Mariana en busca de valores Érase una vez un pueblo no tan lejano llamado Coroneo. Sus habitantes eran muy respetuosos y solidarios. Vivían allí tres personas muy especiales: la familia González Estrada, la cual estaba conformada por Marcial, el papá; Teresita, la mamá, e Ivett, la pequeña hija. Eran muy unidos y practicaban los valores muy a menudo; siempre decían que estos eran esenciales para tener una vida sana y agradable. Se llevaban muy bien con todas las personas y les agradaba organizar partidos amistosos de futbol los fines de semana, donde siempre resaltaba el optimismo, el respeto y la tolerancia. Cierto día regresaron al pueblo cuatro personas muy peculiares: Mauricio, el papá; Leticia, la mamá; Octavio, el hijo mayor, y Mariana, la menor. Se trataba de la familia Zarraga Almaraz, quienes eran conocidos por ser conflictivos. Ellos habían vivido un tiempo en Coroneo, pero se mudaron porque no toleraban que todos sus habitantes vivieran en armonía.
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