muestra clínica y del gen diana seleccionado para la amplificación, es por esto que no se recomienda su uso en los laboratorios de diagnóstico. Entre los métodos más utilizados para la detección de anticuerpos se encuentran la inmunofluorescencia indirecta (IFI), los ensayos ELISA y los Western blots. Cerca de un centenar de estos han sido aprobados para su comercialización. La IFI emplea como antígeno células enteras de las borrelias y permite la detección de IgM e IgG. Las principales limitaciones para su uso son la necesidad de empleo de un microscopio de fluorescencia, personal bien entrenado, la subjetividad en la lectura e interpretación y la baja especificidad; mientras que los ELISA constituyen el formato más empleado para detectar los anticuerpos. Entre las limitaciones de los ELISA se encuentra la falta de estandarización, fundamentalmente por las variaciones antigénicas que se pueden presentar entre diferentes estuches comerciales e incluso entre lotes de un mismo estuche. Las preparaciones de antígenos a partir de células completas disminuyen la especificidad por la ocurrencia de reacciones cruzadas. En caso que las muestras que resultan positivas, dudosas o equívocas con otros medios, se someten a análisis con Western blot. En resumen, se requiere de una batería de exámenes. Emplear una prueba de pesquisa (IFI o ELISA) con alta sensibilidad, seguida de un examen Western blot que posee alta especificidad, y preferentemente la realización de ambas al mismo tiempo. Es importante resaltar que en la literatura se define que los pacientes con manifestaciones tempranas de neuroborreliosis (etapa I o II) poseen una respuesta inmune restringida a unas pocas proteínas, mientras que los que manifiestan enfermedad tardía (etapa III y Post Lyme), tienen anticuerpos IgG contra un amplio espectro de antígenos.
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