal y sucinta es mi caricia. Llorarte, y mis lágrimas pueblan amplios vados. Escucharte, y el eco del río es la respuesta.
Ese manso río de fangosas tierras rojas que te cobijó hasta no sé qué orilla y el espejo de sus aguas te envolvieron. Cubrió tus carnes, tus miserias, tus historias y la humedad de tus ambiciones.
Es el río donde duermen los desaparecidos los que, como tú, desoyeron la marisma y seducidos por sirenas treparon a la barca de Caronte.
Y yo aquí, necesito hablarte, y el lecho de mi lengua te maldice y maldice la corriente de tus ansias. Tus ansias de ser océano, de ser mar, de ser río; sin saber ser arroyo.
La firmeza de tu piel rojiza me hace sucumbir a tus deseos, y acojo en tu cuerpo encendido las frescas tormentas del año.
Coqueteando la serpiente se desliza sobre tersa cama de tierra roja bajo una húmeda hojarasca. Es ella, cómplice de mi amor, testigo de la entrega pasional.
María Martha González Hernández Tepatitlán de MorelosTenerte resultó quimérico intenté marcharme entre las lágrimas busqué, recordé caricias y besos oníricos
resignada a un momento fugaz amor inefable que me ha consumido
Repetidas veces tu memoria me aflige ocasionalmente he frenado la pena jamás habría imaginado este suplicio, alicaído, tirado al recuerdo.
Mayra Guadalupe Córdova Gutiérrez GuadalajaraPinto en lienzo de barro, esculpo en líquida madera, canto a las tierras rojas y firmo tu talle de poesía.
Mi sangre no es escarlata, ni mi corazón ha nacido aquí. Mi sangre está hecha de agua de mar, y mi corazón pertenece a otro sitio. Difícil ignorar que dentro de él hay un espacio lleno de tierra roja.
Mi hogar no es aquí, sin embargo me hacen hacer sentir que es mi segunda casa. Aunque no quiera, una parte se quedará aquí y otra se irá conmigo a donde sea que vaya.
Ahora tengo una marca roja, un tatuaje plasmado en mi piel. Recuerdos de espinas cubiertas de sangre, y a la vez refugios inefables que jamás podrán ser borrados.
Muéstrame otra vez ese tono colorado hazme sentir amado y dime que estaré bien.
Cuéntame tu historia pero nunca la termines, déjame sentir orgullo de la duda de tu origen.
Permíteme sentirme en casa quedarme en la calidez dentro mis orígenes de tus rojas raíces.
Danya Ximena Fernández Lupercio TepatitlánNo hay líneas en tardes rojas, hay letras perdidas en un intento de poema que despierta las luciérnagas de mis pestañas.
Una tierra que no es mía me cobija en la orfandad de los pasos que deja mi silueta. Se funden mi sombra y los colores de la alteña y colorada madre.
No puedo decir que es amor, es el eco de la gracia en las bocas frías de las tardes que me abrazan, y es mi vida una caricia alteña.
María Rocío Rentería PalafoxCiudad Guzmán, Zapotlán el Grande
Fresca y ligera te pones al amanecer presta a recibir al campesino amoroso que buscará en el fondo de tus entrañas la germinación de un nuevo fruto.
Solo en la tierra roja se vive esta experiencia de amor corazón y manos de labriego cultivando la semilla codiciada.
Agrietada y sangrante tierra colorada Cuántas generaciones has visto pasar llorando la ausencia de los hijos que, un día lejano, viste partir.
María Martha González Hernández Tepatitlán de MorelosNo puedo amarte sin antes amar a los árboles, tomar el río entre mis dedos.
Deshojar el otoño de un suspiro caliente.
Pintar sueños a las montañas, caminar ventarrones a raudales.
Bordar un puente entre dos penínsulas, besar atardeceres frescos.
Vestir hondas llanuras con mi aliento y hacerle el amor a la tierra roja.
Aquí se come bien se vive a gusto y se ama mejor. Eso me comentó un hombre cuando mi pie derecho la tierra roja tocó. Yo, desconfiando, miré que dos luceros se cruzaron en mi vida, En ese momento, sin más ni más mandé quemar mis naves. Y desde aquel día, al igual que el pobre Dante, no los he podido olvidar.
Francisco Oviedo Ciudad de MéxicoLas virtudes teologales en mi tierra roja columnas son de la costumbre alteña fraguadas bajo el fogón maternal que sueña, que ama y que educa y que enseña y que forja.
La fe es el estandarte que nos lleva al cielo que cada madre canta como canción de cuna sembrando desde ella la idea de la fortuna, y la caridad que sirve más que de consuelo.
Fraguan el carácter las virtudes cardinales, justicia, fortaleza, templanza y prudencia. Son de nuestra raza alteña cuatro pilares,
que se fraguan con la armoniosa paciencia a la sombra apaciguada de nobles hogares fogón de Dios donde cocina su clemencia.
José Cuaresma (José Manuel Jiménez Vázquez)
San Miguel el Alto
Tierra roja, tierra bendita arropas el majestuoso Cerro Gordo cuna del Señor de la Misericordia símbolo de toda una región.
Rojo es tu cuerpo entero tierra regada de sangre cristera la misma que corre por las venas de los senderos de tus campos.
Esa bendita imagen te eligió radiante como el amanecer alegrando el corazón de los alteños con la certeza que nos abrigarás.
María Martha González Hernández Tepatitlán de MorelosHay una casucha a la vera del camino que en su vientre colorido por la tierra roja como sacra y abnegada madre alteña aloja al alteño terco constructor de su destino.
Descansa a la sombra de un eterno encino y como flor de invierno el rosario deshoja esperando con sus rezos que la fe recoja del suelo su enseñanza como suave vino.
De sus hijos embriagados su existencia moja con dulzura, en el sacro cáliz del Señor Divino, no pensando que su humanidad no se despoja sino más bien que se torna de un color satino al azotarse con muerte sin causar congoja y al triturarse en la boca del Satán indino.
José Cuaresma (José Manuel Jiménez Vázquez)San Miguel el Alto
Tierra entrañable camino de mártires el de mi origen
En aquella cruz es la imagen del Señor muestra su gente
Praderas verdes agave, también maíz dilata en ellas
Arriba el cielo adornado de torres apresadoras.
Acompañante del guardián mayor, complemento perfecto para alimentar, cuidar y proteger los lugares sagrados. Arcilla sabia te penetra, Adán fue hecho de ti, y en cada paso le recuerdas de qué está hecho.
Te permites ser moldeada, tu ductilidad cumple el propósito del alteño: trabajar la tierra con su sudor y cosechar los frutos. pero, ¡vaya, qué frutos!
Juegas con el agua y los ríos cristalinos se tornan rojizos. Dejas huella, tierra roja, a tu paso.
Si tan solo te escucháramos recibiríamos la verdad: que Eva no fue hecha de la costilla de Adán, ha sido hecha de un poco de tierra roja. Que la Creación viene de tu encarnado color, y que cuando los cuerpos regresan a ti haces fiesta de agradecimiento.
Yaneth Guadalupe Hernández Castellanos de MorelosAl costado del puente marrón nace la flor de Santa María, fresca, de un garbo virginal y aroma enigmático.
Desborda ámbar corona y viste el campo fértil, la lluvia le hace la corte, la tierra roja enjuga su raíz.
Cuando vaya al cielo: quiero tomar aire y abrir los ojos al exhalar. El sol de las seis de la tarde dándole una pátina dorada a las fachadas, a los árboles, a los suelos, a los ojos, ropa y a la piel de la gente. Y a su tierra, su tierra roja.
En el cielo también deseo escuchar: la música de un bolero sonando a través de unas bocinas. Campanadas, seis. Voces que vienen y que van. Autos con música a todo volumen, desde rancheras, hasta gruperas, pop y reguetón.
Lúcido sopor. Parado entre “La de Armas” y “La Morelos”. Camino Jesús Reynoso (la calle de la infancia) hacia el norte, doblo a la izquierda en Lerdo de Tejada (la subidita para ir a casa de mi abuela). Después a la izquierda en 16 de septiembre (por donde un día, siendo el abanderado, desfilé), y luego a la izquierda en Samartín, (ahí adentro hay un escenario donde siempre fui feliz).
Cuando llego a Hidalgo (yéndome por los portales), giro a la derecha, luego a la derecha en Juan José Espinoza,
después a la derecha en Esparza y al llegar nuevamente a la intersección de este símbolo infinito, cierro los ojos, tomo aire y los abro al exhalar.
El sol de las seis de la tarde siempre será el sol de las seis de la tarde.
Juan Luis Tovar Tepatitlán de MorelosSe percibe a la distancia un paisaje de ilusiones es Tecomatlán, tierra de mis amores. Un alegre pueblecito, lleno de sabores que al canto de la cítara bailan los corazones.
Hogar de paz y amistad, en la región de los Altos, Donde tus hijos que ausentes añoran siempre volver a tu lado, al origen de su cuna, a su tierra roja.
Es nuestra pequeña patria corona de maíz y alma, que se yergue muy ufana invadida de añoranzas.
Magaly Alejandra Castellanos Hernández
Tecomatlán de Guerrero, Tepatitlán de Morelos
Milpa bendita
nace de tierra roja, grano de dioses.
Oh tan bella tierra roja que en Mezcala si te pisan, y en tan populares regiones nos llenas de arcilla caliza.
En manos de agricultores tú nos das a conocer a nuestro pueblo mezcalense que hoy pretendo enaltecer.
Tierra tan santa y bendita llena de tan rojos colores el amor por ti no se quita pues llenas los corazones.
Mezcala de los Romero, Tepatitlán de Morelos
Mosaico de tierra roja, emperatriz entre las diosas, eres sustento del alma mía, cuna de gran charrería, flor de alhelí tú tienes, y entre tus entrañas nos sostienes. Eres primor por tus mujeres que conquistan a quien llegue.
Caudal de alegría vives en tus fiestas Tepabriles, fecunda cuando quieres, aun con tierras hostiles. Eres de gran acierto para el empresario honesto.
Brillas por las noches, eres dulce, romántica a los corazones.
Así es mi ciudad, mi lindo Tepatitlán, cuna de grandes pasiones, llenas de fe y tradiciones, que a la vista encanta, y al vivirla, te atrapa.
Tecomatlán de Guerrero, Tepatitlán de Morelos
Tepatitlán, eres sangre y fuego, voluntad y fe.
Eres tierra soberbia: hecha a fuego y forja.
Roja es tu tierra, como la sangre que nos corre y te alimenta.
Estás hecha del fervor y la pasión de nuestra gente.
Eres ardiente como el sudor de los hombres que te labran.
Eres sangre que palpita y sobrevive altiva, que lates al ritmo del tesón de nuestros ancestros.
Hombres que abrieron al cielo los terrones, hechos uno con la fe y la yunta.
Eres tierra caprichosa; haces del trabajo cosecha de dulces frutos, que a la postre nos llenas hoy de orgullo.
Edna Ananí Muñoz Venegas Tepatitlán de MorelosA veces, es solo el llamado, la copla del viento que baña planicies de fuego, entre huizaches espinosos y flores polvorientas en los Altos de Jalisco
Distantes mensajeros, infancias de ríos de leyendas inconclusas, deleite, el furor de la corriente en desviación de los albores del mes octavo
Secuencias nebulosas, trazos amorfos tornasol al descender la tarde, planos de paisajes de Santa María se siguen renovando las quebradas estaciones, soplan aires bienhechores, que alimentan simientes en surcos horadados Es la tierra roja, de tinte aladrillado, la que traza y adorna las suavísimas mejillas de alteñas sonrojadas Fluye la sangre en un puñado de sapiencia en varones de la misma mata, historias de la tierra, y leyendas de llanos repetidos.
Desde el cerro de los antiguos una luz rebelde nace del norte aparecen leyendas de tierra roja, visitamos la iglesia más vieja del pueblo en donde las historias del pasado cincelan las paredes, en la meseta los recuerdos viven en las piedras, la gente de la zona sonríe en el sendero trazan colores en madera crean danzas para los espantos musitan oraciones de bronce, en lo más alto de los altos nos gusta contemplar el destilado onírico de nuestro campo.
María Ausencia TeocalticheMe gusta recordar la tierra colorada, en el rancho de mis abuelos, allá en los Altos de Jalisco, en los mágicos terrenos de Arandas.
Ahí donde conservo en mi corazón imágenes, sabores, olores.
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Recuerdo las agrietadas manos de mi abuela, acariciaba las mías, juntos rodeábamos el estanque, y mirábamos el zigzag de los patos que se sumergían en las enlodadas aguas de junio.
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Ha cuarenta años, y aún hoy, al cerrar los ojos, llegan a mí los olores que son entrañables de mi vida. El aroma de la cera derretida de las velas a chocolate en agua caliente, a leche hervida, a jocoque, a nata, a leña encendida, a nixtamal y a tortillas hechas a mano.
El suspiro de la casa a través de las grietas, el crujir del adobe una tarde lluviosa, el crisol de aromas a estiércol húmedo, a tierra roja remojada, a paja apilada, a aguamiel, a la resina de los encinos, robles y sauces, a yerbabuena y a maíz desgranado-
Cierro los ojos y vienen a mí las imágenes de las telarañas en cada rincón, la huella de la tierra colorada en toda la casa, las noches de invierno, las tardes lluviosas de junio y en el ensueño del mes de marzo.
En la vieja bicicleta oxidada y olvidada en un oscuro rincón en los caminitos de piedra que rodeaban los arbustos, en las deshilachadas sillas que estoicas desafiaban el tiempo.
En el estanque que escondía bajo sus aguas la leyenda de la Chanona.
Iván Alatorre Orozco Zamora, MichoacánSe baña el campo de tierra roja y fértil: crecen maizales.
Mayra Guadalupe Córdoba Gutiérrez Guadalajara
Tierra roja, extensión de cielo cárdeno, tradiciones y costumbres. En la bravura de reflejos y destrezas surgen del deporte nacional. El lienzo tiene vida.
Dignas adelitas precipitadas en el lienzo. La escaramuza convirtió a las amazonas en domadoras de bestias. Sinuosas vestimentas crean olas policromadas, que cobijan las enancas de las yeguas al galope.
Lazos, silla de montar bordada en hilo de pita y plata portan los jinetes, pies en el estribo. El charro jalisciense en peculiar vestimenta luce sombrero y espuelas que denota reciedumbre. Lía con la soga un canto agregado.
Piales en el lienzo, manganas, la faena en el ruedo. Azorados animales, abren sus fauces simulando cráteres volcánicos. En el lienzo está la expectativa. El paso de la muerte y la cala del caballo.
Esto es México, esto es los Altos. Música y folclor en el arte y la fiesta, cascajos de vida que otorga identidad y cultura, legado y usanza.
Romo Pérez San Juan de los Lagos
Primero fueron la coa y la lluvia, después quedaron las cenizas...
Labriego, qué hubiera sido en la cimera por los holanes cobrizos del barbecho.
Que apañó, que engendró los verdes tallos desparramados bajo el claro, bajo el sol... si esta tierra no fuere bendita.
Cortará la centella por tus sienes y la sémola seguirá en su vientre por tus hijos, y sus hijos sobre tus cenizas y la lluvia con la mano en el arado, con la espiga en tierra roja.
Isidro Mariscal Tepatitlán de Morelos
Recuerdo tu sonido de plaza, risa y sueño, me embebo de él como si fuera licor como canto del rojo de buena suerte.
Escucho tu coro de cantera rosa, tu sequía de chicharras al mediodía y tu eterna lluvia de arroyo.
Siémbrame semilla de ti, al amanecer hazme milpa, grito y peñasco.
Tócame tu serenata nubosa en la ventana y agita el sombrero del cielo cuando me veas. Cántame tu olor a verde monte tu cima azul agave y tu tierra roja que me oye.
Y déjame ser lo que soy, el mismísimo canto de tu garganta, partitura tuya.
Yahualica de González Gallo
Mi tierra, roja como mi sangre de arrebol que surca entre mis caderas tierra que cobija mis sueños de mujer suave pradera que mece mis pasos cuando en su entraña me siente, me encamina, me hace altiva.
No soy flor nacida alteña más su vientre de madre tierra me hizo arder en sus raíces tierra ahora tan mía, mi casa, mi risa, mi imperio.
Abro los ojos al canto de tordos y golondrinas y he de cerrarlos al final de su preludio.
Y cuando la luz de vida sea frágil escucharé tu canto nuevo dulce y suave de madre amorosa entonces descansaré tan serenamente en la llama de tu vientre.
Elisa Villanueva Santos Tampico, TamaulipasAbrid estos campos de tierras rojas, entronizados por los años y olvidados por otros por las grietas donde yergue la ortiga, resuellan rezos y honra, y más fervor, y más cristeros.
Isidro Mariscal
Tepatitlán de Morelos
¡Qué deleite fue contemplar aquel paisaje! Con la tormenta llegó el petricor, se transformó la tierra: surcos desparpajados, rocío en las puntas sobre las astas azules. A qué altura tengo que llegar para volver apreciar los campos de tierra roja, y paladear el sorbo de la vendimia.
En este soliloquio que me abraza, una soledad tibia me acontece, es una mariposa de las que no he sabido en otras tierras. Llegué somnolienta y ávida de cosas nuevas, qué contradicción, en una tarde fría. Frente a un quiosco con notas y silencios, altiva una parroquia presenciaba infancias, amores, anhelos pasados. Sólo observo.
Es el frío una serpiente que repta por mi cuerpo. Sigo aquí, nutriendo mis recuerdos con películas que no son mías. Un vendedor de semillas atento se me acerca, es un niño. Los elotes y guasanas se deleitan en los exigentes paladares. La fuente danzarina está dormida. Las abuelas tejedoras hilvanan sus historias en las tardes de jueves. Mientras campanadas desfilan por la calle al ritmo de las prisas. Son las ocho, ellas me susurran.
El Santo Patrono los protege, su infinita misericordia se apiada de mí, que sigo contando mis pasos en las estrechas calles de la pródiga ciudad alteña. Adopté a este pueblo, o me adoptaron, en mis matemáticas da el mismo resultado. Mientras, degusto en silencio el fervor humano del otro lado de la acera.
María Rocío Rentería Palafox Ciudad Guzmán, Zapotlán el Grande
Cachorros de viento corriendo en remolinos jugando a ser tierra
Paisaje ígneo
Al atardecer se incinera la tierra arden los pasos
Petricor
Ecos de lluvia pasos arrebolados y en el alma, el aroma de mi tierra.
Vieja cruz, ¿recordáis el camino, las raíces? los torreones de estos lares, de tierra roja ceñid sangre tecuexe, esclava y gachupín, ¡oh lozanos! peregrináis sus yelmos herrumbraos en Arandas, Zapotlanejo y Tepatitlán.
Amanece y el aliento de Dios habita estas tierras, gente buena camina las calles, sonríe generosa y abraza al desconocido.
Aquí caminamos sin prisa, porque el tiempo sabe acomodarse en los rincones de mi pueblo y nos permite respirar la vida.
Repican majestuosas las campanas de una parroquia, que nos recuerdan que a setenta y dos metros de altura se está más cerca del cielo.
Mujeres y hombres trajinan por las calles con pasos firmes y el mundo se mueve a su ritmo, porque la fuerza nace de ellos.
Caminos de tierra roja unen pueblos en los Altos, región de atinado nombre, porque todo lo que aquí se forja, es de altura.
Polvo color bermellón refleja la pasión con la que se transita la vida, aunque haya tiempos difíciles, porque no hay arma, ni alud, que doblegue un corazón alteño. Mis ojos brillan, mis manos se abren, mi pecho vibra, mis genes han transcendido en lo que hoy llamo mi tierra y mi corazón agradece.
Blanca Rocío Serrano Rangel LagosLugar de la dura piedra, Tepatitlán, ahí, donde se forja el cuchillo sagrado el arma divina del sacrificio derramó la sangre, y la tierra tornóse roja, convertida en adobe y ladrillo para construir nuestra morada.
El Catorce aún es recordado por su valor como defensor de Cristo y su religión muy querido por la gente del lugar que en su tiempo con sangre pagó el precio por defender la fe en Jesucristo Redentor.
Tepatitlán, tu herencia ancestral es vida y alegría, es tierra roja, es agave azul, es fiesta y es honor.
A Tepatitlán en su 139 aniversario
I
Voy a remendar la mirada antes de pronunciar tu nombre antes de tomarte entre las manos y deshojar palabras de nostalgia.
Debo preguntar a la piedra, cuándo el hierro en su entraña se hizo gris, y cuándo sus calles se volvieron un mar de concreto y desesperanza.
Llego tarde. Debo preguntar al verano dónde sofoca el petricor, dónde dejó las llaves de la infancia para jugar en tus calles, para brincar el agua de tus charcos y entonar mi canto de añoranza.
Quiero llenar mis maletas con estampas de otra vida. Y beberme el tiempo como agua de jarro. Que mi lengua palpe el sabor del pulque, y embriague mi recuerdo con memorias de aguamiel.
Y precisamente ahora, desempolvo las estrofas, del poeta Gutiérrez Medrano, y sus “Perfumes de otro tiempo” entonan un himno de bendiciones, y un verso de despedida, al adobe de tus añejas fincas y casonas.
Llego tarde. Y no encuentro la libreta donde anoté la dirección de las flores silvestres ni los caminos empedrados donde crecían las maravillas, la siempreviva y la santamaría. Y aún tengo que ordenar las sombras antes de abrir tu historia y deshojarla.
Cada cierto tiempo me sigo preguntando dónde estarán las llaves. Por cuál recóndito agujero escaparon los sueños, si los tenía maniatados entre los pasos de un peregrino y la mirada apacible del Señor de la Misericordia. La única mirada que dejé grabada en mi válvula mitral.
Ahora voy a incendiar el vientre de esta tierra, y mandarla a parir campos de agave, hileras de maizales e ínfimas perlas de chía.
En el archivo de las heridas tengo escrita la fecha de tu último cumpleaños. Ciento treinta y nueve ciclos de verano.
El pespunte que atraviesa tu edad se ha deshilachado y se te escapa un suspiro, una estampa decolorada, una copia escultórica de otras latitudes. IV
Ya no tienes el alma pueblerina, se han ensanchado tus calles y ahora llevan el nombre de avenidas. Se han manchado de sangre tus banquetas y tus calles antes limpias y gentiles tienen la marca de la violencia.
Qué diferentes son tus aires de gran ciudad, qué sonrientes continúan tus iglesias, templos y santuarios.
Y a pesar de todo, tu hijo ausente sueña su regreso.
Rusbelina Castellanos Tepatitlán de MorelosRoja es la tierra en acuarelas tardías y amaneceres.
Oro que pinta la piel verde de agave en las pupilas.
Juntan las niñas con sus manos traviesas el rojo barro.
Abuelos sabios con cicatrices tiñen las rojas horas.
Hoy pensé en ti, tierra roja tan maravillosa como tu gente pensé en las manos que te trabajan, y en esos atardeceres, en tu cielo.
No logro descifrarte, tampoco puedo dejar de mirarte, estoy orgullosa de habitarte.
Tierra colorada, hoy te elijo y con cariño hacia ti me dirijo no has dicho una sola palabra, pero tu tierra me habla.
Dalila Monserrat Joya Avelar GuadalajaraHe venido de lejos, demolido, anhelante, he recorrido el camino con una curiosidad inagotable el rojo de tu tierra, pastizales aceitunados, la brisa danzando, las calles como olas del mar seduciendo con historias al que las transita. Oh floreciente Tepatitlán, que consideras al foráneo y lo incluyes en tu hogar.
Karina Razo Guzmán MichoacánTierra colorada, eres digna de ser recordada te has robado suspiros, corazones, temores y miradas.
Ver tus campos rojos con el atardecer de fondo me recuerda a aquellas mañanas cuando los pájaros felices se encontraban y sin parar cantaban.
Le das vida al viento de tus pueblos, haces música sin sonido, me haces sentir cuando te miro, que soy parte de ti.
Tierra roja
se terminó de editar en febrero de 2023 en Guadalajara, Jalisco, México.
Para su composición se utilizaron las tipografías Fira Sans y Andada.