Un último detalle Se cuenta que había un monje que paseaba con uno de sus discípulos por la orilla del río Ganges. El discípulo aprovechaba para hacerle muchas preguntas que le inquietaban, a las que el monje daba sabias respuestas. En un momento de la conversación el discípulo le hizo una pregunta muy interesante: - Maestro, ¿cómo puedo conseguir la iluminación? El maestro decidió no contestarle de palabra, sino hacerla de forma práctica. Así que entraron en el río hasta que el agua llegó a sus rodillas. El maestro le pidió al discípulo que se arrodillara y metiera la cabeza dentro del agua. Al hacerla, el maestro con su mano se la sujetó de forma que no la pudiera sacar del agua. Pasados unos cuantos segundos el discípulo intentó levantar la cabeza, pues empezaba a faltarle el aire. Pero el maestro aun con más firmeza le sujetó la cabeza para que no pudiera levantarla. Al cabo de unos segundos más comenzó un forcejeo entre el discípulo y el maestro que por parte del primero rayaba la desesperación. No sólo intentaba levantar la cabeza, sino que luchaba con sus brazos y piernas para salir del agua. Cuando el maestro consideró que el discípulo había llegado al límite de su resistencia, retiró sus manos y le permitió que se incorporara. El discípulo estaba jadeante, y en cuanto pudo le dijo: - ¿Por qué me ha hecho esto, maestro? ¿Acaso quería ahogarme? El maestro le contestó con otra pregunta: - Cuando estabas con la cabeza metida dentro del agua, ¿qué era lo que más deseabas? - Respirar, contestó el discípulo. - Pues cuando desees de igual forma la iluminación, también la conseguirás, concluyó el maestro. A través de la lectura de este libro hemos efectuado un recorrido por una serie de aspectos relacionados con el aprendizaje y las facultades mentales. El objetivo que ha inspirado este trabajo ha sido dotar al lector de medios adecuados para mejorar su rendimiento intelectual, esto es, sacarle mucho más partido a este tesoro llamado mente. Como se decía en el primer capítulo, el ser poseedores de un órgano tan maravilloso como el cerebro no nos garantiza beneficiamos mucho de sus posibilidades. Igual ocurre con los usuarios de las computadoras personales, las posibilidades de éstas suelen ser usadas sólo parcialmente. Si comparamos nuestro cerebro a una computadora, la mente correspondería a los programas que contienen las rutinas y manejan la información. Si los programas son los adecuados para cada tarea que debe realizar la computadora, y a su vez funcionan bien, los resultados serán eficientes y eficaces. Por este motivo, antes de terminar, deseo que tomes conciencia sobre un aspecto muy importante: el libro en sí mismo es sólo un instrumento para ayudar a cualquiera a desarrollar sus facultades mentales y enriquecerse intelectualmente. Lo que el libro pueda llegar a significar para cada uno de
127